♫ Treguas y Promesas ♥


Aira

Ese día viernes se había despertado más temprano que de costumbre. Se la había pasado en vela gran parte de la madrugada. No sabía a qué hora con exactitud había logrado, por fin, conciliar el sueño. Pero, solo consiguió calmarse luego de releer, por enésima vez, el mensaje de Rodrigo en el que le confirmaba, sino juraba, que a las tres y media de la tarde estaría esperándola en la esquina del Mc Café para luego llevarla a su cita con la psicóloga.

Había querido ir a su departamento después de la escuela para buscarlo, pero él había sido bien enfático. Hasta que, por lo menos, no terminara la secundaria, sino cumpliera la mayoría de edad, debían tener, lo que ella había llamado odiosamente, una "mala tregua": evitar frecuentar lugares, en donde la intimidad de aquéllos provocara que la cercanía de ambos se volviera peligrosa. Y aunque ella le había insistido que aquello le parecía exagerado (‹‹Rodri, yo confío en ti... ¿o acaso vas a confirmar mi teoría inicial de que eres un viejo verde que busca niñas por internet?››), él se había mantenido firme en su resolución.

Incluso, desde la última vez que habían charlado en persona, no se habían vuelto a ver en persona. Por chat Rodrigo se había mostrado como de costumbre: algo distante, pero tierno y preocupado por ella. Sin embargo, cuando Aira le preguntaba si podían quedar en ver una película o comer juntos, él cambiaba totalmente: alegaba que no veía alguna razón para aquello; se excusaba diciendo que, al conocer que ella era una colegiala, y sabiendo que sus exámenes de fin de año estaban cerca, debía dedicar su tiempo libre en estudiar, más no en distracciones innecesarias. La joven le había manifestado que lo extrañaba, que necesitaba verlo en persona, sino a diario, por lo menos que no pasase más de dos o tres días de esto, pero él no daba su brazo a torcer.

Encima, alegaba que no sabía por qué ella estaba tan desesperada por verlo a diario; ya que, en su opinión, podían muy bien quedar una vez a la semana, con ocasión de acompañarle a sus citas con la psicóloga. Aira le había replicado que aquello le parecía excesivo, ella necesitaba verlo en persona, tocarlo, abrazarlo, besarlo...

Cuando encausaba la charla a lo que quería y era bastante directa, aunque esto le provocara ciertos sonrojos, Rodrigo de inmediato cambiaba de tema de conversación. Esto producía que la adolescente se desesperara y comenzara con sus actitudes de irritabilidad, impaciencia e inmadurez, provocando que, de cuando en cuando él se enojara ante ello. Sin embargo, aquella actitud le duraba poco.

De inmediato, el saber que Noelia había hecho su aparición en la vida de Rodrigo volvía a su mente, provocándole un cambio que hasta a ella misma la sorprendía. Pensando que él en cualquier momento se cansaría de su actitud infantil e irritable y preferiría irse con una mujer más madura y estable como podría ser su ex, estaba ansiosa de que la psicóloga le diera la cura para su depresión, y todo lo que esto conllevaba. No obstante, como todavía el día de su primera cita con aquella le parecía tan lejano, había buscado en internet sobre cómo poder hacer frente a su irritabilidad y mal humor.

Había encontrado diferentes maneras para guardar la compostura. Pero, el simple y viejo consejo de contar hasta diez —sino veinte o treinta en su caso— parecía serle de mucha ayuda. Encima, como sus encuentros con Rodrigo se habían resumido a simples conversaciones de chat, pues aquel método le había servido de valiosísima de auxilio en su careta de "mujer adulta y comprensiva" que quería mostrarle. Y para su complacencia, pues todo parecía marchar a la perfección según sus planes.

