Capítulo 10
*Capítulo narrado en primera persona desde la perspectiva de Viktor."
"Los ojos de los demás son nuestras cárceles, sus pensamientos nuestras jaulas."
—Virginia Woolf.
Capítulo 10
Es increíble como en una situación sofocante uno puede creer que está tomando la decisión adecuada, pero termina siendo un desastre.
Yuuri era la persona más hermosa que había conocido en una larga vida en la cual le olvidé del significado de la palabra "amor".
Los adultos, a su edad, habían olvidado toda la inocencia que existía. Yuuri desconocía sus propios encantos, era increíblemente terco y no se permitía ver lo hermoso que era.
Siempre lo tuve todo, hablando en el sentido material. Nunca me faltaron personas que quisieran estar a mi lado y regodearse con mi fama o el dinero que tenía para poder sentirse superiores. Era una situación natural, tanto, que muchas veces es difícil diferenciar los ojos de alguien ilusionado que de alguien enamorado. Más que nada por la costumbre de ver ojos que ocultaban verdades amargas.
Yurio llegó a Japón y yo tenía una promesa con él. Por supuesto, yo me había olvidado de eso.
Entonces ahí estaba el dilema, tener que decidir entre dos personas que no se parecían entre sí y al mismo tiempo podían ser tan similares como gotas de agua. La mirada de ambos indicaba que ninguno estaba dispuesto a dejar que me fuera y que ninguno tenía sentimientos que estuvieran dentro del rango amistoso.
Los dos me querían, genuinamente, de maneras diferentes. Al menos, así era.
No pensé con claridad, y eso es lo que más me molesta. Que tal vez en otra clase de situación habría hecho algo diferente, pero no hice nada para evitar que las cosas sucedieran.
Reflexionaba muchas cosas con respecto a Yuuri. No faltaban esas personas que estaban deseando que regresara a patinar, aun cuando no estaba en mis planes nada en específico. El mundo tenía los ojos sobre él. Quería bajar la presión de sus hombros, pero no podía lograrlo.
Estaba en una difícil situación de elegir un lado, y eso era algo que no podía hacer. De todas formas, si iba con Yuuri un grupo me iba a odiar o le sabría mal que lo dejara. Si iba con Yurio, también me iban a odiar por dejar solo a Yuuri. No podía hacer a ambos felices, es imposible mantener a todos felices y contentos. Ambos querían cosas diferentes.
La presión era demasiada. Al final, la gente siempre quería un poco más de mí.
La única verdad es que alguien siempre sale herido cuando hay varios involucrados y solo uno es él que decide tomar una decisión.
Pensé que Yuuri me podría olvidar rápido si me marchaba, creí que lo mejor sería que no cargara con mis logros, con las personas que hablaban de él y sin descubrir la clase de persona que era. Nunca fui un buen amante, nunca sabía qué hacer cuando alguien lloraba o cuando las cosas salían mal, así que terminaba por dejar el asunto cuando la relación se podía difícil.
No quería hacer sufrir a Yuuri con todo lo que era. Lo que menos necesitaba era que el resto le llenara de más inseguridades.
La noche antes de la competencia fue la primera vez que lo besé. Él era tímido en sus movimientos, pero después de unos segundos me correspondió con la destreza de un amante. No por sus gestos, sino por el sentimiento que tenía. Más aun cuando me rodeó con sus brazos y sentía que me quería cerca. Y yo sólo podía acercarme para intentar robar algo de su calor y asegurarme de no perder su esencia.
Quería hacerle sentir que no amaba, que quería estar junto a él, pero que prefería dejarlo ir. El dulzor que dejaron sus labios impregnados en mi boca era un veneno en mi mente. Porque cada vez que repasaba sus labios o la textura de su suave piel con olor a flores, perdía el sentido de la realidad.
Cada palabra que dije era cierta, pero eso era lo peor. No podía evitar decir lo que pensaba para que jamás pudiera olvidarse de mi amor, pero quería también que se olvidara de mí porque decidí que iba a regresar a Rusia de cualquier manera.
