♫ Travesías y Noticias ♥


Nota de la autora

En este capítulo voy a hacer un pequeño cameo de Trolo y María, los protagonistas de otra de mis historias, "Cariño, tengamos un hijo por WhatsApp". 

Recuerden que gran parte de mis historias se desarrollan en mi ciudad, Lima, Perú. Por lo que, es común que cada tanto los personajes de una hagan cameos en más de una de mis historias. Ya antes, en el capítulo de "Encuentros y Preguntas" apareció Luis de "Decídete, Margarita". Por lo que, ya le tocaba su oportunidad a Trolo y María ;) 

Sin más, los dejo con la lectura.

Aira

Estaba sentada en el último asiento del microbús que la llevaría a su destino. Había salido con apuro de su casa y, por poco pierde aquél, de no ser porque en Lima era usual que los choferes de buses públicos no respetaran los paraderos y se detuvieran en cualquier lugar para recoger pasajeros. Como aún así sabía que no le daría tiempo de llegar a la hora que había pactado con Rodrigo, decidió enviarle un mensaje para que este no se impacientara.

‹‹Debo estar llegando a las 3:45 o por ahí. >.< ››

‹‹¿Tan tarde? ¡Por Dios, Aira, tu cita es a las 4:00 pm! Queda en Jesús María el consultorio de la doctora. No sé si llegaremos a tiempo.››

‹‹Lo sé. Pero es q se me hizo tarde. Lo siento. >.< ››

‹‹¿No puedes venir en taxi siquiera?››

Cinco minutos después

‹‹¿Aira, estás ahí?››

Cinco minutos después

‹‹¿Aira? ››

‹‹Lo siento. Es que no tengo con qué pagar el taxi. Con las justas tengo para mi pasaje del micro T_T››

‹‹¡Habérmelo dicho antes! Vente nomás en taxi. Yo te lo pago. ››

‹‹Da igual, son casi las 3:30 pm ya. Lo siento >.<››

‹‹¿Estás muy lejos? ››

‹‹x la Avenida Colonial con la Universitaria. ››

‹‹Dios, con el tráfico que hay hasta aquí, ya no alcanzas.››

‹‹Así es, lo siento T_T››

‹‹Déjame, que llamo a la doctora para ver si pueden postergar tu cita para más tarde. ››

‹‹Te confirmo en un rato. ››

‹‹Ok T_T››

‹‹Lo siento T_T››

Cinco minutos después

‹‹Listo. Dice que está disponible a partir de las seis. ››

‹‹Yupiiii :D Q' bien. ››

‹‹Ahí ya bajo. Justo te estoy viendo desde la ventana. ››

Aira se levantó de su asiento, tocó el timbre de la puerta de "Bajada" y le indicó al cobrador del micro que debía bajar. Este hizo caso omiso a su llamado; por lo que el micro no se detuvo. Ella vio cómo Rodrigo la veía de lejos por la ventana del bus, mientras este se dirigía hasta su siguiente paradero.

—¡Bajaaaa! —gritó, pero el bus seguía en marcha.

—Oye, que la colegiala de ahí atrás dice que baja —dijo una chica de pelo negro con lentes. Esta había estado apoyando su cabeza sobre el hombro de su pareja, un joven de pelo largo y barba bastante crecida, quien la abrazaba a su vez; pero al darse cuenta de la situación de Aira, decidió ayudarla.

—OE, CHINO, ¡BAJAAAA ATRÁS! —exclamó su enamorado con voz grave, provocando que, por fin, el cobrador se diera por aludido.

—Gracias —dijo Aira.

La pareja le sonrió y volvió a lo suyo.

—¡Ese es mi Rolo! —dijo la chica para luego darle un gran beso en la mejilla a su enamorado. Este sonrió orgulloso de su acción.

Cuando el cobrador se acercó donde Aira, le quiso cobrar su pasaje antes de que bajara. Ella se indignó y le mostró el tícket de su boleto del pasaje, para luego agregar

—¿Cuántas veces me vas a cobrar, huevón? ¿Y eres sordo o qué? ¿Acaso no oíste que bajaba en Plaza San Miguel?

—Oe', sin insultos, ¿ok?

—¡Te estoy diciendo que bajo en Plaza San Miguel! —dijo Aira fuera de sí—.¿Para qué mierda toco el timbre de "Bajada" entonces?

