❦Daddy Issues❦

Parte 1 de 2 (+16)

Debes escuchar la canción 🌜🌻

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~Estamos mal, estamos bien, pero todo se resume en lágrimas compartidas y el cálido sentimiento que abruma los corazones de los perdidos, aquellos que se complementan con tan solo unir labios y probar el dulce sabor de las lágrimas derramadas~

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Cuando el cielo lloró por ambos, realmente pensó que era fiel espectador de sus corazones casi moribundos e historias pútridas. Pero no todo era malo, en realidad nada es malo en ellos y sus espíritus tristes, porque hay un lazo que los une sin querer.

Y de pronto Norman comienza a amar las casualidades.

Porque ahora, mientras acaricia la espalda desnuda de la pelirroja, sintiendo como ella se acomoda mejor en su pecho y deposita besos en su piel, cree que Emma ha de ser una droga que lo soluciona todo ante su mirada azul.

Acaricia su mejilla morada, sintiéndose triste y diminuto ante la valentía de ella para con su progenitor que hace años la había abandonado y que regresó, únicamente para hacerle daño.

-Ya olvídalo, Norman- murmura cansada, sonriendo ante la sombría expresión de él, quien frunce el ceño y la aprieta más a su cuerpo, como si no quisiera soltarla nunca, como si su vida dependiera de ella (y no se equivoca con tal idea).

-Tuviste que dejarme golpearlo más- refuta molesto, haciendo que ella ría sutil y acaricie las mejillas de él, quien hipnotizado ante su tacto suave se deja ser por ella. Juntan sus labios, es lo único que los consuela después de hacer el amor, causando que el calor abrume en sus cuerpos nuevamente.

Emma es su droga.

La toma como si fuera aquello, la saborea en su lengua y cree nunca poder arreglar esa adicción tan dulce y etérea.

Un jadeo se escapa de los labios rojos de ella, haciendo que Norman la suelte y con rubor en sus mejillas queda apenado ante la sonrisa de la fémina. Sabe que ese día pasó por muchas cosas, que la lastimaron sin pedirlo, que la golpearon cuando ella es un ser que solo merece caricias.

-No estás rota, y lo que dijo tu padre es falso, alguien como tú nunca podría ser mancillado- susurra, rogando que ella crea en sus palabras, melodías suaves y sumidas en azul color, que la encuentran y envuelven delicadamente. Emma se calma con tan solo oír su voz, y siente que no es necesario que él le diga aquello, porque es suficiente con tenerlo a su lado -No llores, cariño- no sabe en qué momento, sin piedad ni compasión, sus lágrimas se desprenden, lo hacen de forma tan fácil y fugaz que toca sus mejillas preocupada y las limpia rápidamente.

Pero es Norman quien, con cariño, detiene el acto y le sujeta las manos, negando con la cabeza suavemente para acercarse al rostro de ella. Emma queda fascinada ante la triste y serena mirada del chico que tiene ahora, mientras sus orbes cristalinos continúan derramando agua amarga y salada. Se atreve a decir que, podría llorar sangre por las venenosas palabras de su padre, pero sentir la lengua de Norman recorriendo sus mejillas es otra sensación que no puede evitar amar, y  su cuerpo se estremece ante la calidez que la humedece y limpia sus lágrimas. Es suave e idílico, así que no tiene por qué alejarlo cuando aquello le fascina, tan solo se limita a acariciar sus cabellos blancos, bajar sus caricias hasta su espalda fornida y unir sus labios nuevamente.

En su boca se impregna el sabor salado, pero en esos momentos solo importan ellos y sus labios.

Como lo explicó antes, Emma era su droga, y depende de ella. No lo hace de forma insana, pero con sinceridad, admite que esa niña que tiene acurrucada en su pecho, bañada por la luz de ese lejano amanecer y con las mejillas pintadas en carmín, es un ser tan bello y diáfano, que no puede evitar amarlo y cuidar de ella.

