Capítulo 19

Perdió la cuenta de la cantidad de copas que bebió, pero estaba consciente de sus acciones, que aunque fueran más atrevidas de lo normal, seguían siendo controladas de una manera moderada. Se encontraba riendo, pero no estaba seguro del porqué. Su cabeza simplemente estaba ligera y en algún momento se encontró con Viktor, hablando de cualquier cosa que pasara por sus cabezas.

Pudo juzgar la apariencia de Viktor, se notaba que había bebido lo suficiente para estar más relajado de lo habitual. Yuuri también podía asegurar que si seguía recibiendo las copas que estaban pasando Chris, Phichit y Mila probablemente él no podría recordar lo que pasó la noche anterior.

Sin embargo, prefirió seguir en ese juego tan divertido con los presentes. El seguir hablando y bailando cuando la música cambio de instrumental que daba un ambiente relajado a diferentes canciones que hacían eco en su cabeza y lo invitaban a bailar.

Viktor se acercó a él, los patinadores estaban lo suficientemente animados para bailar de una manera que los demás presentes, de aspecto más reservado, miraban únicamente de reojo y con un gesto impávido.

Era muy parecido al año anterior. La diferencia era que conocía a los demás participantes muy bien y ellos estaban divertidos en un gran grupo que no dejaba pasar la oportunidad para celebrar. J.J parecía entretenido con su novia, y había tomado su derrota de una manera respetable, igual que los demás que no llegaron a las tres primeras posiciones.

Sin embargo, era increíblemente amable con él. No supo cómo ni cuándo Phichit estaba señalándolos con una cámara y J.J usaba sus lentes. Al parecer Mila era buena logrando pasar copas llenas. El ambiente era tan festivo y alegre que soltó una risa.

—No sabía que tu vista estaba tan mal—comentó J.J, sus movimientos se hicieron torpes, probablemente porque la visión con los cristales empeoraba cualquier condición anteriormente impuesta por el alcohol. Los lentes fueron retirados por Yurio, quien con algo de recelo se los colocó para observar.

—Que horrible vista, cerdo—dijo el rubio antes de quitar con rapidez os cristales. Parpadeó varias veces y sonrió al verlo. Decidió tomar su pertenencia antes de que no los pudiera encontrar. Se sorprendió que Yurio y J.J no pelearan, pero al cabo de unos minutos escuchó un insulto por parte del rubio y las cosas volvieron a la normalidad.

Después de haber bailado con más de la mitad de patinadores que conocía se sentía cansado. Él había desatado el nudo del cuello para sentirse mejor, pero evitó quitársela. Se separó un momento para observar a los demás bailar.

—¿Vienes?—preguntó Phichit, invitándolo a la pista para que se uniera. Él rió un poco, negando con la cabeza.

—¿Acaso olvidaste lo que ocurrió la última vez que fui con ustedes a un lugar?

El tailandés se hizo el desentendido con un movimiento de hombros. Era obvio que recordaba todo lo sucedido, porque él era parte de casi el cien por ciento de todos los rumores eran referentes a él. Después de eso debían esforzarse mucho para que las personas entendieran que lo suyo era una fuerte amistad que no iba a evolucionar a un romance.

—Esta vez hay personas responsables—habló Phichit—. Mira, está el entrenador Celestino, Chris...

—No, mejor olvida eso—negó Yuuri con una sonrisa que no podía borrar a causa del alcohol—. Es una mala idea intentar darme referencias de responsabilidad cuando sé que ellos cooperarían contigo en lo que sea que estuviera pasando por esa cabeza tuya.

—Yuuri, creo que ya es hora de que dejes el champaña—dijo Phichit con una risa

—Sí, unas cuantas más y no recordaré nada...

—Al parecer ya recuerdas el límite.

—¿Cómo no hacerlo? Creo que es mejor que regrese al departamento o no podré despertar en la mañana.

Yuuri dejó la copa de cristal vacía sobre la mesa, observando antes de darse la vuelta. Sin embargo, antes de poder marcharse fue tomado por el hombro. Encontró un par de ojos verdes lima con grandes pestañas oscuras.

—¿Chris?

—Antes de irte quisiera pedirte un favor.

