Capítulo 12

La mañana da a resplandecer el Sol a la esquina de su salida, adueñándose del terreno donde las estrellas se daban lugar a su brillo. Algunas nubes decorando el cielo, los habitantes de la ciudad continúan con sus sueños al ser un domingo, día de la semana que más sacan provecho para descansar o hacer actividades, las cuales no pueden por el tiempo o por no ser el mejor momento.

Un ruido de bajo volumen y corto, es soltado por el reloj alarma de Lincoln, joven albino que descansa en su cama sin intenciones de levantarse, estando sumergido en su sueño. Tapado con una manta abrigada, el joven posa una posición cómoda, con los ojos cerrados, mientras que en la mesa de noche el reloj marca la hora. 7 A.M. la hora que habitualmente el joven despierta, siendo esta una ocasión de excepción, aun después de haber pasado otro momento autolesionando sus seguridades con los pensamientos que lo amarran al pesimismo.

En un caso distinto pero a la vez no tan lejano, en los cuartos de sus hermanas, estas siguen en sus placidos descansos, en casos de algunas de ellas abren los ojos, pero niegan y vuelven a recostarse. Solo algunas tuvieron un insomnio similar al del albino, siendo Luan por sus inseguridades del tema de Lola, la ausencia de su hermana rockera, y la preocupación que le trae esta última por un incidente que surgió la última vez que se fue a tocar. La otra es Lori, pensando en su hermano, más específico en la situación que está, y ni siquiera sabe si él al menos está enterado, porque si fuese el caso él hubiese estado disculpándose de rodillas, o querer aclarar o excusar si de verdad haya hecho algo.

En todo el desorden de su mente, llega a la conclusión de tener la necesidad de hablar con Lincoln. Provocando que otro río de dudas surjan, el inicio de este con la pregunta del, ¿por qué antes no que habló? Así las cosas, puede que hayan avanzado a su conclusión, y no a la disolución de sus hermanas, siendo obvio al ver como algunas ni se hablan, o el hecho de que las actividades de sus hermanas se congelaron, algo que al saber que Luna se haya ido a tocar, le dio la sensación que esta volviendo al curso normal a la situación. Cayendo dormida con el objetivo de hablar con él, que les aclare sus dudas e informarle de la situación si es que no está bien ubicado.

Una decisión es tomada pero aún no ejecutada, puede que llegue a ser entrometida por la llegada de la cansada Luna.

—¡L-Llegue! —celebra consigo misma la hermana rockera cuando entra al hogar, la satisfacción de cumplir su objetivo, la respiración costosa hace que le complique su integración a su estado normal, siendo este al expulsar el oxígeno por su boca, le secaron su garganta, otro indicio de estar tan cansado—. Estoy por morirse, necesito beber algo —tomando una extensa exhalación por su nariz, adapta una posición recta para caminar, quejándose en el primer paso por su dolor de rodilla. Culpable de su retraso, pero por el tiempo la corta hemorragia dejó de expulsar su sangre, pero aún mantiene los residuos que había en la acera. 

Caminando arrastrando su pierna izquierda, se apoya con lo más cercano, siendo ahora el caso de sofá, avanzando y decidida de ir a la cocina, beber algo para pensar en los que hará.

Bajando el vaso de vidrio, haciendo que el choque de la superficie de recipiente contra la mesa de los menores haga un sonoro ruido. Observando el jugo de naranja, removiendo su líquido por olas, en él se puede reflejar a ella misma, aunque sin mucha claridad. Con una mirada seria, persiste en la posición la cual ha bajado el vaso.

—Debo hablar con papá y mamá, eso es muy obvio, pero ¿cuándo? Si lo hago ahora será muy repentino y puede que lo tomen como una broma, o les afecte bastante, más de lo que les debe de afectar. Pero si lo hago más tarde, puede que Lana o incluso Lisa sean víctima de él, ¿qué hago?... Esto no hubiera pasado si Lincoln no le haría eso a Lola, ¡acaso no puede solo masturbar su corto y precoz pene! —los quejidos con claras señales de enojo, Luna aprieta el vaso, siento tanta la fuerza que empieza a temblar al querer aplicar aún más. Sus cejas se arquea para abajo, abriéndose sus labios mostrando sus dientes, siendo otra señal el estar con todo su cuerpo rígido por la impotencia de poder decidir.

—Sí, los delitos como esos dañan mucho a las personas, no se debe de alargar la sentencia del desgraciado que lo cometió —llegando a una ideología plasmada en su cabeza, también significado de su justicia, Luna levanta el vaso para dar un último trago. Bajando como la anterior vez, pero con más fuerza en el impacto—. Bien, es hora de que este asunto se vuelva totalmente familiar, y que se resuelva como tal. 

Sin temor de hacer ruido, sube las escaleras con dificultades, tomando en cuenta su pierna antes de tocar la puerta de su madre, viendo como la hinchazón aún no se alivia desde el recorrido, siendo este uno duradero no por la distancia, si no la velocidad la cual era conducida.

Con un gesto de disgusto, desvía su objetivo y se dirige al baño, sitio que no está tan lejos, siendo solo unos pasos lo suficiente para llegar.

—La habitación de mamá y papá está muy cerca del baño… aprovechadores —dice Luna al llegar a la respuesta sin muchos rodeos, ella se da cuenta recientemente, viendo como sus padres sacan provechos para ellos mismos también, para ella algo egoísta pero no tan grave.

—•—


—¡Auch! —el quejido de Luna al tener en manos con un trozo de algodón mojado con agua oxigenada, se limpia su herida sintiendo un poco del dolor al presionar la hinchazón. Sin muchas vueltas, enreda su rodilla con una venda, sin importarle que el dolor aumente, algo ligero a comparación que el principio. Estirando su pierna, asiente en frente del espejo con una mirada seria, determinada en ser la persona que termine el problema, y evitar que llegue a niveles los cuales no se puedan solucionar. Con su ropa con algo de tierra, sus manos recién limpiadas por el tener que apoyarse de las paredes, Luna sale del baño con un ligero desequilibrio, pero ella no le toma importancia a tal condición.

Nuevamente delante de la puerta, detiene su mano la cual está a solo unos centímetros de golpear la madera, tomando en cuenta de que sus hermanas están durmiendo, y el hacer ruido es arriesgarse que estas se despierten y se entrometan en su objetivo.

—Me arriesgare —cambiando el rumbo de su mano, agarra la perilla y abre la puerta con lentitud, estremeciendo de miedo en las dos ocasiones que los chirridos son producidos por el estado de la puerta. 

—¿Mamá? ¿Papá? —Luna llama en un susurro audible, mientras cierra la puerta a su espalda, brincando de la sorpresa al hacer que el marco choque con fuerza con la entrada.

—¿Luna? Qué bien que de verdad llegaste temprano, tenía pensado en darte un castigo… Bueno igualmente te daré un castigo jovencita —el aliento de Luna se pierde por la voz altanera y subida de volumen de su padre, observando que él está en su cama, al lado de su madre aún durmiendo, sentado en el borde dándole a su hija una mirada de reojo rápida. Lynn está acomodándose una corbata, dando un toque más serio a su padre junto a su traje y saco. Pero que él esté tan formal y además, mostrando una seriedad pocas veces vistas en su padre hace que le pregunte el motivo, aunque al principio solo era un pensamiento para ella sola.

—¿Por qué estás tan formal? —pregunta Luna hasta que se levanta su mano para taparse su boca, pero se detiene a la mitad del recorrido. Mirando a su padre con su rostro demostrando la ansiedad de la respuesta y el miedo de que él, se moleste o que haya tocado un tema delicado. Un miedo que nunca en su vida experimento, es la presencia de su padre. Y para Luna, es un temor bastante preocupante para ella.

—Debo solucionar algunos temas, que me esta molestando mucho. Y si yo pierdo en el asunto, te juro que la próxima vez que me veas, estaré en una celda —la respuesta que le da su padre sin mirar a su hija, terminando de acomodar su corbata, se levanta pero siente sus zapatos desajustados, quejándose para volver a sentarse en el borde de la cama. Ocasionando que Rita se mueva, pero sigue en su sueño algo flojo.

—¿Qué? ¿Celda? —pregunta la voz llena de preocupación de Luna, sin duda alguna, el ver a su padre tan histérico por algún asunto, que le apetece preguntar pero le da miedo cómo termine, siendo que para ella, terminará en una respuesta con furia de parte de su padre.

—Luna, ¿para qué viniste? —es la respuesta de su padre al terminar de ajustar los cordones de sus zapatos, este deja de estar sentado, estando de perfil para Luna, mientras él, al estar en frente de su guardarropa con un espejo incrustado busca imperfecciones en su atuendo, al igual que en su rostro.

—Yo… Yo, vine a hablar d-de Lincoln —la respuesta de Luna no es continua, sintiendo incertidumbre en su voz, culpa del repentino sentimiento de inseguridad que carcome su coraje. El enojo al enterarse de lo que sucedió entre Lola y Lincoln, bajaron sus llamas, ahora reemplazadas por unas ligeras flamas que apenas contactan en su interior. Confusa, Luna no entiende el gran cambio, inconsciente que al estar delante de su padre, rebosando respeto con su imagen, hace que gran parte de su enojo guiado por su instintos bajen de intensidad.

