III . Mis recuerdos no tan cuerdos

Estaba la vida pasando a cada instante, en segundos, minutos y horas. Por todos los tempos. Como un métronome que marca el compás de los desdichados...

En la sala repleta de granujas. El que había sido presentado antes, se silenció... mientras ellos le miraban.

Interrumpo mi relato, la verdad quiero hacerlo. Por que me cansé de Orlena y Zeld; también del otro tipo que nada tiene que ver. <<De cierta forma no me cae tan mal el gil, pero igualmente no me llama la atención>> Si lo viera en la calle y yo estuviera en un taxi. Distraería al chofer con una charla genial de: qué sé yo. Quizás le hablaría de política, pues les encanta criticar ese tema a las personas. <<La verdad a mí, más me gusta hablar de escarabajos y contarlos mientras pasan o se estacionan>> Pero si por hay el chófer es medio mudo o no quiere hablarme, me haría el dormido y como se que a los chóferes les encanta ver a la gente cabeceando. <<Creo que esperan que uno se choque con algo para luego decir me lo has destrozado y tener que pagar más >> Así se distraería y lo arrollaría.

En fin, en este instante estoy hastiado de ellos y su melosa historia << pero nadie se queja del bronce, por que saben que serán reemplazados por la plata, que vale menos que el oro>> .

Quiero retomar este drama, claro está, pero para ser justos no sé del amor o del temor. ¿con qué se comen esos? ¿son melódicos o armónicos? los conocí alguna vez. Bueno eso no importa ahora, pero la verdad es que odio a ese tipo de gente y en lo personal los detesto igualmente; por que soy común y no me apego a nada, pero me gusta reirme de los que me miran.

Yo, no le lloré a nadie nunca. <<¿Quizás si a ellos?>>. No recuerdo muy bien, no es interesante.

Es hoy prioritario para mí entretener a mi público que se queda expectante. Pero como me considero todavía una persona "normal" y no un político o un filósofo. Se que puedo pensar cualquier otra cosa. Por que dueño de mi mente todavía soy.

La verdad. Esto quiero, por que hasta yo me aburro algunas veces. Luego digo ante todos:—Señores del jurado, soy culpable de todo, de vivir, de sentir y deleitarme en los sufrimientos de los desdichados—, afirmo mientras me pavoneo con una risita sin mala intención, pero si con un poco de esta.

— Eso ya lo sabemos perfectamente, señor Laud Vanwolks—.Se oye a todos como si fueran un coro de niños de preescolar. Aburridísimos de mi, asqueados de verme y de escucharme. La mayoría de ellos quisieran irse en este instante, de eso estoy seguro.

Seguramente si Medea, ahí estuvieras; me harías añicos la cabeza. Esta que solamente contempla a esos seres.

Ellos que ahí están, congelados, estáticos en mi mente. En tanto que comienzo a imaginármelos en ese lapso de tiempo a estos como almas en pena, casi invisibles por su palidez natural e irrisoria.

Me veo en enfrente de un lienzo plagado de musgo y los represento, como criaturillas espantosas en un aula, en lo que parece ser una escuela elemental. Pienso que tiene que ser una escuela, tiene muros y es frió ese lugar; también tiene que ser elemental, por que esas criaturas juegan, tienen lápices y bultos colgantes. Pero aún así, me vale un carajo donde quede la escuela y tampoco me es de importancia saber eso.

Ahí me imagino a los mocosos que observan con hastío la fachada de buena gente que impone, quien sea que les enseñe a ellos. El género o la posición social de su maestro o maestra es igualmente irrelevante para mí. Hasta si una drag queen, un sabio, un espíritu o una celebridad multimillonario incluso alguien con todas las características nombradas hubiese estado ahí, no me interesaría ni en lo más mínimo.

Lo único que importa son los niños. Esos, los seres quienes vienen a mi mente. Están en su aula que aparenta ser cualquier lugar, menos lo que es. Inclusive un prostíbulo parecería mejor que aquel chiquero.

