Nunca más

Jack se encontraba en su habitación cuando escuchó que alguien tocaba la puerta de la casa, el hombre se levantó y fue ha abrir la puerta, al abrir se encontró con los hijos de Shail, los cuales venían acompañados de un chico moreno de cabellos oscuros, a Jack le bastó con mirarlo a los ojos para saber que era un yan, un semiyan para ser exactos, el dragón les dirigió una pequeña sonrisa.

—Hola, ¿qué los trae por aquí?—quiso saber Jack con una sonrisa.

Aledis dio un paso al frente hasta situarse a su lado.

—Podemos hablar.

—Claro, pasen—asintió Jack haciéndose a un lado para permitir que los chicos entraran.

Ya estando adentro ambos hombres se sentaron en el sillón mientras que Aledis se quedó junto a Jack.

—Y bien, ¿de qué querían hablar?

—Es sobre Eddy—inició Aledis.

—Y Nicolle—añadió su hermano en voz baja.

Jack los miró preocupado, algo en su tono de voz no le gustó.

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Siguieron un largo rato abrazados sin querer soltarse, ambos extrañaban el contacto mutuo, aquel contacto que no se daba desde hace más de cinco años, cinco años que fueron eternos para ellos, cinco años en los que sucedieron muchas cosas, pero aún así, a pesar del tiempo y de la distancia, no habían podido olvidarse.

Cuando al fin se separaron se alejaron un poco y se estudiaron mutuamente, los rasgos de niños habían desaparecido por completo de sus rostros dejando ver facciones más adultas, los ojos de la chica ya no lucían ese brillo infantil que habían llevado siempre, ahora su mirada era más tosca y segura, ya no parecía la niñita indefensa que Erik había conocido, por otro lado Erik ya no tenía el cabello tan rubio como antes, ahora este tenía un tono más castallo y lo llevaba desordenado cosa que le daba un aspecto rebelde que le gustaba a la chica.

Erik le dirigió una nueva sonrisa antes de tomarla de la mano y juntos volvieron al pueblo.

Caminaron un buen rato antes de volver a la casa, antes de que pudiera abrir la puerta esta se abrió sola y por ahí apareció una muy preocupada Eva, esta iba a decir algo, pero al ver a Amelia cambió de opinión, los tomó a ambos de la mano y los obligó a entrar un segundo antes de cerrar la puerta.

Lo primero que vio Erik después de esto fue a ambas chicas abrazadas. Erik frunció el ceño confundido con el comportamiento de su hermana.

—¿Qué sucede?

Eva se apresuró a soltar a la chica y se volvió hacia su hermano.

—Eddy a desaparecido.

Erik cerró los ojos un segundo.

—Esto no puede ser posible—murmuró el chico más para sí que para ellas—esto es mi culpa, no debí dejarlo solo.

—Esto no es tu culpa, Erik—dijeron ambas a la vez.

—Yo debía estar con él, se suponía que no lo perdería de vista.

—No te culpes por esto Erik, tú no podías saber...

—Claro que sí...

—Hay algo más—ambos se volvieron hacia la menor—Luthen asegura haberlo visto con... con Nicolle—terminó la chica en un murmullo.

—¿Nicolle?—preguntó Amelia sin comprender.

Pero ninguno le prestaba ya atención, Erik se volvió con brusquedad y salió de la casa.

—¡Erik!

Eva quiso ir trás él, pero su compañera la detuvo.

—Déjalo, necesita estar solo.

—No lo entiendes Meli, está herido, hace un par de días lo hirieron en una batalla, a duras penas y puede caminar.

Amelia frunció el ceño.

—¿Qué dices? pero si hace un momento venía caminando normal, incluso luchamos—comentó Amelia sin comprender.

Eva negó con la cabeza.

—Sabes como es Erik, no quería preocuparte, así que lo más seguro es que te lo ocultara.

—Lo mato—murmuró la chica antes de seguirlo, Eva no lo dudo y fue tras ella.

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—¡Erik!

El chico hizo caso omiso del grito de su madre y siguió corriendo, se adentró de nuevo en el bosque y se dejó caer en el tronco de un árbol jadeante. Con una mueca de dolor se llevó una mano al borde de la camisa y se la levantó, con mucho cuidado tomó la venda que le cubría la herida y la desató con un suave gemido de dolor. Al terminar dejó caer la cabeza en el tronco con un jadeo. Sentía como le ardía la piel, esa espada le había atravesado gran parte del vientre dejándole un gran ardor con cada movimiento brusco, y algo le hacía pensar a Erik que había hecho más de un movimiento bruscó en las últimas horas y es que no quería preocupar a la joven con sus quejas.

Después de un rato sintió una persona hacercarse, se levantó con velocidad con el arma en la mano, pero la volvió a bajar al ver que se trataba de Eva y junto a ella venía una muy enfurecida Amelia.

—¡¿Por qué demonios no me dijiste que estabas herido?!—preguntó la chica con una mirada amenazante.

Por toda respuesta Erik se llevó una mano al abdomen con una mueca de dolor, Eva se apresuró a llegar a su lado y lo volvió a tumbar junto al árbol, le volvió a poner la venda y luego lo ayudó a levantarse.

—Estoy bien, yo puedo solo—repuso Erik soltandose del agarre de su hermana.

—No es así...—empezó Eva.

—Estás mal...—continúo Amelia por ella.

—Y necesitas ayuda...—siguió Eva.

—Así que...

—Se un niño bueno y déjanos ayudarte—terminaron ambas a la vez con una sonrisa en sus rostros.

—Vale, vale, pero dejen de hacer eso.

—¿Hacer qué?—preguntaron ambas.

—Hablar a la vez.

—¿Por qué?—volvieron a decir a la vez.

—Porque me asusta—exclamó Erik con los ojos muy abiertos—ahora no sólo tengo una hermana loca, tengo dos—añadió el chico con una mueca de disgusto.

No tardó en recibir dos manotazos de parte de sus amigas, lo cual provocó risas por partes del rubio.

—No le encuentro la gracia—masculló Eva cruzándose de brazos y dándole la espalda con aire ofendido.

Erik se acercó a ella y la abrazó por detrás.

—Es broma, sabes que eres mi hermana favorita.

—Pfff, soy la única que te tolera—bufó Eva intentando soltarse de su agarre, pero Erik no se lo permitió, la abrazó por los hombros con una mano y con la mano sobrante atrajo a Amelia y le depositó un beso en la mejilla con cariño.

—Ñe, sabes que eso no es cierto, para eso tengo a Lía.

Ambas chicas sonrieron con cariño y le correspondieron al abrazo, los tres volvieron a la casa donde fueron a buscar a sus padres, ya había permitido que se llevaran a Jos una vez, no iban a permitir que eso sucediera de nuevo, nunca más.

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