—¿Lincoln? ¿Qué le pasa? Espero que no haya hecho nada estúpido —la voz del padre concluye mientras da sus últimos arreglos a la corbata, Lynn dobla su cuerpo para querer frente a su hija, acercándose a ella para acortar la distancia, tornando con más seriedad el asunto. Distinto caso que Luna, entorpeciendo su habla e incapaz de ver a los fijos ojos de su padre, rebotando de lugar a lugar por el tenso aire.

—En realidad, sí… Hizo una estupidez —dice insegura de sus palabras, y teniendo conflicto de seguir con su declaración, sintiendo ahora un miedo aparte que el estar delante de la figura paternal suya, con una seriedad y hostilidad en sus pupilas, encerradas en un aro marrón con tonalidad negras con tonos más claros al acercarse a sus iris negros.

—Ya me venía venir algo similar. Desde el funeral de Clyde a cambiado bastante su hermano… Él ¿se corto? —pregunta Lynn disolviendo poco a poco su fiereza, expresa en su voz la tristeza que le trasmite al hablar de su hijo. Volviendo con su seriedad actual, pero con menos desinterés.

—No.

—¿Toma alcohol? —mientras dice su posibilidad sobre lo que lo que hace o hizo su hijo, sus ojos se oprimen, concentrando el enojo que le surge al haber una posibilidad. Siguiendo la misma expresión en el resto de la charla.

—N-no —niega Luna desviando su mirada, olvidó de su fragancia al tabaco, y el alcohol que tomó en la fiesta, sintiendo miedo que su padre capte su hedor. Aunque, el sudor y su aroma corporal también baña su cuerpo, opacando a cierto grado el rastro de sus adicciones.

—¿Escapa de casa?

—No.

—¿Regala golosinas a menores? —la pregunta extraña del padre es pronunciada con cierto sarcasmo, dudando de la seriedad ante todo el descarte.

—No —niega Luna aún con su vista al suelo, la tonalidad tímida de su voz, da un rotundo cambio a una respuesta directa. Sin temor y con seguridad en sus palabras, o así es como interpreta su padre al escuchar a Luna, un caso totalmente contrario. Lynn siempre vio la relación de su hijo y Luna como una de la más cercana, un vínculo bastante sólido.

—Entonces, ¿qué hizo? No me viene otra posibilidades malas a la cabeza —la duda en el padre se esparce sin tener sospechas graves, levantado su mano a la cabeza, acariciando sus restantes cabellos, eleva su mentón, teniendo una vista al techo de su cuarto, notando la existencia de unas manchas oscuras, con otras en su interiores con tonos más claros y con un color original a la pintura, pero con más opacidad—. ¿Desde cuándo esta eso ahí? —Pensativo, esa suciedad obtiene la atención temporal de Lynn. Frunce su ceño al pensar que debe eliminar tales manchas.

—Bueno… No sé cómo decirlo, papá —responde Luna con dificultades, estando más sensible con sus latidos del corazón, teniendo la capacidad de sentirlos sin poner su mano en su pecho, ganando más radio sus bombeos en su interior. El temor de la reacción de su padre, es la dificultad más grande en el tema, además de ser la misma sensación, la que provoca la torpeza de sus movimientos, y el cansancio rápido de sus piernas por el temblor repetitivo pero poco notorio.

—Dilo de una vez, hija, tengo una reunión con gente… importante —pide el padre al sentir el tiempo correr. Cambiando con poca notoriedad sus rasgos, arrugando aún más su rostro y comprimir sus labios para negar que insultos salgan de ahí, Lynn sigue con la misma posición «. Lana podrá ayudarme… No, mejor no le digo nada, puede que me pida que compre otro reptil o que le consiga otro perro maloliente» es el pensamiento del padre buscando ayuda para eliminar la humedad y su rastro en el techo.

En palabras, la situación es fácil de declarar pero, para que se lleve al acto es otra situación. Viendo un poco más arriba de la cintura de su padre, Luna por su indecisión de querer decirle, pero con un conflicto desconocido que da gran espacio en su mente, le impide ver a los ojos penetrantes de Lynn. Característica que le sigue dando gran impresión a su hija, y puede que sea el potenciador del temor en declarar la situación a su padre. Respirando con una calma y con lentitud, el aire que entra y sale de sus pulmones, hacen que sus preocupaciones se vayan mientras está mentalizando una mejor situación.

—¿Qué está haciendo? —pregunta Lynn cuando el sonido de su hija al respirar y exhalar sonoramente, hace que el interés de las manchas del techo, cambien el rumbo de su mirada por la actividad de su hija. Extrañado por la acción de Luna, pero algo curioso de cómo terminara. Hasta que, el leve sonido de un zumbido electrónico viniendo de su reloj de muñeca, hace que recuerde la reunión que debe presentarse. Junto a Lynn, Luna vuelve a retomar terreno ante la desesperación, calmando la velocidad de su aliento atenta al ruido del reloj.

—Hija, si no me vas a decir, entonces me tendré que ir, se me hace tarde —responde su padre caminando hacia la puerta donde está Luna, quien el nerviosismo de hscer  contacto visual se desvanece, siendo su temor sustituido por el asombro de la despedida de su padre.

—¿Qué? No, papá, no puedo decírtelo después —responde Luna extendiendo sus brazos para que se vaya, llamando la atención de su padre con mucha intriga. Lynn al ver los ojos castaños de su hija con lágrimas acumuladas en los bordes inferiores de sus párpados, dando una impresión a su padre, tal que sus expresiones molestas y serias, se desvanecen en una de asombro con sus labios levemente separados. Luego de unos segundos de miradas silenciosas por Lynn, y sollozos con la misma posición evitando la salida de su padre por parte de Luna, el adulto abandonando gran parte de su indiferencia decide hablar.

—¿Por qué, Luna? ¿Qué tipo de estupidez hizo Lincoln? 

—Una… una muy grande papá —responde la voz quebradiza de Luna, hablando con lentitud, empieza a bajar sus brazos, pero sus lagrimas ya son liberadas y no puede dejar de expulsarlas. Aumentando la preocupación de su padre, Lynn solo espera que siga, intrigado y con gran preocupación sobre lo que hizo su hijo. Al ver como su hija llora, incapaz de hablar por los sollozos, solo provocando que la preocupación paternal de Lynn aumenten.

—Luna, dime hija, ¿qué cosa hizo Lincoln? Estoy seguro que lo podré solucionar. Solo, dilo, no te lo guardes —la caricia que le brinda la voz de su padre, calman sus quejido, sintiendo como él apoya su mano adornada con su reloj en su hombro. Gesto que alivia poco a poco a la chica, hasta desaparecer sus quejidos y parando su lagrimeo. 

—Dímelo —ordena Lynn gentileza, su mano experta en preparar una gran variedad de comidas, secan sus lagrimas de su rostro. Sonriendo a su hija, trasmite el mismo calor paternal del que ella está acostumbrada, con la misma delicadeza que siempre se a acostumbrado a ser tratada por su padre.

Al sentir los dedos de su padre en su rostro, secando sus lágrimas, mirándola con una sonrisa y apoyando con palabras, Luna sonríe levemente mostrando que el trato de Lynn a ayudado y disminuido su preocupación, sintiendo más confianza en ella misma para confesar y salvara a sus hermanas al igual que a ella, de las manos de su hermano. Pero en su mente, un pensamiento de ocultar y seguir como siempre, sin hacer nada y dejar en manos de su hermana mayor Lori el plan, vuelve a brillar. Un plan que nunca se ha dicho, ni siquiera sabe si hay uno pero, su consciencia al recapacitar, expulsa esa idea. Agitando su cabeza de lado a lado como señal de negación a ceder a tal idea egoísta.

—Papá. Te diré lo que Lincoln, le hizo a Lola.

—•—


Las caricias de los rayos del sol, entrando y golpeando las mejillas de Lincoln que mejoran la sensación de estar acostado. Hace unos instantes el despertó de sus sueños, quedando con la mirada fija al techo, con sus parpados ocultando la mayoría de sus ojos, algo entrecerrados. 

—Tengo sed. Pero seguro que despertare a alguien si hago mucho ruido… O me encuentre con mamá. Estoy seguro que me obligará a que hable con ella, y es lo único que no quiero. Arruinaría el comienzo de este día —de los labios secos salen una voz ronca, dejando una abertura abierta al terminar de hablar, solo muestran la fatiga que tiene, estando aún somnoliento por su despertar. Culpable de unos ruidos proveniente de el exterior de su cuarto. Aquellos mismos que le despiertan la curiosidad de quién es el que esta despierto, pero no quiere salir afuera por ahora.

—Espero que Lucy hoy si quiera hablar conmigo. O tendré que recurrir a otro método para quitar mis penas —desea el chico inclinando la cabeza hacia la puerta.