Sin lugar a dudas es un cubículo pestilente, con mesas de patas torcidas y completamente desordenado; por los cuadernos y libros envejecidos por el maltrato, ni si quiera por el uso. Estaban desparramados, habían algunas revistas bien hot y discos de canciones infantiles, en el suelo como cuñas para nivelar las patas torcidas de las mesas. Así mismo habían niños que garabateaban con marcador algunos pentagramas, Así mismo estaban ahí uno que otra antología mal traducida de Joise, Chejov y Kafka empolvadas en un estante arácnizado.

Ahora que lo veo esos niños no se quedan atrás. Son pequeños y de aspecto enrarecido, pues sus ojos que parecerían sin vida para cualquier persona normal que estuviera ahí, eran además un tanto desorientados, pero habían algunos que mientras mostraban sus sonrisas macabras con dientes blancos como la nada, a ratos hacían que quien enseñase ahí, quisiera darles morfina a todos.

A uno de los niños que logro distinguir lo llamo por su nombre y a otro que está un poco más lejos lo llamo por su apodo. Mientras que a los demás por sus apellidos. Y no es que no sepa sus nombres sino, que quiero estar con ellos a quienes llamo.

Ellos me miran y no me hacen caso. Pero se preguntan entre ellos desde lejos en un acto de movimientos de cabeza y manos: ¿qué hacemos aquí? <<O eso entiendo>> Luego especulo en mis adivinanzas, que algunos van a su chiquero sólo por que les gusta salir y verse entre amigos; mientras más lejanos estén de su nido, es aún mejor para ellos. Existen ahí también los que vienen deseosos de saber, de conocer y pensando en sus vidas y en su futuro, un ejemplo que cualquiera admiraría...

Y así me doy cuenta que yo no era ni el primer caso, ni el segundo. Ya que era alguien bastante común, así que a veces era ambos y otras ninguno. Yo dependía de mi humor. <<Por tal revelación, me siento anonadado, pero en el buen sentido>>.

Y así después de especular mis respuestas sin sentido. Estas avivan en mis adentros, una flama que parecía extinta.

Así como consecuencia empiezan a llegarme tomas entrecortadas, seguidas de imágenes solitarias, algunas un poco distorsionadas y opacas; de lo que parecía ser mi infancia. Ahora es cuando me doy cuenta de que mi lúcida vida era parte de una andante opera bastante extraña, con muchos actos incompletos o perdidos, como Zaide o quizás Turandot.

El ahora se hace gozo, mientras voy recordando mis amaneceres. el tiempo se distorsiona y entro al paralelismo de mi propia encarnación de vida, ahí donde se pierden mis alegrías y nacen los delirios. Que bien podrían ser verídicos o simples mentiras que me atrapan y me consumen hasta ser lo que son. Mi vida.

En mi delirante memoria. Me encuentro, paseando en una plaza de... no recuerdo donde era, pero en aquel lugar me siento feliz. Estoy con mi amigo y su abuelo que era buena gente: Siempre acompañando a su nieto a todas partes con una sonrisa muy genuina, que hasta Narciso hubiese pensado lo mismo. Él nos contaba historias muy buenas e interesantes.

Nieto y abuelo, ambos casi iguales en vestimenta, caminaban al mismo ritmo. Un paso era complemento del otro, como una marcha rusa. Agarrados de la mano, pero tan distantes a la vez. Separados por el espacio de lo que se agota y lo que comienza. <<No pensé eso en aquel entonces, pero ahora si>>. Solo pensaba en comer algo dulce creo o quizás algo ácido <<los dulces ácidos me encantan ahora, son tan raros. Aquel sabor que tienen es bastante lúgubre. Pero te acostumbras>>. Mientras que por estar jugando y riendo. Sentí por primera vez algo <<¿maravilloso?>> pensé...

Y Bueno ahora haciendo un paréntesis imaginario, para mi mismo. Justo en este instante se me vino a la mente que mi amigo y su abuelo eran tan iguales. que hasta en su nombre se parecían. Mi amigo era Alexro Minos Astec Rios y su abuelo era Meliodo Carlos Astec Lazo... Ahora que lo pienso eso era lo más fascinante que tenían mis dos acompañantes. Era gracioso sin lugar a dudas ahora que lo pienso.

