Capítulo 18

La mañana siguiente despertó, después de sus pocas horas de sueño, con una energía inesperada. El cielo despejado y el olor del agua salada de las costas le daban la impresión de estar de regreso en Hasetsu después de desaparecer en Tailandia.

Antes de que Phichit despertara tomó una ducha para correr temprano y despejar sus pensamientos. A su mente llegaron pensamientos de cómo comenzó todo. El día en el cual Viktor se encontraba en las aguas termales ofreciendo mucho más de lo que Yuuri creía poder lograr. Al final, los recuerdos de su mente le decían que no estuvieron juntos únicamente en Hasetsu o unos breves segundos en los cuales lo confundió con un simple fan.

Sonrió, recordando los buenos momentos que pasó en esos meses. Debía despedirse del patinaje también de Phichit. Su boleto de regreso a Japón fue comprado desde el momento en el cual decidió volver a casa. Pensó con muchos meses de anticipo aquella decisión, porque debía ser la más importante en su vida. Aquel iba a ser el último día de su vida como patinador y después de eso se dedicaría a otra actividad.

Vio la pantalla de su celular, era hora de que regresara al hotel y se preparara para su último día.

Cuando regresó al cuarto del hotel, Phichit tenía sus cosas preparadas y lo observaba con una radiante sonrisa. Luego de unos minutos y desayunar algo que pidieron a la recepción.

Más tarde, se dirigieron a la pista de patinaje. Hablaron varias veces con reporteros y algunos fanáticos que encontraron el camino. Con nervios, Yuuri salió más tarde para tomar algo de aire antes de la presentación.

La pista se llenaba de personas mientras que en los pasillos internos se encontraban los patinadores junto a sus respectivos equipos. Sabiendo cómo se iba a presentar cada quien. Él había sido el primer lugar en el programa corto, por lo cual sería el último en presentarse. Debajo de su uniforme se encontraba el traje y miraba a los demás patinadores prepararse.

Con algo de curiosidad, observó que Yurio no se encontraba entre la multitud. Tampoco estaba Viktor, en lugar de eso estaba Yakov con un semblante serio, esperando en un lugar sentado. Se preguntó si quizá se había retrasado, pero dudaba que el duro entrenador ruso permitiera que esa clase de situaciones sucedieran.

Miró a su mejor amigo, él se encontraba mandando mensajes y pudo distinguir que comenzó a iniciar una conversación con Mila antes de sacarse fotos. Lanzó una pequeña sonrisa antes de dar la vuelta para salir en busca de los rusos.

Buscó en el lugar que sería más obvio, la parte en la cual las personas no iban a estar y podrían tener algo de espacio. Quiso saber si sus palabras afectaron al adolescente e iba a hacer su mejor esfuerzo esa noche o si más bien fue un detonante para empeorar las cosas.

Entonces, cuando salió por las puertas, escuchó una leve conversación que lo paralizó. Se escondió casi de inmediato, esas dos voces las podría haber reconocido donde fuera. Se volteó ligeramente para ver a Yurio frente a Viktor. La situación tenía un aspecto serio, más que nada porque el rubio se encontraba callado, en una gran contemplación a la persona frente a él.

—Al finalizar el programa libre, quiero que dejes de ser mi entrenador. No lo quiero más—habló Yurio—. Ya no tienes ninguna obligación conmigo. Yo... por mi culpa sucedió esto.

—No, no es así, Yurio—respondió de inmediato Viktor—. Fue mi culpa. Y si eso es lo que quieres, está bien. En verdad, no voy a negar tu petición.

—Lamento lo que ha sucedido...

—No hay nada que se pueda hacer por resolverlo—comentó Viktor—. Eso ya sucedió.

Yuuri sintió pena. Esa era una conversación que no debía escuchar. Aun cuando podía estar involucrado en cierta medida. Escuchaba la voz apagada de los rusos y un sentimiento de lastima y nostalgia llegaba a él.

—Es mi culpa—volvió a decir Yurio, esta vez habló antes de que Viktor replicara—. Tal vez sólo tuve mucha fe en creer que podías quererme...

—Te quiero—cortó el mayor—. Pero no de la manera que quisieras...

Antes de escuchar algo más, Yuuri prefirió marcharse y permitir que terminaran su conversación con tranquilidad. Esperaba que no se hubieran percatado de su presencia.

Una vez que regresó, se colocó nuevamente la música de su presentación. Intentó recordar o que tenía en mente en un principio. Debía encontrar los sentimientos apropiados para su presentación.

