𝚅𝙸: 𝙱𝚛𝚎𝚊𝚔𝚒𝚗𝚐 𝚃𝚒𝚎𝚜.
Si se ponía a rebuscar entre sus recuerdos cuando empezó a tener problemas llegaría a aquel viejo acontecimiento que tenía albergado en lo más profundo de su ser.
Era Julio de un año que claramente podría deducir con solo restar su edad pero prefería no pensarlo tanto, era un pequeño niño que disfrutaba las vacaciones de verano junto a su padre en una bonita playa debido a que su madre debía trabajar.
Aguas cristalinas, sol abrasador y castillos de arena por montones era lo las bonito que recordaba, una pequeña cabaña donde empezaría su desgracia y claramente a su padre recibiendo a varios de sus amigos junto a sus hijos que podía asegurar igualaban la edad que tenía Keisuke en esos momentos donde lo conoció.
Era aburrido, nadie quería jugar y normalmente su padre se hundía en el alcohol después de que mencionarán a su madre; podía escuchar frases hirientes hacia su progenitora en específico «Maldita zorra» pero al final su pequeña mentalidad no lo entendía.
Mierda.
– Chifuyu es demasiado bonito. — Escuchó, sonriendo detrás de las paredes mientras el tal Shion como había escuchado que se llamaba el muchacho jugueteaba con un cubo rubik que encontró por ahí.
– Tiene rasgos tan femeninos, claramente debía ser bonito el señor Matsuno dijo que era la copia de su mamá. — Asintió, queriendo agradecer realmente por los elogios.— Y debe ser igual de zorra.
Sus pequeñas manos se detuvieron cuando empezó a jugar con ellas, dejándolo pasmado, intentando encontrar el significado de eso.
En la escuela le habían explicado que un zorro era un animal, uno muy bonito por lo que había visto en el libro de animales que llevaba su profesor; en específico siempre le había gustado el color del pelaje de aquel animal pero si se veía en un espejo no terminaba de entender porque lo comparaban con el.
Su cabello era rubio, no anaranjado como el pelaje de un zorro, sus ojos eran azules y si su memoria no fallaba — y rogaba que no— aquellos animales solo tenían los ojos oscuros y claramente el no tenía una gran cola afelpada.
Pero ¿Lo llamaban así porque también era bonito?
No lo entendía, pero prefiero dejar de escuchar cuando las escaleras del lugar resonaron dándole la indicación de que alguien más venía; corriendo con sus pequeñas chanclas amarillas de pulpos y su traje de baño de tiburón.
Río felizmente en el momento de encontrarse en la playa, viéndola totalmente abandonada y con la oportunidad de que él pudiera hacer castillos en todos lados, para después observar como la marea los alcanzaba y se los llevaba.
Claro en ese momento no sabía que en realidad los derrumbaba, pero su padre le había dicho que se iban al fondo del mar para ser el nuevo hogar de peces y sirenas.
Y él le creía.
Suspiró con cansancio en cuanto notó los siete castillos de arena que había hecho, era demasiado trabajo para alguien tan pequeño; había cargado demasiadas cubetas con agua para poder moldear bien su arte y sin duda sus delgados y pequeños brazos lo resentian demasiado.
Se sentó a observar como el sol se metía mientras las pequeñas olas por fin se llevaban sus castillos, no podía imaginar a cuántos peces le había creado un hogar en los días que llevaba pero esperaba que lo disfrutarán.
– Hey Chifuyu. — El saludo lo hizo voltear, observando como Shion estaba justo a sus espaldas con un pequeño traje de baño.
– Hola. — Tímido, sacudió su pequeña mano antes de regresar la vista al mar y suspirar al notar que se había perdido la manera en que el último castillo se iba.
– Tan engreído como la zorra de tu madre.
Sin poder evitar pensarlo, no reaccionó a tiempo sintiendo como sus pequeños labios eran tapados y su cuerpo era fácilmente carahdo por el adolescente.
No quería recordar nada de aquella vez, no quería decir que vio arena llena de sangre que salía de lugares que no sabía que se podía ni quería volver a escuchar como sollozaba entre cada jadeos que le dedicaban Shion.
En definitiva tampoco quería recordar sus lágrimas gruesas y mucho menos tenía la intención de volver a sentir labios que tomaban los suyos por la fuerza.
Pero sin duda había una cosa que siempre recordaría.
«Los castillos no se van al fondo del mar, se destruyen, como tú.» repetía cada cierto tiempo el chico hasta que algo termino resbalando por sus muslos y lo hacía querer llorar y bañarse.
