Capítulo 16

Lincoln junto a la extraña compañía de Lucy, abandonan el hogar sin antes abrigarse de manera adecuada, la niña de atuendo sombrío siguiendo la tendencia gótica adaptada a la modernidad, es abrigada por un sobretodo negro sin patrones que destaque en la tela lisa, mientras que su acompañante solo se pone un chaleco de color naranja, aparentemente sin tener conflicto con el frío. Esto es presenciado por la mayoría de las hermanas que se encuentran en la sala, agarrando el control para buscar algún programa que llame la atención de todas, encontrándose más despiertas después del desayuno que Rita elaboró.


Lola no puede apartar la vista de la puerta hasta que, un comentario de Lynn interrumpe tal perdición de atención en ellas.

—Perdió la memoria, muy conveniente para él —la amargura en ella es notable, elevando los pies en la mesa baja de la sala.

—No empieces, Lynn, viste como papá le rompió la cabeza sin importarle nada —la intromisión de Lori opaca el comentario de la menor, mirando de soslayo sin guardar ni una pizca del sabor agrio que le sabe hablar injustamente de Lincoln—. Baja tus mugrientos pies de la mesa.

—Tsk… te comiste mucho el dilema de hermana mayor, después de esto —murmura con intenciones de ser escuchada, cruzando los brazos mirando con  el ceño fruncido a la televisión. Lori no logra sostener el control contra ese comentario, devolviendo el golpe de Lynn con palabras que arden en el fuego del conflicto entre ellas dos.

Lola no se queda para ser espectadora de aquella discusión que le da una sensación gélida, como si estuviera viendo un vestido de ella destrozado por culpa de ella, y arrepentirse de que nunca vuelva a relucir como antes. Subiendo las escaleras sin importarle que el nombre de ella sea nombrado en las afiladas palabras que se dedican sus dos hermanas, encamina hasta el cuarto de ella, sentándose en la cama con flores en las sábanas. No logra dejar caer toda su espalda en el cómodo colchón, interrumpida por la llegada inesperada de Lana. Los ojos de las gemelas se encuentran por un instante, conservando dudas en ellas que no se atreven a soltar por el momento.

La niña con overol manchada por aceite viejo se acerca sin vergüenza a la princesa, que está mirándola inclinada hacia delante con los codos puestos en el colchón como apoyo. Lola nota la preocupación que tiene en preguntarle a Lana le intriga, sin embargo, no le ayuda con un empujón, solo la mira sentarse al lado suyo, recostado la espalda de ella en la misma cama. Lola observa extrañada la acción de su hermana, arrugando las cejas en el proceso.

—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunta con una dura voz recriminando a su gemela, aunque las palabras de Lola no consiguen obtener la misma potencia que acostumbraba tener.

—Yo… solo quería ver cómo estabas —responde con muda timidez, hablando como si estuviera susurrando con una tristeza delicada. El reposo de Lana es completo al tener una almohada en su cabeza, mirando de reojo el rostro irritado de Lola.

—Estoy bien, ¿satisfecha?

—No, no estoy satisfecha, Lola. En serio, te noto aún más rara —la preocupación genuina se delata aún más, soltando las riendas en su lengua con pronunciación suave, como si la voz ronca de siempre haya sido borrada de ella. Lana imita la posición de Lola, levantando el torso con ayuda de los codos—. Y eso no es normal en ti, ningún capricho, ninguna demostración de tus maquillajes ni nada. No fuiste con Leni que te quería hacer un vestido que le pediste tanto. Y me estás ocultando cosas. ¿Qué está pasando por tu cabeza?

La demanda de Lana a causa de la preocupación de ella, brinda poder a la voz de la niña con overol, exigiendo las razones que desconoce en el comportamiento peculiar de Lola, descoloriendo el carácter tan invasivo de la niña. Mientras que la joven con vestido rosado, notando que las arrugas en la tela no parece importarle a Lola, no como antes, no deja salir la voz para contestarle, únicamente le mira a su gemela con incertidumbre por unos breves momentos.