En fin estábamos caminando por aquel lugar donde la vida se detenía y no dejaba avanzar a los transeúntes, ni a los perros y ni siquiera las almas se atrevían a pasar. No era un río profundo, tampoco era la senda del infierno, ya que ellos eran amables, por lo que no creo que su ser supremo los haya desamparado. Pero quién sabe.

Yo por otro lado era feliz con ellos mientras pudiéramos caminar juntos, porque en ese entonces sólo quería observarlos. Quizás esa pudiera haber sido mi mayor dicha ahora que lo pienso.

Íbamos por el lugar donde la vid de muchos se secaba, era demasiado caluroso, No, mejor dicho era como el infierno a ratos y por ciertos sectores era tan frío que de lo hielo que te volvías tus articulaciones podrían crujir dolientes a cada paso. Un clima de perros, sin duda. <<Aunque debo admitir que a veces era fantástico>>. Estábamos en mi ciudad natal, La Paz. Ellos eran medio judíos y yo de familia un poquito alemana. Nos llevábamos bastante bien.

Habíamos caminado ya ocho cuadras desde mi casa <<justo ahora, en este instante recuerdo el nombre de la plaza>>hasta la plaza Murillo caminamos, hacia aquel lugar donde la vida de muchos había acabado, según lo que Meliodo nos contó; hasta su nombre fue sacado de una sección de la lista de todas las ovejas negras trasquiladas por la historia. Donde incluso un presidente fue colgado y de ahí nació el palacio quemado.

Alexro y Meliodo eran sociales y joviales, Alexro. un paceño de ciudad como yo; <<lo reconozco, y en este instante, se me da la gana pensar que es mi mejor amigo, claro por hay me pongo a recordar otros cuates más en algún otro momento>>. En cuanto a Meliodo, el venía de un pueblo que era parte del departamento paceño, ya que su abuelo Cedriel, con su hermano Yanir, ellos eran judíos naturales, que habían llegado a La Paz en busca de oro, mucho más antes incluso del holocausto.<<Bueno, mi abuelo si llegó por esos tiempos, pero eso es parte de otra historia>>.

Volviendo al tema de los abuelos de Meliodo. Ellos llegaron por los años 1880. El pueblo al que llegaron en busca del metal que corrompió al mundo por generaciones, se llamaba Charazani y ahí no encontraron nada de eso, solo habían arboles frutales, gente amable y un manantial de aguas termales, era hermoso sin duda. Sin embargo, no estaban ahí para vacacionar y lo peor era que no tenían, ni idea de como volver, ni recursos para hacerlo. Todo era insuficiente, era una desgracia para ellos, estaban atrapados.

Así después de meses ayudando y aprendiendo de los hacendados Charazaneños. Ellos, los hermanos se darían cuenta que el lugar se guiaba aún por el sistema del trueque, e intercambiaron sus pertenencias por unas cuantas chacras y así ahí aprendieron a sembrar maíces y trigo. Luego pasados algunos años ellos se cazaron con mujeres del lugar.

Las esposas se llamaban Martha y Victoria Castro. Eran hermanas y ambas tenían buena voz, cantaban Kantus como si de operas se tratara. Sus esposos eran demasiado ojo alegres, para estar sólo con ellas. Así que cada vez que podían las dejaban y se iban a "pastorear a las yeguas" decían. Pero lo que sus esposos no sabían era que ellas les pagaban igual e inclusive de peor forma. Tenían una relación envidiable en el pueblo y porque eran buena gente los que vivían en esos tiempos, se lo callaban. Ya que todos sabían lo que pasaba. Y la verdad no les culpo por andar de chismosos entre ellos. Pues, necesitaban un medio para entretenerse, ya que pasaría mucho tiempo hasta que la primera radio llegara. Y tampoco existían muchos libros interesantes y Meliodo creía que por hay estaban tan viejos y desgastados que se los consideraba reliquias. Pero Alexro pensaba que inclusive las personas que tenían libros ya no los leían. La primera razón era que las personas creían más en el hecho de la oralidad y los contaban a otros. Según él eso explicaría el porque de que en las actas del pueblo, figuraba el empleo de perseguidor de cuenta cuentos donde dice en el apartado numero cinco, sección dos, articulo seis, parágrafo 27: Se busca emplear en Charazani a perseguidores de cuenta cuentos que tengan caballos propios para traer entretenimiento a la población. Se dará buena recompensa. Y yo pensé entonces que, Wow a estos se los perseguía como a las celebridades o delincuentes de hoy en día. Bueno igualmente, por mi parte no sé si será cierto eso. ya que nunca leí las actas de aquel pueblo. La segunda razón según él para justificar su teoría, era que así mismo los cuenta cuentos eran tan escasos y que las personas que sabían leer, lo eran aun más. Bueno en todo caso, creo que ellos se divertían de los conflictos de otros, por eso eran felices de alguna manera.

