Capítulo 17
El programa corto finalizó dando sus resultados antes de la presentación final. Viktor se encontraba entre la cantidad de personas que observaban el espectáculo con un gesto de seriedad. Por un lado, tenía a su cerdito alegre junto a su mejor amigo, ignorando cualquier rastro de su existencia pese a lo que pasaron la noche anterior.
Por otro lado tenía a Yurio. Él se encontraba perfectamente callado mientras guardaba sus cosas. Su ánimo decaía con una impresionante velocidad. Por más que intentó saber que ocurrió la noche anterior, Yurio se negó a decírselo hasta que terminara el programa corto.
Eso fue algo que no entendió, sin embargo, prefirió seguir los deseos de adolescente que se había portado muy amable con él después del problema de prensa que tuvo Yuuri.
No hicieron comentarios más que los necesarios y se retiraron del lugar para ir al hotel en el cual se hospedaban y dejar las cosas más claras entre ambos.
En silencio, Yurio le sirvió un vaso con agua fría después de salir de una ducha. Su cabello largo se encontraba ligeramente enredado y sus ojos verdes estaban concentrados en su teléfono celular.
—¿Hablaste con el cerdo?—preguntó sin rodeos, Viktor no se sorprendió, puesto que estaba acostumbrado a la actitud directa y precisa del rubio.
—Sí, lo hice—respondió.
—Y supongo que lo hiciste bien, ¿no? Porque él está en tus brazos sonriendo alegremente...
Viktor no respondió, sabía que el hada rusa tenía razones para estar enfadado con él. Después de todo, en Rusia él había declarado su derrota ante Yuuri y se dispuso a ayudarlo. Eso no significaba que no existiera resentimiento por el pasado, pero de igual manera Yurio intentaba reparar las cosas de alguna manera.
Aunque una competencia de fotos y llevar al límite de su paciencia a Yuuri no había sido la mejor forma de lograrlo. Él los había destrozado moralmente a ambos, les dijo lo que opinaba y se marchó para después celebrar por tener su primer lugar en la primera etapa del Grand Prix.
Ninguno lo culpaba, porque las cosas les quedaron muy claras después de una conversación que tuvieron con Chris. Él fue demasiado severo con ambos. Viktor no recordaba alguna ocasión en la cual él le hubiera hablado con tanta seriedad e ira contenida.
Al parecer se había juntado con Phichit la tarde en la cual el tailandés buscaba a su mejor amigo. Ambos hablaron y fue Phichit quien decidió hablar acerca de los arduos meses de Yuuri en su soledad en Japón.
Después de enterarse de lo sucedido el suizo no se contuvo de ir a poner en su lugar a Viktor. Podían ser amigos, rivales y también tenerse un gran grado de respeto que debía evitar que se entrometiera en asuntos que no le correspondían, sin embargo, lo hizo.
Aún tenía las palabras de Chris firmemente estancadas en su cabeza.
—¿Es así como correspondes el amor, Viktor?—siseó molesto—. Por Dios, creí que eras otro tipo de persona. ¿Tienes idea de lo destrozado que estaba en realidad Yuuri?
—Nunca supe que pasó ahí.
—Te diré que pasó—habló con una mirada afilada—. Casi le cuestas su carrera a Yuuri. Se esforzó para poder complacerte aunque no estuvieras y encima de eso, decidió dejar el patinaje. Tú mataste su amor por algo que llenaba su vida.
—¿A qué te refieres?
—A que es hora de que soluciones las cosas—respondió—. Le pedí a Yuuri que escuchara lo que tenías que decir, pero no vale la pena si vas a arruinar las cosas una y otra vez.
—No sé cómo podría solucionar las cosas, he arruinado tanto todo que esta vez no tengo idea de cómo solucionarlo.
—Te diré como... sé sincero—habló, esta vez con una voz fraternal—. Es hora de que digas todo lo que debas decir. Él quiere una explicación de lo que pasó ese día. Hiciste algo más que irte, le hiciste pensar que no servía para la segunda cosa que más amaba en el mundo.
