5. Beginning
"--¿Amor? -- dijo Big Bart riéndose -- .¿Amor?
¡Eso es un cuento para idiotas!
(Charles Bukowski/"Deja de mirarme las tetas")
SELENE
La noche se cernía sobre toda la pequeña ciudad, no había estrellas en el cielo o luna. Estaba tan oscuro que hasta las lámparas de la calle no podían iluminar más que unos cuantos metros delante nuestro hasta que alcanzaron por fin otro poste de luz amarillenta, hacía frío, estaba helando; podía sentir como briznas de algunas hojas eran arrastradas por la calle, surfeaban el cemento duro mientras se perdían en la negrura de la misma calle, esas mismas que hacían un sonido estremecedor mientras eran transportadas por el mismo viento.
Era una noche especialmente solitaria.
La calle hacia la fábrica estaba completamente sumergida en la negrura. Julia y yo caminábamos de la mano, con nuestras linternas encendidas en el móvil, agarradas fuerte, como si nuestra vida dependiera de eso.
- ¿Por qué no hay nadie a las diez de la noche por esta calle? – preguntó mi compañera en un susurro.
- No lo sé – mencione – Tal vez sea porque está prohibido el ingreso después del desastre que ocurrió hace años...
Hace mucho tiempo que esto había ocurrido, lo habían descrito como "El desastre de la década". Fue el gran acontecimiento que no sería olvidado por nadie en este lugar, todas las muertes, la enfermedad después de eso, los sobrevivientes que no pudieron superar la crisis y terminaron internados en psiquiátricos; todos los que se suicidaron después de perder a sus seres queridos y sobre todo. Aquellos que perduraban jurando desenterrar la verdad de lo sucedido ese día, justamente eso se convirtió en la remembranza de todos en esta pequeña ciudad. Durante mucho tiempo.
Si bien recordaba por los cuentos resumidos de mi papá, toda la crisis financiera que ocurrió fue a causa de eso.
Un simple medicamento.
Un medicamento experimental se había esparcido por la fábrica, matando a cientos de trabajadores y enfermando al resto. Muchas personas sufrieron secuelas de lo ocurrido, los hospitales se habían llenado a su tope, no habían quedado camillas para abastecer la demanda de enfermos, no había suficiente analgésico para aliviar el dolor. No había suficiente espacio en la morgue para guardar los cuerpos o suficientes lápidas en el cementerio para todo el desastre que se desató.
Fue un tiempo infernal. Así lo había descrito mi padre. Él no había vuelto a hablar del tema delante de mí, no después de lo que le ocurrió a mamá, llegue a la conclusión de que tal vez esa era la razón por la que me prohibió acercarme.
Había pasado mucho tiempo desde aquello, así que en la actualidad no debería haber quedado rastro de nada. Ninguna secuela de contaminación. Quería creer eso.
Al alcanzar la construcción lo primero que vislumbramos fue el enorme letrero colgando en esa cerca de alambre y metal "Prohibido el paso. Propiedad Privada" y en letras más pequeñas, las mismas que habían perdido color por el tiempo se leía casi inentendible "BioDulas" El nombre de la compañía farmacéutica que todavía era dueña de este lugar. El nerviosismo en mi sistema era un buen indicativo de mis sentidos, estaba a punto de hacer esto. Me detuve un momento, respire profundamente vislumbrando esa sombra espectral de lo había sido una majestuosa y próspera construcción arquitectónica; la misma que después de años de abandono ahora era un fantasma estremecedor y susurrante en una vieja vía que ya nadie usaba.
- ¿Vamos a hacerlo...?
Esa suave voz proveniente de mi derecha era una caricia reconfortante ante el panorama.
- Creo que sí. - dije susurrante.
Nos quedamos en silencio, en nuestro sitio, absortas mientras contemplábamos ese escenario temeroso y las miles de escenas que imaginamos. En todas ellas salíamos a salvo. Solo esperaba que mis fantasías se hicieran realidad.
- ¿Pues qué esperamos?. - dijo Julia dando un brinco hacia adelante. Se acercó al letrero desteñido y oxidado dándole un leve golpe con el dedo. - ¿Crees que haya cámaras de seguridad?
