Capítulo 3
"(...) Te estoy llamando con la voz, con el cuerpo, con la vida, con todo lo que tengo y que no tengo, con la desesperación, con sed, con llanto como si fueras aire y yo me ahogara como si fueras luz y me muriera."
—Fragmento del poema "Te estoy llamando", Idea Vilariño
Capítulo 3
Era el día de presentar el programa libre y sintió sus nervios a flor de piel. Logró hacer las cosas bien en el programa corto, pero tenía que hacerlo fabulosos en el programa libre de igual manera. Debía llegar al podio en una buena posición, no había opción.
—Todo estará bien. Hemos practicado mucho para este momento—dijo Phichit, animando a Yuuri.
Él iría al último, por lo cual iba a escuchar y ver cada una de las presentaciones frente a él. Aunque deseaba salir y despejarse, prefería prestar atención a como quedaban las posiciones en el tablero. Cada una de las presentaciones eran importantes y por lo tanto, las iba a observar aunque eso le causará muchos nervios.
Celestino estaba a su lado, al igual que su amigo. Ellos estaban apoyándolo. Al igual que la profesora Minako desde las gradas y su familia y amigos a través de una pantalla. Ellos y otro cientos de personas que iban a observar esperando saber quiénes estaban ganando un puesto en el Grand Prix.
—Es tu turno, Phichit—habló Celestino. Ambos se levantaron y Yuuri le dio unas palabras de apoyo. Aunque el tailandés se veía muy fresco y confiado. Prefirió quedar fuera, donde varios patinadores observaban.
Se posicionó a un lado de alguien, sin siquiera voltear a verlo. Estaba en su propio mundo, observando a Phichit comenzar con su presentación. Le gustaba verlo patinar, subía sus ánimos e incluso le transmitía energía para patinar. Tal y como en los tiempos que vivió en Detroit.
Las cosas cambiaban muy rápido.
—Katsuki Yuuri...
El mencionado miró a su lado, no esperó ver a Georgi hablándole a él. Volteó su cabeza en busca de alguien más, pero no encontró a nadie. Era verdad, el ruso hablaba con él.
— ¿Sucede algo? —Preguntó realmente interesado en el hombre a su lado. Ellos no se hablaban y le parecía extraño que fuera Georgi quien comenzara la charla.
—El espectáculo que hiciste ayer fue muy bueno—dijo amable. Confundiendo más a Yuuri—. Creo que nuestros temas son parecidos. ¿No es así?
—Justo en eso mismo estaba pensando ayer después de ver tu programa corto—habló cuando se sintió más cómodo, aunque fuera algo excéntrico parecía una persona muy tratable.
—La diferencia es que en el tuyo encontré una declaración de amor desesperada, pero que jamás llegó.
Yuuri lo miró consternado, las palabras abandonaron su boca antes de poder ser dichas. ¿Declaración de amor desesperada? No estaba seguro si podía denominar su presentación de esa manera. Pero cada quien tenía su forma de interpretar las cosas. ¿Cuántas otras personas pensaban lo mismo?
—No te molestes. La coreografía puede decir algo pero tus expresiones es algo muy aparte.
—No sé si ese es el mensaje que quiero transmitir—dijo Yuuri inseguro.
—Quieras o no, está resultando.
Sonrió. Era verdad, estaba logrando que las cosas fueran bien. Vio una mirada furtiva del ruso hasta las gradas, instintivamente volteó para encontrar a una mujer de cabellos oscuros y un labial rojo intenso sentada junto a un hombre castaño. Luego miró a Georgi con un gesto más sombrío, encendiendo una señal en su cabeza.
Yakov llamó a Georgi y lo vio desaparecer hasta el momento en el cual tuvo que entrar al hielo. Pero creyó que la mirada de Yakov lo traspasó por unos segundos. No estaba seguro del porque, pero después de eso se sintió severamente perseguido por miradas desde otros lados de la pista y desde las gradas. Intentó olvidar eso para ir donde Phichit, ahora él se encontraba en el primer puesto y eso lo alegraba mucho.
—Tranquilo, Yuuri. Vas a hacer una excelente presentación y después de eso vamos a ir celebrar.
