❦Balanceándome entre las 4 estaciones❦
Parte única.
Debes escuchar la canción 🌜🌻
Pedido por Mitsu_1511 (waa :'3 elegiste una canción tan bonita, que opaca la obra >/u/<)
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Siempre creyó que era parte de la lejana eternidad, y no se equivocaba, tiene aquel pensamiento impregnado en su cabeza y ser, es una labor sellada en su pecho con tinta de perlas indelebles. Porque Norman es la luna misma, es la reencarnación de aquella piedra plateada, que ahora tiene forma humana y es la de un niño. Uno con ojitos que encantan y con cabellos que delatan de dónde es.
Se siente confundido, quizás sea lo más cuerdo en esa situación, mientras divaga solo en aquella montaña lunar que ahora es su hogar.
-Es otoño- murmura bajito, escondiendo su cuerpo en las sombras que regalan los árboles y las hojas de cálido color, mientras se balancean por la brisa y disfruta de las suaves caricias de la naturaleza. Suspira cansado, dejando sus cabellos blancos danzar ante el frágil viento, junto a su frágil existencia.
-Hola- escucha de pronto, pero Norman no hace mucho caso al llamado dulce e infantil, en realidad está ocupado con ver bañar al mundo del cálido naranja por el crepúsculo del cielo. Es lejano a él, es espléndido a comparación de su soso color blanco.
-Que bonito- se limita a decir encantado, mientras balancea sus pies de pequeño infante y admira la obra de la naturaleza.
-¡Sí! ¡Es muy bonito!
Ahora, con la carita perpleja y teñida en tierno rosa, observa a la niña que está a escasos centímetros de su rostro, sonriéndole como si fuera lo más normal del mundo.
-¡Tú!- exclama asustado, temiendo que la niña pose sus manos en él -¿Cómo puedes verme?- interroga preocupado, parpadeando con asombro y viendo a la pelirroja reírse de su expresión inocente.
-Pues...te vi solo y te quise dar compañía- murmura simple, viéndolo detenidamente -Me gusta mucho mucho tu cabello ¡y tu lunita brilla cuando me acerco!- exclama emocionada, y Norman en esos momentos siente que puede caerse, como también elevarse al cielo para huir de la compañía humana, pero es que en realidad se siente muy bien, muy feliz porque la niña que tiene en frente es tan bonita y cálida que...
Que quiere estar impregnado en su ser. Aunque eso es irresponsable, porque sin él en el cielo nocturno pueden ocurrir cosas muy malas en la tierra.
Se siente tímido, pequeñito, al sentir los dedos de la pelirroja en su cabello, en especial en una parte distintiva suya y que le recuerda lo que es, pero no le dirá que le incomoda. En realidad desea que ella se quede un poco más a su lado porque lo acaba de liberar de la soledad que yacía impreganda en su corazón impoluto.
-Oye...¿cómo te llamas?- pronuncia suave, sonriendo ante los ojitos vívidos de la niña que se aleja de pronto y lo mira espléndida.
-Me llamo Emma Bell ¡un placer conocerte!- responde feliz, acercándose a él -¿Y cómo te llamas tú?
-Soy solo Norman- se limita a decir, sintiendo ameno calor en su ser con tan solo mirar a esa pequeña humana.
-¡Que bonito nombre!- exclama, manteniendo su energía presente, cortando más su distancia y sentiendo que ese nuevo amigo suyo tiene un aura lejana a ella. Entonces, curiosa, desea tocar su mano, pero el albino se aleja ante aquello, asustado.
-No puedes, no sé qué pasará si algún humano me toca- advierte, alejando su mano del tacto de ella.
-¿Eh? No te entiendo- sincera con inocente gracia, parpadeando ante los ojitos de bonito cielo del niño.
-Es que...simplemente no puedes tocarme- declara, mientras la ráfaga de otoño hace danzar sus cabellos, y las hojas secas caen mágicamente sobre ellos -O al menos no sé qué pasa si una humana como tú toca a la luna...así de simple.