Al elevar los extremos de sus labios hacia arriba, dejando que forme una curva sus labios. Al sonreír, sus ojos entrecerrados con unas ojeras debajo de ellos, no tan notoria pero si perceptible, contrastando por completo con su sonrisa. La cual incluso Lincoln reconoce que es muy forzada al no ser verdadera e instintiva, como cualquier sonrisa de los demás.

—Voy a orinar —al decirlo, se esfuerza para levantarse de su cama. Hace días sus metas se esfumaron, dejando un hueco de intriga sobre qué hacer. Sin pasatiempos, ni el sentimiento que arrastra a las personas a hacer sus pasiones, se la ha pasado pensando en muchas cosas del pasado, como presente y del futuro. Llenando ese hueco con incertidumbres requiriendo respuestas pronto.

—Puede que solo siga el trabajo de papá. Y si él llega a comprar un lugar para ser el jefe, puede que lo herede. En esta familia se heredan muchas cosas inútiles, y si tengo experiencia en la cocina, puede que sea el más calificado a que sea mío en el futuro —hablando en susurros, la mirada permanece en el suelo, capaz de también observar de reojo la puerta sin mucha calidad. Al abrirla, el leve chirrido que Lincoln ya está acostumbrado, produce al abrir su puerta. Sin importarle tanto, da un paso adelante mientras levanta su mirada, deteniendo su recorrido al darse cuenta de que su padre junto a Luna están delante de él. Cruzados de brazos, el señor Lynn muestra un semblante de repudio, arrugando su ceño como señal de rechazo, mientras que a espaldar de él, Luna evita el contacto visual con su cabeza baja, apretando y arrugando su falda nerviosa e intranquila, sabiendo que hizo un acto de bien, pero no siente como si fuese así.

—Lincoln Marie Loud. Necesito hablar contigo, en tu cuarto y a solas. ¿Esta claro? —declara la voz del padre, apuntando con el dedo índice al albino.

Incluso para Lincoln, la actitud tan seria e imponente de su padre, lo deja estupefacto por cortos momentos, los cuales para la intranquilidad de su padre, no puede esperar para que llegue la respuesta con tardanza.

—Dime si no quedo claro, Marie.

Para la desgracia del Loud albino, su padre en pocas ocasiones lo llama por su segundo nombre, algo razonable por compartir el mismo nombre con sus demás hermanas. Pero por su tono irritada de voz, detonando mandato, consigue que se ponga aún más nerviosos como intrigado.

—S-sí papá —responde sin tardanza Lincoln, quien aparta su cuerpo, golpeando con una repentina acción veloz la puerta. Todo por la mirada penetrante de su padre, el cual sin retraso entra al cuarto con su postura recta, pareciendo una persona respetable por su atuendo.

—Eh, papá. ¿Y-y el asunto importante que debes atender? —detrás de Lynn, Luna habla con timidez, aumentando la intensidad del agarre a su falda, llamando la atención de Lincoln, el cual solo por curiosidad hecha un vistazo a la ropa inferior de su hermana, pero aún más el vendaje que tiene en su rodilla. Aunque se haya mostrado frío y distante con ellas, no es motivo suficiente para no preocuparse por sus hermanas, aún dentro de él permanece una leve llama de preocupación a ellas, sin importarle la actitud desconsiderada que Luna a Lincoln.

—¿Qué te paso en la pierna Luna? —pregunta Lincoln, dejando a su padre atrás, se acerca a ella con intensión de ayudarla, aunque la mano de su padre, agarra uno de sus hombros, apretando con fuerza. Lo que provoca un escalofrío desagradable en Lincoln, sintiendo un dolor algo tolerable pero, que aún así lo pone nervioso.

—No te preocupes Luna, puedo dejarla asuntos menos importantes que mi propia familia. Y, despierta a Rita para que te cure esa herida —la respuesta de Lynn, provoca una actitud sumisa en Luna, quien deja de mirar el rostro de su padre con preocupación, para bajar y ver como su hermano, tiembla levemente al igual que pone rígido su cuerpo. Haciendo contacto visual, se da cuenta de sus ojos celestes, abiertos por la sorpresa desprevenida, al igual que, siente como él pide su ayuda con su mirada. Pero sin importarle, vuelve a ver a su padre para asentir con su cabeza, y dar vuelta en busca de su madre—. Lincoln, entremos a tu cuarto.

—•—


La gran presión que trasmite la mirada de su padre, hace imposible el hacer contacto con él. Delante de Lincoln, el señor Lynn está sentado en una silla en una posición jorobada, apoyando sus codos con sus muslos. En cambio su hijo, está sentado en la orilla de su cama. Lincoln no puede evitar temblar, siendo sus brazos los cuales sufren mayor complicación al querer dejar de hacerlo. 

”C-creo que, las chicas le dijeron lo que pasó con Lola. Aunque, admito que debo ser castigado, no voy a negar mi castigo» es el pensamiento nervioso tiene Lincoln, ojeando todos los espacios posibles en su suelo, sintiendo como en sus hombros el peso de la mirada de su padre cae.

—Lincoln. Voy a ser directo contigo, y te diré que estoy muy enojado y decepcionado de que tu hiciste, hijo. Intento no hacer una estupidez pero me lo haces difícil —levantando su espalda para adoptar una postura recta. Respira un par de veces para calmar las llamas de su enojo, los cuales por su culpa, Lynn está procurando en no tener un arranque impulsivo, las cuales sus preocupaciones son pasadas por la reunión que no llegará a tiempo, sintiendo un gran enojo en su interior.

—Sé lo que le hiciste a Lola, y me enfurece bastante.

Las palabras de su padre, solo empeora el sentimiento de culpa en su interior, sabiendo desde que golpeó a Lola, que merece un castigo más cruel de lo habitual, sabiendo que sus hermanas no lo dejaran a la ligera. Apretando su pantalón con fuerza, quiere levantar la mirada para enfrentar su castigo como todo un hombre responsable, pero no puede aunque lo intente varias veces. 

—Sí, necesito un severo castigo. No me importa lo que me quiten o me órdenes, lo aceptaré sin quejas, papá —responde con un volumen algo bajo de lo habitual, el señor Lynn inclina su pie para arriba aplicando fuerza a su talón por tener que soportar el ligero peso. Golpeado el suelo con su zapato, el ruido provoca que Lincoln salte levemente de su cama por la sorpresa. Lynn exhala el aire de sus pulmones para retomar su palabra luego de respirar profundamente.

—¿Aceptaras tu castigo?

—Sí, lo aceptaré papá —en su respuesta, por primera vez en la conversación, levanta su mirada. Intimidado por los ojos de su padre, notando como su ceño se arruga aún más al hacer contacto visual. Sintiéndose él mismo, como si su padre estuviese viendo a una persona asquerosa y miserable, o esa es la perspectiva de Lincoln al ver a los ojos de señor Lynn.

—Así que… ¿De verdad, lo aceptaras sin ninguna queja? —la voz profunda trasmite una sensación rasposa al oírse, intimidan y pone inseguro a Lincoln, pero no retrocede, asiente para demostrar que lo aceptara—. Vete de mi casa.

La declaración del hombre sin bajar su firmeza en ningún momento, siendo todo lo contrario, estando aún más firme al decirlo. Acabando poco a poco su tolerancia, demostrando su enojo en sus palabras, pero Lincoln no lo nota, solo queda paralizado en esa posición, mostrando en su rostro con la boquiabierta lo impactante que son las palabras de su padre. 

—¿Qué?

—Ya escuchaste, te quiero fuera de mi casa —a los segundo de repetir la sentencia que le da a su hijo, se levanta de su asiento, permaneciendo con su carácter imponente—. Me dijiste que no te ibas a quejar. 

Lo que le parece aún más sorprendente que su castigo radical, es la forma tan cruda que lo dice. Siendo bastante el castigo solo por golpear a una niña, aunque sea menor que él, Lincoln sabe que es demasiado su castigo. La sorpresa paralítica deja de surgir tanto efecto en su cuerpo, teniendo la capacidad de contestar y reclamar sobre su castigo, pero más que nada, preguntar por la severidad de este. 

—P-pero papá, ¿no crees…? —la voz del chico se opacan por el golpeteo del zapato de su padre contra el suelo, de manera repetitiva hacen resonar un sonido. Deteniendo sus golpes, para hablar.

—¿No creer, qué, Lincoln? Luna me dijo todo. Me dijo sobre una reunión, que Lori no quiso hacer nada más que esperar, que Lisa era la que primero iba a hacer algo pero nunca hizo nada. Y lo más desagradable, me contó lo que le hiciste a Lola —el del rostro se deforma del repudio y enojo, elevando una curva de sus labios para arriba, hace que su gesto hagan un daño sentimental en Lincoln, y confundiendo en parte al albino. 

«Lo sabia, hicieron una reunión para darme mi merecido. Pero, ¿por qué no hicieron nada?» el pensamiento de Lincoln es fugaz, resolviendo en parte la falta de castigo a su persona, por sus hermanas y más que nada de Lola. Pero vuelve a la charla al parpadear—. Lo sé, soy un asco de hermano y persona. Sé que merezco un castigo pero, echarme de casa es algo muy excedido. No hice algo para merecer un castigo tan grande.