Las palabras crueles que dije fue un impulso para alejarlo de mí. Que fuera más rápido su olvido. Una vez leí que cuanto más amamos a una persona, más cerca estamos de odiarla.
No sabía si era peor que alguien que amaras te odiarla o que te olvidara sin remedio alguno.
Fui un tonto, porque jamás le pregunté a él que era lo que quería. Sólo tomé una decisión asumiendo que era lo mejor y creí que bastaría tener esas intenciones para dejar que el tiempo lo curara.
Lo vi cuando llegó corriendo al aeropuerto tuve que voltear de inmediato para no titubear con mis acciones. Debía aceptar que las consecuencias de mis acciones iban a caer muy fuerte, que mis decisiones debían firmes.
Recibir su mensaje fue lo peor de todo. Y cuando se despidió de mi fue como un puñal. Me pregunté en ese momento que demonios se suponía que estaba haciendo. Me imaginaba a Yuuri llorando en silencio, con sus hermosos ojos llenos de lágrimas mientras lo dejaba atrás.
Después de unos días tuve un sueño en el cual Yuuri sufría un accidente que lo lastimaba con gravedad. Me desperté con el sudor frío en mi frente y la respiración entrecortada por la desesperación que tenía. Mis ojos estaban húmedos y sentía la repentina necesidad de llorar.
Tuve la sensación de malestar tan fuerte que no pude evitar romper mi voluntad para enviar un mensaje, tal sólo una señal de que todo era una pesadilla y él se encontraba bien. La respuesta que recibí no fue nada que hubiera esperado, pero era una respuesta y Yuuri estaba a salvo.
Habían un par de cosas que necesitaba averiguar en Rusia, y lo hice; pero cuando llegó el momento intentar reparar el daño, Yuuri me había olvidado y declaraba ante las cámaras que no teníamos contacto y no éramos nada.
No supe cómo reaccionar, porque el hombre en la pantalla no era mi Yuuri. No era aquel de hermosos ojos esperanzados y sonrisa tímida. Vi a un patinador distante e indiferente, con una eterna mirada melancólica y coreografías tan dramáticas que sentía a través de la pantalla lo roto que deje su corazón. Lo destrozado que lo dejé en realidad.
Cuando dejó de usar Eros sentí que realmente todo había acabado entre nosotros. La única conexión que nos quedaba, lo único que decidí dejarle, ese programa que hice pensando en él, sólo para él y para nadie más que él.
En el momento en el cual vi a Yuuri con el traje que yo solía usar en mi adolescencia pensé que aquella prenda estuvo esperándolo a él todo este tiempo. Era suya, siempre fue suya. No necesitaba seducirme porque lo había logrado hace mucho tiempo. Yuuri era tan preciado que temía romperlo, pero hice algo peor, lo obligue a cambiar.
Rusia fue muy frío sin él. En un principio las cosas fueron algo difíciles, pero luego se convirtió en una rutina tan amarga que me recordaba con más fuerza aquella sensación de soledad. Yurio podía ser Ágape cuando patinara, pero al fin y al cabo, seguía siendo él. Y algo le faltaba en esa coreografía.
Ni siquiera podíamos sostener una conversación, en especial porque después de estar los primeros días ahí dejé muy en claro que él no me gustaba, que era un niño e iba a entender después. Yurio tal vez me quería cerca para ayudarlo, pero no me necesitaba.
Creí que si lograba eliminar esos pensamientos de su cabeza y la confusión de su corazón las cosas serían más fáciles, pero era terco. Y en un intento de no lastimarlo me estaba lastimando cada vez que veía una noticia de Yuuri siendo cercano a alguien más. Me dolía el pecho verlo tan cerca de su mejor amigo, de los comentarios, las especulaciones de ambos en una relación.
No sabía cuánto tiempo podría soportar. En San Petersburgo me desesperé tanto por verlo. Necesitaba saber que él no se había olvidado de mi cómo decía.
Sin duda, verlo fue un shock. Lucía muy cambiado. Sólo logré confirmar de una vez que lo obligué a ser alguien más.
Él siempre fue atractivo y lindo; aunque su cambio lo hacía lucir más sensual y maduro, quería ver los ojos de mi Yuuri. Él chico dulce y de castaños ojos que era tímido.