– Ves, eres igual que tu madre. — Aseguró Shion, subiendo la bermuda que no había visto en ningún momento.
– Una zorra.
Sin decir nada, volvió a tomar su trajecito que ya no le gustaba vistiendose sin decir una palabra antes de pararse y sentir el dolor más terrible de toda su vida; no lo hablo pero sentía que con cada paso que daba su cuerpo de rompía y su alma lloraba.
Llegó a la cabaña, justo cuando todos estaban cenando y vio tantas miradas de temor que lo hicieron molestar.
– Mentiste. — Soltó, con seguridad y molestia dirigida a su padre.
– Fuyu, cariño.
– Los castillos se destruyen con el mar, como Shion lo hizo conmigo. — Balbuceó dejándose caer por fin ante la mirada de todos mientras lloraba.
Ya no quería estar ahí, ni con su padre, ni con su madre y mucho menos con desconocidos.
Solo quería llegar a su pequeño cuarto y tomar su libro ilustrado de animales salvajes y romper la ilustración del zorro que venía ahí.
– Chifuyu. — Los brazos de su padre lo rodearon antes de que lo golpeara con todas las fuerzas que tenía.
– Te odio, suéltame, déjame.
– Fuyu, por favor no digas nada, hazlo por papá o si no deberá irse y no lo verás nunca más.
Su llanto paro de inmediato al escuchar con atención, su padre no era el culpable, era su madre.
«Eres una zorra como tu madre» se repitió en bucle por sus pequeños pensamientos antes de asentir y limpiarse las lágrimas.
Él siempre le creía a su papá.
Y aquel Julio del 2005 lo empezó a complacer a todos, dejándose atrás.
Los fuertes brazos que rodearon su espalda lo hicieron regresar a su realidad, notando que claramente no estaba en una playa y que precisamente ya no tenía porque recordar.
– Huele delicioso. — Exclamó Keisuke, pasando su nariz por su nuca haciéndolo reír.
– Nunca había hecho Yakisoba casero. — Admitió apagando los fideos para dejar que su peso fuera recargado en el firme pecho de Keisuke.
Si, ya no estaba en otro lugar, ahora podía deducir que se había hecho la vida perfecta.
Su padre había muerto — e internamente estaba feliz por ello—, su madre estaba a kilómetros de ahí, tenía a sus mejores amigos juntos y claramente Keisuke había llegado para no perder la poco cordura que lo ayudaba a mostrar la faceta de niño bueno que tenía.
Bendito y santo infierno.
El día de su cita fue todo perfección, por primera vez pudo recargarse en el hombro de alguien al ver una película y Baji nunca soltó su mano; también pudo asegurar que el camino de regreso a su departamento fue tranquilo y cuando llegaron Keisuke no lo obligó a tener sexo.
Fue inolvidable.
Con Shuji era todo tan distinto, se veían solo para el desahogó de la semana tan pesada que tenía el chico de pecado y castigó que si no quería terminaba siendo sometido.
Pero, con Baji era tan diferente, era como el príncipe azul que había soñado cuándo era un niño.
Realmente podia sacar ese viejo cuaderno de su adolescencia y el azabache cumplía con todas las cualidades que el buscaba, media lo suficiente para que al abrazarlo su rostro quedará recostado en su pecho y si se ponía de puntitas podía repartir pequeños osculos en la barbilla de Keisuke.
Sus manos eran grandes y parecía que Baji sabía que le encantaba que lo abrazara de la cintura, dejando caricias tiernas en la piel que recorría y marcandola en los momentos precisos — en el caso de tener sexo—.
Pero sin duda había una cosa que lo tenía tan alocado por el mayor que sabía que no lo podía dejar ir.
Lo miraba con tanto anheló que sus piernas temblaban, los ojos chocolate que eran tan feroces lo contemplaban haciendo que en vez de peligro mostrarán tranquilidad.
Y eso lo hacía sentir único.
– Teléfono. — Escuchó justamente en el momento que Baji se alejaba de él, dándole a entender que podía tener toda la privacidad deseada.
– Puedes contestar. — Simple y sencillo, daba lo que quería recibir y esa confianza era prioridad.
Sin poder evitarlo, ojos curiosos de grandes iris azules vieron de reojo la reacción del azabache; manos tomando tranquilas el celular hasta que la mueca de disgusto llamo la atención, los ojos de peligro volvieron y claramente eso le daba una señal roja que ignoraba.
– Keisuke. — Resonó entre las paredes de su cocina, viendo como el celular era abandonado en la barra donde desayunarian y el altavoz se veía activado en la pantalla.