Al ver las intenciones que Yuuri tenía, nadie se acercó al japonés para que de esa manera pudiera ser exitosa. Debía evocar recuerdos nada dulces, se suponía que ese era el objetivo de su presentación. El amor en un punto trágico, lo podía lograr por los sentimientos guardados, pero después de esas últimas horas en Barcelona la mayor parte de ellos se habían marchado.

Entonces, miró de reojo a Yurio. Él tenía un destello de tristeza en sus ojos, pero también parecía más enfocado que el día anterior. Esa clase de mirada se le hizo familiar, así que una idea pasó por su cabeza. Él debía poder trasmitir sentimientos, aquellos que lograba sentir.

Con esa idea en mente, se dispuso a observar la demás presentaciones en tranquilidad. Los demás patinadores parecían algo distraídos, pero se sorprendió cuando vio que la presentación de Yurio salió mejor de lo esperado, posicionándolo en un primer lugar.

Los nervios llegaron repentinamente. Su estómago se revolvió ante la idea de perder una vez más y en su último año compitiendo. Cuando Phichit se presentó fue aún más latente ese sentimiento de nervios, su amigo estaba en realidad, mucho más relajado que él. Lo único que pudo hacer fue colocar una mano en su hombro y afirmar con la cabeza para que pudiera entrar a dar su presentación.

Tragó con dificultar. Tenía una gran ventaja en el programa corto, con su record impuesto tenía a oportunidad de posicionarse en un lugar más alto que todos los demás.

Se deshizo de la chaqueta y observó la pantalla. El puntaje de Phichit se encontraba alto, pero no llegó lo suficiente para sobrepasar a Yurio. Su programa libre fue impecable y había logrado un puntaje sobresaliente del mismo.

Entonces, escuchó su nombre proveniente de los parlantes. La mención hizo que los nervios recorrieran su cuerpo. Antes de entrar dio un rápido vistazo a su mejor amigo, quien se había asegurado un lugar en el podio. Sólo faltaba él.

Al entrar pensó en ese momento. Las personas desde sus lugares, el sonido de los aplausos, los carteles, Minako y su hermana en las gradas, dando apoyo. Su último programa libre.

Rememoró los sentimientos para dar una nueva presentación. Utilizó las dudas que tenía y pensó en su propia tristeza. Realizó la misma rutina que practicó en Tailandia y repasó los gestos y la manera en la cual intentaba trasmitir su mensaje. Silenció el bullicio de las personas que lo observaban.

Se preparó para sus saltos y los realizó todos a la perfección, respirando profundo cuando estuvo cerca de fallar uno de ellos. Sin embargo, no fue de su importancia. Se dedicó a disfrutar de los escasos segundos que tenía en el hielo.

Cuando la música terminó, levantó su mirada para observar a su alrededor. Respiró agitado, irguiendo la espalda. El lugar por el cual debía regresar estaba ocupado con Celestino y Phichit, quienes aplaudían mientras estaban sonriendo.

Sin embargo, no pudo responder el gesto de la misma manera. Yuuri sólo podía observar a los alrededores como si hubiera despertado de un sueño. Pero la pantalla de gran tamaño mostrando los lugares no era un sueño, era la realidad.

Sintió sus piernas débiles y se dejó caer sobre ellas, descansando, mostrando una clara debilidad en ese momento. El hielo frío no lo molestaba, al contrario, lo ayudaba a entender que no estaba dormido y que el marcador no era una broma.

Antes de notarlo, la sonrisa estaba formando en sus labios y sus ojos humedecidos dejaban soltar lágrimas saladas, cayendo como pequeños y delgados hilos trasparentes. Escondió unos segundos su rostro entre las manos, encontrando el oxígeno que le hacía falta.

«Yuuri Katsuki obtiene un puntaje de 315.97, posicionándose en primera posición.»

—¡Yuuri!—una voz exclamó y el japonés buscó con la mirada a Minako, la encontró con sus ojos llenos de lágrimas, apretando la tela entre sus dedos. A su lado estaba Mari, conmovida como el resto de las personas.

Finalmente pudo levantarse, dirigiéndose a la salida de la pista para encontrarse con su equipo. Fue recibido por un abrazo, escuchó diversas palabras para felicitarlo y más de un halago.

Pararse en el podio con Phichit a su lado fue una sensación de euforia total. Veía los flashes de las cámaras y miró el brillante objeto colgando en su cuello. Tuyo que repasarlo varias veces, sin poder creer que su mayor deseo se encontraba en sus manos.

