"Al final del invierno te conocí,
quien se convirtió en mi primavera.

Para mi es una cosa tan milagrosa.

Desde que llegaste aquí
los inviernos ya no son fríos
como solían ser.

Porque te tengo,
quien está mirándome."

– Got7.

꧁ ☕︎ ꧂

Recuerdo que de pequeño mis padres solían contarme muchos cuentos.

Nos reuníamos con mi hermano en la sala junto a la chimenea y ellos contaban sus historias, a veces las recreaban para nosotros actuando todos los personajes, a veces usaban sombras para contar sus cuentos y otras solo nos arrullaban con el sonido de sus tranquilas voces danzando junto al fuego cálido.

Lo mejor de todo venía en diciembre porque había tazas de chocolate caliente con malvaviscos casi todas las noches y los cuentos siempre parecían tan mágicos y extraordinarios. Casi podía sentir la magia entre mis dedos y los cascabeles de Santa en mis oídos. Era sin dudas el mes más esperado por mi pequeño ser.

Se podría decir que tuve una buena infancia, me la pasaba jugando y riendo a pesar de siempre haber sido alguien un poco reservado y tímido, no tengo muchos recuerdos malos de mi niñez y debo agradecer eso.

Sin embargo mi adolescencia ya no fue tan brillante y divertida. Comencé a crecer y debedio a ello también comencé a darme cuenta de ciertas cosas que en la niñez ignoré por estar tan encerrado en mi burbuja alegre y fantasiosa. La primera cosa que noté es que mis padres no encajaban precisamente con la forma en la que los padres deberían actuar, ellos no eran malos sin embargo su forma de vivir era...diferente. Sus almas quizás eran muy libres para un mundo tan cerrado, se la pasaban queriendo comerse al mundo viviendo la vida hasta el máximo y tal vez por ello se les olvidó que parte de su mundo era criar a dos pequeños niños tontos que no sabían nada del exterior.


Mi padre era compositor, iba de gira en gira con nuevos grupos que intentaba explotar sin mucho éxito pero al menos lograba siempre que fuesen un poco reconocidos. Él amaba la música, a veces me pregunto si la amaba incluso más que a sus hijos.

Mi madre por otro lado no tenía un trabajo fijo, ella solía decirme que simplemente se dejaba llevar hacia donde el viento la llevase aunque casi siempre terminaba en trabajos con mala paga y agotadores. No entendía su modo de ver la vida y quizás aún me cuesta entender porqué prefirió aquello a algo estable, pero al menos ahora sé que ella al final de todo encontraba estabilidad en ese desequilibrio.

Repito, ellos no son malas personas y después de todo sabía y sé que nos aman, solo que quizás son unas buenas personas pero no unos buenos padres, no del todo. Mi adolescencia se resume en peleas constantes de ambos por la falta de dinero, en soledad y problemas hormonales, tampoco era fácil tener que cuidar a mi hermano menor. Debido a los trabajos de mis padres los horarios eran muy irregulares así que a veces estaban y a veces no, pero incluso cuando se encontraban en casa yo era quien tenía que asegurarse que mi hermano no quemara la casa si iba a la cocina o que hiciera los deberes o hacerle el desayuno o responder sus dudas existenciales de un niño de 7 años o regañarlo cuando hacía algo malo,  incluso felicitarlo cuando tenía un logro.

Tuve que crecer un poco rápido por unos padres que aún no terminaban de crecer ellos mismos.

Poco a poco los años se volvían cada vez más monótonos y esa magia que antes se respiraba en el ambiente se fue apagando con el tiempo. Incluso diciembre comenzó a ser un mes más del montón en lugar de ser la época que más ansiaba mi corazón.

Como escapatoria de la realidad tan gris que a veces me asfixiaba opte por los libros, quizás porque mis padres me llenaron de tantos cuentos fantásticos que ahora solo podía vivir en ellos o simplemente encontraba un lugar seguro entre letras y páginas viejas. Siempre que podía me escapaba hacia la biblioteca pública, podía pasar horas ahí encerrado en mi burbuja de palabras y escenarios ajenos perdiendome entre estántes, polvo y sueños.

Incluso ahora, estando sentado en una de las viejas mesas de madera apartado del resto con un libro en mis manos y otros dos encima de la misma por si acaso me terminaba este. Hoy era 24 de diciembre en la mañana y como muchos otros días estaba nuevamente en la biblioteca con la diferencia de que hoy no estaba triste.

–¡Soobin! —escuché una voz que resonó en las paredes provocando que varios "¡ssh!" le siguieran y yo levantase la cabeza interrumpiendo mi ensueño topándome con la imagen de mi mejor amiga caminando hacia mi mientras se disculpaba con el resto— Te estuve buscando por todas partes. —renegó cuando logró llegar al frente mío.

