Capítulo 11

Se encontraba desplazándose por la superficie del fino hielo. La mirada oscura oscilaba entre la punta de sus patines y los lados inciertos del horizonte cerrado de la pista. Yuuri no sentía el ardor de días pasados para patinar, en su lugar tenía alguna clase de calma que era poco común desde que era un banquete para la prensa.

Movió ligeramente su andar, respirando profundo el aire frío. La pista se encontraba vacía a esas horas. Sabía que esa rutina que estaba comenzando a desarrollar cada vez que alguien no estaba era una reiteración de todas las cosas que prometió no volver a cometer. Sin embargo, sin poder evitarlo ya se encontraba repitiendo aquella melodía en su cabeza.

Se colocó en su posición, aquella que decía en voz alta no volver a realizar, pero que en silencio y a hurtadillas siempre repitió.

Yuuri sabía que hacer la coreografía de Eros no era una buena idea, pero no la patinaba todos los días. Lo hacía cuando era el último, cuando estaba seguro que nadie más iba a encontrarse en ese lugar. Cuando aquel responsable de cerrar la pista de hielo le dejaba las llaves únicamente por la confianza que había ganado.

Cuando terminó, pasó las manos por su cabello con frustración.

No podía dejar de pensar en Viktor desde que recibió ese collar. Antes lo pensaba a menudo, pero lo olvidaba cuando estaba pasando buenos momentos o hablaba con alguien de algún tema. Pero esa vez era imposible hacerlo, las palabras escritas en la nota que estaba junto al collar se repetía en su mente varias veces.

Intentaba imaginar que estaba pasando por su cabeza mientras escribió esa nota. Si era una forma extraña de buscar perdón o si era un simple detalle de alguien que alguna vez pasó por su vida.

Sin embargo sus pensamientos fueron borrados cuando escuchó los aplausos provenientes de la puerta de entrada. Se sobresaltó, volteando para encontrar el reflexivo rostro de Phichit, con aquellos ojos oscuros mirándolo.

—Eros—masculló, se notaba que estaba molesto—. Por lo menos una vez a la semana vienes a interpretar a Eros. Dos veces antes de las competencias, tres si te encuentras pensante.

—Phichit...

— ¿Eros o Melpómene? —Cuestionó al viento—. A veces parece que te estás preguntando cuál de los dos eres. Aunque creo que la respuesta es clara y re lo he repetido las veces necesarias. Yo siempre he creído que puedes ser ambos.

Yuuri guardó silencio, escuchando atentamente las palabras del tailandés. Cuando su tono de voz meditabundo se mostraba, sabía que las palabras que escucharía serían de importancia. Iba a decir algo muy serio.

—Estuve investigando a las musas griegas para saber más—habló. Sus brazos apoyados en el borde de los pequeños muros de la pista de patinaje—. Nueve musas muy distintas, y sin embargo, he notado que no parece ser únicamente Melpómene. Mezclas unas cuantas y las haces tuyas.

—No entiendo a qué viene esto...—murmuró Yuuri, mas no escuchó ninguna respuesta, sólo una sonrisa por parte de su mejor amigo.

—Clío, musa de la historia. Erato, musa de la poesía lírica-amorosa. Euterpe, musa de la música. Polimnia, musa de los cantos sagrados y poesía sacra. Terpsícore, musa de la danza y poesía coral. Talía, musa de la comedia y cayado de pastores. Urania, musa de la astronomía, poesía didáctica y ciencias exactas. Y por último, tú, Yuuri. Tú, Melpómene, musa de la tragedia. Con cuchillo en mano y máscara trágica.

—Las sé todas muy bien, Phichit—habló Yuuri—. Pero no veo ninguna relación con lo que hago y las musas. Yo soy Melpómene, ninguna otra.

—Eres Clío, porque cuentas una historia. Eres Erato, porque hablas de un amor. Eres Euterpe, porque haces música. Eres Terpsícore, porque deleitas con danza. Y juntas todo eso con tragedia, convirtiéndote en Melpómene.

Yuuri contempló en afonía a su mejor amigo, esperando que terminara sus palabras.

—Lo que quiero decir, Yuuri, es que no entiendes tu propio potencial. Aun cuando has hecho un excelente trabajo y tienes buenas ideas. Puedes ser Eros y Melpómene, incluso podías ser un mejor Ágape, porque amor incondicional y puro no te falta. La verdad es que pocas personas pueden querer de esa manera a alguien.

