♫ Añoranzas y Coincidencias [Parte 2] ♥
Las piernas de Aira temblaban y sudaban tanto, que pensó que en ese instante se iba a desmayar. Se acercó hacia su cama para poder sentarse, en una toma de cámara lenta como si cada paso que diera hacia aquella retumbara todas las paredes de su habitación. Cuando, por fin, su cuerpo tuvo el apoyo necesario, su corazón palpitaba tanto que creyó que iba a reventar... que se iba a desmayar...
‹‹¿Lo llamo o no lo llamo?››, se dijo mientras sus dedos titubeaban.
Una gota de sudor frío bajaba por su frente, su ojo izquierdo y su mejilla. Al llegar aquella gota a su cuello, todo a su alrededor comenzó a dar miles y miles de vueltas, envolviéndola en un profundo agujero negro de incertidumbre, ansiedad, agitación y alteración. El tiempo en la habitación se había ralentizado tanto, como si de aquella simple acción de dar clic al teclado del celular dependiera su vida misma... su felicidad misma... su madurez misma...
Cuando, por fin, pudo ser capaz de apretar la tecla que tenía asignada el símbolo de llamar, el aire que expulsaron sus pulmones supuso una calma tal, que bañó a su cuerpo en un manto de ansiada tranquilidad. Sin embargo...
‹‹Movistar le informa que el número al que usted está llamando se encuentra fuera de servicio››, se oía en el teléfono.
—¿Queeeeé? —se dijo en una voz tan desgarradora y llena de pavor, la cual se impregnaba en todas las paredes de la habitación, haciendo eco y juego con el halo de aire frío que en ese momento se colaba por la ventana que estaba entreabierta, como dándole una bienvenida a aquel cruel invierno que no quería darle tregua alguna.
—¡No, no, no! ¡No puede ser posible! ¡No, por Dios! ¡Noooo! —gritó, chilló y lloró.
Volvió a digitar decenas de veces la misma tecla, pero sin éxito alguno. Una y otra vez, la fría y computarizada voz al otro lado del teléfono le respondía lo mismo, sin hacer caso a sus reclamos... sin hacer caso a sus llantos... sin hacer caso a sus intentos de arrepentimiento y de rectificación, dejando en el aire sus vanos deseos de querer hacer las paces con él, pero lo más urgente, para poder hacer las paces consigo misma... para poder lograr la calma misma.
Cuando intentó añadirlo a su WhatsApp con el número que recordaba que tenía y le daba a "Actualizar" a sus contactos, el resultado era el mismo. Rodrigo no aparecía. Efectivamente, era como si aquel número hubiera sido dado de baja, lo que para ella representaba la desesperación máxima.
De inmediato, con los dedos de ambas manos, buscó las redes sociales de Rodrigo en internet. Tenía la leve esperanza de poder contactarlo ya sea en el Facebook o en Wattpad. Mientras sus dedos digitaban su nombre y usuario en los buscadores correspondientes, sintió que su corazón se le iba a salir. Este bombeaba de tal manera, que el sonido de su latido palpitaba en cada fibra de su ser.
‹‹¡Vamos, vamos!››, se decía mientras digitaba "Poeta204" más la palabra "Wattpad" en Google. Pero, luego de darle clic al botón de "Buscar", los resultados que arrojó su búsqueda la golpearon para traerla frente a una dura realidad.
Decenas de enlaces insulsos, vanos, fatuos, se diluían de sus manos cuando daba clic en ellos para mostrarle la amarga y cruel realidad: Poeta204, su querido y dulce poeta, aquel joven arrogante y de vocabulario elaborado en la red virtual, pero de corazón grande, tierno y bondadoso en la realidad, parecía había desaparecido de la red... y quizá para siempre al alcance de su ser.
Cuando llegó a la página número diez de los resultados de la búsqueda y sin resultados positivos, algo dentro de sí se quebró, se rompió y estalló. Miles de lágrimas caían de sus ojos para caer y manchar aquella pantalla, que mostraba lo que aquellos no querían ver... lo que aquellos no querían creer...
