Capítulo 20

Llegaron a la habitación después de unos minutos. Viktor abrió la puerta, permitiendo que el japonés pudiera entrar.

El lugar estaba oscuro, pero se lograba vislumbrar las cosas por la luz que se colaba por las cortinas abiertas. Yuuri sentía su cabeza pesada, al igual que sus parpados. El calor en cuerpo y el ardor en su garganta le hacían saber que quizá se había sobrepasado con el número de copas de esa noche y necesitaba descansar.

Fue llevado con delicadeza, Viktor lo tomó por los hombros y lo llevó a la cama. Yuuri se sentó en el borde. El ruso se encargó que soltar el nudo de la corbata y dejarla de lado en vista de la torpeza que él tenía con sus movimientos.

—Puedes dormir aquí hasta que aparezca Phichit —habló Viktor, manteniendo el volumen de su voz bajo. El silencio de la habitación era tanto que cualquier palabra sonaba demasiado fuerte. Se limitó a asentir y vio a Viktor quitarse la corbata y tirarla de lado antes de disponerse a salir de la habitación para dejarlo dormir.

—Viktor —llamó. Su voz sonaba algo dulce y triste. Se escucharon los pasos cuando el ruso regresó y lo encontró preocupado por él.

—¿Estás bien? —preguntó, pasando una mano por sus cabellos para acomodarlos con delicadeza. El sonrojo podía ser confundido con facilidad, y no supo si era debido al alcohol o lo que hacía él.

Todo daba vueltas en su cabeza, y los pensamientos coherentes no estaban completos en su cabeza. Lo único que Yuuri podía pensar era en lo luminosos que se veían los ojos azules por el reflejo de las luces a través de los vidrios.

—¿Sientes algo por mí? —preguntó, pero aun en toda su desorientación, se dio cuenta que dijo algo que no quería en voz alta.

—Yo... —habló despacio. Yuuri desvió la mirada ante el titubeó, sintió un nudo en la garganta. Era como otro rechazo.

—No debí pregunta eso —cortó antes de su interlocutor pudiera responder—. Olvídalo.

—Yuuri.

—No quiero saberlo —volvió a hablar.

Fue tomado con delicadeza del rostro y se movió con brusquedad, huyendo de los irises que lo buscaban incesantes. Quiso llorar, se sentía demasiado vulnerable, era difícil hablar con Viktor estando solos. Aun sentía su corazón latir con rapidez y los nervios recorrerlo.

Las palmas pasaron por sus mejillas, acariciando con suavidad en un intento de reconfortarlo, dejó que el tacto siguiera. Acercó su rostro, rozando sus narices y luego juntos los labios en un beso pausado y lento.

Se movió, besando al mayor buscando algo más profundo al abrir sus labios. La reacción fue inmediata, los dedos pasaron por su cintura y otros acariciaron su cuello. Lo pegó más a él, y la tibieza de algo húmedo adentrándose con cuidado. Viktor se movió, apoyando las manos sobre la superficie de la cama para poder estar a la altura del japonés.

Se separaron, observándose nuevamente. El calor subía por el cuerpo del chico de cabellos oscuros y se aproximó una vez más para juntar sus labios en un fogoso beso. Hundió sus dedos en las hebras platinas, probando su suavidad.

Fue empujado y Yuuri se ayudó con sus codos para acomodarse en la cama. El cuerpo se posicionó sobre de él, las rodillas a los costados de sus piernas y los brazos a los lados de su cabeza antes de volver a aventurarse en otro beso hambriento.

Viktor parecía querer mantenerse controlado, tomaba aire, buscaba no apresurarse y acariciaba su mejilla con lentitud. Al separarse, sus frentes se juntaron. Los dedos ajenos recorrieron despacio su brazo y Yuuri sintió que su respiración era demasiado pesada.

Los zafiros lo miraban en conflicto. El japonés pasó sus dedos del cuello al pecho, deteniéndose cuando se encontró con la tela. Lo vio morder su labio inferior y negar un par de veces con la cabeza antes de que se apoyara en su hombro.

Sintió como Viktor jugaba con el borde de su camisa y la respiración en su cuello hacía que su piel se erizara por completo.

—Viktor —murmuró.

—El collar...