—Me encantaría decir que eso me calma, pero no.
Tomó aire, caminando varios pasos. Georgi estaba presentado su coreografía. Hasta que falló un salto, Yuuri no entendió hasta que dirigió su mirada a las gradas. En las mismas vio la chica de cabellos ondulado bajando su dedo ante la presentación del ruso antes de marcharse.
—Qué cruel...—pensó Yuuri. Esa falla iba a costarle muy caro, pero se preocupó más por la expresión derrotada que tenía una vez que terminó su coreografía y salió. Era obvio que le sentó muy mal lo de su novia.
Una derrota y la persona que quería alejándose. Sonaba muy mal.
—Concéntrate, Yuuri—dijo Celestino al ver la mirada preocupada del japonés. La empatía con otros competidores podía ser un problema. Pero al ver como el temblor se escapó poco a poco no pudo evitar sonreír.
Yuuri tenía algo en mente.
Así que se alejó para dejarlo ser. Él con mucha calma dejó que la chaqueta negra cayera por sus brazos hasta dejarla encima de su maleta. Arregló su cabello, pasando los dedos con decisión, debía lucirse y dar un buen espectáculo.
De cierta forma, el sentimiento de tristeza de Georgi lo hizo enfocarse. La conversación que tuvieron también le ayudó, ambos tenían algunos parentescos en lo que refería a presentaciones. Lo sabía muy bien, pero no quería admitir de cierta forma que Viktor seguía influyendo en él de una manera desconocida.
Fue a la pista sin escuchar nada. La motivación en ese momento era lo que sobraba, no quería gastar las palabras que sus amigos. Era mejor si se mantenía al margen hasta terminar la presentación para poder regresar a escuchar el resultado, fuese el que fuese.
Al entrar se escucharon aplausos y luego un silencio sepulcral. Se posicionó con tranquilidad y dejó que sus emociones fluyeran. Tristes, pero todo bajo control para no caer en la depresión. Intentado mantener todo enlatado y controlado como hacía en cada práctica y las veces anteriores que compitió.
Cada vuelta, cada salto. Todo era necesario para trasmitir su mensaje. El de una persona que cayó en la soledad completa antes de levantarse y aceptar que la realidad no era siempre cálida, pero que se podía cargar con los sentimientos por más pesados que fueran. Esa era la impresión que quería dar, la que estaba demostrando en ese momento con la cabeza y la mente clara y ligera.
Extrañamente, se sintió tranquilo cuando salió. Mucho más que cuando entró en la pista de patinaje.
Su rostro imperturbable y sereno, hasta que el flash de una cámara lo sacó de sus pensamientos.
—Phichit—dijo Yuuri pasando sus dedos por encima de sus ojos cerrados—. ¿Quisieras decirme por qué sacas tantas fotos?
—Es divertido tomarte fotos, más cuando y encuentras distraído.
—Creo que el ochenta por ciento de su fotos es de nosotros dos—respondió parpadeando varias veces.
Ambos rieron antes de seguir para esperar los resultados. Lo siguiente fue bastante rápido, cuando se dio cuenta estaban parados en el podio, Phichit y él lograron ocupar el primero y segundo lugar, respectivamente. Celestino no podía estar más feliz de encontrar a sus dos pupilos en el podio, noticia que pasó en pocos minutos a ser viral.
—Quédate quieto, Yuuri—dijo el tailandés, pasando el brazo por el hombro del japonés, quien imitó el gesto, juntándose con una gran sonrisa en el rostro. Celestino detrás de ellos, posando su mano en la cabeza de ambos y colocándose entre ambos chicos.
Luego siguió una de los dos patinadores juntos, esta vez con el uno sosteniendo la medalla aún cuando cada quien llevaba la suya en el cuello.
Después de esa, una tercera foto. En esta estaban los tres ganadores, cada cual por separado posando.
Yuuri se sintió genuinamente feliz, en cada foto salió con una gran sonrisa junto a su mejor amigo y con un gran avance para continuar si camino hacia el Grand Prix. ¿Qué más podía pedir? Se sentía bien y no había nada en el mundo que pudiera cambiar ese sentimiento. Aún cuando Phichit lo acosaba con la cámara de su celular, subiendo fotos sin permiso.