—No me pasa nada fuera de lo usual —responde sin observar los ojos de su gemela, detonando en su voz la duda, una duda que atraviesa a la mente de Lola hace horas, paseando con mayor intensidad después de ver a Lincoln hoy a la mañana. Pareciendo que nada pasó, ni la muerte de Clyde o lo que desencadeno la mentira que ella creo—. Solo que… es raro ver a Lincoln como si no pasara nada, como si todo estuviera normal.

—Eso me enfurece, ¡qué te haya hecho eso y esto como si nada! Papá no tuvo que parar —responde con cólera la gemela de menor delicadeza, retomando la voz rasposa habitual de Lana. Al terminar de hablar, el seño fruncido que da a luz su ira, se desata al pensar en la imagen de Lincoln en el suelo, bañándose en su propia sangre. Aunque no lo admita, le afecta haber presenciado ese estado de su hermano.

—No… estuvo de más —responde Lola cargada de culpa que se mezcla entre la incertidumbre, sentándose en la cama, alejando la vista de Lana al abrazarse las rodillas—. Yo… ¡no sé qué debo hacer! —los brazos de Lola ejercen aún más fuerza, escondiendo las rodillas en el pecho de la niña, consolando por si misma la angustia que deteriora su mente. Tan frágil se vuelve la voz de Lola, que se rompe apenas siente la mano de su gemela encima de su hombro.

—¿De qué estás hablando? Ya hiciste lo que debías —interroga Lana en la búsqueda de ser el consuelo de la niña con sus mismos rasgos. Lana se acerca a su hermana, casi murmurando de manera delicada, aceptando ser una figura de apoyo. Conmocionada por las repentinas lágrimas que recorren en las mejillas de Lola, paseando por la piel sin rastros de maquillajes, la gemela abraza a la pequeña niña.

—Es mi culpa, Lana —la voz se rompe, Lola no puede evitar sollozar, las ganas y la necesidad de liberar el peso en ella la sobrepasan. Las pequeñas gotas formadas de culpa manchan el simple vestido que viste—. Casi matan a Lincoln porque mentí —la confesión de Lola se deforma en el aire por la poca estabilidad de ella, perdiendo la fuerza en las oraciones, sonando con mayor fuerza los sollozos que la propia voz aguda de Lola.

—¿Qué…? Lola, ¿en qué mentiste? —pregunta su gemela, logrando escuchar lo que su hermana confiesa. El tono de Lana se endurece un poco, lo que Lola percibe, provocando que ella crispe ante la dureza—. ¿Lola? Dime, no te entiendo, no te voy a acusar con mamá —la respuesta de Lana es engañosa, diciendo lo último con tardanza tras no saber a lo que se enfrenta, a qué verdad será iluminada ella. Pero no aparta los brazos que protegen a su gemela quien no para de temblar, acariciando con una mano un hombro de ella con gentileza.

—Lola, dime, soy tu gemela, confía en mí —las suplicas de Lana no paran, enterneciendo las palabras con cariño, observando el perfil de su gemela con los ojos lleno de preocupación, paseando en la mente de Lana la duda, ¿a qué se refiere? Lola se atreve a dar vuelta su cabeza, mirar el rostro impresionado de su gemela por ver los ojos cristalinos de ella, sollozando en cada intento dificultoso de respirar. Los labios infantiles de la princesa, sin rastro alguno de pigmento de maquillaje, se separan con inseguridad, tragando saliva antes de que su voz confiese.

—Lola —la voz de una tercera interrumpe la escena, entrando sin preguntar de la entrada del cuarto. Una joven castaña con estatura aún más baja de las gemelas, mira sin mostrarse sorprendida de la escena conmovida entre ellas dos que, habitualmente son reacias al contacto afectivo y físico entre ellas—. Necesito tu asistencia a solas en mi recámara, te requiero de manera urgente.

—Lisa, no voy a ayudarte en tu apestoso laboratorio de científica loca —responde sin escrúpulos, pasando una mano debajo de su nariz mientras la hace sonar de manera ruidosa, sin cambiar el semblante rudo que endurece el rostro de Lola.