Queriendo hacer entrar en razón a su padre, estando aún afectado por la sorpresa, su voz cambia a un tono más lamentable, pidiendo súplicas en cada palabra que dice. Aunque sean por lamentos y arruinando aún más su imagen para verse más lamentable, quiere que su castigo sea reducido. Para Lincoln, un golpe no es una acción que sea castigada con echarlo de su casa, y menos, al ser menor de edad. Esperando en el exterior una vida aún más complicada de vivir.

Pero, su respuesta con una faceta tan indefensa, solo hacen que las llamas de ira en el interior de Lynn, golpeen los alrededores de cada uno de su órganos, para que luego ese calor se combine con una electrizante sensación impulsiva. Llevándolo, a levantar su mano con su único hijo varón. La primera vez en su vida como padre, en la cual golpea a uno de sus hijos.

Las manos rasposas del mayor contactan con las mejillas de Lincoln con fiereza, tomando al albino desprevenido, siendo este factor, el culpable que su cuerpo pierda por completo el equilibrio por la falta de reflejos. Todo su peso, cae al suelo de su habitación, provocando un ruido que a más de uno llaman la atención y también, interrumpe el sueño de otros.

El dolor de la caída es menos influyente que el de su mejilla, sintiendo como ese dolor se convierte en ardor lentamente. Al ser su padre le que le golpeo, no solo le duele ese caliente dolor físico, también su mente no reconoce el motivo de la reacción, además de dañar aún más su corazón. Con gentileza, pone su mano para rozar su mejilla, mientras que con la otra mano usa para levantarse con lentitud, aunque por su fuerza le cuesta levantarse con una sola mano. Impactado, queda viendo el suelo sin poder percatar la acción de su padre. Hasta que, de reojo y moviendo su rostro en dirección de Lynn, lo ve mirando su mano que usó para golpearlo, con un semblante similar al de su hijo pero menos demostrativo.

—¿Qué? ¿Qué acaba de pasar? ¿Por qué…? 

Lynn siente la mirada de su hijo, haciendo contacto visual con él. Con solo unir miradas, las llamas de su interior opaca el arrepentimiento de golpear a Lincoln. Volviendo a expresar con sus gestos faciales su ira, dando pasos lentos y cortos en dirección a su hijo. Creciendo el miedo en su interior, Lincoln solo sigue los ojos de su padre con miedo, dejando escapar lagrimas por el dolor. 

—¿Piensas que lo que le hiciste a tu hermana no es de gran cosa? —pregunta a casi los gritos, compartiendo el mismo sentimiento que da el rostro de Lynn. Intimidando a su hijo, sintiendo como Lincoln expresa su temor con sus ojos, al igual que acurrucar su cuerpo con sus piernas, pero no le afecta ni hace retroceder. Delante de sus pies, está a centímetros de tocar el cuerpo de su hijo arrinconado con la pared—. Me equivoqué educándote con tanta libertades. Te mostrare como tu abuelo me hizo respetar y confrontar mis errores —Lynn se desabrochada su cinturón, se lo quita de su pantalón de un jalón, juntando sus dos extremos en su mano, apretando para formar un puño. Para Lincoln, uno de sus temores de sentir los golpes de su padre, un temor que dejó en el olvido por lo ridículo que es al tratarse de su padre. Hombre que parece ser más débil que cualquiera de la casa, incluso de Lincoln. 

—P-Papá, por favor no. Va a doler mucho, n-no lo hagas. ¡E-espera! ¡No, no lo hagas! —al mismo tiempo que Lincoln le suplica a su padre con la voz quebrada del temor, quien está hipnotizado e impulsado por las falsas acusaciones de Lola, siendo la culpable de toda la situación presente. Levanta su cinturón para que cuelgue en su hombro mientras aún tiene los extremo en su mano, para luego bajarlo con gran velocidad acompañado de un zumbido en su bajada. Solo para golpear un latigazo a los brazos cruzados de su hijo protegiendo su cabeza, mientras sus codos abrazan sus rodillas. El quejido de Lincoln solo potencia la lastima en su padre, pero al recordar el motivo de su castigo por las acciones que hizo, combate esa lastima.

Volviendo a levantar su cinturón, las suplicas de Lincoln son más fuertes, gritando que parará y no le dé otro golpe, mientras pone lo más rígido sus músculos, temblando levemente por la fuerza en la que se resguarda. Los ojos del muchacho tiemblan del miedo, llorando por el pavor que trasmite su padre que recarga otra vez el cinturón.

—¡¿Lincoln?!

El grito detiene el rumbo del brazo del señor Lynn, estando a punto de impulsar su cinturón para que baje y golpee a su hijo, pero queda quieto colgando en el hombro del hombre.  Dando vuelta su rostro lo que más puede, observando de reojo a su esposa desaliñada, mirándolo con sus ojos demostrando horror a lo que esta viendo. La mujer cuando gritó, fue al mismo tiempo que la puerta abrió, quedando igual de paralizada por la sorpresa que su esposo, mientras los sollozos de Lincoln de fondo retumban en el cuarto.

—¡¿Qué está pasando Lynn?! ¡¿Qué le estás haciendo a mi bebé?! —grita con la voz descolocada con enojo dirigido al señor Lynn, Rita avanza con su aspecto desaliñado. Mostrando a espalda de ella al costado de la puerta abierta, el hombro de Luna mientras está recostada en la pared, sintiendo culpa en escuchar la pelea que se armará. Bajando su rostro inseguro, observa su rodilla vendada. En ese momento, siente que fue un error despertar a su madre para que revise su herida, aunque su vendaje está flojo y mal enrollado por la interrupción de los gritos de su hermano.

Los pasos de Rita, se acercan a su esposo, el cual baja su cinturón mientras da vuelta su cuerpo para estar en frente de Rita. Los ojos de ella estan más húmedos de lo normal, le da una bofetada dando vuelta el rostro Lynn. La rubia nunca le gustó criar a sus hijos a base de golpes y violencia, teniendo gran rechazo a los padres que si lo hacen. Además, al tener a Lori, ellos prometieron nunca levantar la mano a sus hijos. Y ver como su esposo rompe tal promesa, solo la descoloca más de lo que ya está.

—¡Prometiste nunca levantar la mano a ninguno de tus hijos, Lynn! ¿Por qué lo estas haciendo? ¡Usando un cinturón para golpear a tu hijo! —los gritos llenos de enojo y tristeza sin importarle de llamar la atención o despertar a sus demás hijas, no puede evitar el golpe del señor Lynn al levantar el rostro, siendo aún más fuerte del que él recibió, viendo caer a Rita al suelo. La mente de Lynn está nublada por todos los sucesos que está soportando al ser su responsabilidad. El día para Lynn ya está lleno de responsabilidad, teniendo que ir a su reunión, luego la confesión de su hija Luna sobre lo que Lincoln le hizo a Lola, y ahora, por su propia preocupación excesiva se deja cada vez más actuar por sus impulsos, aunque sea liberado con las personas equivocadas.

—Sé que lo prometí Rita pero, ¡Lincoln es un maldito violador! ¿Sabes lo que le hizo a Lola? Luna me contó todo —contesta mirando a su esposa en el suelo, luego da un vistazo a Lincoln, el cual solo muestra lo confundido que está, captando cada vez más las palabras de su padre. Mientras que Luna, se arrima para ver la escena, queriendo meterse y ayudar a su madre para que se levante, pero el miedo que da la actitud de su padre se lo impide, queriendo evitar ser la próxima víctima de los golpes del señor Lynn. Invadiendo una impotencia en su pecho por su cobardía, sensación que últimamente a sentido con regularidad y que no es de su agrado en absoluto.

«¿Violador? ¿Luna? ¿Qué le dijo? ¿Qué… qué le dijo Lola?» enredado en sus pensamientos confusos e irreales para Lincoln, se sumerge en ellos olvidando poco a poco en la situación que está. Lo cual no dura mucho. La sorpresa de Rita al escuchar las palabras de su esposo la dejan perpleja al principio, saliendo de ese estado para contestar.

—¡No! Lincoln nunca haría algo tan repugnante, no es esa clase de hombre, lo educamos lo mejor que pudimos, ¡¿Cómo podría ser un hombre tan asqueroso?! —contesta de manera agresiva, parada delante de su esposo con lágrimas en sus ojos.

—¡Aunque no lo creas, es así! Yo no lo crie para que acabe así, yo lo hice para que sea un hombre ejemplar para el futuro, pero no, falle como padre, ¡pero no voy a fallar ahora, y evitar que mis hijas sean lastimadas por este enfermo! —responde Lynn encarando nuevamente a Lincoln, sin ninguna delicadeza le agarre de su cabellera, tomando desprevenido al albino en un momento de parálisis por la sorpresa e incomprensión de la situación. Quejándose y suplicando que lo suelte, Lincoln intenta zafarse de la mano de su padre, pero su fuerza es despreciada. Lynn camina a la puerta arrastrando a su hijo detrás, ignorando y empujado a Rita cuando le intenta detener, también intentado que él suelte al albino y calmado a este, pero igual no logra nada.