Gracias a que su enamorado tenía Asperger, este no tenía la perspicacia para darse cuenta del cambio tan repentino en Aira. Al contrario, le había dicho, muy feliz, que le parecía que estaba madurando, sobre todo al ya no reaccionar de manera tan infantil e impaciente ante su reticencia de verse muy seguido en persona. Lo único extraño, eso sí, era que le había dado la sensación de que "había retrocedido en sus dotes mecanográficas", ya que ella se demoraba mucho al digitar algunos mensajes cuando le contestaba. El pobre Rodrigo no intuía que, mientras él creía que algo malo había pasado —siempre tan intenso y preocupado como siempre— ella estaba dándose golpes de cabeza a la pared, literalmente hablando, mientras luego miraba al cielo y trataba de contar hasta diez, sino veinte, treinta o hasta cincuenta, en algunas ocasiones y su respiración se regularizaba.

De tanto hacerse daño, se había provocado más de un moretón en la cabeza, los cuales le eran difíciles de disimular. Su abuelita Gladys le había preguntado muy preocupada qué era lo que le pasaba, a lo que Aira negaba con una falsa sonrisa que fuera algo de importancia. Pero, siendo la señora muy distinta a Rodrigo, no era alguien a quien pudiese fácilmente engañar.

La mujer decidió esa tarde sentarse con ella y preguntarle si en su escuela le habían hecho bullying o algo parecido, pero fue bien clara al decirle que no se tragaba el cuento de que ‹‹Simplemente no era nada››, como su nieta le contestaba a sus interpelaciones. Al verse entre la espada y la pared, Aira decidió sincerarse y contarle todo lo sucedido a su abuelita, obviando el hecho de que Rodrigo fuese universitario y tuviese veintitrés años.

Le había contado de que él era un estudiante de último año, el más sexy y popular de la escuela, que parecía tener cierto interés en ella, pero una rubia zorra, su ex, la más popular y hermosa de la secundaria, quería quitárselo; por lo que, se sentía que no tenía oportunidad alguna frente a ella y, al sentirse frustrada por ello, no veía mayor salida que golpearse contra la pared, para luego contar varias veces para tratar de obtener así, su tan buscada tranquilidad.

Después de soltarle aquella mentira, Aira se preguntó si no había estado influenciada por los argumentos de las novelas juveniles populares que leía en Wattpad. Pero, cuando esbozó una sonrisa al llegar a aquella conclusión, la reprimenda que le soltó su abuela la hizo volver a la realidad:

—¡TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA! —le decía la señora con lágrimas en los ojos, al darse cuenta de que el círculo vicioso que había visto en su hija Giovanna, ahora se repetía con su nieta.

Aira tragó saliva.

—Abuela...

—¿Cómo es posible? —Respiró entrecortadamente—. ¡¿Cómo es posible, siquiera, que pienses en hacerte daño, y solo porque te gusta un chico?! ¿Es que acaso no te quieres a ti misma? —preguntó al tiempo que le acariciaba la mejilla y un mechón de su pelo. La joven sintió una daga en su corazón al ver cómo seguían cayendo lágrimas por los ojos de la anciana—. Con lo bonita, graciosa y buena que eres...

—¿Crees...? ¿En serio crees que soy bonita? —preguntó mientras retorcía sus dedos en ambas manos.

Su abuela asintió.

—¡Claro que lo eres! ¿Es que acaso no te has visto en el espejo? —señaló la señora, para luego llevar a su nieta a un pequeño espejo que adornaba el centro de su sala.

Se vio en su reflejo. Pero ante ella no había más que un guiñapo humano, al que le daban ganas de cubrirlo con una burka.

—Tienes una cara de muñeca, mi niña.

Su abuela volteó hacia ella. Le acomodó de nuevo los mechones que caían por su frente y unos pocos de atrás hacia adelante.

—Incluso, ya cuando crezcas, te arregles y te pintes con un poco de maquillaje, seguro que te verás guapísima —afirmó doña Gladys—. Pero todavía eres muy pequeña para eso.

—Te recuerdo que pronto voy a cumplir dieciséis años, abuela.

—Todavía estás en el colegio. No quieras correr antes de tiempo, ¿eh?

Aira soltó un resoplido de resignación.

—Pero —prosiguió la señora—, si ese chico de verdad le gustas y vale la pena, sabrá ver más allá del físico. Te valorarás por lo que eres, por lo que tienes en tu interior, se preocupará por ti y velará porque seas feliz, que es lo más importante en tener una pareja.