Cuando me llamó por mi apellido y dijo que tenía cosas más importantes que hacer con su entrenador y su mejor amigo, sentí un nudo en la garganta. Su mirada aparentaba indiferencia, pero podía ver que en realidad me miraba con profundo dolor.
No podía soportar el dolor de esos ojos, la desconfianza, prefería mil veces que me mirara con odio que con esos apagados orbes castaños que mostraban sufrimiento. Hubiera preferido que me dijera que me alejara y no me acercara nunca más.
Pero en lugar de reclamarme por el pasado, prefirió fingir que nunca sucedió y tratarme como alguien a quien nunca conoció. Entonces decidí que debía comportarme, porque sufrir por Yuuri también significaba hacer sufrir a Yurio. El beso en la frente fue un apoyo, el acercamiento de Yuuri con su amigo no sé que clase de intención tuvo.
Me dediqué a darle apoyo únicamente a él pese a lo mucho que quería estrechar a Yuuri entre mis brazos, desearle suerte y verlo con una sonrisa. Pero sus coreografías no se trataban de eso, eran dramáticas y aunque era hermosamente trágico, me sobrecogía la culpa de haberlo lastimado.
En la pelea que tuvimos dije muchas cosas sin pensarlas, como un completo idiota. No noté que estaba lastimando demasiado a Yuuri con las palabras que dije. Seguía mencionando a Eros porque me reusaba a romper ese único vínculo que aun teníamos pesé a que quería que me olvidara. No podía decidir que prefería hacer.
Y cuando lo vi con los ojos cristalinos, amenazado despedazarse con una sola palabra más, tuve que abrazarlo. Pensé que me apartaría, pero se quedó quieto, controlando que no cayeran lagrimas por sus ojos. Él se portó a la altura de la situación, diciendo que tomara mi lugar, aquel que había decidido por mi cuenta. Ese lugar era como entrenador de Yurio, alguien que no era más parte de la vida de Yuuri Katsuki.
Verlo colocarse una medalla de oro en su cuello fue fantástico. Se veía feliz, estaba tan alegre. Lo miré porque sabía que él estaba ahí porque se lo merecía, porque lo había logrado de alguna manera. Él, aquel que usó todo lo que tenía en su contra como una ventaja, sonriendo y expresándose delante de las cámaras con naturalidad.
Yurio salió molesto del lugar y me dispuse a seguirlo, sabiendo que era culpa mía por seguir a Yuuri con la mirada cada que estaba cerca. El salió por una puerta de menor tránsito y salí para buscarlo.
—Yurio...
— ¡No me llames así! Mi nombre es Yuri.
—No te enfades—respondí con calma. — ¿Qué sucede?
— ¿Cómo que "que sucede"? Eres un imbécil. No lo entiendo, dijiste que te enamoraste de mi Ágape, pero siempre estás mirando al cerdo.
—Ya hemos discutido esto—dije, intentando sonar lo más calmado posible y no ser duro —. Me enamoré de Ágape, de tu acto. Eres un amigo, Yurio, estoy aquí para cuando me necesites, para cuidarte en caso de que algo suceda.
—Dime, Viktor. ¿Melpómene le ha ganado a Ágape? ¿Así como en realidad Eros también lo hizo?
Me quedé quieto, Yurio encajó su mirada esmeralda en mis ojos, hablando con toda la seriedad del mundo. Sabía que él era inteligente, que había notado que esa competencia la ganó, pero no por las circunstancias que él hubiera querido.
— ¿Por qué sigues aquí si tanto quieres a ese idiota? —Preguntó Yurio, sus ojos estaban amenazando con derramar lágrimas.
—No importa porque razón elegí a Ágape ese día—respondí—. Tuve y tengo una promesa contigo, no voy a romperla. Permaneceré a tu lado hasta que el Grand Prix finalice.
— ¿Y luego?
Estaba buscando la respuesta a esa pregunta, pero en realidad no tenía ninguna opción en mente. No sentía amor por patinar, tampoco por ser entrenador. No podía permanecer al lado de Yurio porque no era justo para él ver como amaba a Yuuri. Y no podía ir con Yuuri porque él se esforzaba por mantener la distancia entre ambos y alejarnos de cualquier manera.