- Na. Lo único que debe haber ahí dentro es rastro de jeringas y condones usados. - me acerque hasta alcanzarla - Probablemente algunos todavía están frescos. ¿Qué crees que dirá Fara si le envío un par en un lindo sobre de vinilo? Esa sería una linda prueba de esta estupidez.
Juli arrugó la frente, alejándose del letrero oxidado para rodear la propiedad - Que asco.
Me reí, dándole un empujón al recuadro metálico, ese que profirió un chirriante y vibrante sonido. - Puede que le sea útil a su noviecito. - Solté con burla, caminando en su dirección - Vamos, este de aquí nos da la bienvenida.
Nos alejamos de la entrada, mientras se oía el chirriante sonido del letrero siendo brevemente sacudido.
Nos cercioramos de que nadie nos viera ingresar, saltamos la cerca de seguridad, esa misma que tenía alambre de púas mohoso y oxidado. No fue muy difícil encontrar un lugar libre entre todo ese alambre de metal y escabullirnos por ahí, no habíamos sido las primeras en saltarnos las reglas, tampoco seríamos las últimas. Caminamos con sigilo sobre los enormes matorrales que habían crecido por el camino, sobre el cemento y la calle hacia la entrada. El susurro de los insectos y el viento era casi estremecedor ante el tenebroso panorama.
Una enorme puerta de metal amarillento nos dio la bienvenida, Juli la empujo brevemente, pero esta no se movió; intentamos ambas con fuerza, impulsando con ambas manos, con los pies bien anclados al polvoriento suelo, pero lo único que logramos fue que se produjera un sonido chirriante y vacío de unos cuantos tornillos moviéndose un milímetro.
- Esto no está funcionando – dije, iluminando la estructura con la linterna – Encontremos otra entrada.
Camine hacia uno de los lados de la estructura, vigilando los costados y los ventanales abiertos en las paredes. Juli siguió mi ejemplo, alejándose de la enorme puerta doble y caminando hacia los costados opuestos de la vieja fábrica.
Tenía que reconocer que, aunque tímida, Julia era la persona más valiente que había conocido.
Ahora que estábamos tan cerca podía observar con más claridad el lugar. Era una enorme estructura construida en ladrillo y cemento, parecía del siglo pasado; tenía ese aire misterioso y lúgubre de todo sitio abandonado y aunque era fanática de las películas de terror, tenía que reconocer que estar aquí me estaba pareciendo una pésima idea.
No, me dije a mi misma. Sabía que era una estúpida idea desde el principio.
Este lugar era peor que todas las películas de terror que había visto. Mucho peor.
- ¡Lena! – el grito de Julia me hizo saltar en mi lugar. Un mal presentimiento se coló en mi sistema ante la urgencia con que habían sido pronunciadas sus palabras. Corrí hacia la dirección en que venía su voz, insegura.
El lado opuesto por donde se había marchado mi amiga estaba vacío, no había rastro de Julia.
- ¡JULI! – exclame con impaciencia - ¡¿Dónde estás?!
- Aquí. - susurro una voz encima de mi cabeza. – Deja de gritar, vi una patrulla hace unos minutos.
Mi mirada se dirigió hacia la voz femenina. Una pequeña silueta estaba sobre unas escaleras en el costado de la estructura, no se veían seguras, chirriaban con su poco, olía a moho, suciedad y sobre todo a oxido, pero ella parecía estar bastante cómoda mientras sonreía y me encandilaba con la luz de su linterna.
- Encontré una entrada. – dijo.
Suspire, aliviada. Guardé mi teléfono celular en los bolsillos traseros de mi jean y la seguí, tomando vacilante los barrotes para sujetarme, me impulse hacia adelante, poniendo todo mi peso en una barra de la escalera y ascendiendo por la vieja estructura que con cada movimiento chirriaba amenazadoramente.
Estaba segura de que en cualquier momento se rompería y caeríamos al suelo.
- Esto no se ve seguro... - comente mientras me deslizaba y alcanzaba a mi amiga al final de la estructura.
- ¿Ahora te estás preguntando sobre si es seguro? - se rió suavemente – Mira que venir aquí fue idea tuya.
- Sabes qué no tuve opción. – me defendí.
- Siempre hay opción.
- Lo que tú digas – señale hacia la ventana rota detrás suyo – ¿Esa es la entrada?
Asintió suavemente – Hay que entrar con cuidado, hay vidrios por todos lados.