—Gracias por decirme esto, Luna, voy a ignorar que te fuiste a casa de ese tal Sam, pero para la próxima, no seré tan gentil —al llegar al umbral, le da un corto aviso a su hija que no capta las palabras de su padre por la estupefacta escena que está viendo. Una parte de ella, está disfrutando por ver como no será un problema a futuro la depravación de su hermano, pero la restante está en completa negación de seguir viendo, aunque tampoco lo quiere ignorar. Su indecisión es tan extensa y complicada, tanto que no se lo cuenta que algunas de sus hermanas, se encuentran desde hace tiempo delante de ella, observando desde las puertas de sus habitaciones.

Espectadoras de los gritos de su hermano, y reclamos de su madre con su voz inestable por los sollozos. Todas las mayores, sin falta de alguna de ellas están presentes desde sus puertas, o a pocos pasos de la salida. Ninguna de ellas dice nada de la situación, incluso Leni, aunque no sea consciente en la mayoría de las situaciones, con solo ver los ojos de su padre, le da temor de solo decir cualquier cosa, tapando su boca con las manos, batallando con preguntar si su hermano volverá.

—Papá, ¿qué está pasando…? ¿Por qué Lincoln…? —la pregunta casi susurrada de Lori es cortada por el castaño, interrumpiendo por otra pregunta de este con una actitud hostil.

—¿Por qué no me dijiste nada de esto, Lori? Hace unos minutos Luna me dijo todo lo que pasó hace unos días. Eres la mayor, ¡¿por qué mierda no me dijiste nada?! —el grito que salen de la garganta prendida fuego de Lynn empujan a sus hijas, dando un paso atrás, incluso Lynn Junior se protege con el umbral. El señor Lynn al no tener respuesta, sigue hablando—. ¿Acaso ibas a esperar a que todo empeore? Eres la mayor de todos, la responsable cuando tu madre y yo no estamos, ¡¿por qué no me dijiste nada?! ¡Lincoln manoseo a tu hermana menor! ¿Crees que ese tipo de noticias se pueden posponer? ¡Lola ya ha sufrido eso antes! En esa ocasión, no pudimos hacer nada, pero este es mi techo, ¡y no voy a tolerar que este tipo de actos enfermizos sean hechos! 

Los gritos de reclamos hacia la primogénita son suficiente para que Rita se quede quieta, apretando sus manos juntas entre sus pechos mirando a su hijo quien no se rinde en querer que su padre lo suelte, suplicas salen de la voz quebrada de Lincoln hacia su madre. Levantando sus manos intentado debilitar la muñeca de su padre para ser libre, pero solo provoca que lo tome con mayor fuerza y arranque algunos de sus cabellos, haciendo que algunos quejidos sean expulsados por su boca. Algunas bajan la mirada, otras quedan sorprendidas por saber que su padre ya está enterado, y todas, sienten como la firmeza y autoridad de su padre son ejercidas en todas ellas a base del temor. Incluso, para las menores que no tienen el valor de salir de sus cuartos, y enfrentar junto a sus hermanas mayores el castigo.

—¡Papá! ¡Es mentira, yo nunca hice eso…! T-todas mienten, nunca toque un mechón de cabello a Lola —los reclamos de Lincoln, al girar su cuerpo al costado, sintiendo más dolor por el jalón de su padre, observa con su ojos de reojo el perfil a sus hermanas mayores, mayormente a Lori con una mirada aguada—. Diles Lori, ¡que yo nunca toque a Lola! No sé de que están hablando, yo nunca hice eso. Lo mucho que le hice es golpearla una bofetada en una fiesta de té. ¡Pero nunca en mi vida he hecho algo tan…! ¡Ahhh! —el quejido de dolor al ser levantado por su padre, estando ahora sus piernas en contacto del suelo, pero sin poder estar en una postura normal para que el dolor no sea tanto, pero ahora solo depende de las manos de su padre para no caer al suelo, aunque Lincoln prefiere caer las suelo a estar en manos de su padre.

—¿Un golpe? Aunque sea verdad, no aliviana la situación, maldito enfermo. Luna me dijo todo, no dudo en sus palabras. Aunque sea una hija problemática siempre me ha sido sincera conmigo, en cambio tú, eres el más egoísta en esta casa, mucho más que tus hermanas menores y mayores. ¿Crees que voy a creerte? Entonces dime, ¿por qué Lola ha estado diferente y extraña? Ayer la noté como siempre, pero en las cenas y almuerzos, Lola no hace escándalos o peleas con Lana. También Lana ha estado más cariñosa con Lola. No soy estúpido Lincoln, dime, ¿por qué han estado extraña? Si es que, tu no has hecho nada con Lola.

Mirando al suelo, enfocando en su hijo espera una respuesta, pero solo consigue balbuceos del joven intimidado por el dolor y crueldad de su padre al tacto. Las demás solo quedan quietas. Algunas, como Lynn que si le agrada ver como su hermano es reprendido por su padre, quedan calladas por no tener ningún problema en ver a su hermano siendo castigado por su padre.  Otras como Lori, quieren detenerlo y reclamar a su padre, pero no pueden por el temor de la violencia de su actitud, queriendo evitar el confrontarlo y salir lastimada. Cada una siente diferentes cosas, pero la mayoría, incluso las menores que solo escuchan los gritos dentro de su habitación, se preocupan del como será el castigo de su hermano, queriendo evitar pensar que lo echaran de casa. La conclusión de muchas por las propias palabras de su padre. Incluso, la preocupación invade el interior de Lola, sintiendo gran temor y lastima por las súplicas y quejidos de dolor proveniente de Lincoln.

—Ustedes también han estado calladas en las cenas, almuerzos y también en el desayuno. En lo último lo entendía porque seguro estaban cansadas y recién se despiertan pero, en el almuerzo y en la cena es extraño que ustedes estén tan calmadas. Así que, todas están en este asunto, ¿cierto? —como respuesta para el padre, algunas evitan la mirada de su padre, o solo siguen con sus ojos enfocados en el suelo. Suspira sintiendo cansancio de la situación, queriendo dejar que todo termine pronto para poder relajarse, y además desayunar algo—. Ya veo, todas, sin excepción alguna, tendrán un castigo por su razonamiento tan estúpido. Pero primero, tengo que encargarme de ti, Lincoln.

—•—


—¡Lynn, basta! —grita con angustia la madre del chico quien esta cayendo por las escaleras, arrastrado por la mano de su padre quien baja a pasos ruidosos los escalones.

—¡Papá, por favor basta! ¡No le hice nada malo a Lola, por favor créeme! —el ruido de la voz rota de Lincoln, rompe el corazón de Rita quien sigue el recorrido de Lynn, intentando alcanzar las manos suplicantes del niño que derrama lágrimas en la bajada.

—¡No! ¡Ya dije que no quiero ningún enfermo bajo mi techo y poner en peligro a mis hijas! Él ya se condenó cuando le puso su mano a Lola —declara el señor Lynn con gravedad, bajando de las escaleras, mientras aún tiene sujetado del cabello de Lincoln, jalando a espaldas ocasionando que los escalones lo golpeen, mayormente a la espalda baja.

Las quejas por el dolor mezclados por sus sollozos y expresiones al recibir cada golpe, aumentan la preocupación  de Rita, suplicando entre gritos que se detenga y que sus hijas les cuente todo, queriendo asegurar que sea verdad aunque le cueste creerlo si llega a serlo. Los ojos marrones aguados de la madre buscan a la supuesta víctima.

—¡Para, Lynn! Hablemos con Lola para que nos aseguremos que sea verdad. ¡No tomes decisiones que después te arrepentirás! 

—¡Sé que no me arrepentiré por hacer lo correcto! —las palabras de Rita son confrontadas por Lynn. Parando su caminar, estando justo a pasos de separación de la escalera recién bajada, empujando a su hijo al respaldo del sofá para dar vuelta en su eje y confrontar nuevamente a su esposa, por segunda vez en la mañana.

—Debemos hablar con las chicas, sé que nos aclararan todo este malentendido. ¡Salgan chicas, y digan la verdad! —pide con desesperado deseo que todo termine. Aunque no sea su intensión, la mayor de todas no puede ocultar el hecho que está alterada por todo, y deja que su frustración salgan de sus palabras hacia sus hijas.

En la mitad del recorrido de la escalera, las mayores junto al acompañamiento de Lucy, la cual hace cortos instantes se juntó con sus hermanas, ocultando sus ojos con las gafas. Ellas no saben que decir, en cambio, solo una única hermana sí, y es Lynn. Pero aunque ella misma confía que si esta decidida, al querer abrir su boca su lengua y su aliento quedan congelados, incapaz de pronunciar ni un balbuceo. Confusa por tal incapacidad, decide dar un paso para querer contar la verdad y afirmar las acusaciones de su padre, pero al solo mover sus piernas, detrás de ella un mano sujeta su hombro. Deteniéndose por la fuerza de la persona, sintiendo no solo una comezón leve, también un dolor bastante preciso al ser bastante cerca de su cuello.