—¿Qué cosa?—preguntó el japonés sin entender la sonrisa del más alto. Él lo guió entre unas pocas personas del salón hasta encontrarse nuevamente con Viktor. Agarró suavemente su brazo, provocando que se extendiera hasta el ruso quien los miraba con sorpresa—. ¿Quieres bailar una última vez con Viktor? Ya sabes, por los viejos tiempos.

—¿Quieres que baile?

—Es sólo una última vez, si te vas a retirar podrías quedarte unos minutos más con nosotros.

El japonés observó al suizo antes de repasar en todos los presentes. Las personas con las cuales se encontró en años pasados, las personas que conocí incluso antes de pisar la misma pista. Ese grupo de conocidos que representaban en gran parte su vida en el patinaje artístico. Y luego, frente a él, Viktor. Extendiendo una mano a la espera de una reacción de su parte.

—Claro—habló bajo, aceptando la mano del ruso. Yuuri no podía asegurar cuantas de todas las personas en ese lugar estaban al tanto de la situación de ambos, pero de algo estaba seguro, la mayoría entendía una gran parte.

Viktor lo atrajo a él, como si lo hubiera estado planeado desde hace mucho tiempo. Supuso que era el champaña haciendo efecto en ambos, porque sonrió y soltó una leve risa al tiempo que Viktor imitaba el gesto.

Los recuerdos del año anterior se hicieron más claros. Sabía que probablemente ambos eran torpes mientras se movían. Sabía que su terno era un desastre y la chaqueta de Viktor estaba en algún lugar lejano junto a la suya, pero no le importaba.

Se rió, colgándose del cuello de Viktor. Entonces vio que se detuvo, y el ruso lo observaba con detalle. Vio algo parecido a un destello y Yuuri sólo pudo sonreír cuando lo vio intentar pronunciar palabras inútilmente. Acarició su mejilla.

—Viktor...—sonrió cuando lo vio afirmar con la cabeza—. Be my coach.

El rostro frente a él no cambió a uno más sorprendido. Las palabras terminaron de morir en su boca, Yuuri buscó la manera más suave de poder demostrar que recordaba todo lo que había pasado antes de sus problemas.

—¿Lo recuerdas?—preguntó aun incrédulo.

—Eres tan lento a veces—respondió con una sonrisa simple. Se separó de hombre de cabellos platinos, mirando de reojo a Phichit antes de regresar su mirada a Viktor.

Entonces, vio los zafiros inspeccionar el salón. Los demás se divertían e incluso muchos todavía estaban observándolos. El banquete del año anterior lo había divertido, pero en esa ocasión no buscaba que Yuuri terminara en poca ropa en un tubo.

—Odio este tipo de eventos—comentó Viktor, llamando la atención del japonés—. ¿Quieres salir?

—¿Y qué haríamos?

—No lo sé, cualquier cosa—respondió, sus dedos buscaron enlazarse con los ajenos. Yuuri aceptó el gesto, mirando con genuina curiosidad al ruso—. Estamos en una ciudad en el extranjero una noche antes de regresar. ¿Qué harías si tuvieras las horas contadas?

Yuuri negó con la cabeza varias veces, mostrando una sonrisa. El gesto fue devuelto, se aferró al agarre de la mano contraria antes de sentir que Viktor se lo llevaba del lugar antes de que alguien los viera salir. Aunque muchos ojos curiosos los observaron marcharse por las puertas del salón, sin intenciones de regresar.

El fresco viento de la ciudad golpeó su rostro. No conocía el lugar al cual se dirigían, Yuuri ni siquiera estaba seguro de que tuvieran un lugar preestablecido para encontrarse. Viktor no soltaba su mano, como si tuviera miedo de que en cualquier momento se arrepintiera y se marchara del lugar.

Debían ser las doce de la noche, porque aun veía vehículos en movimiento en menor cantidad, pero no lo suficiente para ser entrada la madrugada.

Los pasos rápidos que dieron para alejarse del lugar se fueron moderando a medida que caminaban. Un par de veces intentó comprobar que sucedía si soltaba su agarre del de Viktor, el ruso terminaba por aferrarse con más fuerza a él.