—Es de un tema que va a atraer tu atención, unidad fraternal, es sobre Lincoln —Lisa explica, cortando las palabras en una pausa intrigante al ver como el rostro de Lola se descongela. Una diminuta sonrisa de victoria crece en Lisa—. Las grabaciones, acompáñame.

Hay un intercambio de mirada entre las gemelas, los ojos de Lola piden auxilio con temor a Lana, quien no logra entender la situación de manera completa, mirando con duda a Lisa y a su gemela. La pequeña científica se aparta del interior, acostando la espalda de ella en la puerta abierta, alzando una de sus brazos como señal de que debe marcharse. El semblante serio, incluso más de lo normal para los ojos temerosos de Lola que, se cierran al pasar miles de pensamientos intensivos sin buen final en ninguno. El suspiro que deja escapar Lola expulsa una parte del temor que la mantiene encarcelada en la estática. La niña se levanta de la cama, ignorando las preguntas de su gemela que se dirigen a ella como a Lisa, hasta que Lola llega a las afueras del pasillo, la más pequeña se atreve a dirigirle la palabra a la niña con overol.

—Una de nuestras unidades fraternales mayores ha solicitado tu presencia con urgencia, no te demores tanto, sino estará la posibilidad que ella te busque y reclute para que bajes imponiendo fuerza. Hipotéticamente, esa sería una probabilidad —advierte con el típico siseo que tiene Lisa en su hablar. Tras esto, la niña cierra sin dar una segunda mirada a la confundida gemela que, siente un zumbido en una de sus orejas por un breve momento, incapaz de poner en orden los pensamientos de ella al sufrir gran escasez de información. Instantes de que esa molestia se desvanezca, Lana se levanta de la cama con rapidez, corriendo hasta la puerta y cruzando el umbral. Sin nadie en él, la mirada incomprensible de Lana pasea por las puertas que se encuentran en el inusual pasillo silencioso, deteniendo cuando distingue la habitación de Lisa al cerrarse.

«¿Qué pasa?» es el pensamiento de la gemela con overol, mirando con duda que se mezcla con la preocupación extensible en su interior. Los siguientes pasos de la gemela encaminan hasta la escalera, bajando cada escalón sin animo de escuchar otras voces que no le den explicaciones.

—•—


La puerta es cerrada por Lisa, dando la espalda a su invitada que, camina hasta el medio de la habitación llena de frascos limpios, observando el largo escritorio que se encuentra a la izquierda del cuarto, donde usualmente esta lleno de papelerío, sustancias con apariencia nociva, junto a demás utensilios que Lola no entiende. Por la mente de la niña vestida de rosa, ese ambiente ajeno de Lisa le da una extraña sensación de que algo anda mal, aparte del asunto de Lincoln. Alejando la mirada de la pared donde comparte espacio con el escritorio, observa más el cuarto, paseando por la cuna de Lily quien está en la planta baja, hasta llegar a una camilla que se encuentra en un rincón, junto a la cama de Lisa a la derecha. El rostro de la niña se agudiza más, paseando una dolorosa suposición.

—¿Ahí estaba Lincoln ayer? —el susurro de Lola es minucioso, clavando los ojos en ese mueble metálico con forma de cama. No se da cuenta de los cortos y repetitivos pasos que provienen detrás de ella, hasta que la voz de la propietaria interrumpe el limbo de su hermana.

—Nuestra unidad fraternal esta sufriendo un episodio de desorientación al estar diagnosticado por un posible caso de amnesia, o perdida de memoria, te lo denomino de tao manera para que me sigas el paso —la explicación de la pequeña científica es redactada mientras ella pasea por su escritorio, agarrando la única silla que hay en la habitación hasta llevarla donde esta Lola, ofreciendo con sequedad el asiento a la anterior nombrada—. Eso explica el porqué hoy nuestra unidad fraternal, Lincoln, ha actuado como si todo lo ocurrido, desde el ataque primitivo de nuestro progenitor hasta la acusación que hiciste a base de blasfemias, no haya existido.