—¿Eh?

Lynn da vuelta su rostro, observando los ojos de su hermana Luan. Mirándola con reproche y con su ceño fruncido, teniendo su cabello suelto al igual que desordenado, siendo el caso de muchas de las presentes al ser su despertador los gritos de su padre.

Aunque para Lynn, la mirada de Luan no le trasmite nada, al confrontar con su mirada desafiante, su otro hombro es sujetado con una similar fuerza que la de Luan. Girando nuevamente para ver quien es, abriendo más de lo normal sus ojos por la impresión. Al igual que la comediante, la mayor de las hermanas tiene una mirada de reproche, negando con su cabeza que haga una acción imprudente. Aceptando su advertencia al bajar su cabeza, apretando fuertemente sus puños.

—¿Chicas? —con notable preocupación en su voz como en sus gestos faciales, Rita con solo ver a los ojos de sus hijas, todas desviaron el rostro, en cambio Lucy, desvía su mirada al ver esa faceta de su madre tan admirable por ella, aunque tal admiración como por experiencia literaria y como su acompañamiento maternal, en ocasiones es reemplazado por la incertidumbre de su relación con su atacante en el campamento. Y en esta situación, se entromete ligeramente en sus pensamientos.

—¿Contenta, Rita? Su silencio muestra que este malcriado sí lo ha hecho —declara mientras le da la espalda a su esposa, volviendo a estar en frente de su hijo al caminar unos cortos pasos. Enfocando sus ojos con los azules de Lincoln unos instantes, logrando ver, aunque suene extraño, el miedo en sus pupilas—. No te vuelvas a entrometer, Rita, porque con o sin tu ayuda, Lincoln acabará en las calles igualmente. Solo desperdicias tus energías de esta estupidez de ser buena madre —la última oración deja perpleja a la matriarca de la casa, viendo de perfil a su marido el cual corresponde el contacto visual—. Si hubieses sido buena madre, Lincoln no terminaría así.

Rita queda congelada por la inesperada palabras de su marido, siguiendo con sus ojos los movimientos de este. Viendo con impotencia de poder hacer algo, siendo consciente de que el señor Lynn no sería blando con su hijo, pero aún así quiere negarse en creer que Lincoln a hecho tal cosa, por eso, vuelve ver sus hijas aunque, aun ellas desvían su mirada. 

—Papá, te juro que… —aunque la voz de Lincoln quiere seguir peleando para que su padre lo escuche, diciéndole la verdad del asunto, Lynn se niega a toda costa seguir escuchando a Lincoln. 

—No. No seguiré escuchando tus excusas, Lincoln. Vete de mi casa, o tendré que echarte a la fuerza —la firmeza en esas palabras se notan a la lejanía, incluso sus hijas lo notan sin verlo al rostro, sumando aún más las presencias de las demás chicas. Sin embargo, el albino no quiere aceptar el castigo que le da, sin siquiera haber hecho tal atrocidad. Él acepta un castigo que conlleve la violencia a menor grado, pero no algo tan radical como irse de casa a su edad.

—¡No! ¡Debes escucharme, yo no…! —grita Lincoln levantando su voz, deja de apoyarse del respaldo del sofá para pararse y confrontar a su padre a los en voz alta, pero a mitad de sus palabras su padre pisa el suelo con fuerza, silenciándolo evitando el uso de la violencia nuevamente, proyectando e el rostro del padre un poco de arrepentimiento, observando las lágrimas del joven, estando ahora más consiente de sus acciones. 

—¡No levantes la voz conmigo, mocoso! ¡Me canse de escuchar tus malditas excusas, ahora vete de mi casa antes que te golpee de nuevo! —los gritos del padre, asustando e intimidando a su hijo, provocando que retroceda pocos pasos, estando a centímetros de volver a tocar el sofá.

—N-no… Yo no hice nada, ¡No me voy a ir! ¿Dónde iré? —pregunta fuera de si, firmemente decidido de no ser víctima de una mentira tan grande. Teniendo una pelea de sentimientos al pensar de la persona quien mintió, teniendo la sospecha de ser una mentira de Lola, por la actitud  que tiene y ser la víctima de su golpe, pero aún así, Lincoln no cree que ninguna de sus hermanas puedan hacer tal cosa. O eso es lo que piensa, hasta que dirige su mirada a sus hermanas, notando como algunas lo miran y otras no, cada una de diferente manera, sin hacer nada para ayudarlo. A los segundos, siente como sus cabellos son aplastado y son elevados al aire con la fuerza de la mano de su padre. Cambiando el rumbo de sus ojos para ver los de su padre. Mostrando mayor enojo que hace unos segundos atrás.

—Tú no decides lo que harás, ¡yo soy tu padre, y debes de obedecer lo que digo! —ordena tirando a un costado el agarre, suelta el cabello de su hijo, cayendo a la cercanía de la puerta, a pocos pasos de las escaleras. Siente como el interior de su cabeza es revuelto por el golpe. Junto a la dificultad de mover su brazo derecho por ser aplastado por todo su cuerpo—. ¡Te quiero fuera de mi casa!

Apenas al levantarse con dificultad, es llevado a la fuerza a la entrada de la casa, por el agarre de su padre en su brazo. El señor Lynn abre la puerta con su otra mano, para que con fuerza lance a su hijo al exterior, siendo por segunda vez golpeado por el suelo por la fuerza de gravedad, sintiendo como toda la presión car en su cadera.

—No te quiero cerca de mis hijas. No me importa lo que te pase, o como vivas en las calles o quien te acepte en tu casa. Si te acercas a una mis hijas, te buscaré y no me importa si me llevan a la cárcel, te voy a matar —las palabras de Lynn son originadas por el enojo principalmente del momento, sintiendo la sensación de ser capaz de hacer cualquier cosa con tal de que su hija deje de sufrir, deslumbrando en sus ojos oscuros de un tenue brillo ardiente. Lincoln siente que lo que dice es pura palabras para no acercarse a sus hermanas, pero también es capaz de sentir en sus palabras que haría lo que dijo.

—Y-yo… no hice nada. Cre-creeme papá, por favor —ruega el joven niño, quien al ver a su padre, sus ojos se humedecen al sentir el rechazo del señor Lynn. La puerta se cierra delante de sus ojos, dejándolo solo en el suelo, bajo los rayos del sol del amanecer, con las calles vacías sin ningún espectador de la reciente escena. El último vistazo que ve, es la mirada desagradable de su padre, como si dentro de él vea a un humano sin derechos de arropar, peor que un desconocido.

Desde el interior de la casa, las palabras de su padre son capaces de escucharse incluso afuera de las paredes. Los ojos de Lincoln se enfoca en la puerta, mientras sigue en la entrada de su casa, se queda parado con dificultades delante de los dos escalones que estan delante de la puerta. Los ojos se ensanchan por la impresión, apretando con fuerza sus dientes al mismo tiempo que los expone, queriendo ocultar sus sollozos en su interior, pareciendo imposible cuando escucha las voces en plena discusión de sus padres.

—¡Él no pondrá ni un pie en la casa, Rita! ¡Es un asqueroso abusador sexual! ¿No te entra eso en la cabeza? —las palabras de Lynn son acompañadas con ruidosos pasos pesados del hombre.

—¡Las chicas deben de explicarlo! Es imposible, ¡Lincoln nunca haría tal cosa! ¡Luna ¿qué le dijiste?! ¡Explica todo esto, ahora! —las suplicas de su madre con la voz lamentable de tanta angustia, crea un ambiente tan tenso que desde afuera puede sentir como se ahoga.

—Es cierto, mamá…. Lincoln… —la voz de Luna parece interrumpirse en plena declaración, continuando la voz entre lágrimas de Rita.

En cada sollozo por el dolor que le hace escuchar las palabras de su padre, junto a unas poco audibles voces de sus hermanas, lágrimas se acumulan en los parpados inferiores del chico. Hace noches anteriores, él pensaba y creía que ya no tenía el cariño de sus hermanas, y que él mismo no le tiene ningún aprecio hacia ellas pero, las palabras de ahora, construyen las evidencias de eso.

En el interior de la casa, su padre se separa de la puerta después de haberla cerrado, mirando como sus hijas y esposa lo miran en silencio. Observando a cada una, notando que Leni, Luan, Lana, Lola  y Lucy ya no están en las escaleras y en la sala, sin importarle ese detalle se acerca a Rita, siendo rechazada su contacto visual. La rubia mira a otro lado con un temblor en sus ojos por una sensación de indecisión y la confusión del caso.

—Ve a hablar con Lana y Lola. Ellas te sacarán las dudas que tienes. Sé que están despiertas, como todas las otras, es obvio que este escándalo las despertó —responde el señor Lynn, aún manteniendo su mirada sobre su esposa, ella le da la espalda para caminar a la habitación de las gemelas, acuchillando con los ojos temblorosos a su esposo, deteniéndose antes de pisar los escalones, dejando unas palabras dirigidas al señor Lynn.