No vio titubeos en la mirada ajena, por lo cual era probable que el ruso supiera exactamente a donde se estaban dirigiendo. Después de caminar durante unos minutos más Viktor terminó por pedir un taxi, y en silencio, la ruta siguió.

Comenzó a sentir cansancio, el peso de sus ojos al tiempo que se acomodaba en el hombro contrario. Se extrañó por la sensación, era relajante, como si las cosas hubieran tenido que ser de esa manera desde un principio. Se alarmó cuando la cabeza contraria se recargó contra la suya, el sueño se había esfumado por completo.

La vista de la ventana le dio un agradable ambiente. Viktor tenía una respiración pausada que lograba hacer del silencio un momento sagrado y lleno de armonía.

El auto se detuvo al cabo de unos minutos y en cuando el japonés bajó entendió que estaba más perdido que antes. Apenas podía divisar por las luces del lugar. Sus ojos se enfocaron en el camino que recorrían, y se fijó en la espectacular vista de las luces de la ciudad.

—¿Te gusta?—preguntó Viktor—. Yurio me habló de este lugar, dijo que lo trajo su amigo. Pensé que te iba a gustar ver este lugar...

—La vista es impresionante—murmuró Yuuri. El ruso le dedicó una sonrisa.

—Pensaba en un buen lugar al cual te llevaría si tuviera la oportunidad de hacerlo—comenzó a decir Viktor—. Cuando vine aquí en la mañana, pensé que la vista debía ser increíble a todas horas.

—¿Y por qué pensar en eso?

—Pensé que podía tener algo de suerte si lo intentaba—respondió—. Y quisiste entrar antes de poder hablar.

—He decidido dejar las cosas como están, Viktor.

—¿Eso es verdad?

—Sí—respondió. El ruso dio un par de vueltas alrededor de él, mirándolo de reojo. Tenía esa mirada astuta en su rostro, tan conocida que le provocaba un escalofrío. Aun cuando el paso de esos meses parecía haber cambiado las cosas entre ellos Viktor lograba encontrar algo en él.

—¿Entonces por qué estás usando el collar que te regalé?—preguntó. Yuuri se congeló, mandando su mano directamente a su cuello, notando que estaba fuera de su camisa. No logró recordar en que momento el collar se salió de su lugar.

—Yo...

—Lo utilizaste en el programa libre, en la gala y también lo vi cuando me abrazaste al bailar... ¿Te gustó? Creí que lo ibas a botar...

—Phichit se aseguró de que llegara—respondió, intentando respirar. Sus nervios estaban creciendo.

—En realidad vino en conjunto—comentó Viktor. Las palabras llamaron la atención del japonés, quien miró al ruso levantar el brazo, mostrando un objeto en su muñeca, un brazalete. Quiso acercarse, pero antes de tomar la joyería, Viktor quitó el brazo y desvió la mirada. Las palabras habían sido arrebatadas de su boca.

—¿Era un conjunto?—preguntó Yuuri. Intentó no parecer tan desorientado, pero mantenía el calor del alcohol y su boca soltaba aquello en lo cual pensaba.

—Pensé que era una manera de estar juntos o algo así—habló—. Quería dártelo en persona, pero soy un cobarde y no pude dejarlo. Estabas enojado conmigo y creí que tú salías con...

Yuuri se adelantó, colocando una mano sobre la boca de Viktor. Ya sabía que era lo que diría Viktor, lo mismo que pensaba todo el mundo cuando los veían juntos.

—No salgo con él. No es mi pareja, nunca lo fuimos—respondió—. Es que tú estabas con Yurio, los vi y creí que ustedes...

—¿De verdad pensaste que yo salía con Yurio? Yuuri...

—Es mi culpa, porque ni siquiera salíamos y no tenía derecho sobre ti, menos cuando dije que te alejaras e hicieras una vida sin mí, pero... te quería tanto—comenzó a hablar el japonés, sintiendo que el aire le faltaba.

—Lo besé porque quería que entendiera que no era la persona para él—respondió. Yuuri hizo una mueca y Viktor bajó la mirada levemente, con sus mejillas rojas—. Suena tonto cuando lo digo... Aunque creo que en realidad sí es tonto y sólo logré lastimarte...

