Veinticinco
Hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo.
~~~
Mi corazón se detiene cuando me adentro a la sala y vislumbro el desastre de ropa y maletas esparcidas en el piso. Mis ojos se llenan de lágrimas ante la realización de que esto está pasando y aún no he tenido el valor de responder a su pregunta. Mucho tiempo después.
Ruddy hace acto de presencia y se queda paralizado a una distancia prudente. Desde aquí logro notar sus orbes cristalinos y las grandes ojeras que ahora son más pronunciadas y oscuras.
—No sabía que ibas a venir —dice sin retirar su mirada de mí—. Disculpa el caos de ropa, sucede que no decido lo que voy a llevar.
Ríe ante lo que acaba de decir, pero no me parece para nada divertido.
—Te vas a ir...
—Mañana —sigue por mí—. Ya no puedo seguir dando largas a esto, Vivi.
—Mi presentación...
—Estaré ahí —me interrumpe de nuevo—. Por nada del mundo me perdería verte bailar y brillar como la estrella que eres.
Se acerca a pasos lentos mientras mis mejillas se humedecen debido a las lágrimas. Mi pecho duele, no es posible que me esté pasando esto.
—Ro, por favor. —Me abraza y lloro en su hombro—. Por favor —repito sin poder emitir una oración coherente.
Se aleja un poco y acaricia con delicadeza mis mejillas, enjugando mis lágrimas.
—No quiero que te sientas presionada, pero necesito escuchar de tus labios cómo me rechazas.
Sus ojos lucen angustiados y cristalinos, me muestran todo el dolor que está sintiendo. Todo lo que provoco en él.
—Quiero hacerlo, te lo juro...
—Pero...
—Pero no estoy segura, Ro. Mi familia está aquí, la escuela de baile —explico en un hilo de voz.
Asiente despacio.
—Te entiendo, Vivi, y créeme que no voy a insistir.
Siento frío cuando se aleja de mí y camina hacia uno de los sofás.
—Ro...
Hago silencio mientras me observa expectante. No sé qué decirle ni de qué modo hacer que este vacío se llene. Las cosas no están bien en mi familia y apenas estoy empezando a hacer lo que me gusta. Sé que él va a regresar aquí, siempre lo hace.
Me dijo una vez que esta casa es de él y que vuelve luego de algún tiempo fuera. En esta ciudad es que tiene a su psicólogo, a su grupo de apoyo y a Nick, su mejor amigo. Eso de cierta manera me reconforta porque tengo la esperanza de que va a regresar.
El problema es que no sé si pueda continuar sin él, o si me seguirá amando. ¿Estoy dispuesta a tener una relación a distancia?
—No llores, Vivi.
Posa su mano en mi hombro y me atrae hacia su pecho. No sé en qué momento se acercó, pero se lo agradezco. Mi mente se queda en blanco al sentir el calor que emana de su cuerpo y los besos que deja en mi cabeza con dulzura.
✾───♫♪♩❀♩♪♫───✾
Observo mi imagen en el gran espejo horrorizada, sin poder creer que en realidad esa soy yo, que estoy usando este atuendo.
Mi pelo está recogido en un moño alto, con adornos de florecillas blancas, a juego con mi vestuario de ballet. El miedo y la incertidumbre de lo que pueda pasar de ahora en adelante me tienen paralizada, con lágrimas contenidas y el cuerpo temblando sin control.
Los recuerdos de ese fatídico día llenan mi mente y me tienen aturdida, el pecho se me encoge y respirar se me dificulta. No quiero ser el hazmerreír de nuevo, no podría soportar fallar a mi equipo, a mí misma.
—Vivi. —Mi madre entra de repente, pero se paraliza al verme—. Vaya, estás bellísima —habla con la voz entrecortada.
Nuestros ojos se cruzan y puedo percibir tantas cosas en ellos. Lágrimas caen por sus mejillas mientras continúa escaneando mi vestimenta y sonríe fascinada. Es difícil describir cómo se encuentra ahora mismo.
