Diecinueve: crossover con Fragmentos

Trato de seguirle el ritmo a Lena, quien está corriendo por todo el parque mientras recreo en mi mente todos los escenarios de lo que podría pasar hoy. Esta tarde es que iré a ver a la maestra de baile que mencionó Ruddy. Bueno, si decide salir de donde sea que esté.

Hace días que no nos vemos, no me toma la llamada ni ha ido a visitarme a casa. Dos noches atrás me envió un mensaje donde expuso que estaba muy ocupado. Nada más, solo eso escribió. He tratado de darle su espacio, de ser madura y entender que tiene una vida. Además, debe tener muchísimo trabajo. Sí, esa es la razón.

Pero no quita el hecho de que me sienta mal, apenas llevamos un poco más de un mes juntos y tengo un mal presentimiento.

—¡Vivi! —grita Lena, sacándome de mis pensamientos.

Camino hacia donde está a pasos apresurados mientras sigue chillando y riendo como loca. Detengo mi andar al vislumbrar que Ruddy la carga y da muchas vueltas con ella. Sonrío enternecida ante lo feliz que se ve jugando con mi hermanita, como si fuera un niño más.

Se detiene cuando sus ojos se cruzan con los míos y la baja con cuidado.

—¿Quieres un helado, Lena? —pregunta, sin retirar sus orbes de mí.

—Sí, pero dale un beso a Vivi —espeta la niña, quien sonríe simulando una muñeca de terror.

Él se carcajea y se acerca despacio.

—Te extrañé. —Me da un beso casto en los labios—. Lo siento, tenía muchas cosas que hacer.

Asiento sin dejar de observarlo y noto las ojeras que tiene. Luce cansado, extraño, como si no es la misma persona que conocí.

—Lo sé, te entiendo —digo y sonrío para que esté tranquilo.

—¿Y mi helado? —se queja Lena y nos separamos sin dejar de mirarnos a los ojos.

Un nudo se instala en mi estómago y la incertidumbre carcome mi raciocinio al verlo alejarse y caminar hacia ella. Ahora sí no me quedan dudas, a él le pasa algo y lo está tratando de disimular.

Nos sentamos en una de las bancas, no decimos nada y nuestras miradas están sobre mi hermana que se balancea sobre un columpio. Suspiro para darme valor y así poder enfrentarlo.

—¿Sucede algo? —Posa sus ojos sobre mí y luego los desvía.

Se queda en silencio, pero logro percibir la lucha interna que está teniendo.

—No estoy durmiendo bien, Vivi —confiesa y agacha la mirada.

Mi corazón se encoge al verlo tan vulnerable, me acerco y poso mi mano sobre su mejilla. Sus ojos están cristalinos y parpadea varias veces, en un intento de no derramar lágrimas.

—¿Qué está pasando, Ro? Puedes confiar en mí, lo sabes —digo en un hilo de voz.

Abre y cierra la boca, es como si está sopesando sus próximas palabras.

—Tengo miedo de sufrir otra recaída, no estoy bien —espeta con enojo—. Odio sentirme así, tú no mereces esto —dicho esto, me besa desesperado.

Me toma por sorpresa, aun así, le correspondo con la misma intensidad. Sé que no me ha contado lo que le aqueja y debe ser algo grave, pero no quiero presionarlo.

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Después de salir del parque, Ruddy nos invitó a almorzar y luego me acompañó
a llevar a Lena a su casa. No entré porque sabía que mi padre estaba ahí y aún no me siento lista para enfrentarlo. Otra vez.

Ahora mismo estoy dando vueltas sin parar, a espera de que Ro venga por mí y me lleve a la escuela de baile de la que tanto habló. Los nervios me tienen mal, sé que puede parecer una tontería, pero me aterra volver a un lugar así. Me reconforta que él estará conmigo y que me sacará de allá al segundo de pedirlo.

El sonido del timbre de mi celular me hace saltar por la sorpresa, lo tomo y verifico que es Ruddy. Reviso que todo esté en orden, suspiro una vez más y salgo a su encuentro.

Me saluda con un beso casto para luego abrirme la puerta del auto. Empieza a conducir en silencio, frunce el entrecejo y aprieta el volante. Sus manos son enormes, no me pasa desapercibido ese detalle, y noto que se le tornan pálidos los nudillos por la presión que está ejerciendo.

Suspiro y me recuesto del cristal. Cierro los ojos en un intento de prepararme mentalmente para lo que viene, dejando de lado todas las sensaciones que se arremolinan en mi pecho por su comportamiento extraño.

Se detiene frente a un local donde se destaca un gran letrero con luces coloridas, pero no se aprecian bien por la claridad de la tarde. Ruddy me toma de la mano y me guía hacia la entrada.

Por dentro es enorme, simulando un gran auditorio. Caminamos hacia las filas de sillas y nos sentamos adelante. Mis ojos se posan sobre una chica que baila al ritmo de la música lenta que ambienta el lugar. Me maravillo ante la destreza y flexibilidad que muestra.

No puedo despegar mi vista de ella, de todo lo que expresa con su cuerpo en sintonía con la dulce melodía. Es increíble. Mi cabeza se llena de los recuerdos de una Vivi más joven, soñadora y sin los miedos que ahora me atormentan.

—¿Estás bien? —Abro los ojos y me encuentro con los de Ro. Me observa con preocupación y pasa sus dedos por mis mejillas—. Ven conmigo.