—¿La segunda cosa?
—La primera eras tú...
Chris fue quien lo grabó y ayudó a sacar a las personas de la pista para poder imitar las coreografías de Yuuri. El resto prefería observar a lo lejos sin mencionar nada, salvo la novia de J.J, quien dijo algo parecido a: "Que romántico", antes de alejarse con su novio. Ellos observaron atentamente junto a otros individuos que estaban de sobra.
Porque en ese momento no importaba quienes estuvieran mirando. Él debía patinar, aunque su corazón estuviera roto, aunque no se sintiera capaz, debía patinar para Yuuri.
Así que lo hizo de esa forma, patinó para aquel chico que extrañaba tanto. Esa era su forma de decir que estuvo pensando en él, que vio cada uno de sus programas. Vio esos vídeos tantas veces que sabía a la perfección los movimientos de Yuuri, los tiempos, las facciones de su bello rostro distorsionado con una expresión solitaria y triste.
Esa era la única forma que conocía para expresar lo que sentía, patinando para él.
Cubrió su rostro con las manos, todavía podía sentir los labios de Yuuri sobre los suyos y su voz diciéndole que era un idiota y que no se le ocurriera seguirlo.
¿Yuuri iba a dejar el patinaje? ¿Se había cansado de lidiar con las mismas personas?
Una vez que la copa terminara y si él decidía no continuar con su carrera no iba a existir una razón por la cual encontrarse. No habría excusas de competencias ni mucho menos. Él se iría sin decirle nada, porque no eran nada para que el japonés fuera a explicarle a donde iría y que iba a hacer de su vida.
—Él te sigue queriendo—habló Yurio con su voz apagada—. Y su mejor amigo te detesta tanto, pero desea mucho más la felicidad del cerdo. No va a dudar en alejarte si cometes un error más.
—Mañana es la final, Yurio, deberías preocuparte por tu presentación—habló Viktor, quería comportarse como el entrenador que se suponía, debía ser. Aunque era Yakov quien en realidad era el entrenador de Yurio.
—Solo queda la presentación y el banquete—habló el rubio—. No quiero que lo siguas arruinando. Si vas a abandonar Rusia o el patinaje después de esto trata de no verte tan miserable.
El rubio se levantó del lugar frente a Viktor, dando la vuelta sobre sus pies antes de escuchar la voz del mayor.
—Yurio...
—¿Qué quieres?—preguntó de mala gana. Se volteó y sintió unos brazos envolverlo en un abrazo reconfortante que lo dejó estático.
—Lo siento—se disculpó—. Se supone que estaba aquí para ayudarte, pero en lugar de eso todo se desmoronó. Te lastimé, lastimé a Yuuri, me hice daño a mí mismo y puse todo de cabeza pensando en que era lo mejor para todos; pero en realidad no pregunté cómo debían ser las cosas en realidad.
Yurio escuchó en silencio, era difícil asimilar todas las palabras. Cuando vio a Viktor llorar a las afueras de la pista de patinaje y fue a abrazarlo se había dado por vencido, o al menos eso creyó, pero hablar con Yuuri terminó por convencerlo.
El japonés tenía razón, debía dejarlo ir. Él sabía que Viktor estaba arrepentido de sus acciones y no deseaba permanecer en Rusia por más tiempo.
Después de verlo tan destrozado por aquel cerdito prometió intentar hacer lo que fuera para demostrar que el japonés seguía enamorado de Viktor. Porque el mayor lo sabía, pero se negaba a aceptar que aún existía una parte de Yuuri que estaba dispuesto a perdonarlo.
Ese tipo de cosas eran las que pasaban cuando dos idiotas de enamoraban sin remedio.
Era difícil tener a la persona que le gustaba enamorado de una persona que consideraba un digno rival y que al mismo tiempo admiraba. Las cosas que decía era una forma de poder sobrellevar la carga de emociones que lo embargaban cuando se daba cuenta que Yuuri era lo mejor para Viktor.