— ¿Dices esto porque me has encontrado patinando cómo Eros? —Preguntó Yuuri, fluctuando entre mirar a su interlocutor o cubrir su rostro.

—En parte, sí. Pero esto no es algo que pensé de un día para otro, es algo que he analizado con cada presentación tuya, y aunque me tarde en entenderlo, pude lograrlo al final—respondió—. Aun tienes cosas que aprender y prometí estar a tu lado.

—Yo no he podido cumplir todas mis promesas—comentó Yuuri, recordando que al llorar por Viktor en Rusia había roto una promesa importante.

—Era algo inevitable, si me preguntas—aseguró, su semblante se había convertido en uno más pacífico—. Voy a preguntar algo, y quiero que tomes mis palabras muy en serio.

—Te escucho.

— ¿Sigues enamorado de Viktor?

Guardó silencio. La pregunta en sí era más que evidente, necia. Aunque no lo quisiera decir en voz alta, no necesitaba decir nada para que Phichit supiera. Así que esa pregunta debía tener alguna intención oculta.

—Quiero terminar las cosas con él de la manera correcta—habló Yuuri—. No me gusta ser cruel con él. Detesto tratarlo así, ese no soy yo. Por cual he tomado una decisión muy importante. En Barcelona voy a devolverle su traje y... también le voy a dedicar mi última coreografía.

—Un momento, Yuuri—cortó Phichit —. ¿Última coreografía?

—Después de esta copa voy a retirarme oficialmente.

— ¡No, no, no, no! No te atrevas a decir eso, Yuuri Katsuki. No después de todo el esfuerzo que has hecho—Exclamó el tailandés—. ¿Después de tanto esfuerzo quieres dejar todo atrás? No hagas esto...

—Phichit...

—Eres mejor que muchos. Aun tienes mucho que dar, y no voy a permitir que un idiota playboy y un gato ruso te hagan pensar lo contrario—siseó con fastidio—. Somos un equipo Yuuri. Lo hemos sido desde Detroit, ¿o acaso no recuerdas cuándo prometiste que un día ibas a ver mi presentación?

—No lo he olvidado—respondió Yuuri, con una sonrisa—. He estado en cada una de tus presentaciones, así como tú has estado en las mías. Así que te pediré una última cosa.

— ¿De qué se trata?

Yuuri se acercó al lugar en el cual su mejor amigo se encontraba observándolo. Se fijó en las facciones del japonés, no supo en que momento parecía que la madurez y confianza llegaron abruptamente a su mejor amigo.

—Acompañarme en esta última presentación—dijo—. Sé que no puedo hacer esto solo. Aun cuando confió en que voy a ir para dar mí mejor esfuerzo e intentarlo. En el hielo todos los patinadores se encuentran solos, pero antes de entrar y después de salir, es donde se ven el apoyo. Tengo amigos y a mi familia, y eso está bien. Vamos a destrozarlos en el Grand Prix. Quiero ocupar el podio contigo antes de retirarme.

Phichit sonrió.

—Si no te importa un segundo lugar.

Se escuchó una risa proveniente de Yuuri.

—Eso debería decirlo yo.

—Entonces si así lo quieres, eso vamos a hacer—dijo Phichit—. Destrocémoslos en Barcelona.

Después de la conversación Yuuri salió para quitarse los patines mientras Phichit se sentaba a su lado. Una vez que estuvo listo sacó su celular para revisar un momento mientras terminaba de guardar sus cosas.

Yuuri vio varias imágenes, desde unas cuantas de Minami divirtiéndose en Japón hasta otras pocas de Mari mostrando como se encontraban las cosas con respecto a su familia.

Entonces, una foto que bajó su ánimo apareció. Se encontró con Yurio, sentado y acomodado junto a un Viktor que se veía alegre. La espalda del rubio estaba pegada al brazo del mayor y su cabeza ligeramente encimada en su hombro. Dio un suspiro, dejando su teléfono celular descansar a un lado de la banca.

—Creo que dejaré un tiempo las redes sociales...

Phichit vio con curiosidad el celular, frunciendo ligeramente sus cejas con disgusto. Parecía un intento burdo de abatir a Yuuri y lo podía asegurar por la sonrisa socarrona de Yurio. No era bien intencionada, ni de cerca, porque tarde o temprano esa imagen iba a llegar a los ojos del japonés debido a las menciones y etiquetas.