La antenita naranja de la niña tiembla, y Emma con sonrisa suave y dulce suspira, mirando con ojos de verde comprensión al ser de blanco que tiene ante sus ojos.
-Emm...entonces debe ser muy triste no poder sentir el tacto de otras personas ¿verdad?- pronuncia cálida, levantando su pequeña mano y observando la expresión serena de Norman -Pero si deseas sentirla...aquí tienes mi mano, esperando con ansias sentir lo cálida que podrá ser la luna- sincera, y con los ojos sorprendidos y llenos de fascinación, Norman mira a esa niña, esperando tanto no romperse. Sus manos, entrelazándose con inocencia y cuidado es lo que ahora lo hace sentirse bien.
El otoño naranja lo sume en ojitos verdes y un lazo que crece entre ambos.
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Las estaciones siguen con que la nieve no pudo ser más bonita y cálida al lado de esa niña (que ya es toda una mujercita) y que nunca se sintió más humano si no la hubiese conocido. Y, extrañamente, conforme Emma crece, él igual se obliga a hacerlo.
-Sabes...aún no puedo creer que tú, siendo la luna, seas más alto que yo- se queja infantil la pelirroja, frunciendo su ceño y señalando molesta el tamaño de Norman -Se supone que soy mayor que tú.
-Eso no es cierto- declara con gracia él -¿Cómo una humana con quince años puede ser mayor que la luna? Eso es imposible, Emma- asegura con plena confianza, viéndola hacer un puchero y acurrucar su cabecita naranja en su hombro.
-Ah~ La primavera llegó tan pronto.
-¿Te irás?- pregunta con tristeza oculta, tomando su mano y sonriendo amable, como siempre lo ha hecho únicamente a ella, haciendo que la pelirroja asienta levemente.
Le duele, luego sigue ese sentimiento que aflora de pronto en su pecho, y se siente extraño, muy lejano a la calidez de Emma, quien lo observa nostálgica.
-Nunca pensé que me quedaría por tantos años aquí...¡pero estoy feliz porque te conocí!- alega sonriente, tomando las mejillas del chico suavemente -Soy muy feliz de ser amiga de la luna...pero mamá quiere que regrese a la ciudad.
Norman no quiere que se vaya, Norman quiere que Emma se quede a su lado, y piensa en ello mientras la observa descansar en su hombro, con las mejillas pintadas en tierno rosa.
La luz primaveral decora su belleza, y Norman comienza a darse cuenta que ese ser humano pintado de los colores más cálidos, de los colores del verano y otoño, es un ser que realmente ama.
Así que Norman reza porque el mañana nunca llegue, y que Emma siempre se quede. No puede ser egoísta, como tampoco puede detener el tiempo, por ende, el mañana llega; y entonces, caminando desde el agua hasta las flores del estrecho camino, sabe que debe dejarla ir.
-Norman, por aquí- habla alegre, acercándose a él para tomar sus manos, mientras las sombras de las hojas tiemblan por la brisa, al igual que su corazón de frágil luna -¡Que bueno verte!
-No sé si sea realmente bueno, ya que solo viniste para despedirte.
-Sí...hablando de eso- revela suavemente, sonriendo calmada -El próximo año volveré, solo para verte a ti, así que por favor, no te vayas y espérame, porque yo lo haré.
Las mejillas de Norman se pintan al escucharla, y la sonrisa de Emma es triste, pero nada le quita lo bella que puede ser, así que imita su acción, sonríe azul y toma sus manos con firmeza.
Ese no era su adiós.
-Entonces te esperaré- el "siempre me has gustado" permanece en su boca, y siente el cuerpo de Emma acurrucarse en su pecho, abrazándolo calidamente, como si no quisera irse de su lado.