—Ya te perdoné, Viktor—respondió—. Ya te disculpaste, no necesitas decir nada...

—No, lo tengo que decir—cortó—. Yuuri, no te... dejé porque no tuvieras oportunidad en el patinaje. Tú tienes tanto potencial, siempre lo tuviste. Participar tanto tiempo y no llegar a lo que llegaste hoy. ¿Por qué? No necesitas a nadie, no me necesitaste para ganar esto...

—Viktor

—Pensé que iba a empeorar las cosas para ti—siguió hablando el ruso—. Todos querían algo de mí, no sabía que debía hacer...

—¿Tú creías que quería algo de ti?—exclamó el japonés.

—No sabía qué hacer para ti.

—Sólo quería que fueras tú, idiota—respondió—. Yo no quería Viktor Nikiforov, el penta-campeón que puede tener lo que quiera. Yo quería conocer a Viktor, a ti. No me importa el dinero, la fama o las medallas de oro. Quería sentirme como un igual junto a la persona que más admiraba.

—Yo nunca te vi como alguien inferior—comentó el ruso. Tomó el rostro de Yuuri para que lo mirara a los ojos. Sabía que en cualquier momento sus brillantes orbes chocolate iban a dejar caer lágrimas—. Nunca quise lastimarte. Y jamás podré disculparme de la forma en la cual quisiera hacerlo. Nunca... nunca he sabido como disculparme con alguien, tampoco sé cómo evitar que alguien llore. Pero quiero intentarlo esta vez.

Yuuri sintió sus ojos arder, necesitaba desviar la mirada. El licor agudizaba parte de sus sentidos. La felicidad se convirtió en un sentimiento agridulce, estaba recibiendo lo que quería, pero no sabía cómo cargar con sus sentimientos.

—Perdón—dijo antes de abrazarlo, cuando sintió que él tampoco podía observar al japonés. Frente a él estuvo por prolongados segundos la figura del muchacho que extrañó en su estadía en Rusia—. Si quieres alejarte de mí, hazlo. Si no me quieres volver a ver, no lo hagas. Pero no te retires del patinaje, Yuuri.

El ruso abrazó con más fuerza a Yuuri. El chico de cabellos oscuros se aferró al mayor.

—Viktor... ¿Elegiste a Yurio porque pensaste qué iba a ser lo mejor para mí?

—La primera semana en Rusia fue lo peor... No podía dormir cuando pensaba en ti. Nunca podré recompensar todas las lágrimas que te he hecho llorar...

—No digas más... está bien—habló Yuuri—. Está bien, Viktor, para, por favor.

—Lo siento...

Quiso responder a las últimas disculpas, pero en lugar de eso solo puso guardar silencio. Viktor se quedó quito, abrazándolo con un leve temblor mientras repetía una y otra vez disculpas, una por cada vez que había que había soltado Yuuri, esperando que fuera suficiente para apaciguar parte de la culpa que consumía su corazón.

Yuuri se mantuvo apacible. Cada palabra que decía Viktor lo reconfortaba. Lo que decía, el tono de su voz quebrada y la mirada con la cual lo observó antes de abrazarlo le daban pruebas suficientes para asegurar aquello que sabía de antemano. Viktor estaba completamente arrepentido, y él mismo no se podía perdonar.

La frente contraria se pegó a su hombro una vez que sus palabras cesaron. Pasó sus dedos por los cabellos contrarios, en una suave caricia. No sentía enojo o tristeza, el peso sobre sus hombros había terminado de disiparse hasta dejar el sentimiento como un pasado y amargo recuerdo.

Después de eso se quedaron para observar unos minutos el paisaje, sin intercambiar miradas. Viktor lo abrazaba, pasando su brazo por encima del hombro contrario y Yuuri apoyando su cabeza. Cuando se marcharon la ciudad permanecía despierta al ser un sábado.

A Yuuri no le importó donde estuviera o si en el banquete brillaban por su ausencia. El ruso lo invitó a un lugar de aspecto agradable que tenía música y lo invitó a comer y beber mientras seguían hablando.

La presencia de Viktor seguía siendo tan irreal y encantadora como la primera vez que se vieron en Hasetsu. La copa de vino tenía en sabor agradable que quemaba su garganta y la comida extranjera tenía un sabor exquisito.

