Capítulo 12
"El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro."
—Friedrich Nietzsche.
El avión que tomaron hacía Barcelona fue uno de los más amargos que Yuuri había tenido alguna vez. Llevaba sus audífonos colocados con la música a todo volumen, mascando chicle con clara molestia a cada imagen que aparecía en la pantalla de su celular.
Desaparecía una semana de las redes sociales y todo se había ido al caño una vez más. Esta vez sentía que no podía dejar pasar las cosas de esa manera, no iba a permitir que siguieran aprovechándose de su buena actitud.
Cada imagen de los rusos lograba darle un sabor más amargo a cada mordida. No podía creer que tan lejos había llegado ese jueguito. Y después de que Phichit posteara ese vídeo de él patinando por última vez antes de viaje todo el Instragram se había silenciado. De igual manera, pidió a Phichit tomarse otra foto, esta fue publicada por su propia cuenta como advertencia de que estaba al tanto y no iba a dudar entrar en ese duelo.
—Así que yo olvido rápido, ¿no? —Pensó Yuuri para sí mismo. Algo en su interior había ardido de furia cuando leyó ese reto que dio Yurio. Si quería demostrar quién era Eros iba a dar una demostración que nadie iba a olvidar jamás .Para que les quedara claro que Yuuri Katsuki no iba a permitir que nadie se aprovechara de él y sus frágiles sentimientos nunca más.
—Tal vez deberías dejar eso—propuso Phichit, notando que la irritación del japonés estaba aumentando. Nunca lo había visto tan molesto como en ese momento, y no quería imaginarse lo que iba a pasar cuando pisaran el hotel con los demás patinadores.
—No, espera—dijo Yuuri, su voz intentaba sonar calmada, pero se notaba el enojo detrás de las palabras dulces—. Quiero saber que más es lo que ha estado diciendo el hada rusa de mí mientras no he estado presente.
El tailandés respiró profundo. No podía decir nada para calmar a su mejor amigo, principalmente porque él estaba tan enojado como Yuuri con ese asunto.
Celestino había sido informado de todo lo sucedido en esos días y sólo podía observar a sus patinadores en cólera. Si no fuera porque Phichit intentaba mantener la compostura al ver el enojo de Yuuri era posible que en Barcelona las cosas se pusieran feas.
No estaba nada contento con lo que le informó Phichit. Había hablado con él muchas de las cosas por las cuales pasó Yuuri para llegar al lugar en donde estaba. Se sorprendía que hubiera aguantado tanto tiempo sin buscar represalias o querer poner a más de uno en su lugar. Pero lo habían logrado, el equipo ruso logró encontrar la peor parte del japonés, aquella a la cual solo se llegaba cuando lo molestaban demasiado.
Después de un largo viaje tomaron sus maletas para poder ir al hotel. Era entrada la noche, pero Yuuri no sintió su habitual jet lag, se sentía más bien cargado de una energía abrumadora. Debía ser las ansias por competir. Aquella llama que ardía en su interior buscando imponer el lugar que le correspondía.
Cuando dejó las cosas en su habitación se encontró con su mejor amigo y decidieron pasear por esa noche en la cuidad para poder calmar el humor que tenían ambos.
Al cabo de unos minutos se encontraban en las calles de Barcelona, con sus celulares a mano y una gran cantidad de fotos de aquellos lugares que visitaban. La mayor parte se encontraba adornada por las épocas del año, con luces de diferentes colores y tiendas en las cuales venían adornos para la ocasión.
Entre los lugares que visitaron gracias a una lista de lugares que el tailandés tenía como objetivo visitar. Se encontraron frente a una gran iglesia de enorme belleza arquitectónica.
—Dime, Yuuri—habló Phichit después de encontrar a su amigo con semblante pensativo—. ¿Qué haremos mañana?
—Supongo que podemos disfrutar del día antes de practicar—respondió Yuuri. Mirando distraídamente el suelo.