—Sé que Lincoln no hizo nada, y no lo voy a dejar solo en la calle. Incluso si corro el riesgo que me eches como a tu propio hijo. Recuerda de quien es esta casa, Lynn — más que una simple amenaza, es una prueba de lo que es capaz y la firmeza de sus palabras. Vuelve a reanudar su caminata para visitar a sus hijas gemelas, sin antes dar otro vistazo desesperado a la puerta. Pasando al lado de sus hijas sin intercambiar palabra, o conectar miradas. Aunque Rita si quiera, pero sus hijas se niegan.

Un silencio cubre toda la sala, quedando con la escena del señor Lynn mirando a sus hijas, mientras estas bajan la mirada, intentando hacer contacto visual con su padre pero no pueden, la vuelven a bajar al instante. Todas se sienten nerviosas por la actitud ruda y violenta de su padre, queriendo no hacer ningún error para que no sean las siguientes en estar la misma situación de Lincoln, aunque suene paranoico, todas en el pasado han hecho cosas desastrosas. Teniendo cada una, bastantes motivos para merecer castigos severos, cada una con diferencias de severidad.

—Lori y Lynn, díganme el porqué me lo ocultaron —cuestiona el padre de las niñas, colocando delante de ellas con los brazos cruzados apoyados en su cadera, paseando los ojos entre las dos chicas que no lo miran.

Entre las dos se miran a los ojos, demostrando diferentes opiniones en sus miradas, aunque ninguna de las dos hablan, hasta que el señor Loud con un pisotón al suelo provoca que el silencio sea roto por la heredera de su mismo nombre.

—E-Es que… estábamos pensando en un castigo para Lincoln, y queríamos solucionarlo nosotras —responde la deportista con una  faceta poco regular en Lynn, tímida a la hora de hablar, y mostrando miedo de la reacción que se aproxima. 

—¿Ese es el motivo? ¿El motivo de que no me dijeron nada? —pregunta la voz ronca del hombre, alzando la voz por la respuesta, siendo en opinión del señor Lynn algo muy irresponsable y para nada justificable, aumentando la influencia de su enojo, y reduciendo su tolerancia de la situación.

Nuevamente todo se torna silencioso, estando Lynn con su mirada al costado para ver la puerta, escuchando un ruido proveniente de ella. La atención de la niña deportista es reemplaza por la voz de su hermana mayor. Detrás de las dos, Luna observa toda la situación, hasta que gira su cabeza para ver la puerta, teniendo curiosidad de el repentino interés de su hermana menor. Sin tener intención, al estar de brazos cruzados, sus manos arañan con sus uñas por la incertidumbre si su hermano estará bien. O si su padre va a cambiar de opinión para que vuelva adentro, pero despega todos esos pensamientos para volver a acordarse de lo que él hizo a Lola.

—E-es que Lisa lo iba a solucionar, pero a último momento se negó a seguir. Por eso es que, tardamos en darle el castigo a Lincoln. Pa-papá usted mismo lo dijo, que nosotros podemos arreglar los problemas por nosotras mismas, le íbamos a dar un castigo… algo radical para que no vuelva a pasar. No sé si lo que dice Lola es verdad pero… ¿N-no te parece a-algo extremo… esto? —las dudas dichas por parte de Lori, deja pensando por un breve momento al señor. Al igual de su hermana Lynn, a Lori se le torna suave su voz poco audible, pero al estar todo en silencio, sin tanto ruido como cualquier mañana. También algunos murmullos son capaces de oírse en la segunda planta.

El señor Lynn corresponde con un chasquido de su lengua la pregunta de su hija, incluso se siente algo frustrado por sus anteriores palabras que él mismo le dijo a sus hijas. Desviando sus ojos en dirección a la puerta, sin escuchar ningún ruido o palabras de su hijo. ¿Acaso ya se fue? La forma en que insistía en que él no hizo nada, no puede que se haya desvanecido o rendido tan rápidamente. El señor Lynn vuelve a responder la mirada a Lori, queriendo olvidar esas preocupaciones para no ablandar su firmeza.

—No. Lo que hice es poco a comparación de lo que se merece. Ustedes saben lo que le pasó a Lola, no puedo tolerar que le hagan algo similar. Aquella vez no pude hacer mucho, ni está en la cárcel. Esta vez, por lo menos puedo evitar que la dañen más de lo que ya está —la declaración del padre recordando al hombre que era uno de los encargados de las pasarelas de su hija, aunque ya haya pasado años, le despierta la impotencia de ese momento y el rencor hacia ese hombre. 

Tiene la intención de ayudar a su hermano, pero Lori no puede persuadir o hacer que sienta lastima por su hijo, aunque su padre tiene una opinión parcialmente compartida por Lori y mayoría de hermanas. La mayor de todas siente que es injusto el castigo sin siquiera haber tenido pruebas solidas, que ella no pudo tenerlas, su padre y madre tienen más posibilidades de obtenerla.

—Vayan arriba las tres. Voy a ver como están las gemelas —declara el padre dirigiendo los pasos pesados en camino a la escalera, arrogando unas miradas a las tres chicas frente suyo.

Caminando al lado de sus hijas, ellas se mueven para dejar lugar en el camino de su padre. Cambiando su semblante para parecer más calmado, se queda quieto al dar el primer paso a la segunda planta, ordenando y tranquilizando sus pensamientos. Suspirando de manera cansadora, intentando que cada emoción crítica sea resguardada por el momento. El señor Lynn da un vistazo a su reloj de mano, guiado por la curiosidad y sabiendo las consecuencias de haber faltado a la reunión. No llegará a tiempo.

En las escaleras las tres Loud quedan en silencio, mirándose una entre la otra hasta que el ruido de la puerta, confirmando que su padre no pueda interrumpirse. Lori enfoca su mirada a la de Luna, mientras que Lynn observa las acciones de la rubia.

—Hablaremos luego Luna, tengo que aclarar muchas cosas, como esta situación que está encima todas, y la estupidez que has hecho —los susurros de Lori es como si de un ataque a pronto dañar a la rockera se tratara, manteniendo los ojos fijos en la mirada agotada de Luna después de advertirle. Hasta que Lori camina al lado de ella, golpeando hombro con el de Luna, provocando un desequilibrio por su rodilla lastimada. Dejando a las dos castañas solas. 

—Bien hecho, Luna. Creí que Lana lo iba a decir primero, pero bien hecho Luna, el patético de Lincoln ahora entenderá que no se juega con ninguna chica sin tener un castigo —elogia la deportista con su voz a bajo volumen, le susurra cerca a Luna, inclinando hacia abajo al estar dos escalones arriba de la mayor. Sin ninguna respuesta por parte de Luna, quien está confundida porque no siente una satisfacción por lo que hizo. Lynn queda mirándola de reojo unos segundos, para suspirar al final, llamando la atención de su hermana sin intenciones de hacerlo. Sin más Lynn baja las escaleras, bajo la mirada de la confusa Luna.

—¿Qué estás haciendo?

—Iré a tomar algo, tengo sed y no creo que papá nos haga el desayuno —responde la menor sin dar vuelta o detenerse, dando vuelta para el umbral del comedor. Dejando a Luna sola, dándole una mirada a la puerta y las ventanas de la entrada, pero no hay ningún rastro de su hermano.

«¿En serio se habrá ido? ¿Así va a terminar todo?» son los dos enigmas que rondan la mente en conflicto de Luna.

—•—


Abriendo la nevera, la castaña se sirve en un vaso su refresco habitual de las mañanas. Volviendo a cerrar la puerta después de colocar donde estaba el envase, queda con su vaso en manos, pensado en Lincoln, transformando el semblante indiferente a fruncir las cejas. Incluso para Lynn es muy exagerado echarlo de casa, además de no tener ninguna habilidad en ninguna actividad para obtener dinero para ganarse la vida, además de su estado físico muy poco trabajado. Sacude su cabeza para dejar de seguir inundada en sus pensamientos, tomando unos tragos de su bebida. Teniendo un pensamiento optimista, sabe que su hermano es ingenioso, así que puede que haya ido a pedir ayuda a su abuelo. Puede que Albert ayude a aclarar los ojos de su padre.

—No, Lincoln merece todo esto. Él se dio por muerto al manosear a Lola. Solo si ese idiota no se haya dejado controlar por su asquerosa lujuria. Todos los hombres son iguales, solo piensan con sus penes —se convence a ella misma poniendo sus ideales para calmar esas preocupaciones, las cuales ella no puede aceptar sentirse así por su hermano. Mirando delante de ella, estando la nevera, volviendo a tomar otro trago de su bebida un ruido proveniente de la puerta trasera atrae su atención. Atragantándose con su bebida, pero ella disminuye el ruido con gran esfuerzo al toser, dejando el vaso la barra, Lynn da una mirada fija al lado suyo. 

Su único hermano y reciente víctima de ser echado de su casa, está en la ventana integrada a la puerta, con sus manos apoyando del vidrio, sonriendo de forma torcida y claramente forzosa. Siendo todo lo contrario a lo que muestra sus gestos faciales, teniendo también un rastro de lágrimas secas en su mejillas. Con una de sus manos, golpea la ventana con su palma abierta sin hacer mucho ruido. 