—No sé si pueda hacerlo, mamá —hablo al fin—. No, esto es una mala idea.
Toco mi pelo y arrebato las flores que estaban ahí.
—¡No! Vivi, cálmate, por favor.
Atrapa mis brazos y me quedo quieta, respirando con dificultad. Ella me guía hacia la cama, me sienta y empieza a arreglar el peinado.
—Tengo miedo —confieso, el dolor en el estómago crece por cada segundo que pasa.
—Lo sé, y es normal. Estoy segura de que lo harás bien, Vivi, estoy muy orgullosa de ti.
Sus palabras me relajan un poco. Inhalo y exhalo para calmar los nervios y los temblores de mi cuerpo.
—Es hora de irnos —exclama Lena desde la puerta de mi cuarto—. Vivi, estás muy bonita.
Me observa maravillada y eso mueve algo dentro de mí.
Debo hacerlo, dejar atrás mis temores y lucirme en el escenario. Esta es la oportunidad para enmendar el pasado y vencer, al fin, todos los miedos que me han tenido atada por tantos años.
***
La cantidad de personas que hay en el auditorio es irreal, esto hace que la poca seguridad que había conseguido se vaya por la borda. El murmullo de mis compañeros, las indicaciones de mis maestros y mis malos pensamientos me han llevado al límite.
Camino hacia uno de los baños para respirar con libertad y sopesar las cosas de nuevo. Mi rostro en el espejo me espanta. Estoy sudada, con los ojos rojos y grandes ojeras. Me veo fatal.
—¿Sabías que nuestro cuerpo refleja lo que sentimos? —cuestiona mi maestro.
—¿Qué?
—Que de ti depende muchas cosas, y una de ellas es la belleza exterior —dice mientras se acerca y pasa una brochita sobre mis mejillas—. Lo harás bien, Vivi, tanto Emma como yo confiamos en ti y en el gran talento que tienes.
—Pero yo... ¿Y si lo arruino? —Mi voz se quiebra al decir esto.
—Claro que no, estarás genial. Eres una chica hermosa y muy talentosa, verás que vas a brillar como una estrella esta noche.
Sus palabras, al igual que la forma en que me mira, mueven algo dentro de mí. Estas personas creen en mi potencial, tienen la certeza de que podré llevar a cabo este espectáculo.
—Muchísimas gracias, quiero que todo salga perfecto.
—Y así será —afirma y se aleja un poco—. Estás bellísima, vamos, ya casi empieza.
Camino hacia donde están los demás y noto que están tan nerviosos como yo. No seré la bailarina principal, pero eso no quita todo el peso que siento sobre mis hombros.
Mis compañeros van saliendo al escenario uno a uno, según les toca, y mis manos empiezan a sudar por la anticipación.
—Vivi, tu turno.
Mis pies cobran vida propia y me llevan a mi lugar de prisa. La música hace que mi piel se erice, mi corazón se desenfrena y mi mente va a otra dimensión. Los pasos salen de mí de una forma muy natural; me siento flexible, ligera.
El auditorio está rebosado de personas, pero es irrelevante ahora. Mi cabeza se llena de recuerdos, me veo danzando y girando en todas direcciones al compás de la melodía. Es dulce, al igual que el vestuario y toda la inocencia que derrochaba.
La música se detiene, los aplausos empiezan y es en este instante que caigo en cuenta de lo que ha pasado. Mis ojos se posan sobre la multitud que está de pie y ovaciona con alegría. Lo hicimos.
Me uno al abrazo grupal y desaparecemos detrás de las gruesas cortinas. Mis compañeros están emocionados, la energía y adrenalina hacen que hablemos todos al mismo tiempo y los murmullos no permiten que nada se entienda.
Me alejo de ellos porque quiero buscar a mi madre y comprobar si Ruddy pudo venir. Pensar en él me hace mal y mi pecho se encoge ante la realización de que, quizás, esta sea la última vez que lo vea.
Camino entre las personas que hablan animadas con los chicos que participaron. Madres llorando, abrazos llenos de emoción y orgullo.