Ella miró hacia el techo, pensativa. Empezó a recordar lo que Rodrigo le había dicho o las veces en que se había preocupado sinceramente por ella.

—Tu abuelito siempre buscaba hacerme feliz, ¿sabes? Aún con sus limitaciones económicas, puedo afirmar que él siempre buscó que yo fuera feliz. —Doña Gladys volteó su rostro hacia un costado, en donde una fotografía de su difunto esposo la observaba con atención. El hombre fruncía un poco el ceño, en una mirada que mostraba sabiduría, amabilidad, pero sobre todo, bondad.

Aira pensó que, en efecto, no recordaba haberlos visto pelear. Aunque su abuelo había muerto hacía pocos años atrás, tenía un buen recuerdo de aquel hombre; en especial, todavía estaba fresca en su memoria cuando se había esforzado en prepararle un almuerzo sencillo, pero muy íntimo, a su mujer un domingo para celebrar sus treinta años de casados.

‹‹Hoy no cocinarás, vieja. Siempre estás dedicándote a las labores de la casa. Hoy descansarás y serás la reina del hogar››, le había dicho a doña Gladys. Aquel día se había vivido un ambiente de mucha camaradería, de diversión, pero sobre todo, de amor en su familia, algo que ella se dijo que le gustaría tener y atesorar cuando quisiera y se convirtiera en una mujer.

¿Ella podría tener con Rodrigo una relación tan entrañable como la que habían tenido sus abuelos? Podría ser posible. Aunque él todavía no le había dicho que la quería, literalmente, la última vez que se habían visto, él parecía haber llegado a una conclusión: se había preguntado si lo que sentía por ella era algo más que un gusto. Por lo que, de darse el caso, era evidente de que estaba ganándose un sitio en el corazón de aquel joven a quien amaba con locura, aún con todas sus mentiras, sus depresiones y sus equivocaciones.

Sin embargo, luego de esbozar una ligera sonrisa al ver que el panorama era positivo, las sombras de las dudas, de los celos y de los temores volvieron a cernirse sobre ella. De esta manera, se preguntó si su abuelita había pasado por lo mismo que ella alguna vez:

—Abue... abuelita... —dijo dubitativa.

—Dime, niña.

La joven tragó saliva.

Estaba dudosa en indagar en un aspecto tan íntimo de sus abuelos. No se sentía segura como para hablar de un tema "álgido". Aunque con su abuela se llevaba mucho mejor que con su madre, nunca habían tenido la confianza necesaria como para abordar temas de pareja. Ese día era la primera vez que le confesaba los temores de perder al chico que le gusta. Pero, como ya habían tocado este tema y necesitaba de que alguien la instruyera en cómo actuar frente a los celos que la carcomían, decidió armarse de valor y continuar con aquello que tanta ansiedad le provocaba.

—Mi... —Volvió a pasar saliva—. ¿Mi abuelito alguna... alguna vez te fue infiel?

Doña Gladys abrió grandemente la boca.

—¿Qué preguntas son esas? —preguntó juntando las cejas.

—Lo que pasa es que... pues, como te conté... —Hizo una pausa mientras estrujaba su polera con sus manos—. Hay una tipa que está rondando a este chico. Es su ex, ella es muy bonita y eso. Y aunque... Aunque sé que a él le gusto, tengo miedo de que si lo acepto, me sea... —Agachó la cabeza avergonzada—. ¡Me sea infiel con esa chica! —Arrugó sus cejas—. Y si... —Levantó su rostro. Sus ojos le ardían al imaginarse aquella terrible situación—. Y si eso me llegara a pasar, no sé qué sería capaz de hacer. Creo que... —Varias lágrimas empezaron a caer de su rostro—. Creo que me moriría, ¿sabes?

Su abuela arrugó su frente, evidentemente preocupada. Se acercó donde su nieta y la acogió en sus brazos, mientras Aira se desahogaba en su pecho.

—Pero...