–Hola para ti también Ryujin. —puse un separador entre las hojas del libro sabiendo que ahora no podría continuar con mi lectura— ¿Por qué no empezaste por aquí?, sabes que realmente es el único lugar al que me iría.

–Llamé a tu casa porque tú no contestabas mis llamadas, te he dicho que al menos dejes en vibrador tu teléfono. ¿Qué pasa si es una emergencia y tú no contestas? —tomó asiento en la silla frente mío sacándose los guantes y bufanda de encima— Como sea, me contestó tu hermano y me dijo que quizás estabas en la facultad.

—solté una ligera risa burlón— ¿Y por qué le creíste?, sabes que a Gyu le encanta hacerte bromas.

–Sonaba convincente. —se excusó molesta recargándose en el respaldo de la silla hacieneo que ésta crujiera un poco, luego posó sus ojos en mí con una mirada un poco expectante.

Tuvimos un momento extraño de silencio donde sus ojos estaban fijos en mi rostro y pareciese que estuviera esperando a que yo hiciera o dijera algo, sin embargo no sabía que quería realmente de mí así que le sostuve la mirada esperando a que ella misma me dijera de una vez por todas qué hacía aquí y porqué me miraba así.

No pasó mucho tiempo para que eso sucediera.

–¿Y bien? —dijo al fin con sus brazos cruzados y moviendo inquieta su pierna bajo la mesa. Supongo que esperaba una explicación de algo, algo que no tenía ni idea que debía explicarle.

–¿Y bien, qué? —pregunté en cambio.

Ella entonces resopló volteando sus ojos, parecía un toro enojado, casi podía ver humo salir por sus fosas nasales y cuernos crecerle en su frente. ¿Era acaso un toro real o era el diablo mismo?

–No me jodas Soobin. —soltó rodando los ojos pir segunda vez— ¿Se puede saber qué haces en la maldita biblioteca en víspera de navidad?

Ah, ahí estaba. El pequeño detalle.

Ryujin nunca entendió mi casi obsesión por los libros, no es como si ella fuese ignorante o una anti-libros pero tampoco se pudiese decir que era una fan de ellos. Tampoco entendía porque prefería pasar la mayor parte de mi tiempo en la biblioteca que ir a cualquier otro lado del mundo, o en este caso de la ciudad. Y, por supuesto, no le cabía en la cabeza que al único lugar que me gustaría estar en navidad fuese uno lleno de libros viejos, nuevos, usados, remendados o polvorientos, porque se supone que ese día la pasabas con tu familia haciendo...lo que fuese lo normal de una familia en navidad.

Pero ahí estaba el detalle, yo no tenía familia con quien pasar navidad y mucho menos una "normal".

–Bueno... —me animé a contestar al fin después de suspirar y recargarme en la mesa— Supongo que a hacer una carne asada por aquí, o a echarme una ciesta, no sé. ¿Qué te parece que hago tonta?

El ceño de ella se frunció incluso más de lo que ya estaba, si es que eso era posible; y dejó salir una mueca indignada para luego poner sus manos en sus caderas y sentarse recto en la silla, haciendo que volviese a chirriar.

–¡Este no es lugar para estar en navidad! —alzó un poco su voz— Te dije que podías ir a mi casa, mamá incluso preguntó a qué horas llegarías.

–Oye, yo nunca acepté ir tú fuiste quien decidió que iba a pasar este día en tu casa y lo peor es que ni siquiera pudiste decirmelo antes. —esta vez fui yo quien cruzó sus brazos molesto y quizás un poco irritado.

–Pero si te dije con tiempo.

–Un día de anticipación no es avisar con tiempo.

–Binnie por dios, deberías al menos estar en tu casa. No sé, al menos pasar la noche con Beomgyu, ¿se te olvida acaso que tienes hermano?

—apoyé un brazo en uno de los brazos de la silla, apoyando también mi mejilla en la palma de mi mano— Yo no, pero él si. Pasará navidad en casa de su novio y también me lo dijo a penas ayer. —volteé mi rostro posando así mi mirada en la gran ventana a mi izquierda, logrando ver entonces algunos rayos de sol que se asomaban a penas— ¿Qué les cuesta a ambos avisar al menos dos días antes?, uno también tiene planes que hacer ¿sabías?

Ambos nos quedamos en silencio por un momento, ahora ella había suavizado su expresión y noté que su enojo había quedado en segundo plano. Arrastró su mano por la mesa hasta posarla en el libro frente mío al no poder alcanzarme a mi para luego sonreírme, ella sabía que le miraba por el rabillo del ojo.

–Lo siento, ¿si? —se disculpó intentando hacer que la mirase nuevamente— Es solo que...no me gusta la idea que estés solo aquí, nunca me ha gustado y mucho menos en navidad.