Pero como toda droga, trae consecuencias.

Porque esa niña de cabellos rojizos llora por las noches bajito, solloza y moja su piel, la atormentan las pesadillas y se ahoga en tristeza hórrida. Siente también, que cuando hacen el amor, puede ver sus ojos de bello verde sumidos en el placer de tenerlo junto a ella, observándolo con necesidad, con dolor.

Y es que Emma, durante toda su vida, necesitó una imagen paternal (para ser vulgares, a un hombre), lo sabe en demasía bien; porque cree que toda niña, toda chica y toda mujer, de alguna u otra forma, merecen una imagen varonil.

Pero si su padre la defraudó, cualquier hombre lo puede hacer.

Piensa por momentos, mientras acaricia su piel y remueve cabellos de su frente levemente húmeda por el calor de ambos, que Emma nunca tuvo un padre. Nunca tuvo la idea de cómo era tener uno (así como él) y justo cuando lo encontró, lo primero que hizo fue tratarla como una de sus rameras.

Eso lo enoja, hace su sangre hervir, y mira con dulzura a la niña que tiene en brazos, quien parpadea y bosteza delicadamente para después regalarle una cálida sonrisa, sintiendo la brisa sutil por su piel desnuda.

Norman cree que puede ser también un padre para ella, y quiere llenar el vacío de su pecho.

-¿Quieres un padre como yo?- pregunta entonces, tomando su rostro suavemente, haciendo que Emma parpadee perpleja ante tal incógnita que lleva tinte coqueto, pero la mirada de Norman demuestra algo más, algo relacionado siempre con las heriditas de papá.

-¿Eh? Oye Norman...¿estás bien?- responde con gracia, sintiendo como celosamente él envuelve sus brazos en su cintura aún desnuda.

-¿Desearías tenerme como padre para llenar ese vacío que creció en ti?- repite primoroso -Porque yo puedo ser todo lo que desees, todo, absolutamente todo lo que necesites, solo pídemelo- añade, y su voz en esos momentos suena tan tentadora, como un fino hilo de sensualidad trágica. Emma lo toma de las mejillas y estruja esa zona con cariño, riendo ante su rostro.

-Ey, Norman, yo no podría dejar que fueras mi padre, no seas tonto.

-¿Por qué?

-Porque entonces estaría enamorada de ti, y sinceramente no quiero que Ray se burle de mí al decir que tengo una posibilidad leve pero segura de tener el complejo electra por tu culpa- refuta ella confiada, riendo ante las enrojecidas mejillas del albino, que perplejo, recuerda claramente lo que un día les comentó Ray, y es que el complejo electra era un caso por el que una mujer, durante su niñez, manifiesta amor por su padre.

Entonces piensa que si él  fuera el padre de Emma, estaría completamente seguro (y más por las palabras que acaba de decir ella) que su pelirroja padecería de tal complejo. Y Norman estaría encantado de correponderle sin importar qué.

-Pero obviando aquello, en realidad no necesito una figura paterna- admite ella, sacándolo de sus pensamientos rápidamente, y Norman aún no logra entenderla del todo.

Al fin y al cabo, eso era lo que le gustaba más de ella. Emma era su bella y espléndida utopía andante y danzante, que parece venir del sol mismo para darle luz a la vida. Es solo suya, así que compartirla le es imposible.

-¿No quieres tener una figura paterna en tu vida?

-No, en realidad dejé de quererla desde hace mucho, y más ahora que sé cómo es mi padre. Además, no te olvides que tengo traumas con ese tema...jamás aceptaría volver a vivir aquello- revela,y sus últimas palabras suenan tristes, casi llenas de rencor al recordar momentos de su vida que nunca quiso pasar. La culpa es de su padrastro, un monstruo hórrido que la profanó sin piedad y aún así, Emma había logrado salir de aquella vida con su ayuda.