De su bolsillo sacó su Iphone y buscó entre sus cosas aquel objeto que había comprado para hacer fotografías de más alcance, enfocando la cámara en Yuuri y en él.

—Dame una dulce sonrisa, Yuuri—pidió Phichit antes de acostarse en las piernas del japonés. El chico de cabellos oscuros curvó sus labios con suavidad, observando la cámara. Guiñó un ojo y después de reconocer un buen ángulo, tomó varias fotos para dar con la mayor y subirla sus redes sociales.

Después de eso, ambos salieron para regresar al departamento que compartían. La noche era bastante agradable y el tailandés aprovecho para sacar todas las fotos que fueran posibles. Algunas en las cuales se encontraba únicamente su amigo y otras en las cuales estaban los dos juntos con un gesto cariñoso o amistoso.

Al llegar al departamento revisó nuevamente el Instagram, encontrando otra foto de Yuri Plisetsky. En ésta se encontraba el rubio comiendo en un lugar de buena apariencia junto al ruso mayor. Nuevamente vio esa sonrisa marcada en su rostro y no pudo evitar bufar antes de tomar una foto de la su extensa galería y postear varias de ellas.

Al minuto apareció otra imagen de ellos con las copas levantadas en mano y otra bebiendo.

—Así que el hada rusa quiere jugar...—bramó con molestia.

Era imposible que el rubio le ganara si se trataba de fotos. Esa era su especialidad, sabía todo tipo de filtros, panoramas, ángulos de cámara, objetos que podían influir. No iba a permitir que se llenara todo con ese par que estaba comenzando a molestarlo de maneras insospechadas.

Fue a la habitación de Yuuri, encontrándolo acostado en la cama, con los audífonos colocados y sus ojos cerrados. No supo si estaba despierto o dormía, pero aprovechó el momento de distracción para capturar la imagen y postearla, no sin antes poner un comentario al respecto.

Phichit+Chu: It's comforting to rest after the long day we spent together. You deserve to get some rest, Yuuri. Goodnight.

Yuuri abrió los ojos, encontrando al tailandés mirando severamente a la pantalla de su dispositivo. Frotó sus ojos con cansancio, no podía verlo bien por el hecho de haber dejado sus lentes de contacto guardados para poder descansar.

— ¿Qué estás haciendo, Phichit?

—Venía a ver si te encontrabas bien—respondió—. Pero veo que estás cansado, así que mañana continúo.

— ¿Continuar con qué? —Preguntó el japonés, desorientado por sus sentidos adormecidos y por la actitud sospechosa de su interlocutor.

—Con nada.

Yuuri lo analizó, intentado descifrar que estaba sucediendo. Sin embargo, el cansancio pudo terminar con él y prefirió dejar la pasar las acciones inusuales para poder dormir.

Despidió a su amigo de su habitación y se preparó para una larga noche de descanso sin embargo, el sueño desapareció de su sistema cuando vio la caja encima de su mesita de noche.

Se sentó en la completa oscuridad, buscando el contenido de ese obsequio de cumpleaños dentro de la misma. Una vez más, observó el collar, reparando en la piedra hermosa y la nota que tenía una caligrafía excepcional.

Suspiró, sintiéndose como un tonto. Se levantó para mirar por la ventana, era una de esas noches despejadas, estrelladas y especialmente bellas. Solo cuando mirada el cielo pensaba en Hatsetsu, porque el cielo se veía igual en cualquier parte del mundo.

—Viktor...—murmuró para él mismo—. ¿Podrías decirme que es lo que estás pensando? No entiendo nada y parezco un loco...

La habitación permaneció en silencio. Sabía que no iba a llegar ninguna respuesta, era tonto pensar que sus respuestas iban a ser resultas si las decía en voz baja al viento. Frotó su rostro con ambas manos, agotado por el esfuerzo.

«— ¿Sigues enamorado de Viktor? —»

— ¿Qué clase de tonto seguiría intentando un error si no fuera de esa manera...? —Cuestionó antes de regresar a su cama para poder acostarse.

Miró el collar, acariciando la superficie. No le interesaba el costo ni lo el diamante precioso. Nunca fue una persona que amara la joyería. La diferencia era la proveniencia de aquel objeto.

Yuuri cerró su puño con molestia. Estaba comenzando a odiarse a sí mismo por caer en lo mismo justo cuando pensaba tener todo olvidado.