Dejé salir un suspiro para luego voltear a verla. Sabía que era así, sabía que ella se preocupaba y que siempre intentó alejar mi tristeza, protegerme del mundo que tanto me desinteresaba y a la vez me aterraba, también sabía que ella no podía entender el porque de mi fascinación con los libros y sus historias, que le preocupara que pasase más tiempo en mi imaginación que el mundo real.

Y yo entendía su preocupación, entendía que no era realmente algo bueno escapar tanto de la realidad y pasar la mayor parte del tiempo en mi cabeza ignorando todo. Vaya que lo entendía, sin embargo ¿qué más podía hacer si no me llamaba la atención la vida externa?

–Lo sé. —le dije al final— Pero descuida, yo estoy bien.

–Soobin, no puedes encerrarte todo el tiempo aquí. —se acercó a mí parándose de su silla para poder alcanzarme y colocó su dedo íncide justo en medio de mi frente— La imaginación excesiva no te llevará a ningún lado. Además, habemos personas que quieren tener a un Soobin con los pies sobre la tierra al menos por un rato ¿sabes?. Pasar tiempo juntos.

—exhalé un poco de mi aliento para luego sonreírle comprensivamente— Perdón, es solo que...todas estas historias son tan grandiosas. No puedo evitar leer una y otra y otra, es como si pudiera estar ahí y es un sentimiento tan...lleno.

–Pero no son tu vida Soobin, no son tu realidad. Ese tipo de mágia no existe aquí. —tomó mi mano y la apretó ligeramente— Y tú no estás ahí, estás aquí.

Mordí mi labio un poco fuerte tanto que temí por un segundo que podría llegar a sangrarmelo pero eso no evitó que siguiera mordisqueandolo. Luego lo solté y apreté mis labios en una mueca, también sabía eso, sabía que yo estaba aquí pero eso no significaba que me gustara esa realidad.

Igualmente, apartando el hecho de que mi hermano me había abandonado en estas fechas y que la biblioteca era como un segundo hogar para mi, esas no eran las razones principales por las que me encontraba en ese lugar en ese momento justo ese día. Bien pude haber ido con Ryujin, realmente no me molestaba tanto que no me haya preguntado pero...tenía algo importa que hacer.

Volví a soltar un suspiro para luego ser yo quien apretara la mano de mi amiga sonriendo hacia ella con ternura.

–Eres la mejor, ¿lo sabías?

–Claro que lo sé, te estabas tardando en aceptarlo.

—froté el dorso de su mano con mi pulgar y le regalé una sonrisa entre agradecida y entre apenada— No podré ir a tu casa esta noche Ryu, tengo...un asunto importante de hecho que no me puedo perder.

–¿Qué sería tan importante que no puedas ir? —preguntó entre molesta e intrigada— ¿Acaso...pasarás la navidad con alguien más?

Solté su mano y sonreí mientras volvía a recostarme en el respaldo de la silla lentamente encongiendo mis hombros y riendo por la insinuación de ella, aunque no estaba realmente equivocada.

–Es un secreto. —dije colocando un dedo en mis labios.

Claro que ella no paró de molestarme por un largo rato, tratando de sacarme información a toda costa porque según ella no podía seguir viviendo con la intriga, aunque en mi parecer ella solo no puede vivir sin chismes.

Después de un tiempo considerablemente largo paró su insistencia sabiendo que aunque hiciera la cosa más insoportable del mundo yo no soltaría palabra. Me había acostumbrado lo suficiente a su lado molesto como para poder ignorarlo sin problema y sin tener ganas de pegarle para que se callase de una vez...o bueno, eso seguía en proceso pero al menos ya podía controlar eso.

Seguimos conversando de otras cosas en su lugar, como qué regalos les daría ella a su familia o ella contándome cómo un tío suyo casi se queda varado en el aeropuerto de camino aquí por una tormenta de nieve o yo intentando resumirle el libro que estaba leyendo en ese momento aunque a ella no parecía interesarle del todo pero se notaba el esfuerzo que hacía para prestarme atención, luego se dieron las 3 de la tarde y ella tuvo que irse.

–Si no llego a tiempo no podré terminar de arreglarme antes de que empiecen a llegar los demás. —decía mientras se volvía a colocar los guantes y bufanda, así como el abrigo que andaba puesto pero se había quitado con el pasar del tiempo aquí— Cualquier cosa sabes que puedes llamarme y vendré por ti, de eso no lo dudes. —me lanzó una mirada deteniendo todo movimiento para que supiera que hablaba en serio, aunque no necesitaba de esa mirada para saberlo.

–Si si si, ya lo sé tonta. Te prometo que te llamaré si me desocupo o algo.

–Bien, si no me mandas aunque sea un mensaje de texto para cuando sean las 12 te visitaré en tus sueños y te atormentaré en ellos. —me amenazó mientras se acercaba a mi y me daba un abrazo muy fuerte causando una contraducción de sus palabras con sus acciones— Feliz navidad Soobin.

