No, tú no
Llevaba ya más de tres meses desde que se había separado de sus hermanos y sus padres, hace un mes que había llegado a el Oráculo. Echaba de menos a Eddy, jamás habían estado tanto tiempo separados, lo último que había sabido de sus padres era que estaban en Nanhai, eso hace un mes, desde entonces habían perdido toda comunicación, a pesar de que las sacerdotisas eran muy buenas con ella, no eran como su hermano, ni siquiera Aledis, que no se separaba de ella, lo era, en esos momentos deseaba tener alguien en quien confiara, a pesar de que ya podía transformarse sin ningún problema, aún no sabía como consagrar magos y deseaba que su madre se lo enseñase y poder ir con ella a buscar nuevos magos. La chica se aburría con frecuencia, ya que Aledis, también tenía sus propias obligaciones y no podía pasar con ella todo el tiempo.
—Jos—Aledis se acerco a ella y se sentó a su lado— ¿quieres conocer la ciudad?
—La hermana Kuthar, me dijo que no saliera del Oráculo sin un adulto—se disculpó Jos tímidamente.
—Anda, le prometí a tu hermano que te mantendría ocupada—insistió Aledis.
—Bueno, pero sólo un rato.
—Por supuesto.
Ambas jóvenes caminaron por los alrededores del Oráculo sin alejarse mucho, distraídas en su charla, perdieron la noción del tiempo y antes de que se dieran cuenta, ya se veían dos lunas en el cielo, Jos propuso regresar, pero antes de que dieran un paso, un hombre se interpuso entre ellas y su camino, Jos, ajena al peligro, intento seguir caminando, pero al ver que Aledis no la seguía se detuvo, la semiceleste estaba inmóvil con la mirada perdida, eso hizo reaccionar a la joven, que conocía muy bien los efectos de la mente con intrusos en ella.
Se echó para a atrás justo a tiempo para esquivar una estocada dirigida a su pecho, rápidamente se llevo una mano a la espalda en busca de su arco, sus dedos pasaron rosando su espalda sin encontrar su preciada arma, distraída en busca de su arma no fue capaz de esquivar una nueva estocada que la derrumbo a los pies de su atacante.
En cuanto cayó al piso sintió una fuerza atacando su mente, intento cerrar su mente, tal como le había enseñado Christian, pero la fuerza que la atacaba era mucho más fuerte que ella, sus ojos se abrieron como platos al reconocer a su atacante, de la sorpresa no fue capaz de seguir oponiéndose ante aquella fuerza en su mente y cayó inconsciente en el piso.
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Los días seguían pasando y aún no sabían nada de Nicolle, tampoco sabían mucho de Jos, ni de Erik, ni de Eva, lo último que escucharon de ellos fue la carta que les mandaron en respuesta. Aunque los adultos lo disimulaban, Eddy sabía que no tenían ni idea de donde podría estar Nicolle, tan solo caminaban en círculos sin éxito, el joven ya había perdido toda esperanza de encontrar a su hermana pronto, cada día se sentía mas lejos de ella.
Jack, Victoria y Christian tampoco estaban tan tranquilos como intentaban aparentar para no preocupar a Eddy, pero el chico se daba cuanta a pesar de sus intentos de ocultarlo. Jack cada día estaba más serio, Victoria solía llorar en silencio cuando creía que nadie la veía y Christian..., Christian estaba más callado y frió de lo normal, no hablaba más de lo necesario y se mantenía siempre alejado de los demás, incluso de Victoria que intentaba, inútilmente, acercarse a él.
Una tarde después de sus largas caminatas, llegaron a una cueva, la entrada media aproximadamente unos cinco metros cuanto mucho, en poco tiempo escucharon el sonido de unas pisadas que se dirigía a ellos, Eddy no pudo evitar soltar un respingo al ver al provocante de aquel ruido, frente a ellos había un gigante, podía medir cerca de cuatro metros y su piel era dura como la roca, Jack no pudo evitar sonreír ante la reacción de su hijo.
—Ydeon—saludó Christian con una inclinación de cabeza.
El gigante bajo la vista y los miró.
—¡Ah! son ustedes— comentó Ydeon— otra vez
—Ydeon, han pasado dieciséis años—le recordó Jack con una sonrisa.
—¿Ya tanto tiempo?— preguntó el forjador de armas, pensativo.
Ninguno contestó, a pesar del tiempo el gigante parecía tan perdido en el tiempo como siempre, para los gigantes el tiempo transcurre mucho más lento que para las especias más pequeñas, como los humanos. Fue entonces que Ydeon pareció percatarse de la presencia de Victoria y Eddy, los miró un segundo sin darles mucha importancia.