– ¿Disculpa? — Los palillos se cayeron en el momento que la voz de Hinata Tachibana sonó por la bocina.
– Keisuke Baji, ¿Quién habla? — Una pequeña señal de alarma empezó a sonar en el momento que Tachibana retuvo el aire, para simplemente después empezar a jalar más del oxígeno que necesitaba.
– ¡Eres un hijo de puta! — Gritos desesperados retumbaron entre las paredes de su hogar, haciéndolo temblar, queriendo huir o simplemente tirarse en el suelo a llorar.
«Hijo de puta» resonó en su cabeza con la misma voz de su padre, haciéndolo acariciar su mejilla por la cachetada que había recibido después de que su progenitor bebiera una cantidad exuberante de alcohol, dejándolo a la deriva de un momento pesado.
– Cariño, cariño. — El dulce apodó lo trajo a la realidad, maldición.
Keisuke se veía genuinamente preocupado, ya no se escuchaban los gritos de Hina y eso le daba a entender que él azabache había colgado inmediatamente después de que su ataque de ansiedad empezará para quedarse con él.
Mierda.
Los fuertes brazos lo recibieron, ¿Gustosos? ¿Complacidos? No lo sabía pero se permitió hundir el rostro en la playera negra que portaba Baji, inhalando su olor mientras las lágrimas y el despreció eran expulsados de su cuerpo.
No podía permitirse caer, ya no podía darse el lujo de querer morir, porque simplemente no quería dejar el camino libre para que alguien se acercara a Keisuke, porque era suyo.
«Mío, mío, mío» repetía internamente conforme se dejaba consolar por las fuertes manos que trataban de apasiguar su mar de emociones, dejándose llevar por la satisfacción.
El quería ser amado y tal vez Keisuke Baji podía hacerlo.
El olor a sexo estaba inundando toda la habitación, su cuerpo se sentía completamente cansado mientras sus manos recorrían sutilmente el pecho desnudo de Keisuke.
No había palabras de por medio, tampoco algún teléfono sonando — debido a que lo apagó después de la sexta llamada de Takemichi —, Peke J estaba adormilado en el uno de los cojines del sofá y Baji dormía plácidamente aún sujetando su cintura.
Era hogareño.
Aún procesando las cosas, se dio el permiso de pensar lo que había sucedido; después del primer ataque de ansiedad vino un segundo dónde sus pulmones dejaron de responder para darle entrada a la falta de aire.
La desesperación lo inundó completamente y si ponía atención los brazos del azabache estaban llenos de rasguños debido a sus uñas, se sorprendió cuando los ojos achocolatados lo seguían viendo con maravilla después de que todo ese suceso pasará.
Claramente después vino el episodio maníaco, que normalmente acababa con todas sus fuerzas pero sin duda no le molestaría que Keisuke se encargará de acabar con su energía en el sexo.
Dejándolo al mando, desgantando toda su fuerza física en montarlo y que su mente quedará nublada en el éxtasis del placer.
Santo y jodido Dios.
Sus piernas seguían temblando después del segundo round y la pequeña siesta lo único que había hecho era despertar aún más su libido.
– Eres tan bonito en cualquier momento. — Las palabras lo hicieron sonrojar antes de dirigir su mirada llena de tranquilidad hacía el remitente.
– Me siento bonito después de que me vea así, Baji-san. — Anhelante empezó a repartir pequeños besos en la piel expuesta, aspirando profundamente para que el olor a colonia y sexo llenará sus pulmones.
Santo infierno.
Se sentía completamente correcto estar así, embriagandose de todo el ser de Baji y jurando que era su lugar seguro.
Sin pensarlo mucho se dejó consentir, con pequeños besos en el rostro y caricias efímeras que dejaban un rastro que ardía como diciéndole entre lineas que el azabache se estaba metiendo en su piel.
El suspiró satisfecho de Baji al escuchar su ronroneó de placer lo hizo feliz, apoyándose en todo el contacto que se le estaba obsequiando.
– Tan precioso. — Murmuró el de ojos cafés, haciéndolo sonrojar mientras se restregaba contra la palma que se colocaba en su mejilla.
– Y tan solo tuyo. — Soltó, intentando sonar seguro para no espantar a Keisuke.
– ¿M... Mío? — La pregunta lo hizo temblar, como si tuviera que arrepentirse de sus palabras.
No puedo negar, mucho menos hablar, el cuerpo del más alto lo cubrió por completo antes de que sus labios fueran tomados ferozmente; haciendo que un pequeño suspiro de placer fuera retenido entre el contacto.