Julia entró en primer lugar ya que se encontraba más cercana a la ventana, agacho la cabeza mientras se deslizaba dentro del hueco oscuro, poniendo un pie primero y luego saltando con el segundo, la seguí un momento después, siguiendo su ejemplo, cayendo con suavidad al otro lado, algunos de los cristales en el suelo se sacudieron, estremeciéndose debajo del material de mis zapatillas.
Saqué mi teléfono del bolsillo trasero, la linterna seguía encendida iluminando mis pies y el calzado ya manchado de polvo. Un pequeño pitido seguido de una suave vibración provino del aparato después de una pantalla emergente "Dispositivo descargado, se activa ahorro de batería"
- Mierda. – murmure.
La linterna consumía más carga de lo que pensé.
- ¿Qué sucede? – preguntó Juli acercándose a mí.
- Se me descargo el teléfono, me queda por lo menos una media hora de batería.
- Entonces tenemos que salir de aquí rápido.
Miramos alrededor, era un fiasco total este lugar. Olía demasiado a polvo y a humedad, las paredes estaban completamente destrozadas, llenas de hongos y suciedad. Lo que debería haber sido una impoluta pared blanca ahora era completamente amarilla y roída.
Había objetos grandes desde mesas, sillas, viejos computadores, cables, frascos vacíos, enormes tableros destrozados, a objetos más pequeños. Todo en el suelo. Cables colgados del techo y un enorme agujero en el mismo, mis zapatillas levantaron polvo al caminar, algunas ratas enormes cruzaron por nuestro camino, chillando y golpeándose contra los zapatos de Juli que sin espera lanzó un sonoro alarido pateando con energía a los roedores que se estrellaron contra la basura en su camino.
- Carajo – maldijo – Odio a los ratones... - se sacudió, como si los pequeños animalitos le estuvieran saltando encima.
Ahogué una corta risa sin poder evitarlo. Juli me fulminó con la mirada – Muévete, quiero salir de aquí.
Bajamos las escaleras hacia el segundo piso, escalón por escalón, cuidando de no tropezarnos y terminar por tener una muerte lamentable. Ojeamos el interior del lugar que sinceramente se veía peor que el exterior. Había una clase de maniquíes siniestros cada dos pasos, algunos repletos de pinturas; grafitis en las paredes, restos de cigarrillos y droga por todo donde mirábamos.
Arrugue la nariz al percibir un hediondo olor, orina y tal vez vomito juntos en una clase de perfume siniestro y asqueroso. Se hacía cada vez más fuerte conforme avanzábamos por el obstaculizado corredor repleto de camillas volcadas.
- Ahora estoy segura de que el rumor sobre los ritos con demonios en este lugar es verdadero...
Seguí la mirada de Juli, quedándome boquiabierta cuando en el centro de una de las habitaciones en el corredor, la misma en donde la puerta está colgando destrozada de sus goznes, flotando entre la pared y el suelo, agonizante al punto de casi rogar que terminaran con su sufrimiento arrancándola completamente y dejándola caer sobre la baldosa rota y vieja. Más allá de ella, dentro del mismo cuarto oscurecido, la luz blanca del teléfono iluminaba la pintura roja en la pared, una estrella de seis puntas. Rastros de cera de lo que había sido unas cuantas velas de colores, algunos objetos extraños, plumas y un cuchillo tirados sobre el suelo.
Lo peor de todo, fue la intensidad del olor en el sitio y el cuerpo engusanado de un gato en el centro de la habitación, las viseras negras estaban esparcidas por el suelo, manchando de un extraño elixir algunas hojas amarillentas con indescifrables signos dibujados en carbón negro. No tenía ojos, tal vez ya habían sido comidos por los gusanos o se los habían arrancado en el acto, algunos rastros de piel colgaban de las patas que se mantienen en una posición rígida e impávida apuntando hacia el techo y su cabeza, su pequeño cráneo estaba destrozado, algunos fragmentos del hueso reposando con mortal rigidez a unos cuantos centímetros del cuerpo.
Habían masacrado al pobre animal.
El revoltijo de las tripas no se hizo esperar ni un segundo más, las nauseas me invadieron de un fuerte latigazo, haciendo que me llevara la mano a la boca y respirara entre mis dedos ese asqueroso olor a muerte agusanada y repugnante.