—¿Qué dices, Lisa? ¿Blasfemias? —Lola responde con sus dudas, siguiendo el paso de Lisa con dificultades de manera lenta. La princesa se sienta con incomodidad en la silla, mirando como la pequeña científica se para delante de ella, compartiendo estatura a causa de la baja altura de la silla ajustada por la propietaria con anticipación.

—Lo sé, unidad fraternal. Realizaste ultraje con los registros de audio video de nuestra unidad fraternal, Luan… Veo que no has entendido, de manera simplona, sé que robaste las grabaciones de Luan y las rompiste, al igual que mis grabaciones tu y nuestras hermanas creen que las mías las he desechado por rutina, pero no es así —la revelación de Lisa deforman el semblante de Lola, plantando miedo en ella. Una ráfaga de escalofríos escalan por la espalda de la princesa, arrancando las fuerzas de la menor, observando los cristales de Lisa reflejando su rostro.

—Es imposible… ¡No te creo! No hay nada, borre todo, ¡no hay pruebas! —la voz de Lola responde como si fueran escarchas de hielos, frágiles y desarmándose a la caída. Los escalofríos en los brazos de Lola son potenciados, temblando con fervor mientras se aferran al torso de ella en un abrazo inconsciente.

—Te pido calma, unidad fraternal, no es toda tu culpa —responde Lisa sin perder la paciencia ni la monotonía de su voz, descansando las dos manos en los bolsillos que tiene la bata de laboratorio, apareciendo un bulto en uno de ellos. Los ojos de Lola que están apunto de derramar lágrimas de angustia, se intrigan de las palabras que ha dicho su hermana—. Esa oportunidad he aprovechado para un experimento social, como ya debes de saber, en nuestra anterior reunión he solicitado que el caso de Lincoln caiga en mi responsabilidad para que el transcurso de dos meses todo sea más fácil. Sé que mentiste, unidad fraternal —en ese momento, la mirada temerosa de Lola se cristaliza, escapando un río de lágrimas que es acompañado por la agitada respiración, amenazando a que ella se rompa—. Tengo las grabaciones, pero no he dicho nada, usando la ocasión como otra oportunidad de investigación. Tu culpa la comparto —la voz monótona de Lisa se desarma, agrietándose a causa del sentimiento que es responsable de la escasa frialdad que ha tenido con sus investigaciones, obligada a posponerlos. Lisa se acerca dos pasos a la temblorosa figura de su hermana, observando la mirada de Lola que no para de viajar a diferentes ángulos, notando como la guardia de ella se levanta en respuesta de su acercamiento. Pero no tarda en desplomar esa barrera intocable, desarmando por completo la rigidez de su cuerpo, se inclina en la silla dejando escapar sollozos sin pena.

—¡ES MI CULPA! Mentí, no quería admitirlo, ¡todas me van a odiar por esto, HASTA MAMÁ! —las lágrimas de Lola no se detienen, tapando los ojos con sus manos, el temblor en ellos se incrementa, extendiéndose hasta la voz de ella. Lisa no muestra cambio alguno delante de Lola, mirando al suelo por incomodidad del semblante que muestra su hermana. Transcurriendo casi un minuto desde la última palabra dicha por Lola, la voz de la niña se vuelve a armar, consiguiendo solidez para formar palabras otra vez—. No quiero, no quiero, no quiero que me odien, no tuve que mentir, solo estaba enojada con Lincoln, no quería que terminara así.

—Debes de admitir la culpa junto a mí, la situación está muy desbordante a causa nuestra —ordena Lisa levantando la vista, limpiando los cristales de los lentes con un pañuelo que saca de sus bolsillos. La tela sedosa le provee una sensación tierna, entrando una efímera calma que es agraciada para Lisa, sabiendo lo que ocurrirá después—. Unidad fraternal, lo más recomendado en esta ocasión, es confesar que tu acusación de abuso es falsa.

—¡No! ¡No, no, no, no! No me van a perdonar, Lisa. Por favor, ayúdame a solucionar todo esto, ¿algún invento tuyo podrá arreglarlo? —ruega Lola aferrando sus manos en los pequeños hombros de Lisa, mirando suplicante ante la compañía de esta. Los instantes de espera para la joven princesa se vuelven eternos, sintiendo como Lisa se queda muda aunque no sea así.