—Entiendo eso, pero quería saber algo más—siguió hablando—. Me refiero al asunto del equipo ruso.
El japonés lo observó con seriedad, frunció los labios un par de segundos antes de suspirar. Se notaba en su cansada mirada que tenía los pensamientos nublados por el momento, pero aun así tomaba aire para intentar retomar las ideas saludables.
—Nunca había estado tan molesto en mi vida—respondió con sinceridad—. Antes pensaba muchas cosas, tuve una mezcla de sentimientos que nunca antes había sentido.
— ¿Cómo cuáles?
—Irá, en extremo—siseó—. Antes creía que estaba bien si dejaba que las cosas pasaran. Que había perdido por no poder hacer las cosa lo suficientemente bien. Permitía que Yurio siguiera hablando y diciendo cosas sin cesar... pero ahora...
Phichit guardó silencio observando al japonés tensar los hombros, podía notar con claridad como sus puños se cerraban con fuerza en el interior de los bolsillos de su chaqueta.
—Nunca desee con tantas fuerzas arrebatar algo de las manos de alguien como en este momento.
— ¿E-Eso quiere decir?
—Voy a demostrar que nada ni nadie va a poder reemplazar mi lugar—contestó—. Voy a hacer que se arrepientan de cada una de sus palabras y hablo de ambos.
—Eso Suena a un buen plan—sonrió—. Entonces para mañana, en la práctica, podremos demostrar todo lo que hemos aprendido en estos meses juntos, ¿no es así?
—Si no te importa enseñar algunas de tus cartas...
— ¿Bromeas? Puede parecer que no, pero estoy igual o más enojado que tú. Sólo dime que es lo que quieres hacer y yo voy a estar a tu lado, tal y como prometimos.
Yuuri sonrió. Conocía la expresión en el rostro contrario, era la clase de expresión divertida que poseía cuando estaba planeando algo. Ambos por lo general solían ser personas tranquilas, alegres, que no buscaban problemas con ninguna persona. Por eso su amistad iba tan bien. Sin embargo, hacerlos enfadar al mismo tiempo podía ser uno de los peores escenarios que podían maquinar.
Esta vez no era un juego, ambos iban a cooperar. Su tolerancia había terminado.
Ambos se encontraron a las afueras de la pista de patinaje, uno a lado del otro mientras se abrían paso entre la prensa y los fans de varios de los patinadores. Su apariencia sumamente cuidada, con las ropas impecables y las gafas oscuras al tiempo que miraban hacía al frente, demostrando un aire de confianza total.
Detrás de ellos, Celestino se encontraba con una sonrisa orgullosa al ver a sus pupilos tan decididos a dar una demostración pulcra de los meses que estuvieron ayudándose mutuamente para salir adelante. Meses de arduo esfuerzo que se veía recompensado en presentaciones mucho más elaboradas y perfeccionadas.
Phichit se tomó la libertad que dar su ubicación en esa tarde para que no tuvieran problemas con las fans de Yurio en caso de que terminaran mal las cosas entre ambos. Vieron a varios personas mirarlos cuando entraron, incluida la prensa que habían estado evitando desde hace mucho. Principalmente cuando los rumores de una relación romántica entre ellos había crecido.
Fueron abordados por varias preguntas a lo que solo podían escuchar algunas que tenían coherencia. Yuuri estaba atendiendo una pregunta cuando Phichit logró identificar al hada rusa entrar al lugar con un gesto disgustado.
— ¿Qué tal consideran su estado para la competencia?
—De maravilla, estos meses de preparación han sido más que satisfactorios. Pero no piensen que han visto todo, en Tailandia hemos hecho algo más para sorprenderlos en el programa corto—respondió Phichit con una sonrisa.
—El día anterior fue publicado un vídeo en el cual se muestra una coreografía totalmente nueva que no tiene relación con la competencia. Podría decirnos, Señor Katsuki, ¿con que propósito fue posteado?