Tome inconscientemente la mano de mi amiga y la jalonee hacia las escaleras que se visualizaban al final del corredor en una sombra desigual y urgente.
- Vámonos de aquí.
Podía soportar cualquier cosa, lo que fuera. Excepto ver cuerpos pudriéndose y mucho menos la estremecedora aversión de esa asquerosa escena. Que se fuera a la mierda el estúpido reto.
Juli me siguió sin reparos, caminando casi corriendo hacia la lejana estructura cuando se paró en seco, frenando el paso.
- Aun nos falta la prueba – dijo y todo se me revolvió.
- Olvida la estúpida prueba - casi masculle con urgencia - Vámonos de aquí.
Volví a tomarla del brazo - ¿Olvidarla? - Se soltó de un golpe. - ¿De quién crees que fue la idea de venir hasta aquí? ¿Ves a un gato muerto y te rindes? - su mirada era de un verde salvaje - No vine hasta aquí para irme con las manos vacías.
- ¿Estas ciega? ¿No viste a ese pobre gato en esa habitación?
Su rostro enrojeció.
- ¡¿Puedes dejar de ser tan cobarde?!
Su grito me sacudió el pecho. Me quedé en silencio, el teléfono en mi mano temblando por la fuerza del agarre.
- Eres tan impulsiva que no dudaste en venir hasta aquí por ese estúpido reto ¿Ya olvidaste porque lo hiciste? ¿No decías que querías lograr que dejaran de hablar de tu papa? Pero ahora ¿Te rindes así de fácil? ¿Después de llegar tan lejos y todo por un animal que lleva muerto semanas? - Tomó una bocanada de aire - Escucha Lena, te quiero pero si esta era tu idea desde el inicio hubiera preferido decirle todo a tu papa y ahorrarme todo el maldito viaje hasta aquí.
Se dio media vuelta, tomando con fuerza el teléfono en su mano e iluminando la baldosa en el suelo.
- Dejaré la decisión en tus manos - dijo - Pero al menos escúchame esta vez.
Mordí mi mejilla mientras la veía parada ahí, con los hombros tensos, respirando con fuerza tras descargar su frustración después de mi ridícula decisión de venir hasta aquí, sabía que Julia había estado guardando sus propias opiniones desde el inicio, siguiéndome el juego para evitar que hiciera estupideces, sabia que había estado en desacuerdo desde el principio, la traje aquí me recordé, para después dar media vuelta tras presenciar el primer obstáculo.
Me temblaba la quijada, mis labios apachurrados en una línea tensa. ¿Pero qué mierda estaba haciendo? La había arrastrado hasta aquí con la intención de lograr uno de esos absurdos objetivos, dispuesta a cerrarle la boca a una persona que ni siquiera me importaba ¿Y todo para qué? ¿Poner en riesgo a mi mejor amiga? ¿Salir corriendo después de ver el cuerpo agusanado de un gato?
La vergüenza de mis acciones me golpeó con fuerza, sacudiendo mi corazón de un sentimiento áspero y amargo. Agache la cabeza, fijando mi vista en el ennegrecido suelo, latas de pintura en aerosol apachurradas sobre el mismo, seguramente dueñas de la pintura que ahora decoraba la pared del corredor a mi izquierda en donde se leía con letras azules y chorreantes "El diablo está aquí"
- Lo siento - murmure con arrepentimiento - Tienes razón, soy una cobarde. - levante mi mirada para ver fijarla en la camiseta violeta de mi amiga - Sé que soy impulsiva, terca y también testaruda, lamento haberte arrastrado a esto ¿Podrías perdonarme?
Se giró con suavidad, su baja mirada escrutando la mía - ¿Nos vamos a ir? - preguntó con cuidado.
Sonreí débilmente - ¿Sin el par de condones? - su mirada de asco me reconforto - Claro que no.
Suspiro suavemente mientras se acercaba - Solo por esta vez, solo por que estamos a oscuras entre cadáveres de gatos muertos, paredes que predican el satanismo y un poco de porcentaje de batería restante que podría dejarnos encerradas en este tenebroso lugar, te perdono. - me dio un abrazo breve - Busquemos ese condón usando y vamos de aquí.
- Te amo. - le dije, soltándola y tomando su mano para seguir buscando.