—¿Por qué decidí buscarte tan tarde? ¿Para al final ya no tener chance de encontrarte? ¡Esto no puede ser! ¡Por favor no! —decía con una voz irritable y vulnerable mientras daba interminables vueltas por toda su habitación, en un torbellino interminable de frustración y desesperación.
De pronto, una idea la golpeó tan fuerte, provocando que toda la oscura aura de angustia desapareciera en un santiamén.
‹‹Vamos, Aira. No es momento para desesperarse››, habló de manera pausada al tiempo que trató de aspirar aire y estar calmada. Luego exhaló de forma lenta mientras su cuerpo trataba de recuperar la tranquilidad a su alma. Contó hasta veinte al tiempo que seguía con las acciones anteriores, recordando las técnicas de relajación que su psicóloga le había indicado.
Si hubiera pasado por lo mismo en años anteriores, lo más probable era que se hubiera dejado llevar por la frustración y la desesperación. No obstante, dos años y medio de terapia ininterrumpida habían producido un cambio diferente en ella, una madurez emocional que quizá todavía no era la ideal, pero que estaba cerca de lograr.
Cuando notó que ya las aguas de inquietas emociones volvían a su cauce dentro de sí, resolvió a hacer lo que tenía pensado. En menos de un segundo, ya tenía en Google los resultados de su nueva búsqueda.
Decenas de perfiles de Facebook y de Linkedin que correspondían al nombre de "Rodrigo Estremadoyro" podían verse en la pantalla.
—Pensé que al tener un apellido tan raro solo me arrojaría un perfil como resultado —se dijo luego de ver que el sistema de búsqueda le arrojaba decenas de resultados—. Vaya, sí que son un clan —añadió luego de contrastar aquéllos.
Sin embargo, un enlace en específico le produjo curiosidad.
‹‹Club de fans de Rodrigo Estremadoyro››.
—¿Qué carajos es esto? —dijo frunciendo el ceño—. ¿Será su grupo de estúpidas fans? Pero si pensé que luego del plagio, aquel se había disuelto —agregó enfadada.
Sin dudarlo, le dio clic a aquel enlace. Y lo que mostraría aquello le hizo morir... pero de risa.
Una entrada en un blog, con fecha del doce de julio del 2009, en honor a un adolescente de doce años, llamado Rodrigo Estremadoyro, era el origen de todo aquello. Las administradoras hacían un resumen de su vida escolar, el nombre de su enamorada que correspondía a una tal Dayana, y cómo se declaraban fans acérrimas del jovencito.
—¿Doce años en el 2009? Uhm, no creo que este sea mi Rodri. Para entonces él debía tener dieciocho años... Aparte de que... —Le dio clic a un par de entradas más en donde había una lista completa de jovencitas que se declaraban sus fans—. Su ex se llamaba Noelia, no Dayana. —Sacudió la cabeza contrariada—. ¿Qué diablos pasa aquí?
Mas, si tenía alguna duda todavía, aquella se disiparía al hacer clic en otra entrada del blog. En esta estaban publicadas algunas fotos, en donde un jovencito con peinado emo y ojos marrones, sonreía muy orondo con su uniforme escolar.
Ella no pudo evitar sonreír.
‹‹No, este no es mi Rodri››, dijo para luego desechar la idea de seguir husmeando en aquel peculiar blog y continuar su búsqueda con otros resultados que le mostraba el navegador.
Decidió centrarse en los resultados de los perfiles de Facebook. Pero, para poder husmear en cada uno de aquellos debía tener uno propio; por lo que, de inmediato, hizo todos los pasos necesarios para crearse un nuevo perfil.
"Ansias y Anhelos comes back" fue el nombre que decidió usar esta vez. No estaba muy segura del porqué había pensado usar el nombre de su anterior perfil. Quizá lo atribuía a la melancolía... a la añoranza... a las ansías de recordar y revivir todo lo que había vivido con aquel.
Luego de usar el buscador de Facebook con las opciones de "Rodrigo Estremadoyro", lo que aquellos arrojaban la sorprendieron bastante.
El nombre de "Rodrigo Estremadoyro" era más común de lo que pensaba. Más de diez resultados podían verse en un comienzo. Incluso, algunos perfiles estaban con el nombre y el apellido tal cual asignado a su búsqueda; otros, con un segundo nombre añadido; otros, con un segundo apellido.