El beso era demandante, controlador y sobre todo rudo pero había solo algo pequeño que lo hizo feliz en el instante.
– Mío. — Mitad gruñido, mitad afirmación fue lo único que pudo palpar en la palabra — Solo mío.
Asintió, o intento hacerlo mientras sus labios eran devorados con tantos entusiasmo que dolían; no podía evitar sentirse tan jodidamente bien que quería llorar.
– Mi Chifuyu. — Escuchó sobre sus jadeos bruscos en busca de oxígeno, sonriendo tontamente con las mejillas empapadas en sonrojó y la mente llena de felicidad.
– Tuyo, solo Tuyo. — Admitió liberando la necesidad de pertenecerle a alguien, de ser suyo.
Ver a Keisuke Baji sonreír mientras le repetía la palabra mío debía catalogarse como su momento favorito, como la vez dónde se sintió aceptado y completo mientras su corazón se juntaba después de ser roto.
Los fuertes gritos en la puerta de su departamento rompieron su momento meloso, escuchando desesperación y golpes que en cualquier momento tumbarian la puerta.
Tembló.
Conocía perfectamente los gritos ahogados de Hinata pidiendo auxilió al igual que un Takemichi enojado junto a Kisaki, sus manos empezaron a sudar mientras su respiración empezaba a ser errática.
¿Por qué?
Mierda, no había hablado con ellos de Baji porque sabía su reacción; los conocía perfectamente.
Takemichi se pondría como loco, llamaría a su psiquiatra para que lo hiciera entrar en razón de forma calmada mientras Kisaki le recordaba que tanto le había costado salir de la dependencia hacía las personas.
No, no, no.
– Eres mío. — Sonó más como advertencia que con gusto el par de palabras, haciéndolo estremecer por la forma tan jodidamente perfecta que sonaba.
– Baji-san, es complicado ellos, yo...
– Chifuyu, dijiste que eras mío. — Asintió, quedándose solo en la cama mientras su ¿Novio? ¿Pareja? ¿Estabilidad? Se vestía tranquilamente sin verlo— Y soy muy cuidadoso con mis cosas, no voy a permitir que alguien llegue y te ponga de esa manera.
– Yo...
– Mete toda la ropa que necesites en una mochila, no me importa tener que regresar después. — Grandes iris azules se extendieron al escuchar la órden— Está semana nos quedaremos en mi departamento.
– Baji-san, está ¿Esta seguro? No quiero ser una carga. — Una carga como lo fue para Takemichi y Kisaki después del intento de suicidio.
– Chifuyu. — Amenaza palpando en su nombre fue lo único que pudo contactarse automáticamente con su temor.
Una pequeña señal roja empezó a sonar en su cabeza mientras aquella voz que era la razón le decía que Baji era más peligroso enojado que Takemichi y Kisaki, que por alguna extraña razón debía complacer a Keisuke mucho antes de que se enojara.
Se paró rápidamente de la cama acercándose al clóset blanco, tomando los primeros pantalones de chándal blancos que tenía a la mano y una simple playera rosa palo que le gustaba, la sudadera del mismo contraste del pantalón fue puesta rápidamente y la mochila que utilizaba para sus salidas fue llenada con lo que necesitaría.
Mierda, escuchar la fuerte respiración de Keisuke esperándolo solo lo ponía más nervioso, queriendo llorar porque una parte de él repetía sin parar que la había cagado.
Takemichi Hanagaki era su otra mitad, su soulmate, sin duda alguna el — ahora — rubio era el complemento de su vida; pero Takemichi ya tenía suficiente con Hinata, él no podía depender siempre de que Hanagaki lo cuidara.
Mientras que Kisaki era su amigo de la infancia, su compañero de locuras y risas; era sin duda un amor de hermanos que no podía evitar tener pero, algo en su mente aún le decía que Aki era mejor y por eso Shuji lo había elegido.
Ambos hombres de sus vidas, tenían a alguien a cuidar y ahora en ese momento donde veía de reojo al chico que vino a ponerle la vida de cabeza le molestaba la actitud de sus amigos.
Ya no era el mismo niño llorón que tomo un bote de pastillas después de descubrir a su madre siendo infiel, queriendo dejar de existir y dejando de ser una carga para todos.
Pero ahora no, solo quería dejarse llevar y no le importaba que le dejaría Keisuke porque en esos momentos quería recibir todo de él.
Baji era su nueva droga, de la única que queria probar y de lo único que se iba a permitir intoxicarse, si iba a terminar hundido no le molestaría que fuera gracias al mayor.
Santo infierno.
Debía parar con esa necesidad que tenía, ¿Cómo se lo explicaría a Baji?
