Nicolle

Su sufrimiento duro el día entero, ya era muy entrada la noche cuando por fin Jack salió de la habitación de su hijo con los ojos hinchados de tanto llorar y la camisa empapada en lágrimas de su hijo, al verlo llegar Alsan no dijo nada tan sólo lo observó con lástima en sus ojos grises.

—¿Cómo está?—preguntó Alsan después de un rato.

—Devastado, le costará, pero se recuperará, apenas y logré que se durmiera, aunque estoy seguro que no dormirá mucho tiempo.

—¿Y tú como estás?—preguntó Alsan poniéndole una mano en el hombro.

Jack negó con la cabeza.

—¿Cómo he de estar?

El hombre no pudo resistirlo más y lo abrazó, Jack correspondió al abrazó dejando que las lágrimas recorrieran sus mejillas, había intentado ser fuerte por Eddy, pero no le había sido de mucha ayuda.

—Cuanto lo siento—murmuró Alsan sin soltarlo.

Jack asintió en silencio.

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Como era de esperarse las torturas no pararon con la muerte de Jos, al entrar al cuarto los guardias y encontrar a la niña muerta no hicieron más que mirarla y llevarse a Eva en su lugar, pero Erik no la escuchó gritar ni lo haría, Eva no iba a dejar que la escucharán gritar, no les iba a dar ese lujo, iba a ser fuerte, por Jos.

Cuando ya la llevaron de vuelta, les dieron de comer, Erik le ayudó a curar las heridas, en ese momento llegaron los guardias a llevarse el cuerpo de Joselin, esta vez si que perdió la compostura, Eva se abrazó a su hermana y empezó a gritar, sin permitir que se la llevaran, ni siquiera Erik fue capaz de hacer que la soltara ya que él mismo deseaba hacer eso, entre dos guardias agarraron a Eva y la tiraron lejos de Joselin, Eva hizo ademán de seguirlos, pero Erik la rodeó con sus brazos, permitiendo que se la llevaran.

—¡No!

—Tranquila, shh, no podemos hacer nada, nada— la joven se deshizo en lágrimas abrazada a su hermano, quien no se permitió llorar, tenía que ser fuerte para su hermana, como ella lo había sido por Jos.

En ese momento tuvo muy claro lo que tenía que hacer, iba a hacer lo que ellos querían que hiciera, y así encontraría la forma de escapar, no podía hacer más, si se quedaban ahí más tiempo, la iban a seguir torturando hasta matarla y después seguirían con él, no podía permitirlo.

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—Victoria.

La unicornio no contestó, estaba muy ocupada viendo el horizonte.

—Vic, tenemos que irnos.

La mujer siguió sin responder.

—¡Vic!—Shail la tomó de los hombros y la miró—tenemos que irnos ya si queremos llegar algún día.

—Ya voy—Shail advirtió dolor en sus ojos, pero no dijo nada y la mujer se lo agradeció en silencio.

Ambas caminaron hasta llegar a donde estaba Christian, a su lado estaba Jack, se le notaba cansado y aún tenía los ojos hinchados de tanto llorar, al verlo Victoria se refugió en sus brazos y descansó su cabeza en su hombro.

—Tenemos que movernos—murmuró Christian con suavidad.

—Lo sé—asintió Jack soltándola—Ella va estar bien, es un unicornio, los dioses le harán un campo a su lado—añadió en voz baja mirando a Victoria.

—Eso es lo que me asusta—murmuró Victoria a punto de llorar, pero se contuvo, ellos tenían razón, era hora de irse.

Caminaron un gran rato por el desierto hasta llegar a un pequeño bosque donde Victoria podía transformarse para poder recuperarse del viaje por el desierto.

Descansaron un rato hasta que tuvieron fuerza para continuar y siguieron caminando de camino a las colinas de Gantadd a cinco días de distancia.

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La mañana siguiente, ya cuando venían a llevarse a Eva, Erik los detuvo.