Con el acercamiento entre ambos, se volvió a acercar para besarlo. Viktor dudó un segundo antes de seguir. Su camisa fue levantada una de las manos pasó por su cintura, al separarse jadeó, el calor que sentía en la piel comenzaba a sentirse incluso en su sangre.

Los labios siguieron un caminó por su cuello y las mejillas de Yuuri ardían. Casi no podía distinguir las cosas por la poca luz que había, pero pudo diferenciar con claridad el cuerpo ajeno. Su camisa era abierta y en poco tiempo cada curva que se tardó en colocar en su lugar, era repasada con cautela.

Los dedos pasaron por su pecho con delicadeza, seguido del tacto de la boca ajena bajar con lentitud. Era un simple toque, no sintió besos o algo más de por medio que lo fuera la caricia de los labios sobre su piel y la respiración caliente.

Sin embargo, de un momento a otro fue Viktor quien se detuvo para encararlo una vez más.

Los mechones del largo fleco platino le causaron un leve cosquilleó a Yuuri. En silencio, se observaron, como si tuvieran todo el tiempo del mundo para estar junto al otro. Las manos ajenas buscaron las suyas, entrelazando sus dedos en su perpetua contemplación.

—No puedo hacerte esto —musitó Viktor. Se levantó e hizo a un lado, sentándose en la cama. Yuuri imitó el gesto, sentándose frente a él.

Él sonrió levemente, pasó los dedos por el cabello ajeno, moviéndolos hacia atrás varias veces hasta ser detenido por Viktor. Él tomó su mano, manteniéndola quieta en su mejilla, buscando que el tacto se quedara de esa manera.

Yuuri intentó calmar a Viktor. A pesar del frenesí de un principio, había algo más en eso antes de que se detuvieran. Los besos estaban llenos de afecto y culpa.

Sus acciones confundían a Viktor, o al menos eso creía porque él parecía dudar de sus movimientos como nunca antes lo vio. Él siempre fue alguien que tomaba riendas en el asunto, no temía a hacer algo, demasiado impulsivo. Pero ahí estaba, encontró que si la situación se prestaba él también podía encontrarse acorralado y necesitado de una respuesta.

Acercándose lo suficiente se apoyó en los hombros contrarios para acomodarse en el regazo del hombre de cabellos platinos. Él rodeó su cintura y lo abrazó, Viktor se escondió entre sus brazos mientras él acariciaba los mechones con amor.

Se besaron muchas veces, más de las que Yuuri pudo contar. Con el tiempo pensó que cada uno era parecido a una disculpa y una muestra de afecto. Cuando apenas rozaban sus labios y se quedaban quietos, sólo para sentirse. O cuando se desesperaban por encontrar algo más profundo, para asegurarse que fuera real.

En general, Viktor no se propasó con ningún toque. Todo era bastante lento salvo por unos cuantos besos.

Hasta que se acomodó de manera equivocada encima de él y tuvo que apoyar su frente en el hombro contrario al percatarse de que el movimiento lo hizo gemir. Escuchó un gruñido claro y fuerte en su oído y tragó en seco al darse cuenta de su problema.

Viktor lo separó un poco, mirándolo con comprensión. Jugó con el borde de su prenda inferior y Yuuri tuvo que levantarse un poco, aun con los brazos rodeando el cuello ajeno. El frío llegó a él después de escuchar la hebilla de su cinturón caer en el piso.

No se mueve de su lugar, Yuuri se sintió aterrado un minuto antes de sentir que una mano se colaba entre sus piernas y otra acariciaba suavemente su espalda. Pegó su cabeza al hombro contrario, jadeando y sacando todo el aliento de sus pulmones. Se apretó un poco más al cuerpo contrario, agarrando con fuerza la tela de camisa de Viktor al sentir que la mano ajena se movía con lentitud.

Su cabeza daba más vueltas que antes, sintió que sus ojos lagrimeaban un poco y su cuerpo se mantuvo tensado. Un movimiento más brusco y la suave caricia en la punta lo hicieron separarse y soltó un sonido que lo avergonzaba demasiado. Sin embargo, Viktor mantuvo una dulce sonrisa para él.

A Yuuri le sorprendió que se mantuviera tan relajado mientras lo tocaba. Ya que él no podía entender cómo llegaron a ese punto.

Su frente con la contraria y cerró sus ojos al no poder sostener la mirada. Hacía mucho calor y lo único que pudo hacer fue mantenerse apegado al mayor. Fue tomado de la barbilla y tomando algo de valor, se atrevió a abrir los ojos.