—Es que yo lo quiero, abuela, ¡lo quiero mucho! ¡Él es mi vida! ¡Es todo para mí! Y si él... —Hizo una pausa para poder inhalar el aire mejor. Su respiración era tan entrecortada que el tomar aire le era muy dificultoso—. Y si él me dejara por esa tipa, yo me mato abuela, ¡ME MATO!

Doña Gladys la separó de su pecho y la cogió de los hombros. Lo que acababa de escuchar había encendido, de inmediato, la voz de alerta en su interior.

—Pero, ¿cómo dices esas cosas? —La sacudió para hacerla entrar en razón. Sin embargo, la adolescente seguía repitiendo que atentaría contra su vida, para temor, sino pavor de la anciana—. ¡ESTÁS LOCA!

Aira asintió.

—Quizá... pero de amor por él.

La señora meneó la cabeza.

—¡Estás mal! ¡Muy mal! El amor no es pensar en quitarte la vida por alguien, ¡por Dios! ¿EN QUÉ COSAS TAN TERRIBLES ESTÁS PENSANDO? —preguntó al tiempo que le temblaban las manos al darse cuenta del punto en el que su nieta había llegado—. El amor implica el quererse a uno mismo, amarse a uno mismo, para luego buscar la felicidad en otra persona. ¿Me entiendes?

Su nieta no le respondió.

—Tu abuelo era un hombre extraordinario, que me quería y que siempre se portó muy bien conmigo, no tengo queja alguna de él. ¡Nunca me fue infiel! Pero si lo hubiera sido... —Volteó su cabeza en dirección al retrato de su difunto esposo. Le pareció que el semblante de este se mostraba algo enojado ante lo que que estaba próxima a decir, por lo que le pidió perdón en su mente—. Pues no me hubiera quedado otra cosa más que separarme de él. Digo, por dignidad y amor propio. La vida continúa para una, con o sin el hombre que quisiste.

—Pero si él me deja, yo... yo... no sé si podré... si podré...

Aira agachó la cabeza y ya no pudo hablar más. Su sollozo era tan profundo al imaginar la terrible situación que sería si Rodrigo terminase con ella por irse con Noelia.

La mujer alzó su mano en dirección a Aira. Quería darle una cachetada para hacerla entrar en razón, mas no pudo.

Doña Gladys inhaló profundamente para tratar de mantener la calma. Tenía ganas de pegarle, sino halarle del pelo, pero debía controlarse. Tenía una impotencia tal al ver la situación tan peligrosa en la que se encontraba su nieta que, por primera vez en su vida, temió lo peor por ella.

—Tú estás mal, mi niña. ¡Estás mal! ¡MUY MAL!

Luego de calmarse, volvió a abrazar a su nieta, pero ahora con más intensidad que nunca. Aira se desahogó en sus brazos, mientras la anciana volvía a mirar el rostro de su esposo en su fotografía al tiempo que le rogaba que, por favor, la ayudara desde donde esté y velara porque nada malo le pasara.

Después de desahogarse y calmarse un poco, doña Gladys fue bien enfática con su nieta. No le gustaban para nada las ideas suicidas que tenía; por lo que, le dijo que haría lo imposible para hacerse de un préstamo de dinero, para pagarle las citas de la psicóloga que antes le había estado viendo. Pero, grata fue su sorpresa cuando Aira se le adelantó y le dijo que esa tarde iba a ver a una:

—La prima de un amigo es psicóloga, y quedó en atenderme gratis.

—¿En serio? —dijo la señora frunciendo el ceño.

La joven asintió.

—Como recién va a abrir su consultorio psicológico ¿o era porque necesitaba cumplir horas para su pasantía? Bueno, como sea... —Se encogió de hombros para restarle importancia al asunto—. Mi amigo me dijo que podía verme en unas cuantas citas gratis, y como él sabe que yo soy depresiva, pues... Justo te iba a pedir permiso para ir a mi cita hoy.

—¿Es...? ¿Es en serio? —preguntó todavía incrédula la señora. Aira volvió a asentir—. ¿De verdad? ¿No me estás mintiendo para que no me preocupe y te obligue a ir donde la otra psicóloga?

—No —dijo negando con la cabeza.