— ¡Yo te quiero, Viktor!
—Suficiente.
—Es verdad. Esto no es un capricho. No voy a dejar que te marches tan fácilmente,
Fue muy rápido, sentí como Yurio me atraía y juntaba nuestros labios. No podía soportar esos constantes besos robados en los cuales no respondía nunca. Creí que si le devolvía el beso entendería que no tenían nada de sentimientos, que no buscaba su calor, así como él no buscaba el mío tampoco.
Cuando lo besé me convencí de algo importante. Sus labios estaban esperando por otra persona que mereciera sus besos y pudiera corresponderlos con afecto. Y mi boca seguía recordando el sabor de los besos de Yuuri.
Añoraba poder tenerlo una vez más a mi lado, estrecharlo en mis brazos. Y con la imagen de Yuuri en mi mente, cerré mis ojos, queriendo terminar con ese contacto rápidamente para olvidar el asunto.
Pero alguien también tenía planeado salir, Yuuri. Recuperé mi sentido de la realidad cuando escuché la puerta cerrarse con fuerza. Me tomó unos segundos reaccionar. Vio a Yurio, se veía tan confundido como yo, pero no pensé en quedarme más tiempo.
Salí con Yurio a mis espaldas, encontrándome con una escena que quisiera poder borrar de mi mente. Yuuri tenía caminos húmedos cayendo por sus mejillas y cubría su boca con una mano, pero de un momento a otro su "mejor amigo" la quitó del camino y lo besó. En silencio los vi cerrar los ojos y seguir el beso. Aquel que tenía más sentimientos de los que había visto antes.
Yuuri hizo como si todo fuera algo natural y no le importase. Se colocó unas gafas oscuras y salió del lugar con calma.
Sabía que vio nuestro beso. La situación era muy clara para no notar que nos encontró besándonos.
Esa misma noche salimos bajo el engaño de Mila. Ella nunca mencionó que iban a estar otras personas. No sé cómo terminó un grupo tan extraño en una misma mesa. Más tarde llegó Yuuri con su mejor amigo, tomados de la mano antes de sentarse.
Me negaba a creerlo, no podía ser posible que él estuviera en una relación. No quería que eso pasara. Me estaba olvidando de cómo controlar las emociones que tenía dentro de mí.
Dieron una clara insinuación de que ellos habían estado "ocupados", me tensé. Sentía que el ambiente me estaba sofocando, ni siquiera podía hablar porque no, sabía que decir con todas las emociones embargándome.
Ver a ese par tan cercano lograba hacer que me sintiera miserable. Yuuri ya no me miraba igual, y las sonrisas dulces que un día fueron mías ahora estaban dirigidas a otro. Él besaba la mejilla de Yuuri y lo tenía cerca.
Respondí cuando hablaron de fechas, porque pensaba desde hace mucho en el cumpleaños de Yuuri. Había comprado en Rusia un hermoso collar que creí que era perfecto para él que iba acompañado de un brazalete. No encontraba el coraje para entregárselo como obsequio en persona, así que pensé más de una vez en tirarlo a la basura.
Yuuri recibía miradas, halagos, coqueteos, tantas cosas de diferentes personas sin darse cuenta. Compartía un brindis con el patinador coreano y ambos se sonreían.
Más tarde, al salir, en el camino presenciamos otro beso. Estaba tan impactado que solo la mano de Yurio sosteniendo la mía me obligó a regresar a la normalidad. Como iban a ir a una discoteca encontré la excusa perfecta para marcharme del lugar, alegando que Yurio era menor de edad y debía dejarlo en su hogar.
Después de dejarlo en su habitación en el hotel fui a la mía. Tomé el collar que compré para Yuuri, mirándolo durante incontables minutos en los cuales taba terminando de convencerme a mí mismo de que Yuuri no era mío.
Me animé a escribir una larga carta en la cual le explicaba todo lo que había pasado desde que no estaba en mi vida, pero cuando iba colocarla junto al collar preferí dejarlo. Escribí algo más corto y sencillo, esperando que Yuuri aceptara mi regalo.