Se levanta, sin dejar de sostener mi mano, y caminamos hacia la joven que ahora toma agua.

—Hola, Ruddy —saluda a mi novio muy cortés y este la abraza con fuerza.

Se alejan y puedo notar lo bajita y flaca que es esta chica, su pelo castaño es largo y cae en ondulaciones hasta su cintura. Me observa con dulzura, sus ojos son de un marrón claro y sus facciones delicadas. Es hermosa.

—Tú debes ser Vivi, este grandulón me ha hablado mucho de ti —agrega divertida—. Soy Emma, es un gusto conocerte al fin.

Me río por la cara que pone Ro y le extiendo la mano.

—El gusto es mío, Emma —respondo sincera, relajada por el aura tan dulce que percibo de ella—. ¿Tú eres la maestra de baile?

—Sí, pero en realidad somos dos. Mi compañero no pudo asistir porque los sábados no laboramos.

Abro la boca en sorpresa y desvío mi mirada hacia Ruddy, quien me observa con el rostro enrojecido.

—Emma está aquí porque se lo pedí, así pueden conversar sin presión —se defiende rápidamente y ella asiente sin dejar de sonreír. Me calmo al verla tan feliz, se nota que disfruta mucho lo que hace.

Nos sentamos a conversar y me cuentan cómo fue que se conocieron. Ruddy coincidió con su esposo en una de las terapias a la que asistía y se hicieron amigos. Me sorprende el hecho de que lleva algunos años de casada y tiene dos niños.

Sus ojos brillan cuando habla de su marido, se nota que está muy enamorada. Poso los míos sobre Ruddy, este me observa con tanto anhelo que me hace agachar la cabeza. No sé qué está pasando por su cabeza, pero me hace sentir especial y con grandes esperanzas hacia lo nuestro.

Él nos deja solas y ella aprovecha para hablarme de lo que hacen, de los días que imparten clases y las presentaciones que llevan a cabo. La escucho atenta, temblando por los nervios y la felicidad que me proporciona todo este tema. Es mi pasión, lo que siempre he querido, pero que he tenido dormido por muchas razones. Ahora me doy cuenta que vale la pena arriesgarme, no será fácil y tendré que enfrentarme a muchas cosas. Aun así, estoy dispuesta a hacerle frente a mis temores.

—Muchas gracias por explicarme todo, acepto venir todas las tardes —digo en un hilo de voz, los nervios y el entusiasmo llevándome al límite.

—Qué alegría, Vivi, es un placer para mí que seas parte de nuestro equipo.

Ruddy se acerca a nosotras, una sonrisa amplia adorna su rostro y luce satisfecho. Esto me hace entender que escuchó nuestra conversación. Me abraza y besa mi pelo mientras le da la mano a Emma.

—Muchas gracias por esto, flaca —expresa con alivio. Me enternece lo cercano que lucen.

—Emma, ¿te falta mucho? —Nos alejamos ante la voz varonil.

Un hombre alto, de pelo negro y ojos avellanas está paralizado a la entrada del lugar. Sostiene un niño en sus brazos y otro está agarrando su mano con fuerza. Son pequeños, de unos dos o tres años y al parecer gemelos.

—¡Seth, amigo! —grita Ro y se acerca a él de prisa.

Él baja al pequeño y se abrazan con cariño.

—Es bueno verte de nuevo, rubio —espeta el tal Seth y sus ojos se posan en mí—. ¿Ella es?

Mi novio se acerca a mí y me abraza por los hombros.

—Sí, es mi novia Vivi —nos presenta y le extiendo mi mano.

—Mucho gusto, Seth —saludo apenada. ¿Qué cosas les habrá dicho de mí?

Emma camina hacia él y se dan un beso en los labios, luego ella toma a los bebés y los abraza con dulzura.

—Me tengo que ir, pero me puedes llamar en cualquier momento para ponernos de acuerdo. Dile a Ruddy que te pase mi teléfono. —Asiento, nos despedimos y salimos del lugar.

Mi mirada no se despega de ellos que caminan hacia una camioneta negra. Él le abre la puerta trasera y ella acomoda a los niños. Es tan maravilloso ver la complicidad, el amor y la consideración que se tienen. Se besan en los labios para luego entrar al vehículo y desaparecen por la carretera.

—Estoy orgulloso de ti, Vivi, estoy seguro de que lo harás bien. Sabes que puedes contar conmigo. —Su sonrisa es contagiosa y me pierdo en sus hermosos ojos claros.

—Muchas gracias por estar aquí conmigo. Estoy aterrada, pero quiero hacerlo.

Sus manos van hacia mis mejillas y me besa despacio. La dicha y la plenitud que siento me hacen sonreír y perderme en mis pensamientos. Imagino un futuro con Ro, donde estamos casados y con hijos. Es muy pronto para pensar en esto, pero no quita que algún día llegue a suceder.

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🙋‍♀️Esta historia está llena de referencias y cruces, pero este capítulo es especial para mí.

Emma y Seth son los protagonistas de mi historia "Fragmentos", y quise hacer este homenaje a ellos porque se lo merecen.

Como dije al inicio de esta historia, no es necesario que lean las otras para entender esta, pero si desean hacerlo pueden encontrarlas en mi perfil.

Espero que les haya gustado, yo disfruté mucho al escribirlo.

☆Preguntitas:

•¿De dónde son?

•¿Cómo llegaron a esta historia o mi perfil?

Muchísimas gracias por leer. 💋


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