‹‹¿Rodrigo tenía segundo nombre?››, se preguntó luego de darle clic al quinto perfil homónimo del susodicho.
—Imposible que Rodrigo se vistiera alguna vez de Daddy Yankee —dijo luego de descartar de plano aquel perfil que tenía como avatar a un joven haciendo un gesto de victoria con las manos.
Después de revisar y descartar el último perfil que Facebook le mostraba tal cual con el nombre de "Rodrigo Estremadoyro", volvió a hacerse su pregunta inicial. Él nunca le había señalado que tuviese un segundo nombre, pero tampoco era que ella se lo había preguntado.
—¡Mierda! —gritó en unas palabras que retumbaron más en su interior que en el exterior. Hoy, más que nunca, se lamentaba de que no hubiese sido más curiosa con él en ese entonces. Sin embargo, todavía no estaban las cosas perdidas.
Recordó aquella tarde en la que, luego de llorar como en tantas ocasiones, Rodrigo le había prestado un pañuelo para que secara sus lágrimas. Aquel había sido de su madre. Y, aunque se lo había devuelto días después, recordaba con nitidez las iniciales que estaban bordadas en la esquina inferior derecha.
‹‹S.V.G.››
‹‹¡Eso es!››, pensó muy feliz mientras sus ojos se iluminaban. ‹‹Su apellido debe empezar con V. Pero ayyyyy, ¡son tantos los apellidos que comienzan con V! ¿Será Vargas? No, es muy común. Aunque me dijo que su familia era de Lima, pero que tenía parientes en el norte y nada que ver. Según dicen, los Vargas son de Arequipa, del sur, así que esa pista es lejana. ¿Será Villarreal como el chico ese que canta en el programa de "La Voz"? Uhm, lo dudo. Pero, quién sabe, ambos son de ojos claros, aunque los de Rodri son verdes y los de aquel, castaños. Uhm... ¿Será Vásquez? Pero...››, y así estuvo cavilando por varios minutos más.
Al final, para tener una búsqueda más precisa, se le dio por husmear en una página web cuántos apellidos podían empezar con "V" en Perú. Pero... ¡aquella arrojó trescientos veintidós resultados!
—¡No puede ser! —chilló al darse cuenta de que su búsqueda sería interminable. Experimentó un gran hueco en su interior y un gran nudo en su garganta. Cuando menos se dio cuenta, sus ojos estaban llorosos.
Mas, decidió que iba a calmarse. No se desesperaría. No lo haría. Llorando no lograría nada positivo, por lo que decidió apelar a lo que sabía, para así poder pensar con la mente fría.
Luego de inhalar y exhalar por varios segundos, apelando a la técnica de relajación, sus emociones volvieron a su cauce. Y ya con la mente en blanco, de manera rápida esta se llenó de pensamientos positivos, los cuales trajeron luz a su búsqueda.
‹‹Debo buscarlo por sus iniciales. Sí. Quizá si pongo REV en Facebook pueda encontrarlo... Y con punto después de cada inicial, porque conociéndolo, es capaz de darle un paro cardíaco antes de...››, se dijo mientras sonreía al recordar su obsesión por la correcta puntuación.
Mas lo que empezó por una broma, terminaría convirtiéndose en realidad. El buscador de Facebook solo le mostró un resultado. "R. E. V." podía verse en la pantalla. Y si había alguna duda de que era Rodrigo, lo que avistaban sus ojos le darían mayor certeza todavía.
En el avatar del perfil se veía una mano cuya muñeca parecía tener una pulsera roja con un dije colgando, muy parecido al que tenía en la suya, la cual acababa de alzar frente a sus ojos para poder cerciorarse de ello.
—No puede ser, díganme que no es posible... —exclamó con la voz temblorosa al tiempo que las hormigas dentro de su estómago revolucionaban a mil por segundo.
Con avidez, dio clic en el nombre. Y lo que mostró la pantalla, parecía traer más de una pista sobre el dueño de aquel perfil.
El nombre de aquel, aparte de las iniciales "R. E. V.", tenía un apodo entre paréntesis. Este correspondía a "Rodrigo Vinatea".