—Era algo que estaba únicamente en práctica y fue grabado por Phichit. No obstante, debo decir que ese vídeo también se encuentra posteado en sus redes sociales con mi permiso.
— ¿Fue subido con el propósito de avivar la competencia?
—Quizá...—sonrió.
— ¿Tiene alguna declaración que dar sobre los fuertes rumores de una relación existente entre usted y su compañero, Yuuri Katsuki?
Los mejores amigos voltearon para verse, esbozando una sonrisa.
—Nuestra relación es muy especial, eso es todo lo que tengo que decir al respecto—respondió Yuuri.
Dejaron que los flashes de las cámaras los deslumbraran unos momentos. Yuuri percibió la mirada de Viktor seguirlo con insistencia, per o prefirió ignorarlo pese a saber que se encontraba ahí. No quería que dejarse llevar por sus emociones en un lugar que estaba en plena vista pública. Por lo cual decidió que era hora de entrar a la pista para poder escapar de la atención de terceros.
Dentro del lugar encontraban todos los participantes con sus respectivos entrenadores y demás. Se acercaron para saludar con Chris en primera instancia, notando que estaba ligeramente indeciso en algunas de sus palabras. No tardaron en entender que debía ser un poco difícil para él ponerse en una situación cuando se encontraba en medio de una competencia y una pelea silenciosa entre dos equipos.
—Parece que se encuentran en mejor estado que nunca—comentó Chris, dando un vistazo a Yuuri cuando se quitó las prendas que sobraban de encima. El japonés revisó el contenido de su mochila, observando bien la prenda dentro de la misma. Ese era el día, si no lo hacía en esa ocasión no iba a ser nunca.
— ¿Te parece así? —Dijo Yuuri, acomodando los guantes oscuros en sus manos antes de detenerse en el más alto—. Tú también pareces estar en buena forma.
Escuchó una risa y como era invitado a entrar a la pista. Se enfocó en Phichit, él asintió con la cabeza y los tres entraron para comenzar con unas ligeras vueltas antes de comenzar una conversación más que nada por curiosidad de Chris.
El tailandés agudizó su mirada, observando al otro lado de la pista al equipo ruso. Yurio estaba preparando sus cosas para entrar al lugar, no sin antes enfocar sus pupilas esmeraldas encima de ellos por un instante.
Sonrió sagacidad y soltó una risa, debía estar molesto por retirarse de su duelo de imágenes. Al fin y al cabo, quien en realidad terminó con esa burda competencia había sido Yuuri. Podía tomar eso como una victoria de ambos.
Una vez que terminó de celebrar internamente tomó a Yuuri de la mano, guiándolo ligeramente por el hielo. Estaba buscando algo en específico, cualquier chispa que pudiera avivar el corazón de su mejor amigo para que terminara de tomar las fuerzas necesarias para deshacerse de una parte de su pasado ese mismo día.
Yurio se adentró en la pista de hielo y Viktor los miraba sin emitir ninguna emoción.
—A todo esto, quería saber...—comenzó Chris cuando vio a ambos tomados de la mano—. ¿Es cierto todo ese asunto de Internet que circula de ustedes dos cómo pareja?
—Internet dice muchas cosas—rió Phichit—. De todas formas, no importa cuántas digan, quien tiene la última palabra es Yuuri.
—No es necesario, si todas las redes sociales están llenas de él—sonó otra voz. Yurio se encontraba atando su cabello en coleta, hablando con su voz envenenada.
— ¿Perdón, dijiste algo? —Preguntó el tailandés con una sonrisa—. Lo te escuché, estaba ocupado intentando bloquear todas las imágenes que posteabas a minutos en Instragram.
—Es mi espacio, si yo quiero, puedo subir fotos cuando me de la gana.
