Veintitrés

¿Es posible que uno pueda reflejarse a través de otra persona?

Yo creo que sí, y fue justo lo que me pasó cuando vi a Gina postrada en una cama sin vida. No pude hablar con ella ni decirle que las cosas iban a mejorar como siempre hacía. Llegué tarde.

El dolor que siento en el pecho me asfixia, así como la culpa y el grado de responsabilidad que cae sobre mí. Ella quería ayuda, por eso fue que vino a mí en primer lugar y no hice nada para que esté mejor.

Estoy consciente de que su vida era un calvario, fui testigo de eso muchas veces y de las cosas que se negaba a decir con palabras. Su historia me conmovió, pero todo me salió mal al involucrarme con ella de una manera sexual. Gina no solo estaba conmigo porque le gustaba, sino porque veía en mí un bote salvavidas.

Yo eché todo a perder y luego me fui como el cobarde que soy. Se quedó sola, sin nadie a quien acudir ni a quien le importaba si estaba bien o no.

Ahora será una cifra más, y el ejemplo que pondrán de lo que no hay que hacer cuando salga en las noticias. Si es que sucede. Pero nadie sabrá el sufrimiento y el dolor que llevaba, las veces que pidió ayuda porque no quería sucumbir ni terminar de esta manera.

—Ro —llama Vivi desde la puerta de mi cuarto—, te preparé algo de comer.

Cierro los ojos y me siento en la cama mientras me limpio las mejillas con las manos.

—No tengo hambre.

Siento que se acomoda a mi lado y posa sus brazos alrededor de mí.

—Entiendo cómo te sientes, pero debes comer algo. —Lleva una de sus manos hacia mi pelo desordenado y lo echa hacia atrás.

—No sé qué haré ahora, Vivi. ¿Cómo podré vivir sabiendo que tengo un hijo en algún lugar? —Mis sollozos aumentan y ella me aprieta contra su pecho con fuerza.

—De eso te quería hablar, Nick vino esta mañana y estuvimos conversando. —Nos separamos un poco.

Me acomodo en medio de la cama y toco mis piernas de manera sugestiva. Ella entiende y se sienta sobre ellas, lo que nos permite estar frente a frente.

Sus ojos muestran angustia, sus mejillas están sonrojadas y su pelo es un desastre. Paso mis manos por sus hebras suaves, peinando hacia atrás.

—Me siento culpable de lo que le sucedió, Vivi, debí hacer algo cuando pude —me sincero porque no puedo callarlo un minuto más.

—Hiciste lo que estuvo en tus manos —dice sin dejar mis ojos—. Ro, debes saber algo...

—¿Qué dijo Nick? —la interrumpo al recordar que hablaron.

—Él logró conversar con Gina antes de morir y ella le confesó algunas cosas. —Suspira y cierra los ojos con fuerza—. El bebé que tuvo no es tuyo.

Esas palabras hacen eco en mi mente, mi pecho se encoge y mis ojos se llenan de lágrimas de nuevo. Siento que me abraza con fuerza y dice cosas que no logro distinguir. Estoy experimentando un sinnúmero de sentimientos en mi interior que me es imposible descifrar alguno.

—Eso no hace que duela menos —digo en un hilo de voz.

—Lo sé, pero hay algo más. Ella le dijo dónde encontrarlo y pidió que te asegures de que esté bien.

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Un silencio sepulcral nos ha invadido y eso hace que mi mente recree muchísimas escenas de lo que me podría encontrar en ese lugar. Nick conduce mientras Vivi y yo estamos en la parte trasera del vehículo. Ella no ha dejado de abrazarme y brindarme apoyo, incluso se ha quedado a dormir en mi casa.

Los días han pasado con lentitud, y los he aprovechado para investigar sobre el lugar donde Gina, supuestamente, dejó su hijo. Ella le dio toda la información necesaria a mi amigo para que tengamos éxito.

Quizás quería recuperarlo, pero sus recaídas se lo impidieron. También mi rechazo. Este pensamiento me hace sentir la peor persona del mundo.

—Hemos llegado —nos avisa Nick.

El  lugar asemeja una iglesia antigua en medio de la nada. Trago saliva al percatarme de la larga carretera polvorienta y desierta. ¿Qué cosas tuvo que vivir Gina para dar con este sitio?