Miró a Phichit, quien sonreía mientras sostenía la medalla de bronce, orgulloso de su trabajo.

—¿Así que el podio?—preguntó Yuuri, el tailandés soltó una risa, afirmando con la cabeza. Le extendió la mano para darle un lugar junto a él, y su mejor amigo aceptó el gesto.

Una vez arriba dirigió su atención al chico que estaba en el segundo lugar. No estaba sosteniendo su medalla, en lugar de eso permanecía en un solo lugar, con un semblante incluso decepcionado. Muchas ideas pasaron por la mente de Yuuri, pero sólo se le ocurría una cosa que podía hacer con el muchacho ruso en ese momento.

—Yurio.

El mencionado los miró notablemente incómodo con su presencia. La postura de Phichit hacia él fue desde un principio algo distante y tosca por el hecho de los conflictos que existían entre los patinadores que compartían nombre. Yuuri extendió su mano hacía el ruso, invitándolo a ocupar un espacio del lugar.

—No, no quiero—negó el rubio, haciendo una mueca—. Es su lugar.

—Deja esa actitud y sube—respondió Phichit antes de que el japonés pudiera hablar—. Es el momento de todos, te has ganado ese lugar.

El rubio lo miró incrédulo, buscando una respuesta al cambio de actitud del tailandés. Yuuri rió un poco antes de tomar la mano de Yurio cuando este la levantó ligeramente, inseguro de seguir. De la misma manera, Phichit lo ayudó a terminar en el mismo lugar.

Posaron para unas cuantas fotos antes de tener algo de tiempo. Phichit tomó varias fotos con su celular, de ellos tres y otras tantas con diferentes patinadores. Después de vivir tanto tiempo con Phichit, sin contar el tiempo en el cual se fue de Detroit, lo había acostumbrado a todas las fotografías y demás.

—Yuuri.

El japonés miró a Yurio, quien le dedicó una sonrisa que nunca antes había visto.

—¿Si?

—Gracias...

Unicamente le sonrió. El enojo había desaparecido en su totalidad, veía a un chico, un amigo y otro competidor. Una vez que vio a Yakov alejarse y encaminarse al rubio, entonces pudo ver a los demás individuos. Entre ellos, distinguió los cabellos plateados de la leyenda viviente del patinaje.

Viktor le sonrió, sin acercarse a él. Y aunque él aplaudió varias veces y permanecía alegre, notó algo en sus ojos que le provocaba seguirlo.

No lo hizo.

Se vio frente al espejo, acomodando la corbata en su cuello. La misma apretaba con incomodidad, así que la desató para volver a formar el nudo. Pasó los dedos por su cabello, notando los mechones ligeramente más largos.

—¿Debería recordarlos?—preguntó para él mismo.

—Yo creo que se ve bien de esa manera—comentó Phichit a sus espaldas.

Yuuri dedicó una sonrisa a su amigo.

—Creo que ya es hora de marcharnos—dijo Phichit—. Por lo que me contó Chris, el año pasado fue muy divertido y no me lo quisiera perder.

—Olvida todo lo que hayas escuchado—respondió el japonés, sus mejillas se tiñeron de rojo, con mucha vergüenza.

—Bueno, la fiesta está por comenzar—habló Phichit.

—No estoy seguro si quiero ir...

—¿Vas a ir de nuevo con eso, Yuuri?—suspiró el tailandés, negando con la cabeza—. No puede ser tan malo. Además, es nuestra última noche en Barcelona, ¿la quieres pasar encerrado en un cuarto del hotel en lugar de una fiesta?

El japonés se volteó para verlo con una semblante cansado. Sin embargo, antes de decir algo Phichit se acercó, tomando los lentes del chico y colocándolos con cuidado en el puente de su nariz.

—Olvida lo que dije, mejor vámonos—dijo antes de que Yuuri contestara algo para no asistir. Sabía que su amigo no era el tipo de persona que disfrutara de los eventos formales, encima de eso, también sabía que él tenía miedo de ver a Viktor.

Él tomó las llaves del departamento, guardándolas en su bolsillo. Yuuri observó la pantalla de su celular y sonrió, supuso que era un mensaje de alguien importante. Por lo que supo, Minako y Mari iban a pasear por Barcelona la última noche, aunque era posible que entrada la noche llegaran al salón.