—¡Calla, chibola! No te oí pe'. Camina camina nomá hasta el próximo paradero —agregó el cobrador con una sonrisa sarcástica mientras le daba la espalda y seguía cobrando el pasaje a unos pasajeros asientos más allá.

—¡Imbécil! —dijo en voz baja.

Tenía ganas de darle un puñete, pero se contuvo. No era momento para armar una bronca.

Luego de bajarse, por fin, de aquel bus y de caminar lo que la separaba de su paradero inicial, siguió mascullando su rabia durante todo el trayecto. Tan concentrada estaba en imaginarse el liarse a golpes con aquel cobrador, que no notó que tenía a Rodrigo a pocos metros de sí.

—¡Aira!

Cuando se percató de él, todos sus enojos desaparecieron en un santiamén. Corrió la poca distancia que le faltaban y se lanzó, de inmediato a sus brazos.

—Rodri, no sabes cuánto te extrañé —dijo mientras lo abrazaba con intensidad.

Él le devolvió lo suyo, aunque estaba todavía un poco aturdido por la situación. Cuando se separaron, no dudó en formularle el primer pensamiento que cruzaba por su mente.

—¿Has... ? —Pasó saliva—. ¿Has venido con uniforme de tu escuela?

—Sí —dijo arrugando las cejas—. No me dio tiempo de cambiarme y bueno...

Él se le quedó observando extrañado. Luego, sin remordimiento alguno, la miró de pies a cabeza, todavía con esa expresión pensativa en su rostro.

—¿Qué pasa? —lo interpeló.

—Bueno, yo... —Se acomodó un mechón del pelo derecho con la mano, al tiempo que desviaba la mirada y se sonrojaba.

—¿Qué?

—Yo...

—¡Dime! ¿Qué te pasa?

Él la enfrentó. Pudo percatarse de que una gota de sudor bajaba por su sien izquierda.

—Es que... —Hizo una pausa—. Te veo distinta, ¿sabes?

Ella volvió a arrugar la frente.

—¿Distinta? —Él asintió—. ¿En qué sentido? Solo estoy con el uniforme de la escuela. —Se encogió de hombros.

—Te ves bonita... —Aira se emocionó al escucharlo—. Digo, te queda muy bien el uniforme.

—¿En serio? —preguntó ella contemplándose las piernas y brazos para verse mejor, aunque ya se hubiera visto a sí misma con ese uniforme cientos de veces.

Rodrigo asintió.

—¡Y menor que antes!

—¿Eh? —Hizo una mueca de desagrado.

—Con ropa casual aparentabas más edad. Pero ahora, con tus trenzas, tu uniforme y tu mochila... —Tragó saliva al tiempo que el sudor de su frente era más prominente. Se cubrió el rostro con una mano, incapaz de observarla—. Si te lo confieso, me siento como un robacunas a tu lado, ¿sabes?

—¿Eh? —Una tormenta de miles de hormigas se había desatado en su interior—. Sabes... —Hizo una pausa—. ¿Acaso sabes el significado de lo que es un robacunas?

Rodrigo asintió.

—Alguien como yo —dijo arrugando la ceja—, que tiene una relación de pareja con... —agachó la cabeza— con alguien como tú... tan joven... tan... tan... ¡menor!

Resopló con indignación. Se dio cuenta de que había sido una mala idea de que Rodrigo la viera tal y como estaba. Y el temor de sentirse rechazada, si se enteraba de su edad real, volvió a ensombrecerla.

Durante el trayecto al consultorio de la psicóloga, apenas habían hablado. Ella había tratado de tocar cualquier tema de conversación, pero él con las justas le había prestado atención. Rodrigo se la había pasado, con un gesto serio e indescifrable, observando por la ventana a las calles y a los transeúntes de la ciudad, apoyando su rostro sobre su mano, a su vez que su codo estaba apoyado sobre la ventana, mientras negros pensamientos torturaban a una desolada y desesperada Aira:

‹‹¿Estará enojado?››

‹‹¿Le habrá molestado verme en uniforme escolar?››

‹‹¿Se habrá arrepentido de seguir conmigo?››

‹‹¿Estará conmigo solo por lástima?››

‹‹¿Quizá esté pensando en abandonarme para estar con una mujer mayor como su ex?››

En ese instante, no pudo más. Sin poder contener sus impulsos, se arrancó un gran mechón de su pelo, provocando así, llamar la atención de su enamorado, por fin, pero no de la forma deseada.

—¿Qué...? ¿Qué te pasa? —le formuló.

—Na... nada —dijo cabizbaja.