—Ro, estoy contigo —expresa Vivi al mismo tiempo que aprieta mi mano entre la suya.

Caminamos hacia el interior, no hay feligreses, pero una señora llama mi atención. Esta debe ser la encargada.

Hablé con ella por teléfono, me dijo que Gina dio a luz aquí y luego un día desapareció y dejó el bebé. Yo decidí que quería hacerme cargo, pero llegué tarde. Según ella, una pareja adulta adoptó al pequeño, mas ella iba a permitir que lo conozca antes de que se lo lleven. Por eso estoy aquí.

Nos acercamos a la monja, es muy amable y nos explica todo el proceso.

—Vengan por aquí, Luan está con su nueva familia. —Caminamos detrás de ella hacia un patio donde hay más niños jugando—. Ese es.

Señala hacia un bebé de menos de dos años, con rasgos asiáticos, que juega animado con una mujer y un hombre. Mis ojos no se despegan de él, de lo feliz que está y la mirada de amor que le dan los mayores.

Siento que Vivi me abraza y Nick palmea mi espalda, al mismo tiempo que lágrimas escapan de mis ojos. Es gratificante saber que él está bien y que tiene una familia que lo va a proteger de todo mal.

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La música me envuelve, mis manos han cobrado vida propia y mi garganta sigue emitiendo la melodía que hace las personas bailen y salten con entusiasmo. Mi cuerpo vibra por las emociones, asimismo, por el sonido de todos los instrumentos en armonía.

Nuestros ojos se cruzan, ahora ella es como un libro abierto que me permite ver cosas que jamás pensé podía percibir en una persona. Baila y canta a todo pulmón, luciendo una más entre la multitud; pero yo sé que no es así. Ella está en otro mundo ahora, uno que solo estamos nosotros dos y los sueños que no nos atrevemos contar a nadie más.

—Estuviste genial, Ro —exclama y se abalanza sobre mí.

La aprieto contra mi pecho con fuerza, sus brazos se cierran alrededor de mi espalda y busca mi boca con desesperación. La beso de la misma manera, disfruto de sus labios y del jugueteo de su lengua.

—Chicos —nos separamos ante la voz de Nick—, debo irme.

Asiento y nos damos las manos, luego deposita un beso en la mejilla de Vivi.

—Te tengo una sorpresa —dice entusiasmada, pero me quedo anonadado por el brillo de sus ojos y la rojez de su boca.

Paso una mano por su pelo y lo echo hacia atrás con dulzura. Aún no entiendo qué hice para merecer a alguien como ella.

—Te amo.

Las palabras salen de mi boca sin control. Vivi sonríe, lleva una de sus manos a mi mejilla y la acaricia.

—Yo también te amo, Ro —dice con sinceridad. Una plenitud llena mi sistema, asimismo, el temor a perderla—. Ven, vamos a mi casa.

Me hala y me lleva a rastras hacia el parqueo.

Entramos sin dejar de besarnos, empujo la puerta con mi espalda y la levanto para que encierre sus piernas en mi cintura. Toco todo lo que puedo, muerdo su cuello y ella gime de satisfacción.

—Espera —jadea cuando nota que la estoy llevando a la habitación—, te preparé algo para cenar.

Sonríe al ver mi cara de decepción, se baja de mí de un salto y corre hacia la cocina. La sigo y el olor de la comida hace despertar mi estómago.

La ayudo a poner la mesa entre juegos y besos, esta noche ella está muy feliz y eso mueve algo dentro de mí.

—¿Qué sucede? Estás pálido —cuestiona y posa una mano en mi frente—. ¿Te sientes bien?

—No te preocupes, Vivi, solo estoy cansado. —Sonríe satisfecha por mi respuesta, no se percata de que es una verdad a medias.

Soy un cobarde, estoy seguro que voy a arruinar todo. No sé qué hacer ni cómo decirle que me queda poco tiempo en este lugar.

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🙋‍♀️Solo faltan unos 3 o 4 capítulos *grita como loca y corre en círculos*

Esta historia no es larga, como estoy acostumbrada a hacerla, así que pronto le daremos fin a Melifluo.

Quiero darles las gracias por todo el apoyo, ha sido increíble todo el amor que le han brindado a mis bebés.

Los amo. ❤

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