- Y yo a ti. Tonta.
No había nada útil o que sirviera, todo estaba hecho trizas. Había papeles por todos lados, los escritorios estaban destrozados y los frascos en restos esparcidos por todo el lugar. Las habitaciones eran todavía peor, había restos de carne sumergidos en alguna clase de líquido verduzco en algunos pocos estantes que todavía se mantenían de pie, cajones abiertos en donde todo el contenido se encontraba reposando tieso en el suelo, batas de antiguos médicos y enfermeras todavía colgando de algunas perchas al lado de la puerta, ni siquiera quería imaginar de qué estaban manchadas al notar la rigidez de la tela.
Me aleje algunos pasos de Julia, recorriendo independientemente las habitaciones contiguas, cuidando de no perderla de vista al mismo tiempo en que cubría mayor espacio, iluminando en la estancia lo que sea que fuera significado de una prueba. La batería de mi teléfono tenía seis por ciento y me comenzaba a desesperar. Ya casi habían pasado los treinta minutos y no encontrábamos nada útil.
Me giré hacia mi amiga que se encontraba a unos cuantos metros de mí.
- Es mejor que tomemos algunas fotografías – hable alto – aquí no hay nada que valga la pena.
- Si, es una buena idea. Yo las tomaré.
Lo agradecí ya que no quería gastar el resto de la batería de mi teléfono. Con eso tenia que servir, unas cuantas fotografías tenían que servir. Seguí repitiendo pensando en la reacción de esa mujer al mostrarle mi hermosa cara junto a uno de esos asquerosos frascos.
Sonreí.
Algo detrás de mi, muy sutil e inentendible se escuchó, era como un pequeño murmullo, hojas siendo arrastradas o tal vez el grifo goteante de algún lavamanos medio abierto. Los vellos de mi nuca se erizaron al distinguir con mayor claridad en el pesado silencio del lugar el sonido, era como el rechinar de dientes, demasiado bajo para oírlo con claridad, pero excesivamente claro para reconocerlo como un bajo y aterrador gruñido.
Las piernas me temblaron.
- ¿E- escuchaste eso? – murmure con el alma en la boca.
- ¿Qué?
Me gire mirando de nuevo a mi espalda, hacia dirección del gruñido.
- Algo... gruño.
- No oí nada.
Julia estaba completamente concentrada en las fotos.
Camine con pasos lentos en dirección al sonido, casi segura de que había algún animal atrapado entre los escombros, le di la espalda a mi amiga, alejándome cada vez más de ella.
Se distinguió, entre la oscuridad un enorme plástico negro en el suelo, completamente extendido sobre la baldosa, cubriendo el camino. Mis temblorosos pies al alcanzaron, pise con inseguridad la superficie que crujía con el movimiento, descubriendo el duro suelo debajo. El viejo plástico reposando agonizante debajo de mi calzado.
Bien, era seguro.
- Te juro que oí a un animal. Tal vez sea un perro...
Juli no respondió, yo seguí avanzando. Entonces todo mi mundo se vino de cabeza.
Ahogué un grito cuando mi cuerpo cayó, mis manos intentaron agarrar lo que fuera para sostenerme, levantándose con brusquedad encima de mi cuerpo, atrapando solo el frío aire repleto de pánico y terror, mi cuerpo se sacudió al precipitarse con rapidez hacia el abismo, el interior de mi estómago se convirtió en un pozo vacío de espanto. Impacte contra el suelo y gemí cuando algo filoso pincho mi pierna.
El teléfono en mi mano impactó sobre el concreto, un sonido estremecedor se escuchó cuando el objeto metálico rebotó contra la superficie fría, la luz parpadeo iluminando la pared opuesta. Me sacudí de dolor, mi cabeza dio vueltas, el estruendoso latido de mi corazón en mis oídos, quise vomitar.
- ¡Selene! – el grito preocupado de Juli me sacó de mi shock, me revolví sobre algo blando debajo de mi peso.
- ¿E-stoy bien! - Intente no gruñir de nuevo por el dolor en mi pierna.
Mire hacia arriba, la luz del teléfono de Juli iluminaba el enorme agujero por el que había caído y que había estado cubierto con el plástico. Palpé debajo de mi cuerpo y descubrí lo que me había salvado de haber caído un piso directo al suelo sin contemplaciones.
