Quince

Los días de mi supuesta libertad los he disfrutado a medias. Si bien es cierto que tomé las riendas de mi vida y pude ponerle fin a ese trabajo que me hacía sentir infeliz, también está el hecho de que es muy difícil valerme sola y encontrar un lugar para residir.

Sigo en la casa de mis padres, lo cual es bochornoso porque se supone que yo iba a buscar mi propio sitio. Eso sí, trato de evitar a toda costa verme con mi papá, y no es como si él hiciera el intento de buscarme. Sé que su orgullo está herido; me ama, pero no le gusta que le lleven la contraria ni perder el control de todo a su alrededor.

Mis planes, por el momento, son encontrar un trabajo y una pieza para vivir.

Lo he pensado mucho y llegué a la conclusión de que el tema de ser bailarina lo dejaré como lo que es, un recuerdo doloroso. Es cierto que cuando era una niña me encantaba danzar, lo disfrutaba y anhelaba presentarme ante todos. Pero eso cambió, y prefiero dejarlo en el pasado.

Detengo el vehículo y dirijo mis ojos hacia el edificio blanco que se impone frente a mí. Verifico la dirección y la fachada en mi celular, y me percato de que estoy en el lugar correcto.

Salgo de prisa, acomodo mi falda y entro a la edificación sin pensarlo dos veces. Estuve buscando un departamento para renta y este me pareció bueno porque no es muy costoso y está en el centro de la ciudad.

—¿Viviana Rossi? —pregunta una mujer bajita, de pelo corto y lentes grandes.

—Sí, vine por el departamento que tiene disponible.

—Un gusto, Camila Bueno.

Nos saludamos con cortesía para luego caminar hacia lo que creo es el ascensor. Una vez dentro, me habla de todos los pormenores que debo saber. Asiento a todo lo que dice, mientras la emoción crece dentro de mí.

Llegamos al tercer piso, caminamos por un corto pasillo hasta que ella se detiene frente a una de las puertas. Abre y se hace a un lado para que pase.

No es muy grande, pero es perfecto para mí. Está amueblado, la decoración es blanca con tonalidades doradas. Puedo apreciar la cocina y una puerta al fondo que dedujo es la habitación.

Ella me muestra todo, cómo funcionan las cosas y responde a las múltiples preguntas que se me ocurren. Los nervios me visitan cuando debo decidir si lo acepto o no. Siento un tirón en el estómago al caer en cuenta de lo que esto significa.

Decidida, pero con temor, cierro el negocio y firmo los papeles que verifiqué previamente.

Luego de esto, y de que ella me pusiera al tanto de las cosas de nuevo, nos despedimos y salgo del edificio de prisa. Una sonrisa tonta no ha abandonado mis labios, los ojos se me nublan ante las ganas inmensas de llorar.

Estoy muy feliz por este pequeño, pero a la vez gigante paso que he dado.

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La presentación de Ruddy, esta noche, es en un lugar muy distinto a la que he asistido. Se trata de un club privado, es una fiesta de una empresa a sus empleados, por lo que tuvo que facilitarme una invitación. Solo así pude entrar.

Hay pequeñas carpas blancas, mesas con arreglos y sillas decoradas en la misma tonalidad. Puedo divisar la tarima improvisada donde cantará, y algunas piscinas iluminadas alrededor. Es un lugar hermoso, con arbustos por doquier y algunos meseros de aquí para allá.

Poco a poco, se va llenando de personas que hablan muy animados y bailan con la música de fondo. Me siento en una de las mesas sin ver rastros de él, lo he llamado y enviado mensajes, pero no contesta. Debe estar sumamente ocupado.

—¡Vivi!

Nick se me acerca y me da un beso en la mejilla.

—Hola —saludo y me levanto para darle la mano—, qué alegría verte. Ya me estaba desesperando.

—Ro me pidió que te buscara, está haciendo unas pruebas finales.

—¿Quién es ella? —pregunta una chica que se acerca a Nick y posa sus ojos sobre mí.

Me llama la atención su cabellera rosa, así como su vestimenta oscura que hace contraste con su piel muy blanca y ojos grises.

—Gina, ella es Vivi, la novia de Ro.