‹‹¿Vinatea?››, se preguntó mientras fruncía el ceño. ‹‹¿Por qué no pondría el apellido de su padre?››, se dijo mientras se rascaba la cabeza pensativa.
Pero, al recordar su tortuosa procedencia paterna del susodicho y la cuasi devoción hacia su madre, concluyó que no sería ilógico que Rodrigo hubiera obviado el apellido de su padre en su perfil de Facebook.
Al continuar husmeando, se dio con otro dato más. Aquel perfil de fondo de portada tenía una foto del cielo de una playa de noche. Nada fuera de lo común. No obstante, lo que vería a continuación sería un bálsamo de emoción, de gozo y de mil latidos de su corazón por segundo.
Dio un par de clics en la foto del avatar para poder apreciarla mejor. Esta, en efecto, era una pulsera idéntica a la que ella llevaba, formada con hilos rojos trenzados, solo por un detalle. De ella colgaba un dije con un símbolo chino distinto al de ella.
Poco después de separarse de Rodrigo, a Aira se le dio por buscar en internet y ver qué era lo que significaba el símbolo que tenía en su pulsera. Descubrió que era el de la luna. En el caso de ese perfil de Facebook era un símbolo parecido, pero a la vez distinto. Eran dos rectángulos unidos de manera vertical. De inmediato, buscó en Google qué significaba. Y lo que arrojó este solo provocó que su corazón se estrujara más.
¡El símbolo chino que tenía frente a sus ojos significaba el sol!
Si bien después de tanto tiempo ya no recordaba con nitidez el símbolo de la pulsera que Rodrigo usara aquel Año Nuevo, no cabía mayor duda. Aquella del avatar era la gemela de la pulsera que ella tenía en su muñeca.
Él era el sol... y la de Aira era la luna, en una diferencia, pero coincidencia sin igual que perfectamente se complementaban.
‹‹Siempre fuiste mi sol que iluminó mis noches oscuras de luna››, se dijo mientras derramaba una pequeña lágrima al darse cuenta de que quizá sus esperanzas no estaban perdidas.
Si Rodrigo todavía usaba aquella pulsera y la ponía de foto de avatar de su perfil, eso solo podía demostrar algo: Aira, a pesar del tiempo transcurrido, significaba mucho en su vida, así que... era posible que ella todavía tuviese una oportunidad con él.
Producto de la gran impresión que la embargaba, sin darse cuenta, había dado clic a la foto de la portada del perfil. Esto había provocado que se mostrase a continuación otra imagen que había fungido de portada tiempo atrás. Y lo que sus ojos vieron terminaron por quebrar su corazón, convirtiéndolo en una revolución a mil por hora de emoción.
—Rodri... —habló mientras decenas de lágrimas caían de sus ojos, de su alma, de su ser.
Frente a ella estaba Rodrigo, quien estaba muy serio en la pantalla, observando muy inexpresivo a quien lo fotografiaba.
¡Era él! ¡Definitivamente era él! ¡El chico del que seguía profundamente enamorada! ¡El chico al que ella había abandonado hacía tiempo atrás, pero al que ahora ansiaba tocar otra vez para nunca volverlo a dejar partir! Sin embargo, había un detalle que la había enternecido, si todavía cabía más.
Él estaba sentado en la arena al lado del mar. Sus rodillas estaban flexionadas y sus codos apoyados sobre aquellas. De fondo se podía ver que aquella playa era la misma de la foto que adornaba como portada de su perfil en la actualidad, solo que aquella había sido tomada de día. Y había algo más.
¡Aira conocía esa playa! ¡Había estado en aquella! Era la misma playa en donde tiempo atrás, durante una tarde su padre le escribiera unas rimas y se la cantara. Entonces aquellos versos se habían quedado sin título, pero tiempo después de su separación de Rodrigo, ella decidió darles nombre. "Melodías y Ambrosías" lo había titulado en honor a los últimos versos de aquellas:
‹‹Porque oírte hablar es una sublime melodía, que solo se compara con la más deliciosa ambrosía››, recordó la voz de su padre.