Un bulto de sábanas y bolsas de plástico reposaban silenciosamente bajo mi peso.
- ¡Quédate quieta! – grito desde el techo – ¡Buscaré algo con lo que sacarte.!
Luego la luz desapareció, alejándose cada vez más junto al sonido de los pasos de Julia.
No podía ver mucho del lugar en donde había caído, el flash de mi teléfono se estaba desvaneciendo, la habitación estaba oscura y además había un olor extraño en el aire. Lo que me inquieto. Intente levantarme, impulsándome con mis manos, el dolor palpitante presente en el muslo adolorido, respire entrecortadamente situando mis manos debajo de mi cuerpo, empujándome hacia arriba pero me congele con un repentino espasmo.
En una de las esquinas de la habitación, algo se había movido. Podía jurarlo, fue sutil, pero pude oír el sonido de algo arrastrándose. La imagen aun seguía clavada en la periferia de mi mirada. Una sombra en la esquina, casi parecía ser demasiado enorme para ser un perro, el sonido inentendible me mareo, era casi el estremecimiento de una garganta al ser rasgada.
Me quedé quieta, esperando, mirando hacia ese lugar. La luz terminó por desvanecerse, el sonido amortiguado del teléfono apagándose y fue entonces cuando lo escuche.
Un gruñido, uno gutural y aterrador proveniente del rincón de la habitación. Mis ojos se ampliaron súbitamente, el corazón se me subió a la garganta, algo se arrastraba desde esa esquina. El olor se hizo más fuerte mientras se movía, gruñendo. Estaba acercándose.
Podía ser un animal, pensé desesperadamente y aunque lo fuera, no podía descifrar cual. El sonido no podía compararse a ninguno que hubiese escuchado antes.
Me quedé completamente quieta, pensando ingenuamente que de esa manera él no me reconocería como una amenaza.
Mi cuerpo impactó contra el suelo en el momento justo en que una masa pesada y fuerte se cernió sobre mí, mi cabeza dio vueltas y mis oídos pitaron con el rugido dirigido cerca de mi rostro. El aliento caliente abanicando salvajemente mi mejilla. La cosa me inmovilizó contra la tela en donde había caído, mi respiración se detuvo cuando lo sentí encima de mi.
Mi cuello fue aprisionado con fuerza y mi rostro se sacudió hacia atrás con violencia, grite, un sonido ahogado y sordo a sus oídos. Me revolví con vigor y arañé con toda mi energía, pero el dolor en mis dedos no se hizo esperar cuando mis uñas se rompieron al estrellarse contra la dura carne.
El aire caliente se estrelló contra mi rostro de nuevo, lágrimas surcaban mis mejillas mientras luchaba en vano. Estaba aterrada, mi cuerpo temblaba tanto que seguí gritando y sacudiéndome como una rata enjaulada. Una rata que cae en la trampa de un enorme gato.
Y de pronto, así como así; el agarre a mi cuello desapareció.
Me ahogue al tomar aire; empuje la carne encima de mi cuerpo, pero esta no se movió, un nuevo gruñido surgió de la garganta de la criatura y tembleque debajo de su cuerpo.
- ¡¿Quién eres?! – la violencia en sus palabras me estremeció.
Era una persona. Fue en lo único que pude pensar.
- ¡¿Cómo me encontraron?! – insistió con un gruñido – ¡Responde!
- Y-o – me ahogué con una sola palabra.
El pánico se apoderó de mí, mi mente se convirtió en un revoltijo inservible de sesos sin respuesta, sin idea de lo que sucedía, sin objetivo.
Su respiración era pesada, la ancha musculatura empujando mi pobre cuerpo con violencia hacia el suelo. Sentía ahogarme mientras su extremidad tomaba mi cuello en un intento sádico de hacerme hablar.
No sabía que había una persona viviendo en este sitio, encerrado en una habitación en una fábrica abandonada que se rumoreaba estaba embrujada.
Debía ser un drogadicto o un loco. Tal vez era alguien que se había escapado de un psiquiátrico. Probablemente me mataría.
Su agarre a mi cuerpo se fortaleció y jadee cuando su calor se filtró por el mío, era aplastante y su aroma me asfixiaba. Olía como nada que hubiese olido antes.