—Quiero hablar con vuestro señor.

Ambos se le quedaron mirando extrañados por su pedido, pero no se lo negaron, uno de los soldados salió y al volver traía consigo a Inyokaa, y detrás de este venía Nicolle, a la chica se le veía muy cansada y mucho más delgada, su rostro implacable como siempre no daba muestra de haber sufrido por Jos, todo lo contrario al ver a Erik, lo miró con asco y se situó lo más lejos que pudo de él.

—Así que has pedido mi presencia, no muchos...

—Lo haré—lo interrumpió Erik mirándolo fijamente a través de la capucha que este portaba.

A pesar de la capucha Erik pudo ver que estaba sorprendido, también Nicolle aunque esta no lo demostró y Erik estaba seguro de que sólo Eva y él eran capaz de ver lo sorprendida que estaba. Eva lo miró estupefacta.

—¿Qué?—Erik le dirigió una mirada segura, pero esto no bastó para hacerla callar— dijiste que no lo harías, se lo dijiste, le dijiste a Jos que no lo harías, se lo prometiste.

—Calla—ordenó Inyokaa acertándole una patada en las costillas, Erik se apresuró a interponerse entre ambos.

—Con una condición, no volverás a tocarle un pelo a mi hermana, a ninguno de mis hermanos.

Nicolle lo miró sorprendida, algo en su voz le dijo que no sólo hablaba de Eddy y Eva, pero Erik no la miró, la chica bajó la cabeza apenada, ella ya no era nada para él, los había traicionado, ella ya no era nadie.

—Vale, no les tocaré un cabello, ¿algo más?—aceptó Inyokaa de mala gana.

—Eva viene conmigo, en cuanto te entreguemos lo que quieres nos dejas ir.

—Es un shek, no puede entrar a donde tú vas.

—Es mi hermana, puede entrar a donde yo entre.

—Si tú lo dices, veinte personas los acompañaran, Zenda entre ellas, no te atrevas a romper el acuerdo o lo lamentarás, en cuanto entregues tu pedido, tú y tu hermana son libres, ¿listo?

—Una cosa más— dijo Eva, el hombre la miró extrañado, pero no la interrumpió—Mi hermana, ¿qué habéis hecho con su cuerpo?

—Estaba punto de enterrarlo, junto con las demás víctimas de está guerra.

Erik sintió la sangre hervirle, pero Eva le puso una mano en el hombro tranquilizadóramente.

—Envíala con mis padres, por favor, ella se merece algo mejor—le suplicó Eva, Erik no pudo evitar sorprenderse, Eva no era el tipo de personas que suplicaba, incluso Nicolle se sorprendió con su petición— por favor, te lo suplico, sólo déjalo con su padre, por favor, Jack merece enterrar a su hija, por favor.

Eva se arrodilló a su pies mientras lágrimas desesperadas rodaban por sus mejillas.

Inyokaa la miró con asco antes de volverse a Nicolle.

—Ya oíste, envuelve su cuerpo y envíalo a la Triada, después partiréis.

Eva se lo agradeció en silencio y Nicolle se apresuró a obedecer, fue a la habitación en la que estaba el cuerpo de la niña y lo arroyó en una manta mientras dejaba que lágrimas silenciosas cayeran por sus mejillas, a la vez que le suplicaba en silencio que la perdonara.

Al terminar salió y tomó un ave haii, voló lo más rápido que pudo hasta llegar con sus padres, se bajó del pájaro a bastante distancia y caminó con el cuerpo de su hermana en brazos hasta llegar a un pequeño prado a escasos metros de el lugar en el que estaban, tomó la carta que les había escrito y estaba a punto de dejarla ahí, pero lo pensó mejor y la volvió a guardar entre sus ropas, iba a dejar el cuerpo de la niña cuando sintió una presencia a su espalda, maldiciendo para sus adentros se volvió para encontrarse unos ojos azules iguales a los suyos.

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