—Olvídalo de una vez, idiota—habló Yurio, respondiendo el abrazo a medias—. Es hora de que seas egoísta y busques lo que quieres en verdad. Yuuri me lo dijo...
—¿De qué hablas?—preguntó Viktor, separándose del adolescente para mirarlo confundido.
—Se va a retirar una vez que termine el Grand Prix. Si quieres una oportunidad... ahí tienes una—. Yurio desvió la mirada cuando se encontró con un Viktor estupefacto—. ¡No me mires así idiota! Haz caso a lo que digo y deja de joder con tu presencia.
Una vez dicho eso dio la vuelta y siguió caminando. Fue firme en cada uno de sus pasos, porque no se podía dar el lujo de flaquear. Lo había decidido, por el bien de todos era tiempo de hacer las cosas correctas.
En la habitación se encontraba acostado y cansado. Llevaba una hora sin poder conciliar el sueño luego de las emociones más alegres que había tenido era tarde. Más que eso, entre sus dedos reposaba un aquel cristal de color oscuro que había observado en silencio muchas noches sin entender que quería Viktor.
En su mente todo estaba tan fresco, ver a Viktor patinar sus coreografías lo sorprendió. En esa ocasión, cuando lo pensaba a detalle, sentía que su pecho dolía en una fuerte contracción y su estómago daba vueltas como un tonto.
La silueta de Viktor destrozado era muy triste, pero verlo seguir su coreografía era algo que lo alegraba al mismo tiempo. Era como recordar viejos tiempos, como cuando patinó Stammi Vicino y terminó por llamar la atención del ruso. Como si los papeles se hubieran invertido, ahora era Viktor quien lo imitaba.
Apretó el collar antes de cerrar sus ojos. Repasaba una y otra vez el sentimiento de los labios de Viktor sobre los suyos. No eran iguales a los de otra persona.
Los besos de Viktor eran exactamente eso, eran suyos y nadie en el mundo podía imitar la cantidad de emociones y sensaciones que lo embargaban. Ni siquiera uno de los besos apasionados de Seung-gil lograba estremecer su cuerpo como un casto beso de Viktor.
Respiró profundamente.
Extrañaba a Viktor.
Aunque estuviera evitando encontrarse con él por cuestiones de la competencia y no perder su objetivo, aun deseaba estar cerca de él. Pero sus decisiones estaban tomadas, ya todo estaba preparado para tomar el primer vuelo que lo llevara a Japón a la mañana siguiente del banquete.
—¿Yuuri?—escuchó la voz de Phichit llamarlo suavemente—. ¿Sigues despierto?
El japonés se sentó en su cama, divisando a su amigo entre las sombras del lugar con algo de dificultar puesto que no llevaba sus lentes.
—No puedo dormir...—respondió—. ¿Tú tampoco o acabas de despertar?
—Desperté—respondió—. Creo que estoy mucho más nervioso de lo que pensaba... O tal vez es sólo impaciencia, ya sabes... mañana es la final...
—Los meses pasaron muy rápido—dijo Yuuri, mirando el techo mientras recordaba los meses que pasó en Tailandia—. A veces siento que todo esto fue un sueño, han pasado demasiadas cosas.
—Supongo que eso sucede cuando la vida de alguien da giros inesperados—habló Phichit—. Y... ¿te irás a la mañana siguiente del banquete?
—Sí, es tiempo de regresar a Japón—respondió—. Me has ayudado demasiado y creo que necesito volver.
—Aun puedes regresar conmigo a Tailandia—se apresuró a decir Phichit. Por un momento notó que su voz delataba su mayor preocupación. No quería dejar que Yuuri se fuera, porque en el momento en el que él regresara a Japón su carrera como patinador iba a terminar.
—Voy a pensar la oferta—respondió el japonés con una sonrisa—. Por el momento hay que esperar a que todo salga bien mañana y... no sé, pensar lo mejor.
—¿Y qué harás con Viktor?