—sonreí enternecido, después de todo era mi mejor amiga, apreté un poco más el abrazo cerrando mis ojos sonriente— Feliz navidad Ryujin.

Después de ese largo abrazo ella se volvió a despedir para luego retirarse, volteando a verme cada tres pasos y diciendo adiós con la mano, casi chocando con un estante y algunas personas que iban pasando haciendo que me riera por sus acciones, luego la observé desaparecer por la puerta y yo quedarme completamente solo de nuevo.

Mi sonrisa poco a poco se volvió nostálgica y mi mirada fue cayendo hasta quedarse en la silla que antes había sido usada por mi amiga, tenía una mezcla de sentimientos en ese momento. Por un lado estaba triste, me hubiese gustado ir a la casa de Ryujin y comer de ese delicioso pay que su madre hacía especial para este día, ver películas en la sala con ella y sus primos o salir al patio para sentarnos todos en círculo mientras bebíamos y hablabamos de la vida y de más cosas.

No era la primera vez que me invitaban y realmente siempre me sentí acogido en ese hogar, era quizás mi segundo lugar favorito en el mundo, casi como mi segunda familia.

Pero por otro lado sentía que debía quedarme ahí, no podía irme porque aún me aferraba a la idea de algún día...por fin poder volver a verlo.

24 de diciembre de 2019
Dos años antes.

Mis dedos tocaron la textura del lomo de aquel viejo libro, era de covertura gruesa y rasposa deteriorado por los años. Era quizás la décima vez que pensé en volver a leerlo, no era mi culpa claro estaba es que simplemente esa historia me había fascinado.

Jalé un poco de aquel libro con la intención de sacarlo y llevarlo a la mesa para comenzar a leerlo una vez más, sin embargo algo me lo impidió o mejor dicho alguien.  Mi celular comenzó a vibrar en mi pantalón alarmandome por unos momentos, saqué el aparato con molestia observando en la pantalla el apodo con el que había guardado el contacto de mi hermano.

–¿Qué quieres? —le contesté aún un poco molesto.

¿Esa es forma de saludar a la gente Binnie? —sonó una voz relajada del otro lado de la línea— Creí que mamá y papá te enseñaron a ser más amable.

Solo dime que quieres Gyu. —suspiré paseando mis ojos por el estante que tenía en frente.

Bueno, es precisamente sobre mamá y papá. ¿A ti te dijeron que se iban para Miami o estamos en la misma sintonía?, porque ahorita mismo están en su cuarto con su equipaje arreglandose para irse hoy en la noche.

Pues nunca imaginé que se fuesen para Miami pero supuse que no iban a estar hoy. —me encogí de hombros incluso si él no podía verme en ese momento— Ayer papá estaba muy emocionado y solo lo está cuando habrá una tocada grande.

No me impresiona que papá se vaya a otro lugar, pero ¿mamá? —se escuchó al otro lado de la línea como si estuvieran moviendo telas de un lado a otro— Normalmente está o trabajando o se va donde su amiga esa.

Supongo que papá se acordó que también debe pasar tiempo de calidad con su esposa y se la llevó, o mamá le insistió no sé.

Sería bueno que ambos se acordasen que también deben pasar tiempo de calidad con sus hijos de vez en cuando...

Hubo un pequeño silencio donde ambos nos quedamos mudos, Beomgyu no solía exteriorizar sus sentimientos y mucho menos lo hacía conmigo. A pesar de que teníamos una buena relación y confianza a ambos se nos hacía difícil hablar sobre cómo nos sentimos con respecto al tema "familia". Era extraño porque sabíamos que nuestros padres nos amaban y se preocupaban por nosotros a su manera, pero quizás era por el estilo de vida que ellos habían adoptado que no nos sentíamos como una real familia, era un sentimiento extraño.

—suspiré comprensivo, toda la molestia que sentía antes se desvaneció por completo y a pesar de que mi hermano no podía verme le sonreí— Lo sé, pero no te preocupes por ello. Sabes que podemos pasar tiempo tu y yo en cualquier momento, hoy podemos ver alguna de esas tontas películas navideñas que sacaron este año. ¿Qué dices?, puedo hacer chocolate incluso como los viejos tiempos.

—el sonido de tela moviéndose de fondo volvió a sonar y Beomgyu también soltó un suspiro— Soobin, sabes que te quiero y me gusta pasar tiempo contigo claro pero...a veces quisiera a mamá y papá ¿me entiendes?

Mi sonrisa se borró de a poco, una pequeña punzada se sintió en mi corazón al procesar las palabras de mi hermano. Sabía que intentó decirlo de la mejor manera posible para no lastimarme, pero al final cualquier palabra o frase que usase iban a clavarme el alfiler: yo no era su padre y mucho menos su madre.