—Puedo aplicar lo mismo para nosotros—sonrió Phichit. La pista estaba tornándose con un ambiente pesado y algunos de los presentes prefirieron mantenerse a la distancia, enfocándose únicamente en el espectáculo que se estaba formando.
—Déjalo, no tiene caso pelear con niños—habló Yuuri, colocando una mano en el hombro contrario.
—Al menos no aparezco como pareja de alguien y ese mismo día me encuentro besando a otro.
—Chicos, por favor—dijo Chris, intentando calmar las cosas antes de que siguieran empeorando. Ver los ojos de Yuuri enfadado no era una buena señal.
—Al menos no estoy buscando problemas con otros por medio de un espacio en la red en lugar de decir las cosas de frente—respondió Yuuri. Y las cosas se estaban saliendo de control.
— ¿De frente dices? Yo te he dicho todo lo que pienso de ti, cerdo—bramó lo último con odio—. Más bien eres tú el que no se atreve a decir las cosas a la cara. Ya que estamos aquí, anda, dilo. ¡Di lo que tengas que decir!
—Si te dijera todo lo que tengo en mente en este momento, sería yo aquel que saldría sin clase de este lugar—respondió, casi con un gruñido el japonés. Intento calmarse, no era parte de él caer ante las provocaciones ajenas.
— ¿Ves? Ahí está de nuevo esa actitud—habló Yurio, pese a las quejas que estaba dando Yakov para que guardara silencio y no siguiera buscando pelea—. No eres ni siquiera capaz de luchar por aquello que quieres.
Yuuri intentó formar una sonrisa, teniendo apenas una mueca disgunstada.
—Bien, quieres que te diga lo que pienso, pues eso haré.
El japonés se acercó a Yurio, colocándose frente a él. Se paró rectó, llenando sus pulmones de aire para lograr dar esa altura que debía tener una persona de su edad. Intentando calmar al rubio con una clara advertencia de la diferencia que aún existía en ambos.
—Eros es mío—respondió Yuuri—. Esa coreografía es mía y de nadie más, ¿escuchaste, gato ruso? Nadie podrá hacer Eros mejor que yo, menos tú, quien a duras penas logra hacer un Ágape.
Yurio gruñó, molestó.
—Mi Ágape fue perfecto, ¿o quieres recordar Onsen? Por alguna razón Viktor no es tu entrenador, ¿o me equivoco?
Yuuri tuvo una ligera decaída, entonces fue el momento de Phichit para intervenir en el asunto. Colocó una mano en el pecho de Yuuri y lo hizo retroceder.
—Creo que debo recordarte el vídeo de Yuuri—respondió el tailandés—. Aquel que le bastó unas horas en la red para ser tendencia. Aquel en la cual todos se callaron para observar el amor puro de Yuuri. Siendo Melpómene te ganó, y si hiciera de Ágape de destrozaría.
—Fue solo por una ocasión. Además, no cuenta ese entrenamiento tomado por cámara. Solo por tener una buena presentación visual.
—Pues felicidades por la perfección técnica, gato ruso—siseó Phichit—. Me avisas cuando logres el nivel escénico de mi Yuuri.
Se escuchó un golpe y las miradas terminaron en Viktor, quien había estado observando en silencio la pelea.
— ¿"Mi Yuuri", dices? Creí que ustedes dos no estaban en una relación.
—Lo siento, Nikiforov—berreó Phichit—. Pero en vista de los años de amistad que tengo con él, el tiempo que estuve a su lado y lo bien que nos conocemos, puedo llamarlo de la manera que a mí me dé la gana. Dime, ¿Dónde estuviste cuando Yuuri se encontró llorando sobre sus rodillas?
Viktor desvió la mirada, enfocándose un segundo en Yuuri. Ambos se miraron con pena y dolor antes de separar sus miradas.
—Eso pensé...—murmuró. Yurio volteó para observar al mayor. El intercambio de miradas entre ambos no había sido de su agrado.