Yuuri guardó silencio, repasando en su cabeza los últimos acontecimientos.
—Nada.
—¿Qué quieres decir con nada?—habló Phichit con sorpresa. Por lo que entendía, pensaba que ellos habían arreglado las cosas.
—Estuve pensando mucho, Phichit—comenzó a decir Yuuri—. Y es que... No quiero ser yo quien siempre esté corriendo detrás de Viktor para que las cosas se solucionen.
—Yuuri...
—Tal vez soy yo quien hace esto más complicado, pero quiero algo de paz y tranquilidad—siguió hablando—. Vino en el momento equivocado a solucionar las cosas, justo cuando estoy en una parte importante de mi carrera.
—¿Lo dices por tu programa libre?
—Se supone que tengo que ser una musa trágica y en lugar de eso me encuentro suspirando por Viktor una vez más...
Hubo unos segundos de silencio. Phichit decidió darle su espacio de Yuuri, buscando las palabras apropiadas. Él nunca había pasado por una situación así, por ese mismo motivo no tenía palabras de consuelo para su mejor amigo.
—Será mejor que nos vayamos a dormir—habló—. Mañana es el gran día, debemos descansar...
—Eso creo... Buenas noches, Phichit.
—Buenas noches, Yuuri.
En el salón se escuchaba el tenue sonido de la música. Yuuri divisó a las personas, todas hablando suavemente, casualmente algunas risas llegaban a sus oídos.
Entre sus manos, una copa llena con el licor dorado y burbujeante terminó en sus labios. El sabor conocido en su boca y el ardor que dejó cuando resbaló por su garganta lo hizo sentir mejor. Así que volvió a tomar un poco más, sin notar el momento en el cual llevaba varias copas vacías sobre la mesa.
Luego, las imágenes estaban borrosas, pero poco a poco algunas imágenes se estaban aclarando. Vio a Yurio, no muy distante mientras realizaba distintos pasos de break dance. Escuchaba las risas, los comentarios y sus ojos ocasionalmente eran cegados por los flashes de las cámaras.
¿Y luego qué pasó?
Todo estaba en blanco, Yuuri sabía que estaba diciendo muchas incoherencias, pero no podía detener sus propias palabras. Se sentía mejor de esa forma, sin miedos, sin inseguridades, sin demasiadas cosas en las cuales pensar.
Sin miedo a hablar con Viktor.
Antes de darse cuenta estaba tomando la chaqueta de su terno, posicionándose como si fuera un torero. Y Viktor sonreía, colocando sus dedos como si fueran cuernos.
Él lucía radiante con esa sonrisa. Yuuri sentía que la presión y el sabor amargo de la derrota pasó a segundo plano en el momento en cual Viktor estuvo jugando con él. No había nada más que risas y buenos pensamientos.
Su mano era cálida como el verano. Sus ojos eran hermosos que diamantes. Su sonrisa era más brillante que estrellas. Viktor no era una un campeón y un Dios imposible de alcanzar; era un humano, el más hermoso que había tenido el placer de conocer.
De alguna manera había terminado bailando con él como si años tristes de su vida se hubieran reducido a ese único momento en el cual la felicidad parecía inagotable.
Sabía que su apariencia debía ser desastrosa. Con el cabello despeinado y la corbata amarrada a la misma. Sus pantalones estaban abandonados en alguna parte desconocida del salón. Su camisa estaba abierta y estaba mostrando más de lo que debía ser normal.
¿Entonces por qué sus ojos brillaban tanto? ¿Entonces por qué Viktor no apartaba la mirada con el resto de personas que estaban?
Él siempre hacía cosas que lo confundían.
Viktor y él bailando juntos, lo miraba sonreír mientras lo sostenía. Estuvo tan cerca, pero él nunca se había percatado de ello.
Tuvo a Viktor unas horas en la inconciencia de la noche. En un exceso de copas que lo hizo olvidar cualquier rastro de recuerdos que quedaron de su amado de cabellos platinos.