Lo cuidé desde que tuve uso de razón y aún a día de hoy aunque él ya esté grande y sepa cuidarse solo sigo teniendo ese instinto, supongo que después de tantos años intentado ser lo que él necesitaba de unos padres un poco ausentes y descuidados terminé por identificarme como su firgura tanto paterna como materna, pero aún así sabía que yo no lo era. A pesar de haberlo casi criado yo él necesitaba algo más que un hermano mayor intentando ser toda su familia y eso...dolía.

–Si, claro que entiendo. —contesté rápidamente para evitar que se diera cuenta que eso me había afectado más de lo que debería— Yo también los necesito de vez en cuando, pero supongo que no podemos hacer nada...—guardé silencio por unos minutos hasta que se me ocurrió algo, quizás un poco precipitado— Dices que están en su cuarto ahora mismo, ¿no?

Si, arreglan las maletas.

¿Por qué no les preguntas si puedes ir con ellos?

¿Qué?, ¿por qué debería de?.

Hace unos momentos te estabas quejando de no pasar tiempo con ellos, es tu oportunidad.

Es una tontería Soobin, además ya debieron comprar sus estúpidos voletos.

Quien sabe, quizás haya un milagro de navidad y puedan comprarte un voleto también.

Que gracioso. —se escuchó más sonidos de tela al otro lado de la línea.

–No estaba bromeando. —digo apoyandome en el estante que tenía detrás— ¿Qué tanto haces?, parece como si estuvieraa pasando un trapo por la bocina.

Empaco yo también, decidí irme con Taehyun hasta mañana.

Y un nuevo silencio.

Tuvo que procesar por un momento sus palabras para comprender la respuesta y cuando caí en cuenta de lo que había dicho mi ceño se frunció. ¿Se iba así, sin más con su novio dejándome solo?, y encima parecía como si realmente no le improtaba ese echo provocando que esas palabras nuevamente me afecten más de lo que debería aunque yo sabía esa no era su intención al fin y al cabo igualmente una pequeña llama de enojo se prendió dentro mío, claro estaba que no me iba a quedar callado.

–¿Cómo que te irás?, ¿en qué momento me preguntaste o dijiste que te irías?

Oye no pienso quedarme en esta casa toda deprimente solo.

¿Soy un mueble a caso?, ¿me vas a dejar solo a mi entonces y tú te irás con tu novio?

Tu siempre puedes ir a casa de Ryujin, tampoco es como si fuera la primera vez que pasas navidad con su familia ¿cuál es la diferencia ahora?

Y había una, una muy grande que mi hermano no tomaba en cuenta. Quizás esa navidad, solo por esa navidad, quería pasarla con mi familia como antes, sólo quizás; y quizás, sólo quizás, me había ilusionado un poco con esta noche y ahora todo se caía en picada.

–Haz lo que quieras Beomgyu. No llegues muy tarde mañana a casa y no olvides llevar tus llaves.

Y sin dejarlo decir algo más colgué la llamada cansado de esa hiriente conversación, últimamente muchas conversaciones eran hirientes y a veces simplememte no creía poder seguir hablando o seguir escuchandolas.

Miré el estante que ya hacía frente mío y mis ganas de leer aquel libro simplemente había desaparecido por lo que resignado me dirigí a la sección de cuentos para tener una lectura ligera y poder despejar mi mente un rato aunque seguramente terminase viendo fijamemte la primera página del libro mientras pienso en mil cosas a la vez.

Al llegar a la sección comencé a ojear los títulos de los libros pero en ese momento nada podía llamar mi atención, mi dedo se posó en el lomo de uno de los libros e iba pasando de uno en uno a medida yo iba caminando. Eran quizás las 5 de la tarde, ya estaba oscureciendo a fuera y en dos horas la librería cerraría eso significaba que yo debía salir de ahí y volver a casa...solo.

Beomgyu tenía razón, podría ir con Ryujin y su familia pero no estaba de ánimos como para estar en un ambiente familiar que al fin y al cabo no era mío, terminaría por deprimirme mucho más de lo que seguramente iré a hacer cuando llegue a casa y me reciba un silencio sepulcrar. Tampoco era como si quisiera volver a casa, no así, pero no tenía a dónde más ir y vagar por las calles no era una buena opción.

Frustrado alcé mi mano, que estuve todo este tiempo paseando con mi dedo por los libros, volviendola puño y golpee un poco fuerte el estante de madera provocando un sonido sordo, al menos no había nadie al rededor como para venir a regañarme o verme en ese estado. Quizás estaba sobrereaccionando, quizás estaba haciendo un drama innecesario y absurdo, pero realmente no me importaba en esos momentos, me sentía dolido y todo parecía simplemente deprimente en ese momento.