—Ella es Victoria—se apresuró a presentarlos Jack—y Eddy.
Los miró con más atención, deteniéndose en Victoria y después en Christian, que estaba un poco más alejado, entonces recordó lo que le había dicho el shek, tanto tiempo atrás. "¿Traicionaste a tu padre, por una chica?" le había preguntado el gigante tiempo atrás, cuando aún estaba Ashran al poder, "resumiendo, si eso hice" fue su respuesta en aquel momento. Prestó más atención a aquella mujer preguntándose que tendría ella en especial para que el shek hubiera dado todo por ella, pero no encontró nada en ella que lo ayudara a saber la razón.
Miró a Eddy que también lo miraba con curiosidad, se percato que este tenía los ojos verdes como Jack, esto lo hizo recordar otra cosa, "¿ A la que también tienes que compartir con un dragón?" " Así es" . Pero al no ser de su incumbencia no preguntó "Vaya familia mas rara" pensó el gigante, que a pesar de haber contemplado tantas cosas extrañas, jamás había visto algo así.
—¿Te molesta si nos quedamos aquí un tiempo?—preguntó Jack sacándolo de sus pensamientos.
Ydeon sólo se encogió de hombros.
—Gracias.
Mientras la Triada salía todas la mañanas a buscar a Nicolle, Eddy se quedaba en la cueva, donde solía aburrirse con mucha facilidad, Ydeon era tan solitario que era muy difícil entablar una conversación con él de más de dos minutos, esto hacía que extrañara cada vez más a Jos, sus padres salían muy temprano y volvían tarde, y el joven dragón no tenía con quien hablar, se pasaba las mañanas observando las montañas y las tardes caminaba por los alrededores de la cueva esperando la llegada de sus padres, de vez en cuando practicaba con su espada, pero al estar solo le era más difícil.
Al quinto día de haber llegado llegó una carta muy importante del Oráculo de Gantadd, al escuchar esto Eddy quiso leer la carta, pero el mensajero no se lo permitió diciéndole que tenia ordenes de la Madre Venerable de sólo entregársela a la Triada, así que el chico no tuvo más opción que esperar a la noche a que sus padres la leyeran.
Esa tarde se le pasó aún más lenta que las últimas veces, tenía un mal augurio sobre esa carta y habría dado lo que fuera por poder leerla en ese momentos, pero sabía que nada haría al mensajero cambiar de opinión, un par de horas después apareció la Triada terminando con la larga espera de Eddy. Al verlos llegar el mensajero no tardó en saludarlos y entregarles la carta.
—Si me disculpan, tengo que irme—se despidió con una inclinación.
Ninguno le prestó atención, Jack abrió la carta y la empezó a leer, entre más leeía más palidecía. Victoria le arrebató la carta a Jack y se apresuró a leerla. Al terminar la carta se llevó ambas manos a la boca mientras lágrimas asomaban sus mejillas.
—No..., no no— la pobre unicornio dejó caer la carta al piso y se refugió en los brazos de Jack, quien estaba tan pálido como ella.
Christian se inclinó a juntar la carta, la leyó y él al igual que los demás no pudo evitar asustarse.
—¿Qué..., qué sucede?—balbució Eddy a pesar de saber la respuesta.
Jack y Victoria estaban tan perdidos en sus pensamientos que habían olvidado que el chico estaba ahí y ninguno tuvo el valor para decirle, Eddy fijó su atención en Christian.
—¿Qué sucede?
—Desapareció, Jos desapareció.
Christian pronunció las palabras que Eddy más temía.
—No, no, eso no..., no es posible, no ella— murmuro el chico negando con la cabeza a la vez que retrocedía—eso no puede pasar, ella no pudo, Jos no...— sus palabras terminaron en un sollozó a la vez que se arrecostaba en la pared cubriendo su rostro con las manos.
El shek se acercó al joven, al saber que no había palabras que lo tranquilizaran ni siquiera malgasto saliva, lo atrajo así sí y lo abrazó, cosa que sorprendió a Eddy, pero no tardó en corresponderle y por primera vez en años el contacto con el shek no le afectó y en verdad agradeció ese gesto ya que Christian no solía mostrar muestras de afecto.
El joven no era el único sorprendido, Victoria no podía dar crédito a lo que veía, por no hablar de Jack que parpadeó varias veces para asegurarse de que sus ojos no lo engañaban. Eddy se soltó del abrazo un poco más calmado que antes y no lo sorprendió ver la mirada de hielo de Christian mucho más cálida de lo normal, al igual que su temperatura corporal, por primera vez desde que lo conocía el shek no desprendía respeto, esta vez parecía un humano normal, devastado por la perdida de sus hijas.
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