Trece

Las risas se escuchan por toda la calle desierta, al igual que nuestros correteos en medio de la incesante lluvia. Siento cómo me atrapa por detrás y chillo por la sorpresa. Me remuevo entre sus brazos, sin dejar de carcajearme, y nos caemos en la acera llena de agua.

Ruddy se posiciona sobre mí, nuestras miradas se cruzan y nos mantenemos quietos. Tiemblo debido al frío al igual que mi boca, pero me quiero quedar de esta forma. Posa una de sus manos en mi mejilla, retira el pelo que se escurría y detiene un dedo sobre mis labios.

Su aliento cálido hace contraste con mi piel fría, se siente bien su cuerpo sobre el mío. El deseo de besarlo me embarga, así que, armada de valor, uno mi boca con la suya.

Corresponde de inmediato; el beso se torna desesperado, con hambre. Paso mis brazos por su cuello, Ro atrapa mis mejillas y lo profundiza. Es exquisito estar así con él, sintiendo su calor a través de la tela mojada, su lengua recorrer mi cavidad bucal.

Lo que me confesó hace horas atrás, no ha abandonado mi mente. Estaba en lo cierto, Ruddy es un mujeriego y no sé cómo sentirme ante este hecho. No logro entender bien a qué se refirió con lo de que ahora cambió su pensar, pero no estoy segura si quiero verme involucrada con él de una forma romántica.

Corto el beso y me alejo de él, todo lo que me permite la posición en la que nos encontramos.

—Tengo que entrar a la casa —susurro, sin dejar de mirarlo a los ojos—. Nos podemos enfermar si seguimos mojados.

Noto que titubea, sigue observándome y desvío la mirada. Soy incapaz de sostenerla por un minuto más.

Siento frío cuando se levanta de mí, me extiende una mano y me ayuda a ponerme de pie. Nos quedamos paralizados, en medio de la calle bajo una lluvia que no cesa. No sé qué más decirle, al parecer él tampoco, solo miramos a nada en particular.

—Yo te llamo, Vivi —rompe el incómodo silencio—. Buenas noches.

Escucho sus pasos alejarse y un dolor se instala de inmediato en mi pecho. Quiero detenerlo, pedirle que me explique en qué términos estamos ahora, pero no lo hago. De repente, me siento insegura y corro despavorida hacia la entrada de mi casa.

Cruzo el umbral de la puerta y me paralizo al vislumbrar a mis padres y Lena en medio del salón. Papá deja su caminata en círculos y posa sus ojos marrones sobre mí. Su rostro se desencaja al verme, luce enojado y decepcionado.

—¿Dónde demonios estabas! ¿Cómo puedes venir a la casa en estas condiciones, Viviana? —grita alterado.

Me encojo ante sus palabras que me hacen sentir como una niña de nuevo.

—Salí un rato y la lluvia me sorprendió —alego, fingiendo calma.

Mi madre me mira con recelo, y no es para menos. Estoy empapada de agua, tanto así que en el lugar donde estoy parada se ha formado un pequeño charco.

—Deja de aparentar, Eduardo me dijo que lo dejaste en medio de la nada y te fuiste con un delincuente...

—Ruddy no es ningún delincuente, papá —interrumpo su perorata con molestia—. Él...

El grito de Lena hace que haga silencio.

—¿Estabas con Ruddy? —pregunta mientras baila y da saltitos de emoción—. ¿Ya son novios? —cuestiona sin percatarse de la mirada de muerte que le da nuestro progenitor.

—¿Quién es Ruddy? —interviene mi madre, curiosa.

—Es un amigo y futuro cliente —respondo, posando los ojos sobre mi papá.

—Es mejor que vayas a ducharte, luego ve a mi oficina. Tenemos una charla pendiente —dicho esto, se marcha bastante irritado.

—Hazle caso a tu padre, cariño, puedes enfermarte. —Asiento y me dirijo hacia mi cuarto.

No quiero pelear, estoy segura que será una discusión muy extensa. Tengo miedo de lo que me vaya a decir, odio que me siga tratando como una niñita.

Qué más da, estoy decidida, es hora de enfrentarme a mi padre.

✾───♫♪♩❀♩♪♫───✾

No ha dejado de gritar desde que entré a su despacho, por tal razón, me he quedado parada junto a la puerta. Las palabras "sutiles" que utiliza me hieren, me hacen sentir poca cosa, porque confirman lo que ya sabía.

Él cree que soy una inútil y, por lo tanto, que no puedo valerme por mí misma.

—¿Qué pensarán Máximo y Eduardo de ti? Tan bien que les hablé y mira lo que haces. Te vas en una motocicleta con un tipo que luce como un drogadicto y un ladrón. ¡¡Una motocicleta, Viviana!!

—¿Podrías dejar de gritarme, papá? Me importa poco lo que ellos piensen de mí. Además, Ruddy no es nada de eso. Es increíble cómo pueden etiquetar a alguien sin siquiera conocerlo.

Estoy indignada y cansada de hacer todo lo que él ha impuesto desde siempre. De estar entre las sombras, de no permitir que me desarrolle en la oficina, de estar estancada detrás de nada.

—No quiero que veas más a ese tipejo, solo te está nublando la mente y desviando tu atención de lo que verdaderamente importa. —Mi boca se abre en sorpresa al escuchar lo que ha dicho.

—El hecho de que seas mi padre, no te da derecho a prohibir que me vea con quien yo quiera —alego con la voz entrecortada—. No puedes...

—Mientras vivas aquí te acoges a lo que yo diga. Mi casa, mis reglas —sentencia, luego manotea su escritorio con fuerza para darle peso a sus palabras.

Mi pecho sube y baja acelerado, las manos me tiemblan por la anticipación y las palabras que tanto temo están locas por salir a borbotones de mi boca. Me siento frustrada, amargada e infeliz. La presión me hace jadear y cierro mis manos en puños con fuerza.

Vamos, Vivi, déjale saber cómo te sientes.

Soy una cobarde, la manera en la que me mira me intimida. Él sabe lo que provoca en mí.

—Es mejor que te vayas a dormir, mañana hay mucho trabajo y no voy a seguir tolerando que llegues tarde —expresa y se sienta a revisar unos papeles.

Asiento, en automático, y me giro dispuesta a marcharme. Mis ánimos están por los suelos, pero hay algo más que me martiriza. Las palabras de Ruddy hacen eco en mi mente. Él no lo sabe, pero han calado hondo en mí porque es la primera vez que siento que alguien se preocupa de verdad por mis sentimientos.

No, no puedo seguir viviendo de esta manera. Doy la vuelta y camino hacia él, me detengo a cierta distancia. Esto hace que levante la cabeza y pose sus ojos sobre mí.

—Creo que fui claro contigo...

—Renuncio, papá. Mañana te entrego todo lo que tenía pendiente. —Su cara es todo un poema—. También voy a buscar un lugar para vivir, ya es hora de tener mi propio espacio.

No permito que replique nada porque salgo de la oficina en un santiamén.

✾───♫♪♩❀♩♪♫───✾

☆Nuestra Vivi está despertando. 🙌

Gracias por leer, besos. 💋

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top