Se retiró después para recibir a la prensa que lo esperaba.
—Digamos, señor Katsuki. ¿Qué ha influenciado su patinaje? ¿Algo en particular ha cambiado su pensamiento o forma de relacionarse con respecto al patinaje que provoque la diferencia en relación a el año anterior?
—Sí, he adoptado otro pensamiento. No es mi deseo onda mucho en el tema.
— ¿Cómo describiría su relación con el señor Chulanount? Se ven cercanos a pesar de ser rivales en la competencia.
—Phichit es uno de mis amigos más queridos y cercanos—respondió Yuuri con una sonrisa—. Él es la razón por la cual decidí seguir compitiendo esta temporada.
Se escucharon varios murmullos antes de que los flashes llenarán el lugar. Phichit seguía con su imborrable sonrisa detrás de Yuuri, escuchando como su amigo intentaba lidiar con la presa y sus insistentes preguntas.
— ¿Qué siente con respeto a qué su próxima competencia sea con Yuri Plisetski el campeón junior, con dos coreografías elaboradas por el penta-campeón Viktor Nikiforov?
La pregunta lo hizo torcer su gesto. ¿Qué esperaban que dijera?
—Va a ser una competencia muy difícil, pero he decidido seguir y me siento cómodo con mis coreografías.
— ¿Qué va a hacer ahora?
— ¿Qué que vamos a hacer ahora? —Dijo Phichit, metiéndose en las preguntas. Sintió que su amigo estaba harto, y si salían con más preguntas con Viktor iban a arruinar su humor—. ¡Vamos a ir a celebrar con nuestro entrenador!
El chico de cabellos negros sonrió.
—Así es, ha sido un día largo y vamos a celebrar por el momento.
Salió del lugar con una sonrisa, dejando a varios periodistas con preguntas em la boca. Habían diferentes reporteros tomando fotos y hablando con patinadores y entrenadores
En ese instante, alguien apareció frente a él.
—Pensé que después del programa corto te habías ido—dijo Yuuri, sin querer soñar grosero con eso. Al parecer no lo había sido, porque Georgi no se vio ofendido por su comentario.
—Estaba por irme. Pero quería escuchar que tenías que decir a la prensa—habló, con calma—. Sé lo que se siente tener una sombra acosandote todo el tiempo.
— ¿A qué te refieres?
—Me refiero a eso mismo. Desde que cruzaste tu vida con la de Viktor el no deja de aparecer, ¿no es así?. Lo mencionan cada vez que tienes un logro. Pero no se puede evitar si patinas para él.
—No—dijo Yuuri—. Yo no patino para él.
Hubo unos segundos se silencio, Yuuri se quiso marchar de inmediato. Odiaba escuchar el nombre del ruso por todas partes, estaba cansado de escuchar.
—Se siente tu corazón roto en la rutina—dijo Georgi, deteniendo el andar del japonés.
— ¿Sabes? Vi tu programa libre, y con eso me di cuenta de cuán distintas eran nuestras presentaciones en el fondo—comentó Yuuri, mirando de reojo al ruso.
— ¿Por qué lo dices?
—Al final te arrepentiste y deseaste salvar a tu princesa, no perdías las esperanzas de tener todo su amor de regreso—explicó despacio—. Lo mío es lo contrario. Yo muestro la desesperación, la pérdida y finalmente el rendirse. Yo decidí dejar ir a Viktor.
No hubo intercambio de palabras, ambos estaban en un lapsus respetuoso para poder pensar con calma.
—Es mejor dejarlo ir—dijo Yuuri sonriendo con sinceridad—, así que haz lo mismo. No vale la pena, menos si es una persona que no aprecia los gestos que de hacen.
Lo último fue un consejo directo que ambos entendieron. Una vez que vio la expresión de conflicto en el rostro contrario, seguido de una leve sonrisa, Yuuri pensó que no había nada más que charlar. Estaba agotado y aún tenía que salir con sus amigos antes de poder descansar y volver a Tailandia.