Mis mejillas arden al segundo de escuchar lo que ha dicho. Le dije que sí a Ruddy cuando me preguntó, pero aún no me acostumbro.

—Mucho gusto —saludo cortés y le extiendo la mano.

No me corresponde, me observa de una manera extraña que no sé descifrar, pero que me pone los pelos de punta.

—Ro no me dijo que tenía novia —habla con cierto reproche.

Esto me pone alerta y muchas cosas pasan por mi cabeza del porqué esta chica me mira como si quiere matarme.

—Tengo que ir a verlo, seguro está hecho un lío sin mí —dice Nick, para luego sonreír.

No se percata de la tensión asfixiante que se ha creado en el ambiente de un momento a otro, o no le interesa. Se aleja, dejándome en presencia de la chica que no aparta sus ojos de mí.

—¿Así que tú eres la abogada? —pregunta con desdén y cierto sarcasmo.

—Sí, supongo que ya te han hablado de mí...

—No, mucho. Nick es que te ha mencionado, Ruddy no.

Sus palabras cortantes logran enfadarme un poco, ¿qué le pasa a esta tipa?

No le contesto, miro hacia todos lados y me percato de que están subiendo los músicos a la tarima. El lugar está lleno ahora, todas las mesas están ocupadas y se escuchan murmullos de las personas hablando.

—Todavía no me creo eso de que eres su novia.

Desvío mi mirada y la poso sobre la tal Gina que me observa de arriba abajo.

—Yo tampoco, pero sí, desde anoche estamos juntos.

No quise sonar pretenciosa, pero estoy segura de que fallé. La forma en que arruga la cara en desagrado me lo confirma.

—Déjame aclararte algo, linda. Ruddy no es bueno con las relaciones, así que no le creas mucho las cosas que te diga —expresa, sin dejar de observarme. Sus ojos se detienen en mi muñeca y cubro la pulsera que me dio con mi otra mano por instinto—. Ya veo, apuesto a que te dio un paseo en Damián, su moto favorita, te dijo algunas que otras cosas que sacó de un libro de autoayuda y te obsequió una de sus pulsas que usa para cubrir sus cicatrices. Un clásico.

Algo dentro de mí se quiebra al escuchar las cosas que ha dicho. Mi conmoción es evidente, ella se percata de eso y sonríe burlona.

—¿Hace mucho que lo conoces? —pregunto en un hilo de voz.

—Sí, y te puedo jurar que tú no eres la excepción. Ruddy visita muchos lugares, no se queda en un solo sitio, y en cada uno deja historia.

—Imagino que tuvieron algo, ¿no? —Asiente, pero desvía la mirada.

Su rostro se ha desencajado, no muestra la misma altivez y seguridad que hace unos minutos.

—Fuimos nada en especial, no hubo etiqueta porque no lo necesitábamos. Pero soy alguien más para él que una simple ex, si no, no estuviera viviendo en su casa.

Mi cara debe parecer un poema, esto tiene que ser una broma.

—No te creo...

Hago silencio al escuchar el bullicio y los acordes de la guitarra de Ro.

Mis ojos se posan sobre él, está vestido todo de negro y su pelo le cae por la frente y los hombros. Puedo notar que mueve su cabeza en varias direcciones, como si busca a alguien o algo.

Desvío mi mirada y vislumbro cómo Gina lo observa, está fascinada y estoy segura de que me veo de la misma manera que ella cuando lo escucho cantar.

Unas ganas inmensas de llorar me invaden, ¿por qué fui tan tonta? Esta chica tiene razón en cuanto a lo que dice de Ruddy, nunca debí dejar que las cosas llegaran tan lejos. Si ella está aquí, es porque él así lo quiso, de otra forma no hubiese podido porque esto requiere invitación previa.

Mis pies se mueven solos, me alejan del lugar y de él. Escucho su voz lejana a medida que un vacío se va acrecentando en mi interior.

La dulce melodía no despierta los mismos efectos en mí esta noche.

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🙋‍♀️Holis, gente bella. Pido perdón por la tardanza, es que estos días han sido un poco duros para mí.

¿Qué creen pasará ahora?

Muchas gracias por leer, los amo. 💋


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