Los zafiros estaban levemente entrecerrados, lo observaban libidinosos. Aun así, se mantenía controlado y no aprovechó todas las veces que tuvo para recostarlo en la cama y tomarlo. El agarre en su barbilla se mantuvo, como si estuviera diciendo en silencio que su única petición fuera la de no separar su mirada.

Un par de minutos más bastaron para terminar. La fuerza se escapó de su cuerpo y sus piernas temblaron. Una corriente eléctrica pasó por su espina dorsal con un sentimiento placentero. Gimió una última vez y fue sujetado por la espalda.

El japonés sintió sus ojos pesados, el cansancio lo golpeó de repente. Se quiso separar para acostarse, pero no fue del todo necesario. Viktor fue quien se encargó. Lo dejó con suavidad sobre la cama, quitó aquello que estorbaba para que pudiese dormir y lo arropó con las cobijas. No supo si era mejor hablar y pedirle que se quedara a su lado.

Así fue, sintió el pesó al otro lado de la cama y se encontró con la silueta ajena. Lo vio atento todo el tiempo que le permitió su cansancio. El contorno del cuerpo y el perfil del rostro de Viktor, con sus cabellos cayendo a un lado, y el azul en su piel y ojos.

Después, durmió.

Abrió sus ojos con lentitud. La cabeza le dolía un poco y sus ojos ardían. Yuuri se sentó antes de mirar y percatarse de que no estaba en su habitación del hotel. El calor de las cobijas fue desapareciendo y notó que sintió frío en su pecho. Parpadeó varias veces hasta recordar lo que pasó en ese lugar y buscó a su lado con nervios.

Viktor se encontraba dormido. No supo que hacer, por una parte, no había nada en su mente que le dijera que algo estaba mal. Por otra parte, deseó correr lo más lejos posible y esconderse. No había avisado ni a Phichit ni a Celestino donde pasó la noche. Si le decía a su mejor amigo era probable que lo reclamara por ser tan descuidado.

Se levantó con cuidado para no despertar al ruso y se dispuso a recoger las prendas que estaban colocabas en un mueble. Encontró todo junto y doblado, incluso su celular estaba encima de todos los demás objetos.

Lo primero que hizo fue revisar su celular para saber si alguien lo había llamado, para su mala suerte, éste se quedó sin batería. Ya era tarde, el reloj digital en la mesita de noche le indicaba que su vuelo iba a salir muy pronto y él ni siquiera había tomado una ducha. Yuuri se sentía pegajoso, pero por otro lado se detuvo al notar que el olor de la colonia de Viktor quedó en su piel.

Después de vestirse intentó calmar los pensamientos de su cabeza. Debía llegar a su habitación, ducharse y tomar sus cosas para trasportarse de regreso a Japón. Pero no quiso dejar a Viktor, una parte de él se preguntaba lo que podía pasar en ese momento. Si se volvía a acostar, si decidía perder el vuelo y acurrucarse a un lado del ruso.

Tal vez, si Viktor lo miraría con amor si lo encontraba despertando a su lado. Lo tomaría en sus brazos y acariciaría sus cabellos antes de darle un beso y murmurar un "buenos días".

O si lo despertaba. Si Viktor le pediría que se quedara con él un momento o dejaría que se marchara y siguiera el rumbo de las decisiones que tomó en un principio.

Caminó hasta llegar al borde de la cama, volviendo al lugar en el cual se encontraba dormido hace tan solo unos minutos. Viktor dormía plácidamente, y su rostro se mantenía relajado. Yuuri se acercó, rozó con suavidad su mejilla. No esperó que entre sueños, el ruso se acercara más a su tacto.

—Adiós, Viktor —murmuró cerca de él. Y a pesar de estar solo, miró a ambos lados antes de depositar un beso en la frente contraria y apartarse.

Con un último y rápido vistazo se aseguró de no olvidarse nada en la habitación. Abrió la puerta despacio y volteó para mirar una última vez a Viktor.

Era tiempo de dejarlo ir.

Al llegar a su habitación lo primero que hizo fue poner su celular a cargar y tomar una refrescante ducha. El agua resbalando por su cuerpo lo tranquilizaba, pero había ocasiones en las cuales llegaban recuerdos de la noche anterior y se detenía.