En cuanto a lo que pasaba con los abuelos de Meliodo, ambas partes eran culpables y nadie se reclamaba nada, nadie se juzgaba. Inclusive al cura Oblitas compraban con un poco de miel, con donaciones a la iglesia y una penitencia de 50 ave marías y 20 padres nuestros rezaban. Bueno esos hermanos no lo hacían...

Meliodo sólo especulaba sobre eso, claro está, ya que el sólo conoció a su abuela Martha que se mofaba de su conyugue en las historias que contaba sobre las cosas que pasaron y no pasaron juntos. <<Una abuela sin pelos en la lengua, ahora que me doy cuenta o quizás una achojcha que inventaba todo>>.

Bueno así mismo Meliodo conoció a su tío abuelo Yanir; él era del tipo de personas que te cuenta sobre cosas extrañas y algo místicas. Como esos cuentos en los que te hacen dar miedo, pero luego nada pasa, por que la persona que te las cuenta es el mismo protagonista.

Meliodo era el menor de cinco hermanos y Alexro era el menor de cuatro. Mientras que yo era parte de una escala musical, era el tercero.

Justo ahora recuerdo que una vez cuando estaba haciendo un trabajo de investigación para el colegio y leí en alguna parte, algo acerca de la historia de aquella plaza por donde caminábamos. Ahí se narraba una parte un tanto jocosa a mi parecer. Por que un tal Figueroa, que había sido degollado como si de un noble se tratase, en vez de ser ahorcado como villano en la plaza. Por que la soga se rompió y más antes de eso aún, quisieron usar el Garrote vil, pero al ser su cuello gallinesco, no murió de esa manera.

Todavía puedo ver como Alexro <<quizás no era él>> se mata de risa mientras le cuento sobre mi hallazgo. Aún puedo escuchar esa carcajada sonora cuando el profesor me reprobó en un examen al poner que el mejor nombre para aquel lugar hubiera sido Plaza de los ahorcados y Figueroa. Me dijo que lo hizo, por que eso no tenía nada que ver con su materia ya que era el examen de Quimica y para colmo la gota que derramó el vaso, fue que el segundo apellido de mi profe era Figueroa, Bueno, eso yo no lo sabía, como iba yo a estar enterado de eso <<La verdad si sabia>>.

Aunque solamente quería tener mis pensamientos distorsionados en un papel, documentados para su perpetua memoria, como darle el nombre a algo, quería sentirme importante por una vez en mi vida. Y bueno como tenia cuatro hermanas y tres hermanos, no tenia mucha atención de mis padres. <<La verdad no son malos mis padres, me quieren>>

No justifico lo que hice como si fuera un acto esplendido o algo parecido ya que se trataba de un chico entre muchos jugandole una broma a su profesor. Nada nuevo, la verdad. Aun así debo admitir que me gustó hacerlo.

Aquel hecho sin duda, se volvería mi marca personal o era lo que planeaba, Hasta que pude contemplar como ese señor bigotudo.<<Su bigote le quedaba bastante bien, quiero uno así>>. Él rompía mi examen en pedacitos en mis narices. Me sentí como una mujer ultrajada; tampoco podía saber como se siente alguien cuando eso le pasa. Pero me sentía reprimido y marginado por lo que llaman "etiqueta y protocolo". <<Los humanos se reprimían cada vez más con sus fatales reglas que ellos mismos crean>>.Pensé.

Y después de dar vueltas y vueltas en la plaza nos separamos ambos por nuestro lado y yo me quedé solo, dando saltitos de alegría. Pero pasaron los años y mi mente divagando estaba.

Y ¡Zass!..Algo pasó...