—Denegado, aunque te niegues a admitirlo, ya hice el trabajo de las dos —responde Lisa, aflojando la mirada al finalizar el comunicado, mostrando una pizca de piedad que, Lola no logra captar ante el pánico que se sumerge cuando observa el celular de Lisa. Revelando dentro de su bata, la llamada entrante esta comunicando con Lori, mostrando el cronometro que han transcurrido siete minutos.

Las manos de Lola se alejan de Lisa, como si el tacto de ella se volviera ajeno a las buenas sensaciones, cortando la coordinación de las extremidades. Alejada del entorno que la devora sin perder tiempo, los pensamientos de Lola se tiñen de gris, «¿escucharon la confesión?», es la primera preocupación que la atraviesa, una pregunta que la respuesta esta delante suyo. El sudor en escarcha arrebata el calor en el cuerpo de Lola, aun cuando la ventisca esta lejos de ella.

—Soy una experta en las diferentes ramas de la ciencias, pero inexperta en la simpatía —la voz de Lisa rompe la tormenta que sumerge a Lola, hablando como si fuera una confesión de la más pequeña. El pulgar de ella cuelga la llamada, provocando la marcha de un ejercito desde la lejanía—. No me dejes sola en esto —la voz con siseo de la pequeña científica se tambalea, agitando entre las palabras. En ese momento la mayor de la habitación logra verse en los ojos de Lisa, compartiendo el mismo temblor que derrumba la seguridad.

La puerta se abre con brusquedad, el aire se vuelve sucio para las narices de las dos niñas, quienes sienten como sus almas son jaladas hacia el suelo, cuando la dura voz de su hermana mayor grita sin precedentes.  

—¡¿Me están tomando el pelo?! —afilada como una navaja fría, la garganta de Lori se desgarra tras el grito entrando a la habitación sin preguntar. La joven adolescente es seguida por las demás hermanas, Leni, Luan, Luna, Lynn e inclusive la gemela de la niña que observa las siluetas de las anteriores nombradas. La mirada de Lola se olvida de la existencia de Lisa, atraída por la impredecible situación que está amarrada.

«No» es el efímero pensamiento que cruza por la cabeza de Lola, reconociendo la mirada que porta su gemela, la persona que menos deseaba que se oponga a ella «. No me mires así» deseando que sea una mentira, Lola siente como algo explota en su interior, astillando todo su pecho sintiendo el dolor de miles de cristales afilados. Los ojos de Lana la ven con un doloroso desdén, obligándose a mirar si el rostro de Lola no miente.

—¡Lola, dime la puta verdad, ahora! O te juro por el abuelo Albert, que te haré ¡UN PRETZEL HUMANO! —ordena Lori, propinando una fuerte pisada delante suyo, provocando que la Lola se aleje de la silla poniendo las manos en el respaldar, como si fuera un escudo inutilizable.

—Si esto es una broma, el día de los inocentes no vas a reír —advierte Luan, apareciendo detrás de la mayor compartiendo el mismo enojo en su rostro, borrando en totalidad la amable faceta en la bromista. No solo se enfoca en Lola, Luan no puede apartar la mirada en Lisa, escuchando toda la llamada y sabiendo que le mintió, ocultando lo que una vez le pidió para saber la verdad—. Al igual para ti, Lisa.

—Hey, chicas, calma, esto quizá no sea lo que parezca, puede ser… —Luna se pone en el medio de la escena, extendiendo los brazos hacia Lori, relajando la voz aun cuando las cejas de la rockera no logran relajarse. Hasta que Lori cierra la boca de Luna con un grito que transforma en piedra a todas las presentes, no solo por la voz, también por el empujón que le propina a Luna causando que caiga.

—¡Mintió sobre Lincoln! Papá casi lo mata, todas nos pusimos en su contra y perdió la memoria, ¡TODO POR UNA MENTIRA! —responde de manera exaltante la hermana mayor, viajando con la mirada como si fuera un aguijón, hasta clavarse con fervor sin despejarse en el rostro de Lola.