—¡Pero te has arrancado el pelo! —habló preocupado dirigiéndose a ella al tiempo que podía contemplar cómo un pequeño hueco en su cabeza y cómo algunos pelos de la mano de Aira caían al suelo—. ¿Tienes algún problema capilar? ¿Quizá usas un shampoo que te provoca alergia? Porque puedo recomendarte un dermatólogo que atiende a mi hermana y... —dijo alargando su mano para poder contemplarla mejor, pero esta fue rechazada por un golpe por la mano derecha de ella.

—¡NO ME PASA NADA! —gritó provocando que los pasajeros del bus en el que iban volteasen hacia ellos—. ¿QUÉ ESTÁN MIRANDO? —se apresuró en decirles al tiempo que les clavaba una mirada de odio a todo aquel que osase observarla.

—Aira, ¿qué te pasa? —le dijo en un susurro.

Ella volteó a observarlo. Sus ojos estaban tan hundidos y llenos de lágrimas, que a Rodrigo le pareció que era un cachorrito abandonado, al cual quería abrazar, proteger y amar.

—Nada... —Respiró con dificultad—. No me pasa nada.

Él no pudo más. Alzó su brazo izquierdo para abrazarla al tiempo que sacaba un pañuelo de su bolsillo. Con este le limpiaba las lágrimas que seguían cayendo de sus mejillas, mientras que la llenaba de besos en su cabeza, en especial, en donde podía observarse el pequeño vacío que había en aquella, producto de los cabellos que ahora ya no estaban.

Cuando se bajaron del bus, ya ella se había calmado. Él había esperado que se le pasara el llanto, para volverle a preguntar qué era lo que le molestaba, pero ella se había mostrado reacia. De este modo, prefirió obviar el tema durante el viaje, no sin olvidar que lo volvería a tocar, este y otros más, durante su cita con la psicóloga, sí o sí. ¡No podía dejar pasar más tiempo!

Llegaron a una casa que parecía haber sido construida en la Lima del siglo XIX. De dos pisos, paredes celestes, el edificio parecía acogedor. En la puerta de la calle había un par de placas. El primer piso correspondía a una oficina de contadores. El segundo era el de la psicóloga. "Licenciada en Psicología Emma Montalvo", podía leerse en aquélla.

—Aquí es —le dijo él invitando a la joven a entrar.

Ella movió la cabeza en señal de afirmación y le obedeció sin chistar. No había formulado palabra alguna desde que se negara, por enésima vez, a hacerle saber qué era lo que le pasaba y el porqué había actuado así en el bus.

Cuando entraron, Rodrigo se anunció con una señorita que estaba en el mostrador de recepción. Esta los saludó y prosiguió a confirmar su asistencia:

—Ah, sí. ¿Habían aplazado su cita, cierto?

—Sí —respondió él.

—Déjenme ver —dijo la recepcionista digitando sobre su computador—. Sí, cita para las seis, con Aira Melodía Sáenz, ¿sí?

—Así es —contestó Rodrigo.

Aira iba a replicar que le faltaba su apellido paterno, pero se contuvo. Quizá soltar una información de más, a estas alturas, y más cuando él se había mostrado tan desconcertado al verla con su uniforme escolar, no era lo conveniente.

—¿Tiene su DNI? —preguntó la recepcionista.

—¿Eh? —dijo ella mientras su frente y la comisura de sus labios se llenaban de bastante sudor.

—Provisionalmente le llené su historia clínica con los datos que el joven nos proporcionó por teléfono. Pero es regla general que, para un mejor control, estos sean llenados con el DNI de cada paciente.

—¿Es...? ¿Es necesario? —preguntó arrastrando las palabras.

—Absolutamente. Nos lo piden las autoridades de salud.

Tragó saliva.

—Yo... yo no... no lo sabía. —Aira miró a Rodrigo, quien también estaba preocupado—. Yo... ¡No lo he traído!

—Entonces, tendremos problemas —dijo la recepcionista con un gesto muy adusto—. Creo que no voy a poder registrarla como paciente y no va a poder la licenciada atenderla. Por lo menos, no hoy. Lo siento.

—¿QUÉ? —preguntó con preocupación la adolescente—. ¡Rodri! Rodri... ¿qué hacemos? —dijo con aprensión cogiéndolo del brazo.

—¿Podemos...? —Hizo una pausa—. ¿Puedo hablar con la doctora, por favor?

La recepcionista lo miró con desaprobación.