En medio de ese enojo y una mente acelerada, por alguna razón, mis ojos se enfocaron en un libro en particular que estaba en el estánte más bajo de todos. Por alguna extraña razón me había llamado mucho la atención haciendo que todos los sentimientos negativos que tuve hace a penas unos segundos quedaran por unos momentos en segundo plano por lo que me agaché quedandome de rodillas y saqué el libro, parecía uno muy viejo con tapa gruesa y descuidada, el título de éste ponía "El viajero en el tiempo" y de autor sólo habían unas iniciales que rezaban "C.Y" en letras doradas y sobresalientes.

Toqué la covertura con delicadeza, casi estudiando con la yema de mis dedos cada realce, hueco y textura. Era de color azul marino viejo y no tenía nada mas que su título pero seguía llamando mi atención como si fuera la cosa más interesante del mundo. Al abrirlo unas páginas amarillentas me recibieron y el olor a guardado golpeó mi naríz satisfactoriamente, el mismo título pero ésta vez en negro se presentó, pasé la página y ésta vez en letras más cursivas y pequeñas alineadas a la izquierda había una dedicatoria.

"𝑃𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑞𝑢𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑒𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜 𝑦 𝑎𝑞𝑢𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑛 𝑎 𝑝𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑙𝑜.
𝐸𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑏𝑎𝑟𝑟𝑒𝑟𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠."

No entendí muy bien a qué se referían esas palabras y por más que intenté darle un significado solo logré la conclusión de que el autor estaba deseando suerte a las personas o algo por el estilo. Repasé todas las páginas rápidamente logrando visualizar varias fotos entre ellas y algunas cosas incluso que parecían plastificadas, al volver a la hoja con la dedicatoria y pasar a la siguiente donde una introducción del libro comenzaba comprendí que ese libro se trataba de uno de "recuerdos" es decir que ahí se encontraban varias cartas, fotos, entre otras cosas que habían sido encontradas muchos años atrás pero cuando estuve a punto de pasar la página para seguir leyendo y descubrir de que año era un ruido fuerte y sordo me asustó provocando que casi dejara caer el libro de mis manos, parecía que el sonido provenía del otro lado del estante por lo que curioso y aún un poco afectado por el susto dejé en libro en su lugar rápidamente y luego me asomé por la izquierda encontrando a un chico tirado en el suelo con varios libros encima.

–¡Oh cielos!, ¿estás bien? —me acerqué rápidamente, el chico se sostuvo la cabeza intentando levantarse— Dejame ayudarte, pueda que te hayas golpeado la cabeza. Con cuidado.

Tomé su brazo e intenté ayudarlo a parase mientras él se sostenía del estánte intentando lograr equilibrio. Soltó algumos quejidos de dolor mientras se apoyaba en el mueble, yo lo observé por unos segundos aún paniqueado, intentando divisar si tenía alguna herida visible o alguna lesión. Parecía estar bien a simple vista, al menos físicamente, pero se notaba mareado.

–¿Te encuentras bien?, ¿qué te pasó?

No respondió, en su lugar me volteó a ver y al posar sus ojos en mi estos se abrieron de par en par para luego bajar su mirada por todo mi cuerpo y volver a subirla haciendo que me sintiera un poco incómodo.

–¿P-podría decirme q-qué año es este? —preguntó tartamudo.

–¿Año?, ¿te pegaste muy fuerte la cabeza?, ¿quieres que llame a emergencias?

Él sacudió su cabeza desesperado e intentó ponerse derecho, sin embargo pareció haberse realmente mareado por lo que volvió a desfallecer esta vez apoyándose en mí o mejor dicho dejando casi todo su cuerpo caer encima mío.

–Hey, hey tranquilo. Ven, vamos a sentarnos ¿de acuerdo?

Lo ayudé a caminar hasta la mesa más cercana donde se sentó en la silla y sostuvo su cabeza en sus manos, supuse que intentaba poder calmarse o en sí porque su cabeza seguramente le estaba dando vueltas.

Me inqué a su lado y cuidadosamente comencé a revisarle la cabeza para verificar si no tenía alguna herida abierta y estuviese sangrando, no es como si fuera un doctor o mucho menos supiera de medicina como tal pero cuidar de tu hermano menor como si fuera tu propio hijo me dieron experiencia para poder tratar cosas leves como raspones, golpes, cortadas, enfermedades comunes, entre otras cosas que un niño energético y travieso puede hacerte pasar.

Sin embargo no pude hacer mucho puesto que el chico cuando pudo volver a sus cabales me apartó desesperado y asustado a la vez, lanzándome una mirada que detonaba desconfianza. Suspiré y me volví a acercar, esta vez sin tocarle, y le miré con toda la paciencia del mundo.

–Tranquilo, solo quiero revisar si no te hiciste mucho daño.

—tragó duro, pude notarlo, y aclarando su garganta volvió a hablar— Estoy bien muchas gracias, solo un poco mareado pero es normal...cuando eso pasa es normal, solo necesito unos segundos.

–¿Eso? —pregunté confundido.

–No es nada. —se aclaró la garganta— ¿Podría decirme por favor en qué año estamos?