—Lola —nombrando el nombre de su gemela, Lana se agarra un brazo como si estuviera abrazándose ella misma. La sequedad en la voz de ella llama la atención de la nombrada, ignorando la amenaza que tiene delante suyo—, ¿Linc-Lincoln te tocó? ¿En serio lo hizo, o mentiste? —la pregunta de Lana es una suplica a la verdad, o quizá una mentira que prefiere creer por temor a la realidad. Ni ella misma lo sabe, esperando que cualquiera sea dicha aun percibiendo que será un golpe sin reparación.

—Te recomiendo hablar ahora, princesita —amenaza Lynn, golpeando su palma abierta con un puñetazo que resuena en seco—. Y a la celebrito, es mejor que saques esas grabaciones por si miente.

En el suelo se levanta Luna, mordiendo su lengua por el enojo que le provoca haber sido empujada al suelo, apretando los puños desnudos congelados por el frío. Cabizbaja el incesante respirar de Luna se calma junto a la tensión que invade su cuerpo. Los ojos de la adolescente apasionada del rock desafían a la mayor, visualizando en el rostro de Lori el coraje que ella trasmite, ganando la derrota tras la serenidad y rigidez inamovible de la rubia. Dando la vuelta, Luna busca a Lola sin moverse del lugar.

—Lola, di la verdad, todas sabemos que no mentirías con algo tan jodidamente serio, eso no es cool —dice Luna levantando los brazos en señal de obviedad con lo dicho, confianza plenamente en las palabras. A espaldas de Lola, Lisa camina para estar en frente de la charla, inclinando la cabeza hacia delante en respuesta de lo que escuchó—. No eres de hacer bromas, Lisa, esto no es tu fuerte, hermana. Es muy retorcido este chiste.

—Vamos, Lola, mentí otra vez. No te saldrá bien repetirlo —interrumpe Luan apoyando su cuerpo en el marco de la puerta, elevando la voz para ser escuchada con claridad. El desdén que corre por la hermana bromista es sólido, recibiendo la mirada de reojo de quien comparte el cuarto.

Las discusiones siguen en torno a la niña, insultando e incluso degradando el perfil de esta. El aire alrededor se convierte en un fuerte veneno pesado, como si estuviera respirando plomo, la visión de Lola se desenfoca entre la realidad y los pensamientos de la niña, percibiendo el ataque de la hostilidad que sus hermanas cargan en el ambiente entre ellas. La boca se seca como un desierto atacado por fuertes ráfagas, violentas y repetitivas bocanadas de aire provenientes de Lola llaman la atención de Lisa. La niña observa el pálido sufrimiento pintado en el rostro de Lola, bañado por sudor, y los ojos desorientados mirando la jauría de gritos como si fuera una escena de crimen.

—Lincoln… él… —balbuceos agitados originados por los temblorosos labios de Lola, escapan de los nudos mentales que aturden a la niña, quien siente el ardor en los ojos escasos de lágrimas.

—¡Habla de una vez, admití, Lola! —el grito de Lori enmudece las voces ariscas entre las diferencias de las hermanas, consistiendo principalmente entre Lori, Luan y Luna, participando de vez en cuando la ingenuidad de Leni junto a la dualidad incoherente de Lynn—. ¿Nuestro hermano merecía todo esto? —pregunta Lori disparando las palabras, como si estuviera por soltar espuma de la rabia. Un sentimiento que se puede palpar, junto a las lágrimas que se arriman al borde de sus párpados, aun con la dureza que trasmite el rostro de Lori.

Las miradas de todas las hermanas como faroles ciegan a la gemela, aterrada por las facetas que tienen todas las chicas al mirarla desde arriba, sintiendo que es una pequeña y repugnante bestia admirada por un temprano fallecimiento. La escena se silencia, los sonidos mueren a causa de la tensión, la espera de una respuesta que tire la soga de la acción. Pero no llega nada, la garganta de Lola se anuda matando su voz, el temor de sentirse vigilada por esos ojos con mirada temerosa, dudosa, resentida, le resulta aterrador.