Tomaron un taxi para el camino y vio a Yuuri jugar con los dedos de sus manos, con claros nervios. No pudo evitar sonreír, ese chico era su amigo, el que conocía bien. Phichit pensó en cuanto iba a extrañarlo cuando éste regresara a casa, ya no tendría a un compañero con el cual hacer locuras.

Al llegar al salón, las luces brillantes y la cantidad de personas vestidas de etiqueta se le hizo familiar a Yuuri, mientras que Phichit se veía notablemente emocionado por el asunto.

Se adentraron al lugar, siento intervenidos inmediatamente por Mila, quien estaba hablando animadamente junto a Sala. Dio un vistazo al salón, observando en una esquina a los entrenadores hablar, a unos cuantos pasos de distancia, Yurio hablaba con el patinador kazajo y llevaba una sonrisa sincera en los labios. Se alegró por el adolescente, las cosas parecían marchar bien para él.

Pero aun buscando en todo el lugar, no encontró a Viktor. Suspiró, acercándose a la mesa en la cual las copas de champaña se encontraban arregladas. Una al lado de la otra, se aventuró a tomar una, intentando manejar la situación mejor que en veces anteriores.

Aunque sabía que Phichit estaba cerca y podía entrar en la conversación que sostenía con la pelirroja, prefirió marcharse y tomar aire. El día fue muy alegre y lleno de emociones, pero en ese momento deseaba tomar aire.

Pudo salir con una copa en su mano, el ambiente fuera del lugar era agradable. El clima templado no importaba mucho, porque el calor del licor dejando un calor en su boca y su garganta lo mantenía en buenas condiciones.

No supo cuánto tiempo estuvo parado en ese lugar, pero fue el suficiente para sentir sus dedos fríos y regresar al lugar en busca de otra copa que lo acompañara mientras pasaba el tiempo. Cuando estuvo por tomar una copa vio como otra se posicionaba frente a él. Miró el líquido dorado antes de levantar su mirada.

—¿Vienes con sed?—preguntó Viktor. El japonés tomó el recipiente cristalino.

—Algo así...—respondió, nervioso. Viktor llevaba un terno negro de buena calidad, no necesitaba mirarlo mucho para saber que él lucía bien. Se abstenía de hacerlo.

—No lo pude hacer antes pero...—comenzó a hablar el ruso. Yuuri intentó calmar el palpitar de su corazón cuando vio una sonrisa por parte del ruso—. En verdad estoy feliz por ti, felicidades por ganar el oro... Nadie se lo merece más que tú.

—Gracias por tus palabras, Viktor...—murmuró.

—De hecho había algo que quería preguntarte...

—¿Qué cosa?

El ruso observó a varios lugares, como si estuviera pensando sus palabras.

—La presentación... Quiero decir, la gala...—dijo, Yuuri creyó entender que era lo que estaba tratando de expresar Viktor—. ¿Fue otra presentación de Melpómene?

—¿Melpómene?—cuestionó el japonés. Sus dedos rozaron el borde de la copa, pensando en la pregunta. Él nunca había dicho sus pensamientos con respecto a las ideas que surcaban por su cabeza. Y veía a Viktor, dispuesto a escuchar lo que tuviera que decir.

Sintió que su mano era tomada con delicadeza.

—Quiero hablar contigo, pero siempre parece que algo sucede y nunca puedo hacerlo—dijo Viktor—. ¿Podrías darme una oportunidad para hablar contigo?

Yuuri afirmó con la cabeza, dejándose guiar por la mano del ruso a donde fuese que el mayor quisiera llevarlo. En el camino vio a Phichit, quien se mostró sorprendido cuando lo vio salir con él. Le ofreció una ligera sonrisa y su amigo afirmó con la cabeza en un gesto alegre.

La copa en su mano aún estaba llena, y sabía que estaban saliendo del salón. Yuuri creyó que quizá cometía un error, tal vez era una mala idea seguir a Viktor, pero quería hablar con él. Nuevamente, fuera del ambiente elegante del lugar, vio los ojos resplandecientes de Viktor brillar gracias a las luces externas.

Lo observó atentamente. Viktor seguía ejerciendo algo en él que lo obligaba a admirarlo. Pero sólo mientras el ruso no notara que estaba observándolo en sigilo.

—Creo que eso es lo más frustrante...—musitó Yuuri, sin embargo, las palabras llegaron a su interlocutor.

—¿De qué hablas?