— ¡Te reto! —Gritó el rubio al japonés, quien lo miró confuso—. Apuesto que haré un mejor Eros que tú.
Yuuri volvió a fruncir el ceño.
—Te lo repito por última vez—dijo Yuuri, apretando con molestia los dientes—. Eros es mío, atrévete a interpretarlo y prometo que haré un Ágape que te hará llorar.
Las palabras sonaron con tal rudeza que incluso Phichit, sabiendo que se encontraba en la misma posición que Yuuri, tuvo que retroceder un poco por la frialdad en sus palabras.
—Qué más da, ni siquiera lo interpretas—bufó Yurio—. Una coreografía que está oculta y nunca se muestra, no sirve de nada. Ni siquiera entiendo porque Viktor decidió dejarla para ti.
Yuuri iba a protestar por sus palabras, pero antes de eso detuvo su mirada en Viktor. Él también parecía dispuesto a decir algo, pero detuvo sus palabras, permitiendo que murieran en su garganta. El japonés se quedó en blanco un instante.
¿Acaso Viktor le estaba dando la razón a Yurio?
—Yuuri, por favor—pidió Phichit al ver su enfado.
—Salgan de la pista—farfulló Yuuri.
— ¿Por qué haría eso?
— ¿Acaso no escuchaste lo que dijo Yuuri, rubio? —Preguntó Phichit con voz desafiante—. Mueve esos huesos que tienes fuera de la pista, Yuuri va a patinar.
Se dispuso a lanza un insulto cuando vieron al japonés salir de la pista de patinaje, dirigiéndose a su mochila y hurgando entre sus cosas para sacar su celular. Aun con su rostro serio e impávido sus ojos parecían arder sagaces. Ante la atenta mirada de todos lo vieron acercarse al ruso y tomar un tanto tosco el rostro contrario con una de sus manos.
— ¿Querías ver a Eros de nuevo? —Preguntó, aun serio—. Pues más te vale que no te arrepientas luego, Nikiforov.
Dicho eso lo soltó. Le bastó echar un vistazo a la pista y las personas que estaban dentro salieron despavoridas del lugar. Phichit pasó a su lado y el japonés depositó el aparato entre sus manos. Ambos compartieron una mirada cómplice y de entendimiento silencioso, sabiendo bien que tenía que hacer cada uno en ese momento.
Phichit sabía que era coreografía era perfecta. Yuuri la había perfeccionado en esos largos meses, cada salto, combinación y desperfecto había sido perfeccionado e incluso mejorado. Sin que lo supieran, en realidad habían creado a un patinador mucho más resistente de lo que cualquier podía imaginar.
Para Yuuri esa oportunidad no era una broma, era la manera de demostrar su lugar. Era una forma de hacerle saber a todos que jamás se rindió con ese papel. Que aunque no fuera él exactamente aquel que representaba a Eros en su totalidad, había logrado una manera de sacar aquella parte que todos querían ver.
Se posicionó en su lugar, intentando recordar aquellos pensamientos placenteros y gratificantes que tuvo en ese tiempo. Intentando desempolvar aquellas veces en las cuales un interruptor dentro de él se había encendido para dar paso a otra persona.
Sonrió antes de lamer sus labios. En ese momento no necesitaba a Yuuri, necesitaba ser Eros en persona.
Se movió con agilidad en el hielo. Volviendo cada uno de sus movimientos sensuales con lo que podía permitirse en ese momento. No necesitaba ni siquiera el traje negro para interpretar ese papel. Ahora era el galán de la ciudad e iba a demostrar porque era capaz de conquistar a quien él deseara.
Era una manera directa, pero afónica de decir lo que su mente estaba gritando.
«Nadie es igual a mí. Nadie podrá jamás ocupar el lugar que dejé en Viktor. ¿Lo entiendes, Yurio? Soy irremplazable siendo Yuuri y también siendo Eros.»