—Se encuentra en una cita ahora —dijo de manera cortante.

—¿A qué hora se desocupará?

—A las cinco termina su cita.

—Mientras ella se desocupa, ¿no podemos hacer una excepción por hoy? Le prometo que en su próxima cita Aira traerá su DNI y podrá regularizar lo que le pide.

Al oír esto, la joven sintió que su corazón se estrujó.

—Es que...

—Soy muy amigo de su primo, Fabián. Él me la recomendó. Le prometo que, sí o sí, en su próxima cita Aira traerá su DNI y todo estará conforme nos lo pide.

Ella se preguntó si su próxima cita podría ser luego de su cumpleaños, cuando le dijera la verdad.

—Pero, por favor... —Cogió a su enamorada de la mano. Con este gesto, se sintió apoyada—. No nos diga que no la podrá atender hoy. Ella ha hecho un largo viaje hasta aquí.

—Uhm... —dijo no muy convencida la mujer.

—Por favor, ¿sí?

La señora hizo una mueca. Movió la cabeza con gesto de desaprobación. Volvió a observarlo. Rodrigo siguió insistiendo en que le hiciera el favor de pasar por alto y que lo que le exigía era un mero trámite que podría regularizarse en un par de días, tal y como sabía que lo hacían los abogados.

La mujer mientras lo escuchaba cambió su gesto serio a uno de sorpresa, para luego a uno más relajado. Él usó tal labia en esta, que Aira se preguntó si su segunda vocación, luego de la literatura, no era la abogacía. Por lo menos, el poder de argumentación para defender lo suyo, tal y como lo hacían los abogados, parecía quedar demostrado esa tarde, luego de que la recepcionista diera su brazo a torcer y terminara aceptando su propuesta de que en la próxima cita Aira traería su DNI, lo cual conllevaba a otro problema:

—¿Y cuándo...? —Se atoró la garganta—. ¿Cuándo sería mi próxima cita con la doctora? —preguntó esperanzada de que, por lo menos, fuera dentro de un mes.

—En una semana.

—¿Una semana? —Abrió los ojos como plato.

—Así es.

—¿Y no podría aplazarse una semana más o dos, o quizá...? —Hizo cuentas mentalmente. Faltaba poco menos de un mes para su cumpleaños—. Quizá tres semanas —dijo con cierta timidez mientras encogía su rostro.

—No lo creo —afirmó la señora arrugando la frente—. Las citas suelen ser semanales, porque es un tiempo prudencial para hacerle un seguimiento al paciente y más cuando recién está empezando a ser tratado. Si eso, luego puede dejar más tiempo, pero... ¿por qué debería dejar tanto tiempo entre cada cita?

La observó de manera tan penetrante, que a Aira se le cruzó por la mente que podía leerle en su mente sus verdaderas intenciones.

—No... yo solo preguntaba. —Se encogió de hombros, como para restarle importancia. Luego, encontró una excusa tan rápida, que se preguntó si no se había convertido en una maestra de la mentira—. Lo que pasa es que... bueno, dentro de unos días comienzan mis exámenes finales en el colegio y, no me va tan bien, ¿sabe? Puedo perder el año, por lo que quiero dedicarme a estudiar y...

—Bueno, cualquier cosa, puede hablarlo con la doctora, ¿le parece bien?

Ella asintió.

—¿Y el joven quién es? —añadió la recepcionista—. ¿Su hermano mayor? Porque si usted está en el colegio y es menor de edad, debe venir acompañada de un tutor o pariente que sea mayor de edad, quien debe figurar como su adulto responsable en su historia clínica.

¡Otra vez con un inconveniente!

Rodrigo iba a hablar, pero Aira, de inmediato, se le adelantó.

—Sí, es mi hermano —afirmó. Él se le quedó mirando estupefacto. Abrió la boca para volver a hablar, pero ella se le adelantó—. De todos modos, cuando la doctora su cita de las 4:30 pm, podemos hablar con ella para el tema del DNI y otros asuntos, ¿sí?

—Bueno, sí...

—Entonces, ¡que no se hable más! Esperaremos otro rato y hablaremos con ella, ¿vale?

La recepcionista se encogió de hombros. Luego volvió a lo suyo. Parecía, por fin, haber dejado la burocracia de lado, para tranquilidad de Aira, quien pudo respirar con tranquilidad.