***
Miró la comida frente a él, el gran tazón humeante que desprendía un olor delicioso hizo que su apetito se abriera. Hace mucho que no probaba su platillo favorito, había dejado de comer cuando su sabor de hizo amargo e deprimente debido a lo salado de sus lágrimas.
Pensar en eso le hacía sentir patético. Ya no era la clase de persona que llorara. Si no hago a sería muy doloroso con los lentes de contacto en sus ojos, se tardó mucho en acostumbrarse como para arruinar todo.
—Pensé que te gustaría—dijo Phichit con una sonrisa—. Sé que extraña Japón, así que pensé que por esta ocasión podía intentar hacer katsudon. Sé que no soy un experto como tu madre, pero aún así...
—Esto es... lo mejor que me han dado en mucho tiempo—dijo Yuuri entusiasmado. Como pocas veces en su vida, sacó su teléfono celular para tomar una foto. Phichit se colocó automáticamente en una posición, con su mano haciendo un signo de amor y paz mientras sonreía.
«Eating a special dish with someone special. I have not been so happy in a while »
#CopaPekín #Phichit+chu #Katsudon #Celebration #GrandPrixFinal
Yuuri miró la pantalla complacido unos segundos antes de prestar atención a su amigo.
—Si te va bien en Rusia podemos celebrar con otro tazón igual a este— dijo Phichit probando de un trozo de cerdo.
—Lo haces sonar como si fuera un niño o un perro—rió Yuuri. El sabor del katsudon le dio un cosquilleo agradable en el paladar.
—Pero te comportas como niño cuando estás comiendo esto—respondió comiendo de su plato. El japonés rió, siempre fue así con su platillo favorito. Era una parte importante de su vida, representaba momentos dulces y amargo. De igual manera, desde que patinó como Eros no había probado su amado katsudon.
Phichit tomó su teléfono cuando su celular comenzó a vibrar, era algo normal, pero que al mismo tiempo sonara el de Yuuri con tanta insistencia dejó a ambos atónitos. Yuuri imitó el gesto para observar la pantalla, llevaba varios mensajes, pero no se sintió con animo de contestar, así que únicamente pasó por encima de cada número para revisar a quien no le importaba contestar.
—Creí que Guang-Hong y Leo se habían marchado—dijo Phichit—. ¡Vamos a invitarlos!
—Claro, diles que vengan—secundo Yuuri con una sonrisa. No estaba mal pasar un rato con sus amigos hasta que tuvieran que regresar a Tailandia. Dejó su celular de lado, no encontró ningún número que fuera importante o estuviera guardado, así que no les tomó importancia.
—Vamos a verlos más tarde, primero terminemos esto—habló señalando el plato a medio comer, el japones afirmó con la cabeza para seguir comiendo.
Más tarde salieron para encontrarse con el par de castaños. Yuuri no recordaba mucha de las cosas que hicieron, pero si recordaba haberla pasado bien. Tomaron varias fotos, fueron a diferentes lugares con Guang mostrando el lugar y lo que conocía. Experiencias como esas hacían sentir a Yuuri más vivo que nunca.
Tal vez su corazón estaba comenzando a curarse.
Cuando regresaron al hotel era muy tarde, sin embargo, el cansancio no era el suficiente para quedar dormido de inmediato, a diferencia de lo que pensó en un principio. Phichit por su parte se quedó dormido a penas llegó.
Yuuri revisó los mensajes, contestando aquellos que eran necesarios. Algunos de Yuko, otros de su madre y su padre. Pero el número desconocido en su pantalla no lo dejaba en paz, abrió el mensaje con recelo, llevaba sin ser contestado un par de días.
«¿Por qué no patinaste como Eros? Pensé que no intentarías...»
Su cuerpo se tensó.
¿Viktor mandó un mensaje para preguntar algo tan irrelevante? ¿Por qué debía importarle lo que él patinara o no?
Sus dedos escribieron varios mensajes que al final fueron borrados. No sabía como responder algo así. Las cosas hubieran sido diferentes si le hubiera preguntado en persona, no por un estúpido mensaje de texto que no venía al caso.