La sonrisa de Emma prevalece en su rostro, y ama tanto verla de esa forma, que piensa, sería la mejor imagen que admirar antes de morir.

El padre de ella pudo tener esa luz en su vida.

-Aún así, quiero que sepas algo...- murmura con cariño, clavando su mirar cielo con el de ella -Si tu fueras mi pequeña niña, haría todo lo que me pidieses, escaparía y me escondería contigo, y nunca dejaría que alguien te lastime- sincera, y Emma siente su pecho partirse ante esas palabras que alguna vez, hace años, quiso escuchar de los labios de su padre.

Ahora piensa seriamente que Norman sí sería un buen padre.

-Te amo- susurra suave, escondiendo su rostro en el pecho de él como si temiese que algo (alguien) la pudiese lastimar. Norman tan solo queda maravillado con esas palabras.

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La tarde llega lenta y dolorosamente, mientras escribe una vez más, en las hojas balncas que tiene esparcidas por su mesa de caoba, la composición de alguna sonata nueva para su banda musical (Ray ya se la había pedido, así que no le conviene hacerlo esperar).

Sin embargo, su visión de dulce cielo se distrae, ahora se enfoca en el cuerpo de Emma y su tierna danza al barrer el desastre que acaba de causar en la cocina. Norman no puede evitar reír ante ella y su imprudente actuar.

No obstante, hay algo más en su pecho y mente que lo perturban, porque esa niña de ojitos de vívido verde le recuerda de pronto a su madre, y los recuerdos de su niñez lo envuelven rápidamente en aquel día lluvioso y ácido, cuando su padre los abandonó.

Recuerda entonces, que ese día no soltó lágrima alguna, se negó rotundamente a hacer aquello, porque su madre estaba lo suficientemente destrozada para consolar a alguien más, así que con sus manos pequeñitas pero  cálidas, acarició el rostro de su madre, sonriendo. El trágico "no lo necesitas" sale de sus labios con victoria, y hace que aquella mujer de cabellera blanca asienta y le de la total razón.

Nunca necesitó a su padre, y nunca lo haría.

Así que Norman, mientras fue creciendo, se prometió algo fuertemente. Algún día encontraría a su padre, y le diría a James fuerte y claro todo lo que hizo sin él. Le sacaría en cara todo lo que había vivido, todo lo que había ganado y perdido, a las personas que amó y lágrimas que derramó, a la mujer que ahora lo acompañaba todos los días de su vida y que sería la futura madre de sus hijos. Le contaría todo lo que hizo sin necesidad de tener un padre, y por último, lo abrazaría para así, de una vez por todas, dejar salir ese nudo que tuvo siempre de niño.

El teléfono suena.

-Yo contesto, tú sigue escribiendo cariño- dice Emma, y él con sonrisa linda asiente ante el acto considerado de su pareja, quien rápidamente se acerca a contestar.

Pasan minutos, y Norman la observa curioso al darse cuenta de la expresión que de pronto pinta el rostro de la chica. Por ende, se levanta para ir a su lado.

Ella cuelga suavemente el teléfono.

-¿Pasa algo?- interroga. Una estela de silencio se presenta entre ambos, y Emma no abre la boca, se mantiene rígida ante el cuerpo del chico que tiene en frente -Emma ¿que pasó?- pregunta una vez más, de forma severa y con el ceño fruncido ante lo desesperante que era ese silencio blanco y hórrido.

-Norman...tu padre acaba de fallecer.

De pronto, hay algo en su pecho formándose, no, mejor dicho, liberándose y llenando todo de sollozos.

En esos momentos, Norman siente que poco a poco se desvanece.

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¿Por qué me gusta tanto este tema? Porque es parte de mí, y porque The Neighbourhood en aquella canción me hizo llorar. Además, siento que es un tema muy peculiar y me encantó plasmarlo en el día del padre (.////.)

¡Muchas gracias por leer, los quiero mucho!🌜🌻

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