Dieciocho


Todo este asunto fue una pérdida de tiempo.

Poso mis ojos en los tortolitos que están frente a mí, muy felices en su burbuja. Tanto, que no se percatan de la mirada de odio que les estoy dando.

Acompañé a Nick a la cita con el juez donde se discutió la custodia de su hijo, porque su exnovia le estaba jugando sucio. El hecho es que ella armó un drama, se dijeron cosas fuera de lugar y, al final, hicieron un acuerdo amigable.

Fue lo mejor que pudo pasar, pero nunca imaginé que iba a suceder algo como lo que estoy viendo: mi amigo y su ex se están besando en medio del pasillo. Ahora sí estoy seguro de que esa chiquilla le lanzó algún hechizo a Nick.

Es que otra explicación no tengo, se supone que ellos están separados y se odian. Eso fue lo que ella le dijo la última vez que él fue a su casa.

Aprieto las manos con fuerza y decido abandonar este lugar, no tiene caso que siga aquí. Así como es inútil que le diga a él que está cometiendo una barbaridad. A fin de cuentas, va a hacer lo que le de la gana y es obvio que sigue enamorado de esa chica.

Entro de prisa al ascensor y presiono el botón que me va a llevar a la salida. Antes que se cierren las puertas, se introducen dos personas más. Susurran algunas cosas, pero no le tomo importancia hasta que escucho claro y alto "es él".

Poso mis ojos en uno de ellos y me percato de que se trata del tipo que estaba con Vivi la vez que la llevé en mi moto y la saqué de un momento incómodo. A su lado hay un señor mayor, vestido de traje, que no deja de observarme de manera despectiva.

Siguen murmurando cosas, pero no les presto atención y salgo en un santiamén cuando el elevador se detiene y abre sus puertas.

—¡Oye! —Paro en seco al escuchar el grito—. ¿Eres Ruddy?

Me doy la vuelta despacio y quedo frente al tipo alto con cara de imbécil.

—Depende de quien lo busca —respondo divertido.

—¿Tú eres el que está persiguiendo a mi hija? —cuestiona el señor mayor. Vaya, este es mi suegro.

—Creo que están equivocados, no persigo a nadie —alego con chulería y me doy la vuelta para irme.

—Me parece inconcebible que Viviana esté saliendo con un tipo como tú. —Paro en seco al escuchar las palabras del viejo.

—¿Perdón? —Doy la vuelta y me percato de la mirada de odio que me dan los hombres con aspectos a religiosos en domingo por la mañana.

—Dice que es increíble que Vivi esté involucrada con un delincuente y un drogadicto como tú —responde la jirafa trajeada.

Mi respiración se torna irregular por la rabia contenida y aprieto las manos en puños en un intento de reprimir las ganas de golpearlos.

Chasqueo la lengua, los observo con descaro y me les acerco de manera lenta y dramática. Puedo notar el miedo que siente el señor mayor, al parecer sí cree que soy un maldito delincuente.

—Vivi no solo está saliendo conmigo, es mi novia y la que duerme en mi cama todas las noches —digo serio y miro directo a los ojos al viejo—. Me gustaría seguir con esta charla, suegrito, pero tengo cosas más importantes que hacer —dicho esto, camino de prisa hacia la salida.

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Sus ojos marrones me observan con curiosidad, una sonrisa plasmada en su rostro y un leve sonrojo en sus mejillas. La mirada enternecida que me está dando me hace entender que está disfrutando y llevando a otra vía lo que le he contado.

—Es tan romántico —exclama al fin, respaldando mis pensamientos. Ruedo los ojos con fastidio.

—No es nada de eso, Nick es un idiota que cayó de nuevo en las redes de esa niña —alego con molestia.

—Lo mejor es que se hayan puesto de acuerdo, Ro, y al parecer se aman —dice con emoción.

Me quedo en silencio, admirando su belleza y cómo le brillan los ojos. Es oficial, nunca en mi vida he conocido a nadie como Vivi.

Me acerco más, poso una de mis manos en su mejilla y la acaricio, para luego llevar parte de su pelo hacia atrás.

—Eres tan bella —digo sin pensarlo. Las palabras han salido de mi boca de manera automática.

Su piel es bronceada, pero noto cómo se enrojece y agacha la cabeza.

—Muchas gracias, Ro —habla bajito y mueve las manos con nerviosismo.

Me quedo maravillado ante ella, su timidez y la manera tan tierna de ser. Por esta razón, en los últimos días me he preguntado si la merezco. Es obvio que somos muy diferentes, incluso la manera de ver la vida.

Yo he pasado por muchas cosas ya, he vivido "al máximo" y arrastro un historial que me avergüenza. En cambio, Vivi es una chica buena, con unos padres conservadores y con una experiencia de la vida casi nula. ¿Eso es algún impedimento para que estemos juntos? No lo sé, pero sí es algo que me aterra porque no me quiero alejar de ella.

—¿Qué sucede? —Salgo de mis pensamientos y me percato de que me mira con preocupación—. Te ves raro.

—No es nada —digo serio y me levanto del sofá—. Ven conmigo.

Extiendo mis manos y ella las toma.