A la mañana siguiente regresé en Rusia, otro día más en el cual guardaba las cosas y no solucionaba las cosas con la persona que amaba tanto. De alguna manera terminaba por lastimarlo cuando solo quería disculparme o realizar las acciones que consideraba correctas.
Por eso, ver el vídeo en mi celular de Yuuri en la discoteca fue la gota que derramó el vaso. No podía contener el odio que tenía hacía mí mismo por permitir que todo terminara de esa manera. Yo era culpable de todo y ahora estaba pagando con cada gesto, palabra y acción que Yuuri compartía con alguien más.
Las lágrimas se aglomeraron en mis ojos hasta que una resbaló. Necesitaba tomar aire antes de asfixiarme con el ambiente. A penas logré pronunciar algo y me encontré con el frío de las calles de mi ciudad natal. Mi garganta se cerró y mis mejillas se humedecieron.
Me permití por primera vez en mucho tiempo, llorar en silencio.
No merecía consuelo alguno, pero Yurio apareció a los pocos minutos en los cuales salí. Me abrazó con cuidado, sabiendo bien que no me encontraba bien en ese momento. Algo que podía destacar de Yurio era que él nunca me mostró nada de Yuuri para que no sufriera más de lo que estaba haciéndolo.
—Calma... —murmuró, yo solo puso pegar su frente a su hombro.
—Lo siento, Yurio—dije, intentando calmar mi respiración.
—Yo estoy contigo. No voy a dejarte... —siguió hablando en voz baja. Sus brazos me apretaban más.
En algún otro momento hubiera rechazado el contacto, pero necesitaba a alguien un instante. Sabía que Yurio era el único que no me juzgaba con sus ojos. Así que me aferré a ese calor efímero en un abrazo prolongado mientras el ambiente frío calaba mis huesos.
Me quería disculpar con Yuuri, pero no era posible hacerlo. Él ya no me quería hablar y demostró estar más feliz en compañía de cualquier otra persona que no fuera yo.
En el tiempo que vi sus ojos pude encontrar, en lo más profundo de su mirada, a aquella persona que deseaba una disculpa. Aquel que estaba pidiendo en silencio un abrazo y explicaciones por todo lo que sucedió.
No tenía el valor para enfrentarlo.
Aunque nadie me pudiera creer, amaba a Yuuri con todo lo que quedaba de mi corazón rompiéndose.
Mientras yo me encontraba en Rusia, pensando que había tomado una buena decisión para dejarlo crecer y lejos del tipo de persona que era, Yuuri había caminado lejos.
Yuuri sonreía, Yuuri estaba en otros brazos, Yuuri besaba otros labios, Yuuri corrió al calor de alguien más.
Yuuri no era mío y tal vez nunca lo había sido.
¡Hola!
Se acabó YOI y estoy llorando cada vez que veo el final :'D Se cumplió mi deseo de ver a Viktor y a Yuuri patinar como toda una pareja. Demostrando un amor muy profundo y real con tan solo mirarse.
Los tres quedaron juntos en Rusia Q_Q Estoy tan feliz...
Me alegra que hayamos estado juntas a lo largo de estos capítulos que nos llenaron de diferentes sentimientos. Soy feliz de estar en un fandom tan bello, aun si el anime se acabó voy a seguir queriendo esta serie por todo lo que ha significado para mí (que ha sido más de lo que las palabras pueden expresar y no las quiero aburrir con sentimentalismos). YOI vive en mi corazón, entregué mucho a esta serie.
Quizá haya una segunda temporada, quizá no. Pero ha sido un placer compartir este gusto con todos ustedes, aquellas personas que me apoyan y leen cada uno de mis escritos. Significa mucho para mí. Siempre leo los comentarios emocionada o riéndome de sus ocurrencias. Gracias por todo.
¿Qué les pareció el capítulo de hoy? ¿Qué creen que vaya a pasar?
Gracias por leer y perdón si hay faltas. Llorar hace que me duela la cabeza y terminar el capítulo fue un reto con este cansancio. :D
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top