— ¿Qué es lo que quieres?—Preguntó Yuuri al aire. Su vida estaba bien, no quería una distracción y estaba cansado de tener que dar respuestas a todo el mundo. Su vida personal no tenía que ser un libro abierto. Prefería guardar muchas cosas para él.
Revisó otro mensaje, este había sido enviado hace unas horas.
«He visto las fotos que circulan en el Internet. Vaya que olvidas rápido, ¿no es así?»
«¿No vas a decir nada? Está bien...»
Un nudo se formó en su garganta, no quería eso.
Viktor se fue sin decirle nada el primer lugar. Tomó sus cosas, dio la vuelta y ni siquiera se digno en decir un adiós en su cara. Solo le dejó muy en claro que ese día no se pudo ganar su corazón. ¿Quién era él para pedirle explicaciones en primer lugar? No eran nada, nunca fueron nada, no podía exigirle repuestas. No se las iba a dar.
Quiso escribir todo eso, pero se negó a hacerlo. Prefirió no contestar a ninguno de los mensajes de Viktor.
Que él pensara todo lo que quisiera. Su prioridad no era él en esos momentos.
No pudo dormir demasiado con las frases siguiéndolo en su cabeza. Phichit notó su malestar y sin poder negar que necesitaba alguien con quien desahogarse, mostró su celular con los mensajes al menor.
Decir que se molesto era poco, pero su amigo siempre fue alguien centrado que podía guardar sus emociones. Así que solo sonrió y dijo que lo ignorara para poder asistir a la practica de ese día.
En el trascurso de esos meses había conocido a varios amigos de Phichit, quienes ahora eran también sus compañeros de pista y llegó a pasar buenos momentos. Lo recibieron con una cálida bienvenida y siempre se mostraron atentos a cualquier cosa que necesitara para acoplarse en su nueva forma de vida en Tailandia. Les agradecía a todos su hospitalidad, cada día sentía a Tailandia como un hogar más en el cual podía refugiarse.
La pista de patinaje tenía a varias personas, en general prefería cada quien ir con sus audífonos o poner una canción cualquiera para poder practicar. Phichit le había dicho que si quería una canción en específico podía pedirla para inspirarse un poco en la práctica.
Yuuri lo pensó mientras se deslizaba con calma en el hielo, con sus auriculares colocados, pasando canción por canción hasta encontrar algo que llegará a su estado actual. Entonces, creyó encontrar aquello que buscaba y le daba paz.
—Phichit, ¿podría escuchar esta canción?
El tailandés tomó el celular de Yuuri para conectarlo. La música comenzó a soñar lenta y Yuuri se acercó a la pista para continuar su camino. La música confundió a varios de ellos, Phichit por su parte les indicó con señas que se apartaran del japonés para darle su espacio. También aprovechó para sacar su celular y grabar por completo a Yuuri, tenía en mente algo interesante con esa grabación. Conocía bien esa canción, algo bueno podía salir de eso.
Muchos salieron y otros pocos se acercaron a los extremos mientras lo veían moverse con calma y expresiones serenas en su rostro. Todo sutil y bastante quieto, con dulzura, demostrando un amor puro e incondicional. Por sus expresiones parecía recordar buenos tiempos, la sonrisa sutil y sus manos juntas en su pecho.
Yuuri daba un aspecto angelical, de dulzura e inocencia. Aquello que lo había caracterizado durante mucho tiempo. A muchos les llegó un sentimiento de paz y sonrieron levemente, dejándose llevar por el suave sonido dela guitarra y los movimientos delicados del japones.
Dio saltos simples en un par de ocasiones, el espectáculo era nada más el encanto que irradiaba en conjunto con su expresión.
Sus cabellos plateados cayendo como cascadas a la luz clara de un millón de luces que lo alumbran sólo a él. Una sonrisa hermosa y radiante, con unos ojos azules profundos que terminaban por atraer a cualquiera que los viera. Blanco, negro, bueno o malo. Él podía hacerlo todo.
El suave tacto en su rostro, en su mentón, en sus mejillas. El sentimiento absurdo del corazón desenfrenado y la felicidad que parecía irreal. Palabras hermosamente susurradas, hermosas y falsas.
Promesas rotas, las ilusiones.
La inspiración de toda su vida no estaba.