«Donde el sol deja de filtrarse por las hojas de los árboles, allí nos despedimos»
Entonces, esa primavera debía culminar en que Emma se va de su lado, con una promesa estampada en el corazón de Norman, quien brilla con entusiasmo por las noches, con la esperanza que ella pueda verlo, aunque para él no debe existir el tiempo de amar. Pero aún así, mientras Emma vea la luna, mientras su luz perlada la alumbre, sabe que estará junto a ella.
Sea la estación que sea, Norman siempre...
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Las estaciones pasan por sus ojos, unas son frías, otras llevan flores de colores por su brisa, pero hay una que le recuerda mucho a ella, y deja tambalear sus sentimientos al sentir las cuatro estaciones dándole consuelo.
Ha pasado un año, y la nueva estación se asoma tiernamente. Su cabello de impoluta nieve creció, y se agita con extrema facilidad por el viento suave.
Emma no llega.
La sigue esperando, pero parece que aquella estación que anheló tan ansiosamente avanza en vano ¿acaso estaba equivocado? ¿se equivocó al enamorarse de una humana?
La noche se presenta delicada, y el cielo torna colores tan fríos que siente sumirse en ellos, porque en realidad Norman pertenece a aquel morado nocturno que le parece en esos momentos tan lejanos.
-Hola- el albino se limita a ignorar a que aquella voz suave y dulce no sea una ilusión, y continúa viendo el cielo donde él pertenece -¡Ey, te estoy hablando!- exclama con gracia, jalando de su manga blanca y sonriendo calmada ante la mirada azul de Norman, que perplejo la observa tan distinta, y sin embargo, es la Emma de siempre, de la que se enamoró.
No aguanta, y con ojos de cristal la rodea con sus brazos desesperado, mientras la pelirroja libera risas tan melódicas, que Norman siente enloquecer.
-¡Tu lunita sigue brillando cuando estoy cerca!- exclama feliz, acariciando esa mecha blanca con cariño, y Norman con la mirada enternecida acaricia sus mejillas de bonito color.
-La primavera y tus cabellos naranjas, tus ojos de verano, el color del otoño en tus mejillas y la calidez que brindas en el invierno- murmura suave, cerca a la expuesta piel de sus hombros, mientras como una cascada de color rojizo caen sus cabellos, impregnados de la fragancia de las flores que tanta compañía le brindaron. Acaricia sus mejillas, y capta con encanto los orbes verdes de Emma, los cuales brillan como dignas estrellas en el cielo -Todo, absolutamente todo me gusta- revela feliz, y es como si en cada lapso de segundo las estaciones se pusieran de su lado, y cambiaran espléndidas.
Porque siente la nieve caer, al igual que los árboles de cerezo lanzar sus pétalos, y sin embargo es una noche de otoño, que tiene fragancia de verano. Es una utopía, vívida vívida utopía de las estaciones al danzar.
Norman cree que ya no necesita otra cosa dulce, porque la niña de bonitos cabellos naranjas está junto a él. Y la ama. Entonces, suavemente, siente que los vientos de las cuatro estaciones decoran su belleza.
-Llévame al lejano sueño...de un sueño- murmura encantada, y ambos saben que se irán, que tendrán que alejarse muchas veces, porque el amor entre la reencarnación de la luna y una humana es imposible, pero esa noche no -Tiñamos todos los días con muchas flores a través de los recuerdos- continúa dulce su voz, no se pierde entre las brechas de sus dedos, y Norman cree que esa noche, ambos demostrarían que no todo es imposible.
El cielo se adorna de flores brillantes y explosivas, mientras no pierden tiempo, y en su reencuentro tan esperado, donde ahora él le susurra con cariño "te amo", juntan sus labios, como si nada más les importara en ese momento, disfrutando de un reencuentro sumido en los bellos colores de cada estación.
Todavía no se dirán adiós, pero ambos saben que, sea la estación que sea, se esperarán el uno al otro.
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¡Muchas gracias por leer, los quiero mucho!🌜🌻
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