Salimos hacia el patio de la casa. Es una noche fresca y la luna está en su máximo esplendor. La luz que emite el satélite, junto a las diversas bombillas de colores, se refleja en los ojos de Vivi y esto hace que luzca espectacular. Toda una diosa.

La belleza de esta chica me tiene aún sorprendido, sin embargo, es el aura tan dulce que emite su ser que me ha enamorado. Este pensamiento me acelera el corazón y una nueva esperanza aflora en mí, porque creía imposible que algo como lo que estoy sintiendo me sucediera.

—Quiero hacer algo —susurro y la acerco a mi cuerpo, para luego posar mis brazos en su cintura.

Abre la boca, pero antes que diga algo, empiezo a movernos lentamente. Puedo vislumbrar cómo se cristalizan sus ojos y siento que se tensa.

—Ro, yo... —Hace silencio cuando empiezo a entonar la canción que escribí pensando en ella.

Nuestras miradas se cruzan y ahora Vivi me es como un libro abierto. Logro percibir muchas cosas, su piel se eriza y lágrimas caen por sus mejillas sin control.

Sus brazos se encierran en mi cuello y los temblores de su cuerpo son más evidentes para mí. Nos movemos con lentitud, estamos flotando, entregamos tantas cosas en este abrazo. Aprieto su cintura con una mano, llevo la otra a su espalda y la aferro más a mí, si eso es posible.

—Tengo una idea, cariño, conozco a alguien que es una maestra de baile. —Me detengo porque se separa de mí, rompiendo así el ambiente íntimo que habíamos creado.

—No puedo, yo voy a buscar un trabajo que me asegure buenos ingresos. Esa etapa está olvidada y cerrada.

—Vamos, Vivi. Mírate, tú y yo sabemos que es algo que no te deja en paz. Confía en mí, podemos ir haciendo las cosas poco a poco, pero lánzate —digo y ella niega varias veces—. Te propongo algo, yo iré contigo, solo para ver qué tal y si después decides que no quieres, pues enterramos eso y ya.

Sus ojos me observan titubeantes, sé que lo está pensando, pero el miedo y la incertidumbre no la dejan decidirse.

—¿Estarás conmigo? —Asiento—. ¿Podemos irnos en cualquier momento? —pregunta, sus ojitos muestran angustia.

—Claro que sí, amor —aseguro y corto la distancia—. Vamos a hacer esto juntos, no te preocupes por nada más.

Atrapo su mejilla con una mano y uno mis labios con los suyos. Me corresponde tímida, pero luego se torna apasionada y caminamos hacia la entrada sin dejar de besarnos.

Atrapo sus muslos y la cargo, Vivi encierra sus piernas alrededor de mis caderas mientras masajea mi cuero cabelludo. Camino con dificultad hacia mi habitación porque el deseo ha nublado mi mente y no quiero despegar mi boca de la suya.

Entramos, me acerco de prisa a la cama y la acuesto con suavidad. Noto que su pecho sube y baja, igual que el mío. Me deshago de mi camiseta y me posiciono sobre ella con cuidado.

La beso otra vez, pero ahora más lento porque quiero que sea algo especial. Me alejo un poco para ver su rostro y asegurarme de que ella está bien con esto. Noto duda en sus ojos, sus manos tiemblan por el nerviosismo.

—¡Ro! —Nos separamos espantados—. Lo siento, no sabía que estabas ocupado.

—¿Qué demonios, Nick! —Me alejo por completo de Vivi que está cubriendo su rostro con las manos. Rayos, está muy avergonzada.

—Discúlpame, Ruddy, pero necesito que hablemos —dicho esto, sale de la habitación de prisa.

—Esto no puede estar pasándome. —Escucho que susurra para sí misma mientras se levanta y agacha la cabeza.

—No te preocupes, solo es el idiota de Nick. —Me acerco y tomo su rostro entre mis manos—. Voy a ver lo que quiere y luego vengo por ti para llevarte a tu casa.

Ella asiente, dudosa. Aprovecho que está perdida en sus pensamientos para unir nuestros labios. Sus ojos me escanean, puedo notar lo preocupada que está.

—No tardes, por favor. —Asiento y le doy un beso en la frente, para luego buscar mi camiseta en el piso.

Salgo de mi cuarto hacia el salón donde sé está mi amigo esperándome. Más vale que sea algo importante.

Lo vislumbro caminando en círculos, con las manos en la cintura y una cara de que mató a alguien.

—¿Qué te pasa? —Detiene su andar y me mira de arriba abajo—. Habla rápido que tengo cosas que hacer.

—Se trata de Gina, Ro, ¿hace cuánto no hablas con ella?

—Hace unos días, discutimos y se desapareció. ¿Qué sucede con ella?

—La dejé ebria en mi departamento, pero antes de dormirse me contó algunas cosas —expresa serio—. ¿Ella te dijo algo del porqué te buscó?

Niego varias veces, el tono con el que habla me tiene preocupado.

—Ve al grano, Nick. ¿Qué te dijo Gina?

Se queda en silencio, desvía la mirada y camina hacia mí con una solemnidad que me desespera.

—Muchas cosas, Ruddy. —Resopla con resignación—. ¿Sabías que Gina tuvo un hijo y lo dio en adopción?


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