—… —no dice nada, Lola cierra los ojos para sacarse esa sensación desagradable, pero lo sigue sintiendo, aliviando de manera leve las quemaduras en sus ojos rojos. Pasando la pesada roca por su garganta,  raspando las débiles paredes, un murmuro que no logra salir de sus labios, atrae la atención de todas las hermanas, esperando la repetición de esa acción—. Él… No… no se lo…

Un murmuro que es escuchado, no logra concluir la frase a tiempo, cayendo al suelo sintiendo como la nuca de ella da un fuerte abrazo a la frialdad del piso. El fuego de una cachetada sigue ardiendo en una de sus mejillas, extendiendo hasta el interior húmedo que resguardan los dientes. Los párpados se abren, desorientada observa el techo del laboratorio, sin saber de lo que pasó para caer así, consciente de las sensaciones remarcadas. Se sienta en el suelo con temor, distinguiendo con los ojos bien abiertos los cabellos rubios abundantes de Lori, joven que parece ser capaz de cortar las venas de un corazón en este momento.

Lori da un paso, acercándose hacia el cuerpo tirado de su hermana, quien acaba de recibir el ataque enfurecido de la mayor. Lola retrocede de manera inútil, intentado alejarse de todas sus hermanas, fracasando al acabar en el mismo sitio. Por primera vez, la niña acostumbrada a sentirse superior en todas las situaciones, desde su pecho, las ganas de huir rogando piedad desbordan en temblores. Sin captar cuando, vuelve a sentir la otra mejilla quemándose con el calor que, no viene solo, un sabor metálico es saboreado por la lengua de Lola.

—•—


En la cocina de la casa Loud, la figura de una mujer rubia pasea alrededor de la mesa con el celular en mano, mientras que con la otra que no esta ocupada, aprieta el puño como si estuviera estrangulando el cuello de alguien sin temor a que el aire no entre.

—No te excuses, no paraste en ese momento, ¡nunca me escuchas! —Rita no se contiene al casi gritar, evitando el instinto de querer tirar el celular al suelo para matar la voz que se escucha al otro extremo—. No, no, no. ¿Pensar? Lynn, eres un idiota desgraciado —la garganta de la madre es rasgada tras pronunciar los insultos, apoyándose en la mesa mientras apoya los nudillos en la madera. Agitando la cabeza por los dos lados, negándose en lo que escucha, irritada por el tono chillante que perfora los tímpanos de Rita—. Vete a la mierda, no vas a lograrlo, ¡te estan por despedir en el trabajo! ¿Vas a lograr mantener a mis hijas así? Fracaso de padre —las últimas palabras que dice la mujer, son escupidas con toxicidad, apretando los dientes que restringen lo que aún quiere decir. Otros gritos ajenos a los que provienen de ella, llaman la atención, mirando al umbral donde separa el comedor de la sala, llegando vestigios de la brutalidad que empieza a ser gradualmente aumentada. Se separa el celular de la oreja, ignorando los gritos chillantes que traspasan la pantalla táctil, cortando la llamada sin ver.

Los pasos curiosos de Rita se dirigen hasta la escalera de la sala, abriendo los labios con una pregunta en la punta de la lengua, “¿qué esta pasando?” es lo único que piensa en cada escalón que sube, apurando el ritmo hasta empezar a correr hacia la puerta donde aumentan el escandalo. El aturdidor ruido de que algo cayera al suelo con fuerza, provoca que el corazón de la madre se detenga, abriendo los ojos de manera sorpresiva. Llegando con el palpitante corazón en mano, donde los latidos se vuelven más rápidos, se caen de sus dedos al llegar a la escena, escuchando una temible frase que la vuelve en piedra, nombrando al único hijo con la cabellera en blanca. Mismo niño que se encuentra en la esquina de la cuadra acompañado de su hermana Lucy.

 
¡Buenas! Espero que les haya gustado e capítulo de hoy, llego de manera tardía por algunos contratiempos que me pasaron, gracias por la espera. Quizá sea un poco más denso que otros capítulos tras lo largo. No se olviden de dar un voto como apoyo, sin más, nos vemos en la próxima actualización.

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