—Porque oírte hablar es una sublime melodía, que solo se compara con la más deliciosa ambrosía —habló en voz baja parafraseando aquellos versos que su padre alguna vez le cantara—. Quiero verte otra vez ... —agregó mientras acariciaba la imagen que tenía en su celular, como si con ello pudiese alcanzar al joven que se veía en aquella—. Quiero oírte otra vez... decir mi nombre, decir que me quieres, decir que me cuidarás y que estarás siempre ahí para mí... Quiero tenerte aquí conmigo otra vez —añadió mientras sentía que se iba a desfallecer en ese instante.
La emoción que la embargaba era tanto que necesitaba sentarse. Sus piernas le temblaban al darse cuenta de lo que tenía frente a sí.
‹‹Has estado en esa playa de la que te conté esa vez, ¿cierto?››, pensó mientras trataba de regularizar su respiración. Se limpió los ojos, pero no pudo evitar que más lágrimas siguieran cayendo de aquellos.
‹‹Yo también fui allá varias veces después de nuestra separación. Quería recordar los momentos felices que tuve con mi padre y perderme en la noche al observar las estrellas en el cielo. Le pedí como deseo que solo quería encontrar mi felicidad, que quería dejar atrás lo oscura de mi depresión, de mi oscura y amarga depresión, tal y como la noche de aquella playa. Y... ¿Podría ser que...? ¿Podría ser...?››
Su respiración volvió a estar entrecortada. Cerró los ojos. Estos le ardían, pero este pequeño dolor dio paso a la inconmensurable emoción por la coincidencia que ella descubría.
‹‹¿Podría ser que fuiste a esa playa para buscarme luego de que te abandonara?››, se dijo mientras se hizo un ovillo en la cama.
Se abrazó para darse ánimos. Trato de recuperar la cordura y la calma, apelando a la técnica de relajación de su psicóloga. Sin embargo, para momentos tan cumbres como estos, aquella no bastaba.
‹‹Rodri... mi amor... te necesito tanto... te quiero tanto...››
La luna descubría que aquel sol había estado en su constante búsqueda, para encontrarla e iluminarla, en un vaivén de coincidencias tan lejanas y cercanas, tan finitas e infinitas como aquel hilo rojo que siempre los unía. No obstante, el descubrir que aquella luna había sido tan huidiza de su sol, aun inconscientemente, era demasiado para el joven corazón de Aira. Solo el sosiego llegaría minutos después, cuando su mente y su alma se desahogaran a través de miles de lágrimas, las cuales desembocarían en un mar de arrepentimiento, de autoperdón, pero sobre todo de esperanza.
Cuando se hubo calmado, no perdió ni un minuto más. Escribió un mensaje largo para Rodrigo. En este le hacía ver que estaba arrepentida por todo el daño que estaba segura que le había causado al haberlo abandonado de esa manera. Le hizo hincapié en que quería saber qué había sido de su vida desde entonces. Ella le contaba que sentía que había madurado gracias a que estaba acudiendo a su psicóloga. También que se había cambiado de escuela, que ahora le iba mejor en clases y...
Luego de darle clic a "Enviar", soltó un respiro profundo. Era como si se hubiese soltado un gran peso de encima. El perdonar, para poder continuar, y quién sabe, de ser posible retomar lo que ambos habían dejado atrás le traía un gran alivio a su alma, que ahora se veía todo con un nuevo color de esperanza.
—Espero que pronto lo puedas leer —se dijo luego de darle clic al botón de "Añadir a mis amigos" para tener al perfil de Rodrigo como primer contacto, tal cual como había sido el primer amor de su vida.
Antes de darle clic al salvapantalla, se le ocurrió a agregar algo más al mensaje que había enviado. Pero una voz femenina le interrumpió diciéndole que se apurara. De inmediato, guardó su teléfono. Se preparó para alistarse para acudir a la escuela con optimismo de lo que la vida le departiera...
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Anotaciones Finales:
Repito lo que dije antes, este capítulo me está saliendo muyyyy largo. Así que, lo he dividido en tres XD (*se larga antes de que le tiren tomates xD*). Pero es que todo tiene su porqué. Así que no se preocupen, que en un par de horas publico el que sigue. Por lo que... su tortura no será eterna (?)
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