—Todavía recuerdo que decías que era una pérdida de tiempo ir donde la psicóloga. Seguro que me estás mintiendo para que no te obligue y...

—¡Que no!

—¿Cómo sé que no me estás mintiendo para manipularme, Aira? —preguntó muy seria.

—¡Abuela! —exclamó evidentemente ofendida.

—¡Me preocupas tanto! —dijo la señora para luego soltar un resoplo de resignación—. Tienes algunas actitudes iguales a las de tu madre. Ella mentía, manipulaba, yo le creía, tu abuelo le creía... ¡y mira en lo que se convirtió ahora!

—No me compares con mi mamá, ¡por Dios! —dijo con fastidio para luego hacer una mueca de enojo.

—Si tienes una cita, entonces te acompañaré a ella. ¿A qué hora es? Iré a bañar a tu hermano para luego cambiarlo e ir contigo.

Aira abrió los ojos como plato.

—¡No me vas a acompañar, abuela!

—¿Por qué no?

—Porque ya no alcanzas. —Miró el reloj en su mano derecha. Este marcaba las quince horas—. La cita es en media hora. Aparte de que, ¡me daría vergüenza! Ya no soy una niña, ¡por Dios! Quiero ir por mi cuenta.

La señora ladeó la cabeza y cruzó los brazos. No estaba muy convencida.

—Te salvas hoy porque si es en media hora, en efecto, no me alcanzaría acompañarte. Estoy hecha todo un estropajo luego de haber estado limpiando el jardín. A Lucas se le dio por sacar bichos y demás tonterías. —El aludido, que estaba espiando de reojo en un costado, salió caminando de puntillas para que no lo volvieran a retar como en la mañana por sus travesuras—. ¡Hay que ver el trabajo que ambos me dan a estas alturas de mi vida! —Meneó la cabeza.

—Pero, abuela, ¿qué trabajo te doy? Lucas porque es un malcriado, pero yo...

—¡Tú también! Pensando en quitarte la vida, pero ¡¿QUÉ COSAS SON ESAS?! ¿Acaso estás mal de la cabeza? ¿Cómo no quieres que me preocupe por ti con todas las tonterías que dices?

Su nieta agachó la cabeza. Se sentía culpable.

—Lo... lo siento. Pero no puedo evitarlo —mencionó a la vez que levantaba su rostro para contemplarla y pedirle perdón con sus ojos—. Me siento así. Pienso así. Pero es por esto que quiero ir hoy donde la psicóloga, para que ella me ayude y...

—¿Me prometes que, de verdad, irás donde esa psicóloga hoy y vas a tratar de ayudarte?

—¡Te lo prometo! —Aira fue donde el mueble de la sala, cogió el retrato de su abuelito y se lo mostró—. Por mi abuelito te juro, te lo juro, que voy a tratar de mejorar, para ya no pensar más en esas cosas.

La señora todavía estaba dudosa. Pero, como no se fiaba del todo, quiso pedirle una prueba de, de verdad, iría donde la psicóloga:

—La otra doctora nos daba siempre una hoja de indicaciones, con su sello y firma, sobre las recomendaciones que debías hacer entre cada terapia. Supongo que la que te atenderá hoy te entregará lo mismo, ¿sí?

Aira levantó la vista hacia el techo, como buscando en este respuestas a aquella pregunta.

—No sé. Yo... no sé cómo trabajará esta doctora. Todavía no la conozco.

—Pues se lo exigirás, jovencita, sino te acompañaré a tu siguiente cita y se lo pediré yo misma.

—¡Pero, abuela!

—Es mi condición para dejarte ir sola... por esta vez —señaló levantando el dedo índice—. ¡Es una orden! ¿Te quedó claro?

Su nieta soltó un gran resoplido.

—¡Cuánta falta de confianza! —dijo haciendo una mueca.

—La confianza se gana. Y tú, después de lo que has dicho hoy, debes hacer grandes méritos para hacer que vuelva a confiar en ti.

—¡Está bien! —manifestó arrastrando las palabras. Volvió a mirar su reloj y este ya marcaba las quince horas y diez minutos. Abrió sus ojos como plato—. ¡Miércoles! ¡Estoy retrasada!