—¡Aquí estamos, Vivi! —vocifera Lena y mis ojos se posan en ella.
Está dando saltos de alegría y riendo como loca. Una calidez me arropa al verla tan entusiasmada y feliz.
Me acerco hacia donde se encuentran, pero me paralizo al vislumbrar quién es la persona que está al lado de mi mamá. Mis ojos se llenan de lágrimas, los nervios atacan y el miedo me hace pensar cosas horribles del porqué está aquí.
—Estuviste genial, cariño. —Mi madre acorta la distancia y me abraza con fuerza.
Le correspondo, pero no dejo de observarlo. Él se mantiene en el mismo lugar; su rostro no muestra nada, no hay ningún indicio de qué es lo que busca o por qué vino a verme.
—Viviana —llama y mi madre se aleja un poco—, estuviste espectacular —dicho esto, se acerca y me funde en un abrazo.
Lloro al percibir el olor en su camisa y esa calidez que me hacía sentir protegida cuando era una niña. Mi papá dice cosas que no entiendo en mi oído mientras me deshago en lágrimas en su hombro.
—Papá, viniste —afirmo sin poder creer aún que está aquí por mí.
—No me podía perder esto, Vivi —expresa con la voz entrecortada—. Perdóname por todo este tiempo en que fui un mal padre...
—Ruddy está por allá —lo interrumpe Lena y mis ojos se dirigen de inmediato hacia donde está señalando.
Se encuentra alejado de todos, recostado en una pared sin dejar de mirarme.
—Quiero la fiesta en paz contigo, Viviana, pero nunca aceptaré a ese hombre como tu novio.
—No digas tonterías —regaña mi madre—. Ve con él, Vivi.
Sé lo que significan esas palabras. Le conté todo a ella, lo que me propuso Ro y cómo me siento al respecto. Me aconsejó de una manera neutral, pero recalcó que hiciera lo que mi corazón dictaba. El problema es que estoy dividida, no sé qué decisión tomar.
—Ve, Vivi, y dale un beso —indica Lena con picardía.
Me alejo de ellos con la cara ardiendo y escucho los regaños que le da mi padre.
Se endereza cuando me acerco a él y se cruza de brazos sin mostrar mucha emoción. Siento que hay una barrera que nos separa, quizás sí está entre nosotros y no puedo verla.
—Muchas felicidades, amor, te la luciste. Lo lograste. —Me acorrala entre sus brazos.
Le correspondo, incapaz de emitir ningún sonido, solo escuchando los latidos de su corazón. Siento que besa mi pelo varias veces y luego posa sus labios sobre los míos.
El beso es apasionado, candente. Atrapa mis mejillas con sus grandes manos y lo profundiza. Jadeo ante las sensaciones que me hace sentir con su lengua y la vehemencia con la que se adueña de mi boca.
—Gracias por venir —logro decir cuando nos separamos, aún con los ojos cerrados.
—Sabes que no me perdería esto por nada del mundo, Vivi. Lo lograste y fuiste la estrella que más brilló esta noche.
Reímos cómplices por sus palabras y caminamos hacia la salida sin dejar de abrazarnos.
Por cada paso que damos se abre un agujero en mi interior que no permite me sienta feliz del todo.
—Ro...
Nos detenemos y mis ojos se posan sobre Nick que está junto al auto de él. Este tiene la cabeza agachada y eso solo me confirma algo.
Mis lágrimas hacen acto de presencia y aumentan cuando siento que me abraza de nuevo.
—Tengo que irme, amor. —Me aleja un poco y besa mi frente—. Te amo, Viviana.
Quiero gritarle muchas cosas, pero me es imposible debido al nudo asfixiante que se ha instalado en mi garganta.
Siento frío cuando se aleja de mí y mi mundo se derrumba al verlo caminar hacia donde está su vehículo.
—¡Ruddy! —grito y corro hacia su dirección, pero él ya no está.
✾───♫♪♩❀♩♪♫───✾
☆Este es el penúltimo capítulo, gente bella. Muchas gracias por seguir aquí.
Los amo. ❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top