Le miré desconcertado, su forma de hablar era bastante...elegante, sentía como si alguien real me estuviera dirigiendo la palabra pero eso era absurdo, quizás solo era alguien demasiado educado.

–2019, aunque en unos pocos días estaremos en 2020. ¿No recuerdas?, ¿hay algo más que no recuerdes?

Esta vez quien miró desconcertado a el otro fue él, casi me miraba como si hubiese dicho una atrocidad, como si me hubiese visto haciendo un acto imperdonable o me huviese salido un tercer ojo. Volvió a llevar sus manos a su cabeza sosteniéndola con frustración y comenzó a murmurar para sí mismo cosas que no pude entender en ese momento.

–Oye, oye tranquilizate ¿si? —tomé sus brazos y los aparte haciendo que él me mirase a los ojos— No tienes de qué preocuparte, debes primero calmarte. ¿Quieres que llame a una ambulancia?

–Y-yo, ¿llamar? no, no —sus palabras se trababan entre sí, le vi inhalar profundamente antes de soltar el aire y asentir— No muchas gracias, s-solo necesito un poco de agua y aire fresco.

Asentí aunque no sabía muy bien qué hacer, el chico estaba actuando un poco raro y paranoico o quizás solo era alguien muy nervioso por naturaleza aún así mi cabeza seguía pensando que era mucho mejor llamar a una ambulancia ya que éste no parecía estar realmente bien. Pero decidí tranquilizarme yo también para poder pensar las cosas con la cabeza fría.

Observé la entrada de la biblioteca donde había un área de comida, que en realidad era una cafetería apartada por lo que consideré mejor llevarlo hacia ahí para poder comprar su agua.

–Ven, iremos por tu agua.

Lo ayudé nuevamente a pararse, él seguía medio en su mundo hablando consigo mismo a la vez que parecía estar a lerta. Se removía entre mis brazos un poco inquieto pero no lo suficiente como para ser molesto así que incoscientemente comencé a sobarle la espalda para que se calmara, acto que pareció funcionar a los pocos pasos que nos quedaban de la cafetería.

No había realmente mucha gente y era obvio, estar en la biblioteca en este día no era algo común...no para todos. Lo senté en una de las sillas de madera y le abaniqué el rostro con mis manos tratando de que se sintiera un poco mejor.

–Iré a comprar tu agua, ¿no quieres algo más?. Creo que algo dulce te vendría bien, parece que necesitas recompensar un poco de azúcar.

–No se tome la molestia por favor. —habló ya un poco más tranquilo pero aún con la cara pálida— Puedo ir a conseguirme mi agua, no tiene porqué hacer eso.

–Oh no es molestia en serio, quédate aquí ¿si?, ya vuelvo.

Me alejé y troté hasta la caja registradora donde me atendió un chico muy amable aunque se notaba cansado, supongo que estaba ansioso por volver a su hogar con su familia y a penas faltaba una hora y media para que la biblioteca cerrase, o al menos eso noté en mi reloj cuando estuve esperando por el pedido.

Me entregaron una botella de agua y una porción de pastel de chocolate, pagué con mi tarjeta y después de agradecer al chico volví con el extraño de cabellos negros, aunque ahora que lo veía bien al ir caminando hacia él sus ropas eran un tanto...peculiares.

De hecho, en ese momento que pude analizarlo un poco mejor me di cuenta que parecía sacado de una película vieja con sus ropas a la moda antigua, como de los años 20's quizás, incluso andaba un gorro gris que se había quitado y dejado en la mesa mientras revolvía sus cabellos negros brillantes. Todo él gritaba "antiguo", incluso su forma de dirigirse a mi. Sacudí un poco mi cabeza, quizás simplememte era un chico extravagente que le gustaba la moda de antaño y no había nada de malo en ello.

Ya llegando a la mesa coloqué la bandeja en ésta asustandolo y haciendo que se sobresaltase un poco ya que él se había dedicado a observar los alrededores detenidamente sin prestarme mucha atención, como si estuviera buscando algo o quisisera entender una cosa.

–Oh no tenía porque, no tengo como pagarle. —sus ojos se volvieron un poco desesperados y tristes hacia mí provocando que algo en mi interior se removiera un poco.

–No es necesario, consideralo como un regalo de navidad de mi parte.

–Así que si es navidad... —habló por lo bajo pero aún así logré escucharlo.

–¿Estás seguro que todo está bien?, pareces muy perdido. Dime, ¿recuerdas algo, recuerdas como te caíste?

–Si, está todo bien no debe preocuparse. —se apresuró a decir tomando la botella de agua pero deteniendo sus acciones de inmediato cuando sus ojos se posaron en ella y la observó detenidamente— Que curiosas son las botellas aquí. —dijo para luego intentar abrirla pero fallando en el intento.