Lynn no oculta el disgusto que le provoca ver a su hermano pero, por curiosidad y su rencor de hace días le abre la puerta sin antes quedar mirándolo fijamente. Sin duda alguna hace que afloje su sonrisa y que se sienta con temor al ver a su hermana. Tomando en cuenta sobre lo que escucho hace unos pocos minutos, para Lincoln está más que claro que su hermana le tiene gran desconfianza, y un odio injusto. Él no hizo nada, ¿por qué le tienen tanto odio? No toco de esa manera a Lola, solo fue un golpe y nada más. Todo es tan injusto para el albino, pero aún no se rinde, quiere ayuda de alguna de sus hermanas para que todo sea aclarado, no tiene problema en declarar lo que hizo de verdad en aquella ocasión.

—¿Qué quieres, maldito pedófilo de hermanas menores? —pregunta la joven niña con desdén ante estar delante de su hermano, abriendo la puerta, Lynn se mete en medio del camino para negar el acceso a su hermano. Sin embargo Lincoln no tiene la intención de hacerlo, se queda quieto sin moverse en el lugar.

—Lynn. E-Es verdad que yo no hice nada, ¿me crees, no es así, hermana? —la desesperada voz desconsolada de Lincoln no encuentro ningún abrazo, Lynn lo mira como si estuviera mendigando una verdad que ella no cree, no solo por su nerviosismo al estar delante de su hermana mayor, una de las tantas que tiene, la cuales ninguna se metió al ser echado por su padre. Pensar eso, le produce la sensación de querer gritarles todo lo que piensa de ellas controlado por su enojo.

—¿Y tu qué crees, estúpido? —pregunta la joven mientras levanta una de sus cejas, observa los azules ojos de su hermano con sarcasmo, sin opacar sus gestos serios. Lincoln corresponde la respuesta con un estado más rígido de su cuerpo por el temor que tiene a esa respuesta.

Lincoln no responde a las palabras de Lynn, conectado su mirada con la de ella. Bajando sus ojos al suelo por la incomodidad y la mala sensación que le da verla. Los únicos ruidos que viajan por la casa, son algunos murmullos desconocidos proveniente de arriba, junto a algunos sonidos retumbantes con poca frecuencia. La incomodidad solo es sentida por Lincoln, siendo que Lynn solo siente como su enojo y agresividad son potenciadas con solo ver a su hermano enfrente de ella, mirando el suelo derramando sollozos. Aunque con solo pensamiento repentino, afloja todo su rostro, dejando de tener su semblante hostil adoptando otro invadido de incertidumbre. Solo unos instantes se deja ver ese sorpresivo cambio de actitud, para desaparecer en solo una seria mirada.

—Dime la verdad, Lincoln, no quiero que me mientas. ¿La tocaste? ¿Tocaste a Lola? Por eso le pegaste —interroga Lynn sin querer mentiras, ella está en el lado de su hermana creyendo ciegamente que su hermano la manoseo, pero tiene la necesidad escuchar las palabras de su hermano. El hermano que lo ha cuidado con tanto empeño en sus primeros años de vida, le trasmite tristeza el ver como a acabado, controlado por su lujuria y llevando a cabo una acción desagradable, descripción para cualquier persona con la moral bien implementada.

—¡No! ¡Nunca hice eso! No sé si Lola te dijo eso pero, yo no le toque de esa forma. Yo solo la golpeé y nada más, lo hice cuando me tiro la taza llena de té. Sé que no es mejor pero, en serio Lynn, nunca le haría algo así a mis hermanas. Y tú, más que nadie sabe eso, no haría eso —las suplicantes palabras de Lincoln quiere sonar seguro y convencer a su hermana mayor que no hizo nada de eso, aunque para desgracia de él, cuando Lynn lanzó la pregunta, con gran apuro y ansioso responde junto a una actitud algo posesiva, aunque no sea su intención lo hace. Ganando que Lynn se sienta más precavida con él, teniendo más desconfianza de las palabras de su hermano.

—Sé que nunca lo harías Lincoln, pero no puedo confiar en la imagen que das. Las chicas creen en Lola, ella puede que sea muy caprichosa, mentirosa y mañosa pero nunca mentiría en un asunto tan serio que como este que lo ha vivido. No necesito pruebas para creerle. Gracias a ella, todas sabemos que la decisión de papá es correcta. Mamá no lo aceptará, pero ella también con el tiempo se dará cuenta que es por su propio bien y el nuestro. Eres asqueroso, ni yo sé porqué estoy hablando contigo.

No lo puede aceptar. Él dijo la verdad de todo el asunto, siempre lo ha dicho en todo momento cuando su padre lo hecho, ¿tan pesadas son las palabras de una niña que se la pasa todo el tiempo manipulando, engañando y mintiendo en cada ocasión? Suena mal, incluso en la cabeza de Lincoln sabe  que se sobrepasa en sus palabras pero, él no merece nada de este trato y menos el castigo.

«No. Yo no hice nada de eso, ¿por qué no me creen? Yo nunca le haría algo así a mis hermanas, ¿qué motivo tiene Lola para mentir sobre esto? Mis hermanas ya me estaban haciendo daño ignorando cuando vi a Clyde muerto delante mío, Lucy ya me estaba haciendo daño al evitarme. ¿Por qué es tan injusto todo este asunto? ¿Cómo puede que las mentiras de Lola me hagan perjudicar a estas alturas? No hice nada, nunca le haría nada tan dañino. Yo, ¿yo me merezco esto?»

Mirando el suelo, los ojos azules son aún captables para su hermana, observando como Lincoln se aleja del presente por culpa de sus pensamientos. Lynn se extraña por la reacción de su hermano, captando como las pupilas de él son movidas tan rápido a zonas aleatorias de sus ojos, ella cree que podría ser alguna reacción de sus palabras o que tendrá un ataque de nervios o algo similar. Pero aún así, si le da un ataque de nervios o empiece a negar todo, Lynn no tendrá nada más que usar sus puños. Para ella sería algo muy satisfactorio, hace días quiere golpearlo, y esta es la oportunidad más que única.

—N-no. Lynn, yo no merezco esto, no hice nada malo. ¡Por favor cree en tu hermano! —la respiración del joven se alteran junto a la voz, levantando las palmas hacia arriba, pareciendo apunto de apretar el aire y explotarlo. En su situación sabe que si levanta la voz, puede llamar la atención de su padre, lo cual llevaría a una golpiza de parte de él o unos insultos hirientes, o puede que llegue a otros extremos.

Lagrimas salen de sus ojos por impotencia, una sensación tan desagradable para Lincoln, nunca antes sintió tales niveles de esta sensación. Junto a sus saladas gotas, sollozos también salen de su interior por el mismo motivo, aunque se asemejan más a unos gemidos ahogados por el dolor.

Para su hermana esta reacción es más que desagradable, solo por su patético estado, también porque siente las dos manos de él en los hombros. Es lo más inesperado para Lynn, no solo porque aplica tanta fuerza, también porque se está aferrando.

La hermana deportista siempre a odiado el tacto de hombres semejante a la nueva perspectiva que tiene de su hermano, o cualquier interacción a estos. En este momento, los ojos de Lynn se expanden por esta inesperada acción de su hermano, para ella están sucias las manos de Lincoln. Sucias e infectadas de lujuria, con el anhelo de querer toquetear su cuerpo, satisfacerse mientras la mira, la toca, la ve como un humano con el propósito de solo calmar sus instintos carnales.

Con temor, la mirada miedo de Lincoln cambia en total sincronía mientras unas lágrimas son expulsadas de sus ojos. Dejando confuso a su hermano que está delante de ella, más tranquilo a comparación de su ataque de nerviosismo a causa de congelarse.

—¡P-Papá! —el grito de Lynn al hombre que le dio la vida junto a  su madre, la chica muestra miedo en sus ojos, los cuales hacen contacto visual con su hermano. El cual sigue confundido, pero al escuchar el grito de Lynn, los dos comparte la misma sensación de temor—. ¡L-Lincoln me está tocando! A-alguien ayúdeme —la última oración, es dicha con menor volumen, pero con mayor temor, mirando de manera fija al chico. Lynn nunca ha sufrido algún tipo de abuso sexual, pero el ser consciente  de tener posibilidad de sufrir esa experiencia traumática, la aterran y bastante—.  N-no quiero, no quiero sentirle así —junto a sus sollozos, arruga sus cejas, mirando a Lincoln con enojo. Aunque por las lágrimas, su mirada en vez de amenazadora, da una sensación de tristeza más que nada. Su voz, es de menor volumen que la anterior, como si estuviese susurrando.

En caso de Lincoln, cambia toda la situación los gritos y palabras de su hermana, dejándolo confuso en todo lo que sucede. Pero escucha los pasos apurados de alguien enfrente de él, para que luego una silueta humana esté adelante. Toda su percepción del mundo, se congela. Solo unos segundos transcurren para que su visión se torne negra, desmayándose antes que su cuerpo golpeé al suelo, mirando a su padre embestir con velocidad lleno de furia.

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