Había extrañado tanto a Viktor que el tenerlo para él solo una noche terminó desencadenando una parte de sus deseos de quererlo cerca.

Una vez que salió de la ducha se vistió y el sonido de la puerta siendo golpeada lo alarmó. Pensó una vez más en Viktor, su estómago de revolvió ante la idea de que pudiera estarlo esperando fuera de la habitación.

—¡Yuuri! —exclamó alguien, reconoció la voz de Phichit al otro lado de la puerta—. ¡Te he buscado toda la mañana! ¿Dónde te has metido?

El japonés abrió la puerta, permitiendo que entrara su amigo. Una vez dentro escuchó un par de reclamos más mientras él se mantenía callado.

—Estuve con Viktor —cortó. Phichit se mantuvo en silencio, con los ojos abiertos.

—¿Qué?

—No respondías tu celular y esperé —comenzó a explicar, pero con cada palabra que daba el tailandés se mostraba más sorprendido.

—¿Qué fue lo que hicieron?

—¡Nada! —respondió exaltado, sus mejillas estaban rojas—. Él fue un caballero, no me obligó a nada.

— Entonces si pasó algo —habló Phichit.

—El vuelo saldrá dentro de poco, mejor arregla tus cosas.

Phichit pareció dispuesto a hablar una vez más, pero se abstuvo y dio la razón al japonés.

—Nos vemos en el lobby en cinco minutos —dijo Phichit. Salió de la habitación y Yuuri suspiró con pesadez.

Revisó un par de veces el lugar, asegurándose de no dejar ningún objeto en el hotel. Tomó su maleta, las llaves de la habitación y al cerrarla se fijó en la prenda que colgaba en la puerta. Por un momento, Yuuri se olvidó de haber dejado su chaqueta en el salón donde se realizado el banquete.

—Tal vez Phichit la colgó ahí cuando llegó —pensó el japonés para él. Sin dar las vueltas al asunto decidió llevar la chaqueta a mano por la falta de tiempo y se dirigió al lobby.

Su mejor amigo lo esperaba con una sonrisa junto a su entrenador. Aunque ellos fueran a regresar a Tailandia, Yuuri quería pasar tiempo con ellos antes de regresar a su hogar. Tomaron un taxi al aeropuerto, tardando unos minutos en llegar.

Al llegar, desayunaron en uno de los restaurantes que se encontraban ahí. La comida era un poco más cara que en otros lugares, únicamente por estar ahí. Celestino fue quien pagó la cuenta como cortesía.

—¿Aun piensas retirarte? —preguntó Celestino.

—Sí, es algo que ya decidí.

—Acabas de ganar el oro, pienso que muchas personas estarían felices de saber que estarás el próximo año. ¿Podrías considerarlo?

Yuuri miró a su entrenador, y seguido, a Phichit. Ambos se veían esperanzados en verlo regresar al año siguiente. Él no había dado una declaración formal de su retiro, por lo cual, ellos debían imaginar que existía alguna oportunidad.

—Lo voy a pensar.

Ellos sonrieron felices, y cuando la hora de separarse llegó, recibió un abrazo de ambos.

—No olvides que en caso de necesitar algo, siempre serás bien recibido.

—Gracias, sabrán de mi pronto, lo prometo.

Caminó, mirando un par de veces a sus espaldas al que había sido su equipo mucho tiempo. Incluso cuando tuvo toda la atención de los periodistas por su locura. Sabía que lo de Phichit iba a estar en boca de muchos por bastante tiempo, pero lo olvidarían con el tiempo.

Abordó el vuelo, la maleta en la zona de carga.

Al sentarse en su lugar vio por la pequeña ventanilla el paisaje. El cielo despejado prometía una excelente vista para el vuelo. Se acomodó en su lugar, a su lado estaba una mujer seria leyendo un libro y no había tanto ruido. Escuchó las indicaciones antes de entrar en vuelo y una vez ya en el aire, suspiró. Su celular tenía poca batería y decidió apagarlo

Dejó la chaqueta sobre sus piernas y el sonido de papel lo tomó por sorpresa y se dispuso a buscar en la ropa. Los bolsillos externos estaban vacíos, pero seguía escuchando el papel. Buscó en los bolsillos internos hasta encontrar un papel doblado.

Lo sacó, al parecer, lo hacía arrugado un poco. Lo abrió, encontrando una hermosa caligrafía en letras claras y negras. La letra de Viktor.