—Cuando eliges un tema, piensas en algo que refleje las cosas que sientes. ¿No es así? Por ejemplo, cuando nos dijiste a Yurio y a mí que buscáramos que era Ágape y Eros para nosotros.

—Sí...

El japonés desvió su mirada ligeramente, con

—Viktor... Tú siempre fuiste mi Eros...—confesó Yuuri, intentando mantener sus nervios controlados. Sus dedos tocaron la mejilla contraria, acariciando con las yemas lentamente—. Tú siempre serás mi Melpómene.

—Yuuri...

—Al final, aunque no quería que me enlazaran contigo, todo lo que patinaba era pensando en ti. El tema, las rutinas, los entrenamientos... ¿Por qué siempre eres tú?

—¿No eres feliz?—preguntó Viktor, tomando la mano de Yuuri que aún estaba en su mejilla. Los dedos del muchacho de cabellos oscuros estaban fríos, pero parecían cálidos—. ¿No era este tu sueño? Este día demostraste ser un gran patinador...

—Bueno, tengo el oro. Y aun cuando me siento feliz por eso...—suspiró. Sus atención oscilaba entre el cada una de las facciones del ruso—. Yo obtuve también otro sueño en el camino, pero ya no sé si es bueno tenerlo...

—El oro no lo es todo...—habló Viktor—. Yo no he apreciado bien muchas cosas...

Yuuri sintió sed, vació la copa de sus manos para intentar calmarse.

—¿Extrañas el hielo?

—Cuando te veo patinar lo extraño—respondió con sinceridad—. La música, el amor por patinar...

—¿El podio?

—Me gustaba besar el oro—respondió con una sonrisa en un intento de alivianar el ambiente que había entre ellos. El japonés sintió el calor subir por sus mejillas e tuvo que separarse del ruso.

—¿Puedo decir otra cosa?

—¿Qué...?

—Me decepcionó un poco saber que no recuerdas nada de lo que pasó aquí... hace un año...—habló Viktor. Los orbes castaños se detuvieron en él, sintiendo su rostro pintarse de rojo cuando recordó las imágenes de sus sueños—. Creo que fue la noche más divertida de mi vida. Pasó mucho tiempo hasta estar tan feliz como ese día.

No respondió, esperaba que Viktor siguiera hablando. Sus palabras no le permitían pensar a fondo en la situación. Quería saber que era lo que pensaba el ruso de ese día.

—Siempre estuve alejado del resto de las personas, pensando que esa era la mejor manera de lograr el éxito—siguió hablando—. Pero fue divertido, estar contigo valió la pena. Sólo que ahora tú no recuerdas nada...

Yuuri reconoció la tristeza que había en Viktor. Sentía vergüenza de dar a conocer sus recuerdos perdidos. No sabía cómo decir lo que pasaba por su cabeza cuando recordaba haber bailado en un tubo tan solo con su ropa interior y corbata.

—Entremos...—murmuró Yuuri.

Después de eso no dijeron nada hasta entrar. A pesar de eso Viktor pasó junto a Yuuri, intercambiando varias palabras mientras hablaban con otros patinadores en el trascurso. No notó que entre más hablaban Mila volvía a servir en su copa.

—Yuuri—llamó Phichit, llamando la atención de su mejor amigo. Notó por su mirada que aún se encontraba estable, pero que estaba cerca de pasar su límite de alcohol en el cuerpo—. ¿Solucionaste las cosas con Viktor?

—¿Solucionar? No sé si cuenta—respondió—, pero él ya se ha disculpado. Yo... quiero decir tantas cosas.

—Pues ve.

—¿Qué?

—Bueno... antes de arreglarnos para el banquete me contaste lo que sabías del año pasado—habló Phichit—. Tal vez deberías intentar hablar, el vuelo es en la mañana.

—¿Quieres decir?

—Es mejor decir adiós con respuestas.

Yuuri sonrió. Su amigo tenia ideas muy claras. Observó el líquido dorado en su mano, recordaba haberlo tenido antes y los resultados que obtuvo de la misma. Sin embargo, sólo bebió una última copa antes de ver a Viktor. El ruso le debía respuestas y él, tenía que confesar un par de cosas antes de volver a Japón.

Hola :33

Estaba atascada con la historia y no, no era por falta de ideas, es solo que cada vez que escribía lo borraba porque me quedaba horrible. No soportaba ver esa calidad.

En fin, estamos cerca del final, cada capítulo más cercas. Atención con el siguiente capítulo.

Gracias por leer u.u

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