—¿En qué piensas, Yuuri?

—Pensaba en el sabor del vino—dijo antes de soltar una risita. Viktor lo inspeccionó unos segundos, supo de inmediato que ninguno estaba en buenas condiciones. Fue una mala idea beber vino después de salir del banquete bebiendo champaña.

—¿Recuerdas todo el banquete del año anterior?—preguntó Viktor, pensó que era más fácil que Yuuri respondiera de esa forma.

—Sí, creo que recuerdo todo—respondió, pasando un dedo por el borde de la copa casi vacía.

—¿Cómo es eso posible? Chris me dijo que no lo recordabas...

—Estaba intentando dormir, y cuando lo hice pasaron muchas imágenes raras en mi mente—respondió, su voz comenzaba a sonar diferente, alargando algunas palabras—. Pensé que no era nada importante, pero luego me di cuenta que eran recuerdos. Concordaba con lo que me contó Chris.

—¿Y no crees que fuiste influenciado con lo que él te mostró?

—No—negó el japonés con la cabeza repetidas veces. El gesto sacó una sonrisa en Viktor, aquella que escondió de inmediato—. Tuve recuerdos de otras cosas que olvidé. Como aquella noche en Rusia, cuando estuvimos en la discoteca.

Viktor frunció ligeramente sus cejas, lo único que sabía de esa noche era lo que salió en la prensa. La imagen de Yuuri besando a otras personas seguía molestándolo, pero en vista de ser su culpa, no sintió el derecho de enojarse por lo que estaba diciendo.

—Y una cosa más...

—¿Qué cosa?

—Cuando hablé contigo mientras bailábamos—respondió Yuuri—. Reaccionaste cuando te hablé.

—Pudo ser un simple impresión...

El japonés dirigió una expresión seria a su interlocutor, provocando inquietud en el mismo. Yuuri sabía que sus palabras se estaban tornando incoherentes y que necesitaba llegar a su habitación para dormir. La visión, aun con sus lentes colocados, estaba ligeramente difusa. No obstante, prefirió demostrar su molestia ante las constantes negativas de Viktor

—¿Entonces no te pedí ser mi entrenador?—preguntó directamente.

—Lo hiciste...

Yuuri lanzó una sonrisa satisfecha cuando lo escuchó.

—Entonces recuerdo todo.

—Algo debería estar incorrecto...

—No, no lo está.

La insistencia de Yuuri terminó por convencer a Viktor de que Yuuri se encontraba demasiado terco para conversar con él. Sonrió, pagando la cuenta del restaurante y ayudando al japonés a guiarse en el camino, para su sorpresa, caminaba bien aunque se encontraba desorientado.

—Creí que no podías caminar...

—Estoy conscientes, conozco mi límite—respondió el chico de cabellos oscuros, colocando un pie frente al otro mientras caminaba.

—Será Mejor que regresemos al hotel, si sigues así no podrás levantarte en la mañana—habló Viktor, tomando a Yuuri por los hombros para después llevarlo. El japonés no se opuso y fue junto a él a las habitaciones.

Pasaron por los pasillos y Yuuri respondió cuando Viktor le preguntó por el número de su habitación. Sin embargo, al llegar, Yuuri revisó en sus bolsillos un par de veces antes de percatarse de que no llevaba las llaves de la habitación. Phichit era quien las tomó y no sabía en donde se encontraba su amigo.

—¿Sucede algo?

—Phichit tiene las llaves—respondió Yuuri, sacando su teléfono celular para llamar a su mejor amigo. El ruso esperó paciente, escuchando en repetidas ocasiones el timbre del celular antes del sonido de una llamada no contestada.

El asiático suspiró, pasando las manos por su cabello. Se arrepentía de no pedir las llaves antes de salir del salón, pero se había dejado llevar por el momento y se marchó sin decir nada.

—No contesta...

—¿Estará en el salón aun?

—No lo sé, ¿crees que venga pronto?

—Depende de él, no conozco a tu amigo, pero si se lleva bien con Mila y Chris... lo dudo.