Leyó con atención, con el corazón apretando y sus manos temblando ligeramente.

↠•🌺•↞

Querido Yuuri:

Sé que para cuando yo despierte, tú no vas a estar a mi lado. Así que aprovecho que te tengo ahora, dormido a mi lado, para poder escribir y pensar en ti.

Por si no lo recuerdas, no, no llegamos a nada demasiado importante, ¿la razón? No podía hacerlo. Lo lamento. Te he hecho más daño del que creo, puedo reparar. Y no estaba dispuesto a causarte más dolor ni sufrimiento.

Esta carta no es justa para ninguno de los dos, pero si no te lo decía, si no lo recordabas, quería que lo supieras de todas formas. Te lo dije varias veces, de muchas maneras diferentes, aunque creo que tal vez ninguna fue el tiempo correcto que hubieras querido saber.

Tú tienes el talento necesario, un gran talento. Dije todas esas palabras para que te alejaras de mí, para que pudieras olvidarme. Lo curioso es que, aun si era por resentimiento, odio u orgullo, terminábamos juntos en la boca del resto. Sé que esa no era la manera y terminé lastimando a más de uno, así como también sé que es tonto justificarme a esta altura.

Si puedo pedirte algo, quisiera que no te retiraras.

Llevas en tu cuello el collar que dejé para ti, quiero pensar que eso significa que tu corazón aun alberga algo de amor por mí. También, que los besos que compartimos significaban algo más.

Te amo, Yuuri Katsuki. Con tus inseguridades, con tus defectos y virtudes, con tus fracasos y glorias. ¿Qué más puedo decir? Te amo, quiero que estés a mi lado, te extraño más de lo que he extrañado a cualquier otra cosa o persona en mi vida. No encontraré a otra persona como tú y eso es lo que pasa en mi mente, todas las noches en las cuales me arrepiento no haberte dicho lo que sentía en ese momento.

No puedo regresar al pasado, es muy lejano. Aunque quisiera saber todo lo que pudimos ser, sólo me resta apegarme a la realidad.

¿Por qué lo haces? ¿Por qué no quieres verme de nuevo? ¿Por qué estás conforme con una medalla de oro? ¿Por qué ya no amas patinar?

Dudó que esa eso último, porque tú amas hacer eso y ya demostraste que puedes hacer lo que quieras.

Quisiera que nunca te retiraras. Aunque sé que eso es imposible, pero aun tienes tiempo de disfrutar. No lo dejes.

Aun si no deseas saber nada de mí, quería que supieras esto. Lo mucho que lo lamento y detesto lo que he hecho. Espero que me hayas perdonado, y si no es así, que un día puedas perdonarme.

Sigue con tu vida, no volveré a molestarte. Velaré por tu bienestar y procuraré no entrometerme. Pero si algún día necesitas algo, no lo dudes, yo estaré siempre para ti.

Siempre te querré, solamente a ti.

Adiós, Yuuri.

Con amor,

Viktor.

↠•🌺•↞

Sostuvo el papel en sus manos y acarició las letras antes de doblar el papel en sus manos. Acarició la superficie del papel, mordió su labio inferior, antes de cubrir su rostro con las manos, suspirando.

Su corazón latía con fuerza, pero le dolía demasiado.

Viktor había encontrado la manera de despedirse de él.

Hola~

Sé que he tardado mucho, pero siendo sincera me quedé sin inspiración para Melpómene. No toleraba la idea de escribir cualquier cosa solo para llenarlo. En verdad que sabía que debía actualizar rápido y todo, pero no me salía nada y me frustraba.

Aunque siempre tengo una idea y un contexto general de lo que va a llevar el capítulo, a veces no sé cómo narrar o llevar el capítulo por un bloqueo molesto. En parte, quizá, porque la inspiración que tenía con Melpómene recaía en algo en específico pero luego ya no. No sé si me explico, pero tampoco lo puedo ondear.

Como sea, espero que les haya gustado, en poco tendré el final.

Y quisiera pedirles que me comentaran la canción de amor más hermosa que puedan recordar. Una que pondrían en su boda si fueran a casarse algún día. Es una pregunta que hago a menudo a mis conocidos. Es una forma de conocer música y  me hace falta una canción jajajaja

Gracias por la paciencia y gracias por leer. 💕

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