❦Jueves❦
Parte única.
Debes escuchar la canción 🌜🌻
Pedido por AvrilStreck57 💛💙
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Hay un chico en sus ojos, un pedazo de cielo y nubes de impoluto algodón, como un ángel que cayó a la tierra con gracia a esparcir belleza en su corazón suavemente.
Quizás esté exagerando, eso debe ser, pero es que le gusta mucho el joven que tiene a un lado, a metros suyo parado y esperando el mismo tren que ella. El tunel es amplio, casi lúgubre, con luces que iluminan muy levemente sus cuerpos; los corazones palpitan, es un compás dulce ~desconocido e invisible~
Junta sus manos humedecidas, está nerviosa por su mirada cielo sobre ella, quien rígida toma su bolso para disimular el rosa que adorna sus mejillas con gracia. Alza su carita tímida, el azul continúa allí, le sonríe bonito (como la luna por las noches) y Emma se siente pequeña, tiembla como el reflejo de la luna en el mar azulino, quiere hablar, quiere acercarse (quizás probar sus labios)
-Hol...- el ruido hórrido del tren se presenta, y la pelirroja no pierde tiempo, entra con apuro y piernas cobardes a la movilidad enorme.
«Estúpida Emma, estúpida, él no puede perder tiempo contigo» se reprocha infantil, y agradece lo desértico que a veces está el tren a esa hora, donde el crespúsculo adorna bello el cielo y lo tiñe a su merced.
Suspira cansina, toma asiento y apoya su cabecita naranja en la ventana triste, sintiendo su pecho palpitar una y otra vez, mientras sus mejillas se pintan símil al arrebol.
-Emma tonta, tonta, tonta- balbucea, y la risita suave de alguien más la alerta, ladea su cabeza separándose del cristal y mirando al chico que tiene en frente.
Es alto, se percata sin querer de eso, mucho más que Ray y eso le asombra.
Parece querer hablarle, y Emma no quita sus ojos de aquel albino que estaba cerca de separar sus labios de sutil rosa, pero el destino es cruel, travieso y que danza sin compás alguno con el pálpito de los corazones.
El chico atiende una llamada, no pierde tiempo ante eso, y a la pelirroja solo le toca esperar su parada.
-Norman- susurra con una diminuta sonrisa decorando su rostro, cerrando los ojos y recordando el nombre del chico que parece haber desaparecido.
«Quizás si fuera un poco más bonita...él me vería»
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El maña es otro día, así que está bien, incluso si calla a su corazoncito torpe y de palpitar rápido. Las suaves gotas de lluvia la sorprenden, así que sonríe ante el regalo triste del cielo y corre por las calles antes de mojar más su ropa.
Baja las escaleras del tunel, mientras su carita se pinta en carmín ante el esfuerzo al tratar de salvarse de la sutil llovizna. Suspira con alivio, y continúa su camino con ánimos, pero hay alguien allí parado y bostezando de forma infantil, es lindo.
Sus pupilas brillan de forma genuina, y sus pasos se vuelven suaves y lentos al verlo allí, parado en el área donde ella siempre espera el tren.
Es ese chico otra vez, el de bonitos ojos que la sumen en el mar, con sus cabellos blancos que le recuerda sutilmente a copos de nieve...pero también es su sonrisa, ese etéreo gesto que no puede evitar amar.
Retiene la respiración al sentir su mirada sobre ella, y un rubor la consume tiernamente, porque desea tanto que el chico se de cuenta de la falda bonita que lleva puesta, sus cabellos decorados con un minúsculo broche que acomoda sus mechones rojizos, su leve maquillaje.
«Maquillaje...lluvia ¡se me ha corrido!»
Es lo primero que piensa, y seguro ante él es la chica más tonta, porque acaricia sus párpados y pómulos, mira sus dedos y suspira aliviada al no ver nada manchado.
Hay una risa, es pequeña y fugaz, hasta que el albino (que recuerda que se llama Norman) cubre sus labios ante la melodía liberada sin querer, Emma lo mira curiosa, y es él quien ruborizado oculta su rostro.
«Quizás le incomodo mucho» piensa, sonriendo triste al frente, a la vez que el chico continúa con la carita agachada, no la mira como otros días, y eso duele un poco, porque hubiese querido que Norman viese algo bonito en su cuerpo y persona.
Emma decide que es mejor irse de allí, sin ver como Norman alza su mano levemente, como si quisiera alcanzar un frágil sueño.
-No te vayas- murmura con las mejillas carmín, la niña no lo escucha, y él aborrece ser tan tímido.
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11 de marzo del 2004
-¿No tomarás el tren?- pregunta Ray con gracia, mientras su amiga se encoje de hombros y suspira.
-No, hoy tampoco lo tomaré, es que...es muy ruidoso.
-¿Ruidoso? Es irónico que lo menciones ya que vives frente a la estación, el lugar más ruidoso que escogiste para vivir- aclara el azabache con burla, continuando con su caminata matutina junto a ella, antes de doblar la esquina para llegar a su trabajo.
-Hace una semana que no lo tomo- murmura con un sonrojo decorando su rostro una vez más -¿Crees que debería tomarlo?