—Soy solo un idiota que está hablando solo...—musitó, cerrando lentamente sus ojos. Admitiendo antes de cerrarlos que Viktor no lo podía escuchar. No lo había hecho en esos ocho meses, y no lo haría porque él decidió hablar con el viento nocturno.

Debía ser una semana seguida en el cual Phichit mirada su teléfono con molestia, intentando alternar el momento en el cual mandaba fotos en conjunto con el cual mensajeaba.

Después de la imagen de los rusos, Yuuri terminó por hartarse de las voces públicas y decisión no entrar a las redes sociales hasta que las cosas se calmaran y él pudiese despejar las ideas de su mente. En esos días estaban en una constante pelea contra el hada rusa.

Cada foto que subían era diferente a la anterior. Desde pasear hasta tomar fotos desprevenidas de una práctica cualquiera. No había ningún límite, incluso cuando se encontraba al borde de lo que podía encontrarse demasiado sugerente.

Si quería demostrar algo a alguien, no lo iba a permitir. Lo más difícil era ver los comentarios de los fans, la cantidad de personas que estaban especulando de su competencia y hacían apuestas para saber quién se iba a aburrir primero de hacer las redes sociales un álbum y diario de fotos de su vida diaria.

Sólo esperaba que Yuuri no se enterara el tiempo necesario para poder colocarse como ganador en ese duelo silencioso. Cada vez que aparecía una nueva foto resultaba más molesta que la anterior. No sabía cómo iba a ver a ese par cuando pisaran Barcelona.

Actualizó el Instragram, encontrando otra molesta foto. Él iba a responder hasta que vio a Yuuri posicionarse para hacer una última coreografía antes de empacar sus cosas e ir a España.

El japonés le sonrió.

El tailandés relajó sus expresiones, enfocándose en su amigo. Escuchó las primeras notas del piano y luego la voz de un hombre.

Yuuri estiró sus brazos hacía arriba, frente a él, como si estuviera hablando con algo arriba. Luego, posó las manos en su cabeza y dio una vuelta sobre su eje antes de moverse y realizar un salchow. Siguió desplazándose y Phichit notó que se encontraba particularmente pacífico ese día. Sus facciones naturalmente delicadas y angelicales eran tristes y trasmitían un llamado silencioso. Otras pocas veces parecía tener melancolía.

«Esperando que al otro lado estés hablando conmigo también.»

«O Soy solo un tonto que se sienta solo hablando con la luna.»

Era como una continuación de sus coreografías, como un ángel otra de las secuelas que dejaba Melpómene en cada una de sus presentaciones.

En ese momento Yuuri se encontraba hablando solo, en silencio y experiencias en su mente, pero al fin y al cabo, recuperando aquella inocencia que no había visto desde aquellos días en los cuales ellos hablaban hasta tarde en Detroit.

Yuuri brillaba como si tratara de una estatua de cristal, con movimientos sutiles y delicados. Con aquella expresión artística que siempre lograba cautivar a las personas que lo estaban mirando.

Y pensó por un momento que el original, que el auténtico Yuuri Katsuki, aquel que fue enterrado, brillaba esplendorosamente por lo que era. No como una fachada de confianza y libertinaje, no. Había algo más, algo parecido a un deje de esperanza.

«Hablando con la luna.»

«Intentando llegar a ti.»

Realizó una limpia secuencia de pasos antes de realizar un Axel con paz en sus facciones. No supo que pasó en esos días, más que nada porque había estado enfrascado en su pleito con Yurio, pero parecía que de alguna manera Yuuri había encontrado algo importante.

Yuuri se había convertido en la expresión más pura del amor que había tenido la fortuna de ver.

Logró grabar las partes más importantes de aquella coreografía improvisada pero genuina. De alguna manera había encontrado sentimientos que no eran suyos. Se llenó de una inmensa melancolía y empatía que enterneció su corazón.

Más que nunca deseó abrazar a su amigo para poder reconfortarlo. Porque no podía entender cómo logró transmitir de una manera tan profunda sus sentimientos para provocarle un nudo en la garganta.

Él cantaba la canción con su cuerpo.

Lo vio terminar con aire absorto.

— ¿Phichit?

—Eso... fue tan hermoso...

Yuuri se acercó hasta él, mirándolo con preocupación.

— ¿Te encuentras bien?

