Camino duro.
Al volver Nicolle los chicos fueron liberados de su celda y bajo amenaza de muerte les dejaron andar sin ataduras—aunque al principio les vendaron los ojos impidiendo que pudieran ver en donde se encontraban—después de un rato les quitaron las vendas y siguieron caminando.
En su estado Eva no podía caminar mucho, pero con la ayuda de Erik logró seguir un largo rato, después de un par de horas la chica caminaba a rastras jalada por su hermano, sólo entonces Erik se detuvo, después de un rato Nicolle se detuvo y le dirigió una mirada asesina.
—¿Qué esperas? ¿una invitación por escrito?
Erik le devolvió la mirada con enfado.
—Ya no puede seguir.
—Es tu problema, tú la trajiste.
Erik se mordió la lengua para no decir algo que sólo empeoraría las cosas.
—Así es, y como dije antes, sin ella no iré a ningún lado—dijo Erik sentándose en el piso—¿Y tú Nicolle? ¿seguirás sin nosotros? No creo que a tu amo le haga gracia, por no incluir que ella está así por su culpa.
Nicolle lo miró con odio, pero al final se dio por vencida, no tenía de otra, y ordenó montar un campamento. Erik asintió satisfecho, sin más ayudó a Eva a llegar hasta un árbol cercano donde la recostó, antes de dormirse Eva se inclinó a su lado.
—Puedo sentirlo, ya lo siento—murmuró la shek en su oído antes de acomodarse en el sauce y cerrar los ojos.
Erik lo comprendió, había recuperado su poder, él también lo sentía, sentía su parte dragón más viva que nunca, ahora sólo faltaba esperar, esperar el momento justo para escapar.
Después de dudarlo un poco se alejó de Eva y se acercó al centro del improvisado campamento, los soldados habían montado una fogata y ahora cocinaban un animal que habían cazado en el bosque minutos antes, entonces lo sintió, Jack tenía razón, la podía sentir, se dejó llevar por la corazonada hasta llegar a una tienda custodiada por dos guardias, adentro pudo sentir a Nicolle, y algo más, pudo sentir su espada, y estaba seguro de que los cuchillos de Eva también estaban ahí. El problema era que se trataba de la tienda de Nicolle, y no iba a ser fácil entrar, pero eso no era un problema, iba a sacar a su hermana a cualquier precio.
Después de inspeccionar el alrededor de la tienda volvió con su hermana, poco después uno de los soldados llegó a escoltarlos a su tienda, Erik cargó a su hermana y siguió al soldado, Erik se sorprendió al darse cuenta de que el soldado, a quien habría dado por un hombre mayor, no era más que un niño, quince años cuanto mucho.
Al llegar a la tienda, el chico les mostró la entrada con una mirada de asco antes de sentarse en la entrada, Erik entendió la indirecta perfectamente, había pasado demasiado tiempo con Christian como para no hacerlo. "Es ahí, los estaré vigilando" Asintió con la cabeza y entró.
Adentro habían dos sacos de dormir, y un frasco de vidrio con un contenido viscoso que Erik pudo reconocer como un tratamiento, después de dudarlo mucho, ayudó a Eva subirse el pantalón a la altura de la rodilla y le untó el contenido del frasco por las heridas.
—Con magia sería más fácil—masculló Erik, pensando en voz alta.
—Sería peligroso, no podemos dejar que se den cuenta—repuso Eva con una mueca de dolor.
—Lo sé, aún no es el momento.
Después de un par de horas el mismo soldado que los había llevado ahí entró con dos plato de comida y un vaso de agua, se los dejó en el piso y volvió a salir. Los hermanos devoraron la comida en poco tiempo, era la mejor comida que habían probado desde que los había apresado, al terminar de comer se acostaron.
Al día siguiente las heridas de Eva tenían mejor aspecto, aunque aun así no podía caminar mucho, así que al día siguiente después de detenerse tres veces por Eva, Nicolle se cansó de detenerse tan seguido y ordenó a uno de los soldado que la cargara, con desconfianza el dragón permitió que el hombre la cargara al menos por un tiempo, hasta que él tuviera la energía suficiente para cargarla el mismo.
Los días siguientes fueron iguales, la misma rutina, Erik se pasaba la mayor parte del tiempo buscando la forma de escapar, pero nunca parecía ser el momento adecuado, los soldados siempre se levantaban muy temprano y a toda hora había alguien vigilándolos, no sabía donde escondían sus armas cuando caminaban y la tienda de Nicolle siempre era la más protegida, era imposible entrar sin ser descubiertos.
Una noche cuando estaban montando el campamento las vió, estaban tiradas con las armas de los guardias en un esquina, nadie parecía prestarles atención, Erik miró a su hermana esta también había visto las armas, ambos intercambiaron una mirada significativa, ese era el día, el día que estaban esperando.
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