-Bueno...todo depende de ti- responde sencillo, sin profundizar la expresión melancólica de Emma, quien niega con rapidez y le sonríe sin más.
-¡Tienes razón, debo volver y decirle!- anuncia ella, quien cruza la pista a toda velocidad y se adentra a la estación, y como que el azabache no entiende sus palabras ni su actuar, pero está bien.
Ray la observa irse (ojalá la hubiese detenido en ese entonces)
Emma, por su parte, baja sin tomarle mucha atención al vuelo de su vestido menta, y se posa en el mismo lugar de siempre, mientras busca al chico que siempre la acompañaba en soledad y silencio.
-No está...- susurra con los ojos lastimados, mientras se aferra a su bolso como siempre lo hace, su pecho palpita, y eso le duele un poquito más -Quizás si fuera menos tonta él...me hubiera mirado.
-Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ésas... ¡no volverán!
Emma ríe ante esas palabras en susurro -Je...volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará...- continúa con gracia, porque el poema de Bécker se lo aprendió de memoria, y la llena de ternura en esos momentos donde se siente incompleta al no ver a aquel joven que parecía admirarla desde las sombras. Gira su rostro, y sus labios se separan sutiles al ver esos orbes de mar...esos ojos que están para amar.
Se siente tan pequeñita en el océano dulce de sus iris.
-Pero mudo y absorto y de rodillas, como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido..., desengáñate, nadie así te amará- completa él, posándose a su lado y sonriendo con gracia al ver la cara de la fémina que tiene frente a sus ojos sorprendida.
-Ese poema...- balbucea aún en trance, y nuevamente oye esa melodía, su suave risa angelical que recorre su corazón.
-"Volverán la osuras golondrinas" el poema de Bécker, vi un día que lo leías, estabas tan concentrada que no me escuchaste cuando te saludé...así que pensé que si me lo aprendía, quizás llamara un poco tu atención- sincera él, suspirando ante el vago recuerdo de ella y su sonrisa linda que pinta cada una de sus mañanas.
-¡Es mi poema favorito!- exclama animada, acercándose al chico quien le devuelve el gesto alegre.
-Es un poema muy bonito...pero, es que en realidad no te vi por unos días...y aunque no te conozco...- Emma lo observa curiosa, y le enternece su sonrojo y ojitos cristalinos temblando ante la pena -Te hechaba de menos...eso es todo.
-¡Yo igual!- responde con asombro Emma, cubriendo sus labios con vergüenza al delatar su frágil corazón. Norman la mira, y no puede evitar sonreír a su par, y sus manos están juntas si querer.
Sonríen como niños guardando un secreto.
-Yo...en realidad siempre quise hablarte, pero pensé que te incomodaba- admite el chico con un fuerte rubor adornando su cara, mientras Emma niega con fervor aquello.
-No, eso es todo lo contrario, porque yo en realidad...creo que te espantaste de mí desde que nos vimos.
-¿Por qué pensarías eso?- interroga curioso al verla agachar su rostro y entrelazar sus dedos con los de él un poco más profundo.
-Bueno...ya sabes, no soy tan bonita como quisiera- murmura, y Norman frunce el ceño ante sus palabras ¿acaso estaba delirando? Ella era realmente bonita, y su belleza podría incluso ser de otro mundo. Incluso si la mira ahora, sus cabellos naranjas y rizados, su frágil y delicado cuerpo, el vestido que asienta bien a su figura y sus ojos, aquel verde soñador que parece consumirlo cada que los ve, Emma era un ángel caído del cielo.
-Para mí tu eres hermosa- murmura sin más, acariciando su mejilla suavemente, y el tacto sigue a los labios de ella, los cuales son pequeños y suaves, que le insitan a probarlos solo un poco.
Emma sonríe ante sus palabras, y su corazón danza ahora, mas intenso, mas vívido con el pecho de Norman, quien continúa sonriente.
-Norman...
-Cada mañana rechazo el directo y elijo este tren, porque desde que te vi ese jueves...supe que debía acompañarte cada día.
-Pe-pero apenas me conoces- tartamudea tímida, pero Norman tan solo niega, sonríe con cariño y toma sus mejillas.
-¿Eso importa para amarte?- Emma ríe sutil, y entonces solo se deja ser.
Ahora solo importa... sus respiraciones chocando, fusionándose dulcemente, junto a labios unidos y danzando al suave compás de ambos. Son también, sus ojos cerrados, sus manos ocupadas acariciándose y una luz intensa, un ruido hórrido.
Es una explosión la que interrumpe todo.
Norman tan solo junta su cuerpo para protegerla, es en vano pero ambos están bien con eso, porque Emma llora alegre y Norman la acurruca en su pecho para disminuir el dolor.
Y es que a veces, todo lo bello es efímero, y culmina de forma tierna cual rocío mojando las rosas, con labios impregnados en colores y la muerte próxima en los corazones.
Ojalá y ambos no hubiesen muerto.
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La canción "Jueves" esconde una historia de amor trágico en su letra.
¡Muchas gracias por leer, los quiero mucho! 🌜🌻
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