Él reía, él lo miraba, él lo observaba cuidadosamente sobre el montón de gente en el lugar.
Él lo miraba diferente.
¿Y qué pasó después de eso?
Se colgó de su cuello, soltó más palabras de las necesarias mientras se movía contra él como si fuera un niño. Su timidez había desaparecido, y mirándolo como el sueño inalcanzable que siempre fue, pidió.
—Be my coach, Viktor!
¿Él había llamado a Viktor? ¿Fue él quien habló con Viktor? ¿Hizo un trato para estar a su lado?
¿Viktor lo buscó después de marcharse a Japón?
Nuevamente todo estaba oscuro. Y escuchaba palabras en otro idioma susurrar contra su oído, como una suave caricia triste.
Todo se prendió. Ahora, las luces de la discoteca cegaban sus ojos de manera molesta. Sentía su cabeza dar vueltas mientras el piso bajo vibraba por el volumen de los inmensos parlantes colocados en las esquinas del lugar.
El sabor de unos labios conocidos, de la humedad de una boca que no era suya era completamente palpable. Era agradable, era fácil dejarse llevar por el dolor que sentía en su pecho; era más fácil permitir que las manos acariciaran su espalda que pensar en algo que tuviera sentido.
Embriagarse un momento en el calor ajeno antes de que su cuerpo rechazara algún toque más profundo. Uno que no deseaba y que no era tan satisfactorio como el más triste de sus besos.
Seung-gil era muy amable en hacérselo entender, al igual que Pichit.
Los minutos restantes de la noche estaban escapando de su mente.
Abrió sus ojos con su respiración ligeramente agitada. Su corazón latía con fuerza, sintiendo un punzante dolor en su pecho que lo estaba desgarrando de manera poco placentera.
Buscó aire, todo el que sus pulmones pudieran recibir para ser capaz de percatarse de sus propios sueños. Cada cosa fue tan real que podía identificarlo como reminiscencias expuestas de manera repentina. Era algo que estaba intentando recordar desesperadamente.
—El banquete del año pasado—murmuró para él. Intentando recordar las imágenes que Chris le había mostrado hace menos de una semana—. Yo... bailé con Viktor.
Su mente se comenzó a aclarar, enlazando las fotografías con su reciente sueño. No supo si era a causa de una influencia indirecta o si era la realidad; pero la risa de Viktor en su cabeza se repetía como un viejo disco rayado, provocando su corazón latir.
Yuuri cubrió su boca con una mano antes de pasar otra por sus cabellos oscuros. Había tenido el más grande de los descubrimientos en una de sus noches más turbias.
El japonés estaba recordando todo lo que vivió en el banquete del año pasado.
—¿Cómo pude olvidarme de algo así?—musitó. Debió ser una de las noches más importantes en su vida y ni siquiera podía recordar cómo llegó a su habitación esa noche.
Viktor cumplió su promesa. Él lo había buscado para ser su entrenador—quitando el desenlace den Onsen—, eso significaba que Viktor, a pesar de ser alguien olvidadizo no se había olvidado de esa noche.
Él estaba en la mente del ruso desde hace mucho antes de encontrarlo en las aguas termales. Viktor no fue quien llegó de la nada, de alguna manera había logrado traerlo a su país.
En silencio miró la mesita de noche en busca de la hora. Eran las cuatro de la madrugada y sentía sus ojos pesados, sin embargo, no podía cerrarlos aunque estuviera cansado. Su mente estaba divagando en las distintas opiniones contrarias internas dentro de él.
Ellos se conocieron antes del Onsen.
Su historia había comenzado desde mucho antes.
Hola n.n
¿Qué? ¿Acaso no lo veían venir? xD
He estado entre en cansancio y la enfermedad, pero ya me siento mucho mejor en cuanto a mi salud y ahora si puedo escribir.
Encontré a mi musa (? Okya.
Normalmente diría algo pero estoy corto de palabras. Sólo... no odien al gato ruso xD
Gracias por seguir leyendo :3
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