Discusiones
Jack lo hizo silenciar con una bofetada que resonó en toda la casa.
—¡No te atrevas Erik!—lo amenazó Jack furioso, Erik nunca lo había visto tan enojado— Todo lo que he hecho y lo que no he hecho a sido por su bien, puede que me haya equivocado, pero ya no puedo cambiar nada, Jos merecía algo mejor que esto, todos ustedes lo merecen, pero no puedo hacer nada para cambiar el futuro ni el pasado, ustedes son los únicos que pueden hacer algo al respecto.
—¡Todo esto es tú culpa! ¡Jos murió por tu maldita culpa!—gritó Erik igual de enojado.
—¡Cállate!— Jack empezaba a perder la paciencia y Erik lo sabía, pero no le importó.
—No me digas que hacer ¡tú ya no eres nada para mi!— gritó Erik con odio.
La mano de Jack volvió a levantarse pero no llegó a su destino ya que una persona se interpuso entre ambos y lo agarró de la muñeca, Victoria le murmuró algo que sólo él pudo escuchar.
Jack cerró la mano con fuerza y se mordió el labio inferior. Erik seguía mirándolo con odio e iba a decir algo, pero Victoria lo detuvo con una mirada, le dijo algo más a Jack y este salió de la habitación dando un portazo.
—Mam...
Victoria se dio vuelta con velocidad y le acertó un golpe en la mejilla. Erik se llevó una mano a la mejilla golpeada sorprendido.
—Quiero que te disculpes con tu padre ahora mismo— dijo Victoria con una mirada severa.
Erik no se quedó callado.
—No, todo lo que le dije es cierto, no tengo nada de que disculparme—negó el chico sin apartar la mirada.
Victoria lo tomó del brazo con fuerza.
—Te disculparás ahora mismo.
—¡No lo haré!
Victoria le apretó el brazo aún más fuerte. Erik apretó los labios para no decir nada más.
—¿Qué te sucedió?—preguntó Victoria con suavidad.
Erik apartó la mirada con brusquedad, Victoria lo soltó. La mujer buscó su mirada, pero el chico lo evitó, Victoria lo tomó de la barbilla obligándolo a mirar, sus ojos estaban húmedos.
—¿Qué sucedió? —repitió Victoria más calmada.
Erik tardó un poco en contestar.
—La mataron—contestó Erik causando que los ojos de su madre también se pusieran húmedos,— la mataron porque no hize lo que ellos querían, ¡la torturaron hasta matarla!—sollozó Erik—a Eva también, la torturaron hasta que no pudo caminar, todo por mi culpa—siguió sollozando el muchacho bajando la cabeza—murió por mi culpa.
Victoria lo tomó del brazo y lo abrazó, este dejó caer la cabeza en pecho sollozando.
—Lo siento—murmuró el chico después de un rato.
—No es a mi a quien le debes una disculpa—negó Victoria separándose un poco.
Erik asintió con la cabeza gacha. Salió de la habitación y siguió su instinto, al llegar a la habitación se detuvo, no tenía el valor para enfrentarlo, pero sabía que no tenía opción, sin detenerse en tocar la puerta entró, al verlo entrar dejó de hacer lo que estaba haciendo y lo miró con una ceja arqueada.
Erik iba a decir algo, pero no dijo nada, se había quedado sin palabras, al final dejó caer su muralla y corrió a buscar refugio en sus brazos, Jack lo miró un segundo con severidad, pero dejó pasar su enfado y le correspondió.
—Lo siento—murmuró Erik sollozando—no debí culparte por su muerte, necesitaba desahogarme, y tú...
—¡Chist!—lo silenció Jack con calma.—Tranquilo, ocupabas desquitarte.
—Yo la sentencié.
—Shh, eso no es cierto.
—Si, debí hacer lo que él me pidió— sollozó Erik.
—No, eso no es tu culpa—negó Jack.
El chico no replicó, se arrecostó en su hombro y se permitió llorar, Jack lo abrazó y le acarició el cabello con cariño.
—Tranquilo—murmuró Jack sin soltarlo—Jos no te culpa, estoy seguro— esto aumentó sus sollozos— ella te amaba—murmuró Jack con los ojos húmedos—ahora estará mejor, y nunca morirá mientras siga en nuestros corazones y en nuestros recuerdos.
Erik asintió en silencio.
—Lo siento papá— murmuró el joven en voz baja.
Jack no dijo nada tan sólo le depositó un beso en la cabeza y lo abrazó con fuerza.
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Caminaba por la playa cuando sintió una presencia a su espalda, se volvió y se encontró con la persona que buscaba, se quedaron un rato en silencio, a pesar de todo ella se sentía como Erik y sabía que Christian estaba tan enojado como Jack, aunque este no lo demostró, Eva siguió caminando con su padre pisándole los talones.
—Sé que estás enojado— dijo la joven después de un rato— y tienes todo el derecho de estarlo, pero necesito tu ayuda.
—No estoy enojado.—dijo el hombre después de un rato— Estoy decepcionado, les dije que se quedaran con Rando, y mira adonde terminaron—a pesar de hablar con calma Eva sintió su enojo.
La chica bajó la cabeza apenada, no todos los días tu padre te dice que se siente decepcionado de ti, eso le dolió, pero no se lo reprochó, tenía mucha razón.
—Lo siento—murmuró la joven con la cabeza gacha.—Sólo queríamos seguir nuestro propio camino.
—Ese no es el problema, tú tienes tu vida y es sólo tuya, pero nada les cuesta avisarnos, ¿tienes idea de cuanto tiempo los hemos buscado?—el hombre no subió la voz pero era como si lo hubiera hecho.
Eva bajó aún más la cabeza.
—Los buscamos por todos lados, ¿sabes lo que sufrió tu madre al encontrar vuestras cosas tiradas en medio de la nada sin rastro de ustedes? Ya perdí a Jos, y aunque no quiera aceptarlo es posible que a Nicolle también, no te perderé a ti también, ni a Erik— dijo Christian mirándola.
Eva no pudo sostener su mirada.
—Olvídate de hacer las cosas sin nosotros niña, déjanos ayudarte, no pienso seguir perdiendo mi tiempo en buscar niños mientras puedo hacer algo más útil—añadió con un deje de reproche en su voz.
Eva se encogió aún más.
—Lo siento—farfulló la joven—aunque nosotros teníamos todo el derecho de hacerlo—añadió ganándose una mirada severa de parte de su padre—Ya, ya, está bien, tú ganas, tienes razón, no nos escapáremos, lo prometo.
—Te tomaré la palabra—dijo Christian situándose a su lado.
Eva no pudo resistirse más y lo abrazó, Christian correspondió al abrazo sorprendido.
—¿Estás bien?—preguntó Christian al escucharla sollozar.
—No—admitió la joven abrazándolo más fuerte—no he querido ahogar a Erik con mis problemas y no he tenido tiempo para pensar en ello.
—Desahógate conmigo si quieres— murmuró Christian tomándola de los hombros.
Eva le tomó la palabra y le habló del tiempo en aquella habitación, de la muerte de Jos, de su plan, de sus pensamientos sobre Nicolle, de la forma en la que sus poderes se habían bloqueado, de todo, en más de una vez una que otra lágrima se escapó de sus ojos, pero Christian no las dejó ir muy lejos.
Ambos caminaron por la arena un largo tiempo, hasta que no quedó más luz que la de las lunas.
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