Cogió su bolso y se dirigió a la puerta.

—¿Te vas a ir así, sin cambiarte el uniforme?

—Ya no me da tiempo. —Le dio un beso en la frente a la anciana y volvió a dirigirse a la puerta para irse.

‹‹Aparte de que ya no importa. Ya no tengo que ocultarle a Rodri de que soy una colegiala››, pensó a la vez que soltaba una sonrisita de satisfacción como si estuviera cometiendo una travesura.

—¡Nos vemos, abuela!

—¡Espera! —dijo la señora mientras la alcanzaba para cogerle de la mano.

—¿Eh?

Doña Gladys la abrazó con mucha fuerza.

—Cuídate mucho, por favor —le habló la señora. Luego le hizo la señal de la cruz en la frente, al tiempo que Aira fruncía el ceño sorprendida—. ¡No hagas ninguna locura! ¿Me lo prometes?

Estaba confundida ante su bendición y dubitativa de qué hacer. No obstante, como no quería alargar más el asunto, asintió sin chistar, para luego retirarse sin mayor demora del lugar.

Su abuela la observó desde la puerta irse, mientras abrazaba el retrato de su difunto esposo.

—Por favor, cuídala para que no cometa una locura —dijo al tiempo que sus lágrimas bañaban la fotografía de su marido, quien parecía relajar su rostro para luego unirse a sus ruegos.

Anotaciones Finales

Bueno, después del drama entre Rodrigo y Aira de los últimos capítulos, creo que este es un poquito más tranquilo, de transición como le llamo yo. No todos van a ser siempre tan intensos, pues xD.

También, les informo que, tal y como lo anuncié en mis redes sociales, e incluso en mi tablero de mensajes de aquí, el último capítulo de "Melodías y Ambrosías", sin contar el epílogo que se publicará un día o dos días después, será publicado el viernes 26 de mayo.

Sí, ya queda poco para que nos despidamos de esta historia que me ha costado esfuerzo, sudor y lágrimas durante casi dos años, parones por bloqueos, enfermedades y viajes de por medios xD.

 Agradezco la infinita paciencia que me han tenido quienes me han acompañado desde sus comienzos, allá por el último trimestre del 2015, hasta la fecha. Sé que a veces como lector uno es impaciente y tal, porque muchas veces yo también lo soy, pero de algo pueden estar seguros es que, a tan poco de terminar, no los voy a dejar colgados con esta historia que se me ha hecho entrañable. Esta historia, esta saga, es mi bebé; por lo que le pongo todo mi esfuerzo posible con lo que sé para que ustedes puedan tener algo digno de leer. Sé que puede tener errores, porque soy novata y tal, pero... tengan presente que pongo el mayor de mis esfuerzos en escribirla para que ustedes disfruten de ella.

Por último, sé que cuando escriba la palabra "FIN" voy a llorar. Pero bueno, todo tiene un final, ¿sí? Igual, faltan unos cuatro o cinco capítulos hasta que esto llegue. Por lo que, todavía "falta" ¿?, así que disfrutemos juntos del tiempo que nos queda xD Eso sí, el intervalo de espera de estos, como podrán intuir, no será de mucho tiempo. No quiero alargar más el tramo que me queda para ponerle punto final a esta historia que tantas satisfacciones me ha dado. 

Espero que les haya gustado este capítulo. Si es así, no se olviden de darme su voto y/o comentario. Este capítulo me ha gustado bastante porque muestra un aspecto más íntimo y familiar de Aira, el cómo un pariente se siente impotente y preocupado al tener a un miembro de su familia que padece de depresión, porque cuando alguien sufre de esta, no solo lo sufre el paciente, sino las personas que lo rodean. A mí doña Gladys se me hace una mujer muy entrañable, y creo que la mujer del dibujo la representa en el encabezado del capítulo, tal y como la tengo en mente. 

 En fin, que me pongo melancólica y me enrollo mucho. xD

Gracias por leer ;)  Nos leemos en breve con la cita de Aira con su psicóloga. ;) 

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