Mientras esperaban en el recibidor, Rodrigo le preguntó en voz baja por qué había mentido. Ella le explicó sus motivos. Él iba a objetar, pero ella le dijo que mejor no siguiera con el tema, porque parecía que estaban captando la atención de la mujer, quien los miró de reojo y suspicacia a través de sus lentes. Esta parecía más que una recepcionista, una empleada de entidad estatal que seguía al pie de la letra todos los obstáculos burocráticos habidos y por haber.

Aún no muy convencido, su enamorado decidió apoyarla en sus planes. De esta manera, le preguntó si le apetecía salir a comer algo mientras hacían hora hasta las cinco de la tarde. Aira le dijo que, aún cuando hablaran con la psicóloga luego de su cita de las 4:30, debían hacer más tiempo hasta las seis de la tarde, por lo que prefería en este intervalo ir a tomar lonche en alguna cafetería cercana, así que deberían esperar un rato más en el recibidor.

Mientras esperaban en la salita, Aira decidió matar el rato navegando por su celular. Digitó unas cuantas teclas para entrar a la aplicación de Wattpad. Cuando entró al panel de "Noticias", grande fue su sorpresa al darse cuenta de que ya se habían anunciado a los finalistas de la cuenta de los Premios Watty 2014. Soltó un chillido de emoción, que provocó la atención de Rodrigo, quien había estado concentrado leyendo online un periódico local.

—¿Qué pasa? —le preguntó.

Sus ojos llenos de emoción quisieron responderle, pero se contuvo. Todavía no estaba muy segura de que él fuera uno de los finalistas en la categoría de Poesía, aunque su intuición le decía que sí. Rápidamente, digitó las teclas necesarias y lo que sus ojos visionaron provocaron que su corazón se llenase de emoción.

En su teléfono podían leerse a los finalistas de la categoría de Poesía de los Premios Watty 2014:

"Vivir en mis pensamientos" – Lumus26 

"Entre las redes de un poema" – Maxesar

"Mi cursi antología (solo para cortavenas)" – ClaudiaDanitza

Sin poder seguir conteniendo ya más su emoción, chilló de tal manera, que hizo que Rodrigo se preocupara.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué gritas? —le preguntó enarcando la ceja.

Aira iba a responderle. Sin embargo, un gesto valía más que mil palabras. De inmediato, le mostró tocó su celular, no sin antes ensombrecer el texto en la parte en donde se podía leer lo siguiente:

"Mi obsesión" – Poeta204

Aira no era consciente de las terribles consecuencias que había provocado su inocente y bienintencionada acción...

Anotaciones Finales

¡BOOOOM! xD 

Ok, no se sorprendan xD. Ya les dije que nos estamos acercando al final, por lo que hay ciertas cosas que deben irse revelando y círculos que deben irse cerrando. Igual, con el retraso que tuve estos días, estuve de fiestas todo el finde que pasó, desde el viernes pasado, por actividades del Día de la Madre (aquí en donde vivo hacen actuaciones, cenas, etc., no solo abrazar a tu mamá y cenar un día, y el lunes incluido por un cumpleaños familiar), no pude escribir nada en cuatro días. Por lo que no sé si el capítulo final lo publique el viernes 26 como quería. Pero no quiero que pase de este mes. Sí o sí quiero terminar MyA porque no quiero alargar más lo que ya me falta contar. Sé que a muchos les da penita que se acabe la historia, pero si se dan cuenta, ya hay cosas que están llegando a su cauce final. Podré atrasar el capítulo final por unos días, pero no más. 

Por otra parte, no sé si se han dado cuenta, pero he mencionado a los Premios Watty 2014 (recordar que la historia está ambientada en el segundo semestre de este año) y a algunos usuarios reales de Wattpad como los supuestos finalistas de la categoría de Poesía xD. Pues les aclaro que tengo el permiso de quien organizaba los Premios Watty de esa época, Natalia Alejandra, para hacer mención de su concurso, que fueron los predecesores de los actuales Wattys oficiales para la comunidad hispana. A su vez, hace meses ya que pregunté en mi Facebook a algunos escritores de poesía si querían que los mencionara en la historia, con sus usuarios y sus poemarios reales. Y bueno, luego de esa convocatoria, quedaron los mencionados. Ellos tienen unos excelentes trabajos, por los que les animo a darse una vuelta por sus perfiles (obviando a Poeta204, claro está xD).

Finalmente, si les gustó el capítulo, no olviden de obsequiarme su voto y/o comentario.

Gracias por todo <3 Nos leemos prontito. 


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