Pero luego comenzó a cambiar de una manera imprevista. Sus pies se movieron rápido al ritmo que la guitarra empezaba a moverse más rápido. Las miradas, entonces, terminaron encima de Yuuri por completo. Ya no encontraban al ángel de antes.
Las manos de Yuuri pasaban por los cabellos negros, sus pies no dejaban de moverse y se desplazaba por toda la pista casi con desesperación. Estiraba sus brazos y los traía a sí mismo con brusquedad. La música se volvía cada vez más frenética al igual que los movimientos de Yuuri.
En una ocasión llegó a un movimiento en el cual parecía patear en hielo con furia y su rostro se veía contrariado. Dio vueltas en el mismo lugar, con las manos en el rostro en una clara señal de frustración. Los recuerdos amargos y los sentimientos negativos estaban llenando su mente en un lento descenso.
De la calma y felicidad a la desesperación y la furia. La incomprensión.
«Quiero escuchar lo que tienes que decir sobre mi»
《Quiero escuchar que es lo que quieres. ¿Qué demonios quieres?》
Se movió, tomando una posición casi acostada sobre el hielo, deslizando una mano por su pecho hasta cubrir sus ojos y luego volver a levantarse.
—Yurio es mi Ágape, él se ganó mi corazón esta noche. Él puede ser quien desee.
Yuuri pasó las manos a los costados de su cabeza, estaba recordando demasiadas cosas que estaban presionando en su pecho. En la escala de decepciones y frustraciones en la vida, él necesariamente había llegado a un lugar alto. Odiaba recordar las cosas.
Giró sobre su propio eje, moviendo los brazos en diferentes posiciones. Sentía como su cuerpo ardía, intentando sacar todos los sentimientos que acumulaba en su pecho mientras escuchaba el sonido frenético de la guitarra y el violonchelo.
Cuando terminó, el lugar estaba en silencio. Yuuri miró a los alrededores, todos en la pista lo miraban, varios aplaudieron y creyó ver a un par de chicas llorar mientras intentaban aplaudir inútilmente. Vio en las miradas muchas cosas, entre ellas una gran cantidad de empatía, como si hubieran entendido la desesperación en cada uno de sus movimientos.
Hasta el momento nunca había salido de control. Se mantenía al margen para no preocupar a nadie, pero en silencio y sin decir nada, había logrado dar una gran señal de lo que pasaba por su cabeza y su corazón.
El la pista de hielo dejaba expuestos sus sentimientos, aquellos que guardaba con recelo.
Salió del lugar, Phichit dejó su teléfono en las manos de una chica que estaba a su lado, para sorpresa de Yuuri, con lágrimas en sus ojos. Lo abrazó con fuerza, sabiendo que su amigo necesitaba en esos momentos un apoyo aunque fuera silencioso.
—Eso fue hermoso, Yuuri.
—Yo lo sentí desordenado...
El tailandes se separó, dejando sus manos en los hombros contrarios.
—Es lo mejor que he visto en mucho tiempo. Si tu pulieras algo así, sin duda alguna creo que ganarías sin dudarlo.
Yuuri sonrió, de repente sintió que su fortaleza quería flaquear, pero sus ojos no ardían y tampoco sintió que iba a llorar. Abrazó a su amigo, aferrándose como si fuera un niño que necesitaba consuelo. Phichit se sorprendió, pero correspondió el gesto pasando sus brazos alrededor del japones.
El lugar se silenció de los aplausos.
Hola~
Hace unos días...
Era de madrugada y estaba buscando música—sí, eso hago en la madrugada a parte de escribir, tengo problemas de sueño—, y encontré esta canción de Damien Rice y entonces pude imaginar a Yuuri patinando esta canción que me parece el breve descenso de una relación. De solo imaginármelo sentí como saltó mi corazón. Ojala pudiera pasar mis pensamientos en vídeo para que lo vieran~
Perdonen la demora, pero estoy enferma y sin música no puedo escribir. Soy el tipo de persona que pasa con los audífonos todo el día. La cabeza me dolía y me quedé sin inspiración varios días~
Espero que les haya gustado este capítulo.
Gracias por leer :3
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