Siguió la rutina, realizando los saltos a la perfección. Escuchando el golpe de las cuchillas contra el hielo. Sentía su cuerpo arder y la sangre recorrer cada parte de su cuerpo. Aunque no quisiera negar, seguía patinando para Viktor. No sólo para demostrarle a Yurio un lugar que no podía tener.
Quería demostrarle a Viktor que nunca iba a encontrar a otra persona igual a él. Quería seducirlo con cada uno de esos movimientos y dejarle en claro que aunque lo deseara, jamás iba a borrar el pasado de ambos y lo que dejó en él.
«Mírame Viktor. Porque quiero que veas cuanto he crecido. Porque te voy a demostrar que nunca podrás deshacerte de mí sabor.»
Dio varias vueltas sobre su eje, sabiendo que estaba por terminar la coreografía y sus emociones estaban mezcladas en una profunda confusión.
Una vez que la música terminó se mantuvo quieto, escuchó a alguien aplaudir. No necesito ver para saber que se trataba de Phichit, animándolo desde la cabina en la cual se colocaba la música. Lo que no esperó fue el resto de aplausos que llenaron la pista, de todos aquellos que habían estado viendo.
Dio la vuelta, encontrándose a Mila en compañía de Sala, Michelle y Emil. Luego, cerca de ellos, a otro grupo de patinadoras de la sección femenina que habían ido en compañía de la rusa y la italiana. Chris estaba junto a su entrenador, aplaudiendo de igual manera. Otabek, quien había estado a la expectativa desde el momento en el cual habían entrado, dio unos aplausos respetuosos. Incluso J.J se mantuvo a la distancia cuando notó el ambiente, pero ahora sonreía mientras aplaudía con los que supuso, se trataban de sus padres y novia.
Se sintió un poco mareado con la atención. Sin embargo, mantuvo su semblante sobrio y sus ojos afilados cual espadas. Se volteó, encontrando la expresión atónita de Viktor y Yurio. Necesitaba salir de ese lugar cuanto antes, pero en ese momento estaba lleno de valor.
Salió de la pista, retirando los patines para posteriormente colocar sus deportivos. Tomó la mochila en sus manos y a los pocos segundos Phichit estaba a su lado. El tailandés asintió con la cabeza, como un gesto de aprobación y apoyo a su amigo. Esa era una de sus últimas pruebas por ese día.
Fue caminando, con su mejor amigo a espaldas de él para darle fuerzas.
— ¡Hey, Nikiforov! —Llamó. Viktor dirigió su mirada al japonés. Yuuri tomó aire antes de hablar. Sacó de su mochila la prenda y la mostró delante del ruso. Sintió su textura por última vez, memorizando inconscientemente el tacto de aquella prenda y cuando se sintió preparado, la lanzó hacía Viktor.
— ¿Qué...?
—Tómalo—dijo con frialdad—. Ya no lo voy a necesitar. Esta es la última ocasión en la cual verás a Eros.
Cuando terminó de hablar dio la vuelta. Se sintió repentinamente débil, y formó una expresión de dolor. Una mano pasó por sus hombros y Phichit lo abrazó para reconfortarlo.
Yuuri había enfrentado demasiado por ese día, ahora sólo quería descansar.
Holi :3
WOW Estoy cansada y agotada. Se supone que debía dormir para salir, pero por alguna razón me dio por escribir, más aun cuando escuché la canción "Maps" de "Maroon 5". Simplemente creí que era perfecta, tiene tantos sentimientos que no me resistí a escribir este capítulo.
¿Qué les pareció el capítulo de hoy? ¿Qué creen que vaya a pasar? ¿Cómo creen que van a quedar los puestos den GP en este fanfic?
Como los separadores no se ven bien en todos los fondos de celular, he decidido cambiarlos a unos que fueran más estéticos en toda clase de fondos, espero que les guste, los hice con amor.
¡Espero que les haya gustado este capítulo!
¡Gracias por leer!
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