Ya no era yo. Escuchaba aplausos y silbidos en la plaza y me vi saliendo de un trance.

Me había vuelto un ojo más entre muchos ojos que miraban lo que pasaba a través de los pensamientos de otros a quienes pensaba conocer.

Estoy seguro que me criticaban esos ojos. Esos eran ojos grises, ojos de musgo agua de pantanal, ojos de diamante, ojos hinchados de orgullo, ojos que parecerían ensangrentados en ira ardían, ojos antinaturales y purulentos sin vida. Esos que succionaban la mía. Me miraban y se reían, podía sentir como me menospreciaban. Estoy seguro que pensaban. Ese niño está llorando bonito. Me lo quiero comer... Que saquen a ese llokalla, no deja escuchar... A quién se le ocurre traer pela'os aquí...

<<Mi amigo y Meliodo estaban por todos lados y a la vez en ninguno>>

Eran los personajes de una opera y yo no era quien pensaba ser.

Sólo era uno más entre el público, pero no estaba delirando. Tenía que comprobar que no estaba solo realmente, así que miraba desorientado por todos lados y ahí casi donde moría el escenario. Ahí estaban dos filas mas adelante sentados mi verdadero Alexro y Meliodo. Estaban conmigo, no a mi lado. Pero, si eran parte viva de mi mente y mi realidad. Aquella vez eso me hizo llorar.

Esa vez en la opera, lloré al darme cuenta del peligro de ser niño y no tener un buen enfoque de las cosas.

Ese hecho me espantó aquella vez y esos recuerdos me hicieron sobresaltar y todo era espantoso. Nadie me respondía cuando hablaba. Pero era incomprensiblemente extraño. Realmente se parecían a mis acompañantes, esos farsantes.

Después de sollozar por un rato me di cuenta de algo...

Mientras ellos caminaban en la plaza comiendo bolos helados, el falso Meliodo (así lo llamé). Cantaba retazos del ayer, que en el rato en que las cuentas, estos se vuelven parte del hoy. esto se hacía instantáneamente.

—En la plaza caminamos ellos y yo. Mi nieto, el amigo de mi nieto y yo. Es despampanante como ellos irradian su felicidad—decía un <<¿yo?>>...

Entonces me di cuenta que ya me había quedado tres minutos sin decir nada a mis espectadores y uno de los seres despreciable que me miraba atento, dice:—Cuéntanos, queremos saber más sobre los terceros.

—Si, claro sólo estaba aclarando mis ideas— o Quizás me confundía más respondo y pienso. Mientras toso un poco, para aparentar que me aclaro la garganta.

Entonces Laud continúa con sus relatos, que bien le podrían llevar a lugares más recónditos de su ser o quizás a la nada existencial.

De ahí retorna al mundo de los hechos y el metronome avanza en aquel sitio de penumbras donde todos lo miran...

Notas de autor
Tempo: Es un término musical usado para marcar la rapidez en una canción.

Metronome o metronomo: Es un artefacto para medir el tempo con más precisión.

Medea: Es un personaje de una tragedia griega del mismo nombre escrita por Euripides y por muchos otros a lo largo del tiempo.

Garrote vil: Era una máquina para romper el cuello de los condenados a pena de muerte.

Llokalla: Forma de llamar a los niños en aimara y quechua , también se puede utilizar de manera despectiva. Más conocida en La Paz Potosí y Oruro (occidente de Bolivia)

Pela'o: Forma de llamar a los niños en oriente de Bolivia que comprende, Santa Cruz, Beni y Pando.

Achojcha: Es una verdura con arrugas, también se usa de forma despectiva para decir vieja a las mujeres.

Claro, no todos hablan así.

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--- Hola, aquí les habla la escritora y con un nuevo capítulo, espero que les haya gustado o quizás estén confundidos. pero esto es maso menos parte de la historia Así que no se preocupen... Y no, no enloquecí todavía. La cosa es que ando ocupada con la universidad, pero ya estaré publicando más partes de esta historia---.

Y también les digo que estaré dedicando capítulos a quienes voten o comenten e incluso a los que agreguen la historia a sus listas de lectura y así mismo estoy abierta a las criticas, porque estas me ayudan a mejorar.

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