Había un joven de unos 18 años...

Cadenas lo ataban, en el fondo de una oscuridad incierta, sin señales de luz de ningún lado.

Su traje estaba destrozado solo quedando su pantalón y lo que parecía ser una calzones rojos, del torso para arriba no tenía nada puesto dejando ver, si hubiera luz, su físico bien marcado y lo más resaltantes eran sus heridas, que parecían hechas con su cuchillos, golpes de un mazo, etc.

De su rostro varios morados se veían y de su labio inferior salía sangre junto a su nariz.

Parecía que era el fin para este joven pero...

—No sé cuánto llevo aquí...

Se levanta haciendo sonar las cadenas que intentaban limitarlo.

—Pero... ¡saldré de aquí...!.

Las cadenas comenzaron a chillar, indicando que estaban aguantando retenerlo, aunque sin mucho éxito.

—Y en mi alma juro, hasta que mi sueño de un mundo donde la dignidad, el honor y la justicia se convierta en la realidad que todos compartimos, nunca dejaré de luchar ¡Nunca!.

Y con ese rugido se impulso y de un salto destruyo las cadenas, en el proceso llegando a lo que parecía ser techo, el cual rompió con su puño y escapó.

Arriba se quedó viendo el paisaje mientras el Sol comenzaba a brillar.