Necesitaba ser aceptado, todas sus decisiones corrían en torno de la aceptación y adoración que reflejaban los grandes ojos achocolatados de Keisuke, quería ser amado sin medida, destruido por la misma persona para ser reconstruido cuántas veces fuera necesaria.
El agarré fuerte en su muñeca lo hizo entender que ya era hora, se pondría los converse blancos que siempre dejaba en la puerta para irse con Keisuke.
Sus manos torpes y pensamientos revueltos le hicieron la tarea difícil y apesar de saber que Baji estaba enojado, verlo amarrarle las agujetas y extender su mano para ayudarlo a levantarse lo hicieron feliz.
Feliz, endemoniadamente feliz.
– Maldito hijo de puta. — La bofetada proporcionada inmediatamente por la única mujer de los Tachibana al abrir la puerta lo hizo arquear una ceja, debatiendo dentro de si en decir algo.
– Lamentablemente lo sé. — Keisuke respondió con la mandíbula apretada y su mano aún tomándolo con más fuerza — Y no es como tu madre vista Santos, Hinata.
El jadeo sorprendido que salió de sus labios debió ser lo que hizo que todos se detuvieran y lo vieran, teniendo atención no deseada en cada una de sus facciones.
– Aléjate Baji, Chifuyu está con nosotros. — Sonrió con soberbia Kisaki al extenderle la mano para que la tomara — Es nuestro amigo, Fuyu está a nuestro cuidado.
La carcajada sin gracia tan natural que salió de los labios que se encargaban de besarlo cada vez que podía detuvo todo lo que estaba pasando, miradas desconfiadas y aire retenido era de lo poco que observaba.
– Chifuyu es mío. — Soltó, directo y sin espacios para poner peros Keisuke tomando su mano— Él me lo dijo, me pertenece.
Satisfacción fue lo único que pudo ver reflejado en la cara de Baji antes de pasar entre sus amigos, dejándose llevar con rapidez hacia la motocicleta que su nueva droga siempre utilizaba.
En el momento que arranco la motocicleta pudo escuchar los gritos de los demás y por un segundo la voz que se había apagado al dejar de tomar todos sus medicamentos volvió.
Estaba saliendo del cuidado de Takemichi y Kisaki por alguien que había conocido hace menos de un mes.
Había tomado la decisión de volver a depender emocionalmente de alguien.
Y por muy bien que se sintiera en ese momento, el dolor palpable en su muñeca lo hizo temblar porque próximamente quedaría un moretón ahí.
Maldita sea.
Algo le decía que el solo había abierto la puerta en la jaula de oro de Keisuke...
𝕹𝖔𝖙𝖆𝖘.
𝓗𝓲𝓷𝓪𝓽𝓪 𝓣𝓪𝓬𝓱𝓲𝓫𝓪𝓷𝓪.
Nació el veintiuno de Mayo de los años dos mil, siendo la única mujer de toda la familia Tachibana.
Su estatus familiar es bien acomodado, por lo cual, toda su educación se dio en escuelas privadas de Japón donde conoció a Kisaki Tetta a la edad de seis años, convirtiéndose en el único amigo que conservaba de todos esos lugares.
Sus padres, Tomoha Tachibana y Akira Tachibana tomaron la decisión de que se fuera de su casa cuando se enteraron de la violación, quedando completamente al cuidado de su actual novio Takemichi Hanagaki.
Con el único que sigue manteniendo contacto, es con su hermano menor Naoto Tachibana saliendo un par de veces al mes para comer o mantenerse al tanto de su vida.
Su diagnóstico médico es totalmente desconocido, debido, a qué antes de tratarse con especialistas cayó en las adicciones.
Actualmente es ayudante en administración de Kononoi Hajime, amiga cercana de Seishu Inui y mejor amiga de Senju Akashi.
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Hola, hola personitas ❤️.
¿Cómo han estado?
Yo realmente muerta, pero eso es lo de menos porque quiero aclarar muchas cosas.
De aquí nadie es el malo, puede que todos tengan acciones nada favorables pero cada uno tiene un motivó (claro unos más fuertes que los anteriores).
Segundo, son personajes de un anime los cuales yo estoy utilizando para crear una historia la cual está tratando varios temas serios, no es agradable ver comentarios o recibir DM acerca de que soy una enferma por eso.
Tercera, les agradezco a todos su apoyo en serio cada vez me inspira más a escribir pero por mala suerte mi tiempo en estos momentos es más limitado :(.
Teorías, comentarios, sugerencias ——>
Nos vemos en la siguiente actualización 😘.
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