Yuuri suspiró, arrimándose junto a la puerta, cerrando sus ojos y pegando su cabeza contra la superficie. El ruso notó el aire desanimado del menor y se colocó a su lado, esperando que fuera el japonés quien hablara primero

—Mi última noche aquí y estoy esperando que regrese mi mejor amigo con la llave del cuarto...

—Bueno... yo estoy aquí...

Las palabras llamaron la atención de Yuuri. Vio a VIktor, sentado a su lado. Los mechones desordenados de su cabello, la expresión cansada pero pacífica y la manera en la cual su ropa yacía arrugada. Por la falta de atención que le dieron a sus cosas las chaquetas de ambos probablemente iban a pertenecer a la basura o a una caja de objetos perdidos a la mañana siguiente.

Más allá de eso, él se encontraba a su lado, aguardando a que llegara Phichit.

—Viktor...—llamó Yuuri. Los cristales azules se enfocaron en él en afonía, contemplándolo a la espera de lo que fuera a decir. El ardor en su rostro se hizo presente y se relamió los labios. Con cuidado, retiró los lentes de su nariz, llevándolos en su mano—. ¿Aun quieres besar el oro?

La pregunta confundió a Viktor, pero creyó entenderlo por las acciones del japonés segundos antes de soltar las palabras. Con los sentidos agudos y la cabeza llena de ideas, Yuuri pasó sus brazos por encima de los hombros contrarios.

—Espera...

—¿Besarías el oro, Viktor?—preguntó Yuuri. El aliento sobre sus labios erizó su piel con una tentadora oferta. Una de sus manos buscó la cintura ajena, queriendo juntarlo, otra de sus manos acarició el rostro ajeno, sabiendo que debía alejarlo.

—¿La medalla o el campeón?

—¿Existe alguna diferencia?—cuestionó Yuuri, juntando su frente a la ajena. Su cuerpo reaccionaba con calor y sus brazos se mantenían sosteniendo la cabeza y espalda de Viktor para que no se separara. La lucha interna del ruso por alejarse comenzó a perderse cuando escuchó la risa del japonés.

—Sí... Porque yo no quiero la medalla, quiero al campeón.

—Ya lo tienes...—murmuró Yuuri antes de sentir que ambos se acercaban al mismo tiempo para juntarse en un beso. Viktor lo juntó y sintió los labios ajenos moverse sobre los propios con ímpetu, sensación que erizó su piel y lo hizo reaccionar al instante.

Hundió sus dedos en el cabello ajeno, con sus ojos cerrados. En ocasiones movían la cabeza de un lado a otro mientras seguían y regresar al principio. La humedad en sus labios se abrió en un espacio que lo hizo temblar y aceptó antes de percatarse de que se encontraba pasando sus manos con desesperación por el cabello y cuello ajeno.

Se sentía diferente de otros besos. No era como el que se dieron en Hasetsu—aunque era parecido—, tampoco era uno como los que tuvo en sus momentos de quiebre y exceso de confianza.

Se separó, aun con la cercanía de sus rostros, el temblor de sus piernas y el calor de su pecho. Yuuri encontró que la falta de distancia entre ellos le gustaba más de lo que imaginaba.

—¿Puedo quedarme en tu habitación?—preguntó Yuuri, la pregunta salió de sus labios antes de poder pensarlo.

El ruso lo miró por varios segundos, su respuesta no llegó rápido, parecía que sus pensamientos flaquearon por instantes. Lo vio regresar su mirada por el pasillo, como si esperase evitar contestar. Finalmente, lo observó afirmar con la cabeza un par de veces.

Yuuri no supo que era lo que esperaba.

Hola UwU

Pues sí, otra actualización porque Melpómene se lo merece y ustedes más.

Jajajaja :v algunas creyeron que Yuuri había perdido, me reí de eso (Sí, tengo un gusto culposo, me gusta dejar las cosas en una buena parte y también me rió cuando se desesperan... Pero eso es cosa de todos los escritores uwu).

Cualquier cosa que vaya a pasar, por favor, no me maten. No me gustan las cartas de amenaza uwu

Se supone que iba a ser menos, pero me ha quedado más largo este capítulo, aparte de que creí que lo que saldrá en el próximo capítulo iba a suceder en este pero no e.e Siempre me pasa que extiendo todo... En fin.

Gracias por leer :3

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