—Ese oro es casi tuyo, Yuuri—habló Phichit, tomando aire. El japonés lo miró estupefacto, no entendía que estaba ocurriendo en ese momento, no esperó las palabras dichas por su amigo.

—No entiendo...

—Si logras hacer lo que acabas de hacer con el público lo que acabas de hacer conmigo, no dudes ni por un segundo que tienes más posibilidades que ninguno—respondió, logrando mostrar una sonrisa—. Que no te hagan durarlo, ni Nikiforov ni tampoco el hada rusa.

Recibió una sonrisa.

—Esto es muy inusual—habló—, no digas tonterías. Pensé que ambos íbamos a compartir el podio, ¿no? Ya tenemos una foto, juntos en la Copa en Pekín, nos falta una en el Grand Prix.

Phichit rió. Vio que Yuuri se acercaba a sus cosas, revisando su celular por primera vez en varios días. La risa del tailandés es apagó cuando vio la sonrisa contraria desaparecer mientras miraba la pantalla con la boca ligeramente abierta.

— ¿Qué?

Se acercó a su lado, observando la pantalla. Sus redes sociales estaban llenas de fotos de Yurio u Viktor, y otras de ellos dos que no recordaba haberse tomado en ningún momento.

— ¿Competencia? —Leyó Yuuri—. ¿Esto es una competencia con Yurio?

—Lo puedo explicar. Fue él quien comenzó con todo esto. No iba a dejar que estuviera todo lleno de esos dos.

—Está bien, no importa—negó Yuuri. No quería arruinar su buen humor pensando en las cosas demasiado. De todas formas, ambos estaban en la boca de todo el mundo del patinaje. Ya no importaba. De todas formas, iban a malinterpretarlos—. Déjalo, pero no sigas con esto.

Yuuri volvió a revisar la pantalla y Phichit observó el contenido. Era una nueva foto. Yurio estaba junto a Viktor nuevamente, pero esta vez, pasando una mano por sus hombros y con una sonrisa, recostado en su hombro.

Vio como Yuuri tensaba su mandíbula. Él estaba, sin lugar a dudas, enfadado. Esperó paciente, con cada foto que pasaba no lograba ver que Yuuri bajara sus ánimos, en su lugar lo veía más enfadado. Vio sus manos tensarse ligeramente, escuchó los diente rechinar un poco y la mueca que formaban sus labios.

Fue entonces, cuando una en específico llamó la atención de ambos.

—"Soy el mejor Eros" —leyó Yuuri.

Notó que su mirada se tornó filosa. Yurio había entrado en terrenos mucho más peligrosos, tanto que Phichit sintió algo de miedo cuando vio los ojos castaños llenos de ira.

—Permíteme hacer una última foto—pidió Phichit. Yuuri lo observó expectante.

Lo primero que hizo fue sentar a Yuuri y se colocó a su lado, preparando la cámara. Los señaló a ambos antes de acercar la cabeza contraria hacía él, haciendo que se escondiera ligeramente en su cuello.

—Mira la cámara—pidió. Ambos veían el reflejo en la pantalla que los señalaban y Yuuri pasó sus brazos por el cuello contrario, escondiendo parte de su rostro para dejar la vista únicamente en sus ojos.

Escuchó el sonido de la cámara y luego a Phichit levantarse, mirando su Iphone con una sonrisa.

Yuuri admitía que era una mala idea, pero sus pensamientos se alborotaron por la cantidad de imágenes que llegaron de repente. En especial esa frase. Podía permitir muchas cosas, pero no iba a dejar que se metieran con su coreografía de Eros.

Eros era suyo. Era su presentación.

Lo iba a demostrar frente a todos. Iba a demostrar que él era el mejor Eros que nadie había visto en su vida.

El tailandés sonrió al ver el semblante decidido de su amigo y decidió publicar la foto antes de postear el vídeo que tomó de Yuuri.

Phichit+Chu: Is too lame when a person doesn't understand that has pure and true love. This kind of things does not exist for everyone.

Terminó con ese mensaje.

Estaban listos para el Grand Prix

Aquí un nuevo capítulo UwUr

Tuve un pequeño bloqueo y mi mente está en las nubes, aunque ahora ya tengo las ideas más frescas. Este capítulo va para mi hermana (aunque ella no lo lea, pero queda en mi conciencia), porque ella es como una pequeña beta con la cual habló de cualquier cosa y siempre terminó con nuevas ideas.

Gracias por leer :33

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