- Déjame ir... - musite con desespero. – N-o le diré a nadie que vives aquí, p-or favor.
- No.
Me revolví de nuevo, aprovechando que había soltado mi garganta de un latigazo violento, golpe como una niña pequeña su cuerpo, dando puños y palmadas y rasgando la carne como un animal salvaje, grité con todas mis fuerzas, llamando a Julia y lastimándome en el acto. Me ardía con espeluznante certeza la piel de mi cuello.
Mi boca fue sellada por sus manos en un santiamén, la fuerza con que apachurro mis labios contra la carne me arranco un gemido de dolor. Era demasiado fuerte.
- ¡Silencio!. – amenazó con voz gutural, me sacudí cuando inspecciono mi cuerpo con sus manos, buscando en mis bolsillos y la chaqueta que tenía puesta. – Si descubro que vienes con ellos. Te mato.
El miedo me atravesó y lloré. Mis sollozos amortiguados por su enorme mano.
Su mano disponible hurgando por los bolsillos de mi pantalón, tocando con rudeza mis piernas, deslizándose con impaciencia por la piel descubriera de mi vientre, mi camisa había sido arrastrada hasta mis costillas cuando su cuerpo me había aprisionado contra el suelo, hurgo en cada parte de mi cuerpo, deshaciéndose de la basura que había cargado desde el centro comercial, sin encontrar nada que le interesara. Me quedé tan quieta como pude hasta que terminó de revisar mi vestimenta.
El silencio me rodeó con intensidad cuando se detuvo. No dijo nada por unos segundos hasta que de pronto y sin previo aviso arrastro la punta de su nariz por mi cuello, su aliento se estrelló contra la sensible piel, abanicando con cierta incertidumbre, la caricia era suave, casi fantasmal mientras inhalaba de arriba hacia abajo.
Cerré mis párpados fuertemente, rezando para que terminara y me dejara ir. Sintiendo el azotar de mi furioso corazón y el terror inundar mis huesos.
- No hueles como ellos. - Sus impávidas palabras eran pronunciadas con rotunda fuerza, su aliento pinchando entre la piel sensible de mi magullado cuello.
Un gruñido aterrador hizo vibrar su pecho, mis manos en el lugar se sacudieron al son del movimiento.
- Te acabas de meter en la guarida del diablo... - dijo con ronquera – Ahora no podrás salir.
El temblor de mi pecho fue inesperado, el aroma que había sentido antes se había hecho más fuerte, entraba por los poros de mi piel casi con violencia. Provenía de él, fue cuando lo supe.
- Lo sient-o... - susurre, sin idea de que quería decir realmente para que se alejara de mi. -L-lamento haber entrado.
- ¿Quién eres? - pregunto en un tono bajo y crepitante que hizo que se me revolviera la piel - ¿Qué haces aquí?
Un estruendo encima de nuestras cabezas lo distrajo, algo golpeó el suelo con fuerza a nuestro lado. El hombre me levantó junto a él y me arrastró hacia el lado opuesto. Me sacudí, pataleando.
- ¡LENA! – el grito de Julia me sobresaltó - ¡Lena tranquila! ¡Voy por ti!
No.
Me sacudí con más fuerza golpeando mis puños contra su pecho y agitando el rostro. Elevé mi rodilla y la enganche en donde supuse era su entrepierna, pero me arrepentí al instante cuando esta se estrelló contra algo duro e inamovible y termine por gruñir de dolor.
La fuerza de este hombre era sobrehumana.
- ¡Lena, voy a bajar! – grito de nuevo desde el agujero - ¡Recíbeme!
La figura del hombre se acercó a mi rostro hasta tocar mi mejilla – Si ella baja aquí – dijo, su aliento abanicando la piel – Las matare a ambas.
El agarre a mi boca desapareció con una sacudida violenta, trastabille hacia atrás cuando soltó su agarre a mi cuerpo, empujándome lejos de su alcance.
Mi respiración iracunda al alejarme algunos pasos, girando hacia su pesada presencia en la oscuridad. Quería salir corriendo, pero él era más rápido, si su advertencia era verdadera, Julia estaría en peligro por mi culpa.
- N-o bajes – apenas encontré mi voz – ¡Julia quédate arriba!
- ¿Qué? ¿Por qué? – se escuchaba asustada – Tengo la soga, voy a bajar.
La soga...
- ¡Déjala en donde está!.
- ¿Estás segura?
- S-i. No te preocupes.
No podía ver al sujeto, pero estaba segura que me observaba, era imposible deshacerme de esa sensación tan aterradora.
Estaba realmente agradecida en este momento de mi delgada complexión, podía escapar rápidamente, no había visto su rostro, solo tenía que salir de aquí y todo terminará. Podía hacerlo, podía tomar la soga y salir de aquí. Trague con fuerza, me tembló la quijada, el ardor en mi cuello era persistente y atormentador.
Retrocedí lentamente, primero dos pasos, luego cuatro, hasta que la luz del teléfono de Julia iluminó el agujero en mi cabeza, la soga colgaba de ella, balanceándose perezosamente.
- P-or favor, solo déjame ir – susurré en dirección desconocida. Hacia el desconocido – No volveré, no le diré a nadie.
Mi corazón latía a mil. Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento.
Tome la soga con mis manos, se sentía dura y áspera al tacto. Espere unos segundos una reacción, no hubo nada. Entonces sin pensármelo dos veces me sujete con fuerza, impulsándome hacia arriba, me ardió la piel de las manos al escalar con rapidez por ella, un sonido inentendible salió de mis labios, un lamento rasgado de dolor, algo sordo y sin sentido mientras trepaba con rapidez. Mi cuerpo se sacudió con violencia al no hallar estabilidad en el forzado acto, algo crujió debajo de mi, jade aterrorizada de que hubiera cambiado de opinión y ahora venia por nosotras.
Julia me ayudó al llegar al borde, me jalo hacia ella, la piel de mi estómago chillo al rasgarse contra algo duro en la polvorienta superficie. Julia suspiró sonoramente.
- Gracias a dios que estas bien – dijo – Hace un rato tenía la impresión de que te oí gritar. Me asuste mucho.
Mis pulmones ardían con rabia por el esfuerzo y la rapidez con que había escalado la cuerda. Me levanté de un salto, tomé la mano de Juli y comencé a correr en dirección a las escaleras. No me importó que mis músculos chillaran o me ahogara con mi saliva. La luz del teléfono de mi amiga parpadeando, sin apuntar realmente a ningún lado.
- ¡¿Qué pasó?! ¡¿P-or qué corremos?!
No dije nada, seguí corriendo hasta la puerta trasera de la fábrica, agradecí que dios me había escuchado y estaba abierta. Empuje el material con fuerza, el escandaloso sonido del material siendo presionado hacia afuera era desgarrador al sentido.
El aire frío de la noche sobre mi rostro fue la mejor sensación de mi vida.
- Creí que moriría... – susurré todavía temblando. Apoyándome sobre mis débiles piernas.
La palma de mis manos escocia con violencia, la pierna me dolía como el demonio. Ni siquiera sabía cómo había logrado correr, pero no quería volver a ese lugar. Le di una minúscula mirada a la puerta por donde habíamos salido, el interior aún podía deslumbrarse cubierto por esa cortina de oscuridad.
- Lena...
Fue entonces que grité.
Estaba ahí, parado en el vestíbulo a unos metros de la puerta por la que habíamos salido; era enorme, encorvado, una figura masculina que me miraba fijamente y hasta podía jurar que sonreía. Sus brazos se levantaron en mi dirección, retrocedí con violencia cuando vislumbré las garras, su rostro se movió hacia un lado, sus pasos se acercaron con lentitud y yo no pude soportarlo más.
- Lena – la voz era lejana – ¡Selene... !
Tome el brazo de Julia y corrí, corrí sin atreverme a parar por un respiro, arrastre a mi acompañante con violencia, agradeciendo que no encontrará resistencia de su parte. Llegamos a la cerca en un santiamén, la empuje para que moviera su trasero mientras yo la empujaba hacia arriba de la valla.
- ¡Rápido! – le grité con impaciencia – ¡Julia muévete!
En el momento en que tocó el otro lado me lance hacia arriba y escale. Salté al otro lado, gruñendo de dolor cuando mi pierna me reclamó por el movimiento. No me importo.
Seguimos corriendo hasta que ya no pude ver ni siquiera la silueta de esa fábrica.
No mire ni una sola vez hacia atrás.
Sin palabras, :) Bye
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