Estuvo intentando abrir esa botella por un par de segundos más hasta que yo me harté y se la quité intentando no ser brusco, un poco divertido también, para abrirsela yo mismo. Él me observó con fascinación y luego a la botella ya abierta que le extendía.

–Curioso. —volvió a decir antes de agarrar la botella y tomar de ella.

Me senté en la otra silla y le observé un poco más mientras él seguía tomando agua y a la vez inspeccionando la botella como si fuera la cosa más interesante del mundo, aunque claro quizás yo me veía igual que él al observarlo por tanto tiempo. Realmente parecía la persona más interesante del mundo en ese momento.

Sus facciones eran realmente delicadas aunque ahora que lo veía más de cerca me di cuenta que había un poco de suciedad en su rostro, principalmente en su frente como si se hubiese pasado su mano sucia incoscientemente. Sin embargo debía admitir que el chico era bastante atractivo, sus labios eran prominentes y rosados aunque un poco secos, sus ojos cafés curiosos pero a la vez asustados sentía que contenían mil y un secretos y por alguna razón sentí la necesidad de saberlos todos.

Todo de él era tan...extraño, extravagante y antiguo, casi podía sentir ese toque hogareño de mis abuelos lo cual lo hacía irónico, el chico no parecía ser mucho mayor que yo.

–¿Cuál es tu nombre? —me animé a preguntar.

Se volvió a sobresaltar aunque esta vez intentó disimularlo un poco haciendo como si hubiese tosido, realmente era alguien nervioso. Aclaró su garganta una vez más y miró su alrededor demostrando ese nerviosismo esta vez, ya no parecía alterado como antes y su sudor por la anguastia ya no estaba, sin embargo aún parecía muy inquieto.

–Yo le agradezco mucho por ser tan amable pero debo irme. Usted, bueno yo, no, es decir, no debería- —comenzó nuevamente a trabarse con sus palabras y ponerse más nervioso— Es que no debería siquiera estar hablando con usted.

–¿Mmm?, ¿por qué no? —pregunté curioso, apoyando mi mentón en mi puño— No soy mala persona.

–Y estoy seguro que no lo es señor-

–¿Podrías no llamarme señor o no tratarme como si estuvieramos haciendo un negocio?, seguramente tenemos incluso la misma edad. —le interrumpí ya un poco muy incómodo cuando él se refirió a mi de esa forma.

– Yo...lo siento, es mi costumbre.

–Descuida. —suspiré haciéndome para atrás en el asiento y apoyando mi espalda en el respaldo— Debí ser menos grosero, perdón.

—sacudió su cabeza en negación mientras miraba sus manos colocadas en su regazo— Está bien, no hay problema.

Incliné mi cabeza hacia un lado curioso ante la persona sentada en frente mío. Parecía un misterio andante, lleno de insertidumbre y de aquellos secretos ocultos que moría por saber. Era una caja de sorpresas y yo de verdad deseaba abrirla.

–Soy Soobin. —me presenté esta vez yo— Choi Soobin, un placer conocerte. —le sonreí esperando que eso le diera un poco más de confianza en decirme quien era, algo, cualquier cosa bastaba.

Tambolireo sus dedos por sobre sus piernas pensante, parecía indeciso probablemente en si contestar mi presentación con una suya o mantenerse callado, o mejor aún salir corriendo y disparado de esta extraña situación. Cualquier cosa podía pasar en ese momento y ese futuro cercano e inesperado se sentía cada vez más atrayente.

–Yeonjun, mi nombre es Yeonjun.

Sonreí entonces, casi saboreando au nombre en mis labios al intentar pronunciarlo pero sin salir ni un sonido entonces desistí de hacerlo y simplemente decidí bromear un poco para liberar algo de la tensión que el pelinegro parecía aún tener atorado en su cuerpo.

–Vaya y yo que creí que te avergonzaba tu nombre y por eso no me lo querías decir. Resultó ser un nombre muy encantador.

Un deje de sonrisa se pintó en aquellos abultados labios pero tan rápido como brilló se apagó dejando otra vez una cara sombría y asustadiza. Desee entonces que siguiera sonriendo un poco más y más amplio.

–¿Me vas a decir qué te pasó para terminar en el suelo con varios libros encima?

Y silencio.

Para este punto sentí que estaba siendo muy entrometido e insistente, no conocía de nada a ese chico y aún así tenía la constante necesidad de seguir hablando con él y saber, ni siquiera entendía que quería saber, quizás quería saber qué le había sucedido o incluso saber todo de él aunque no tuviese sentido.

Probablemente me estaba viendo como un psicópata o una molestia y no lo culparía, pero simplemente necesitaba seguir hablando con ese desconocido.

–Perdona si estoy siendo muy entrometido, no suelo ser tan pregunton ni insistente. —me disculpé rascando mi nuca demostrando mi repentino nerviosismo.

–Descuide, está bien. —levantó su mirada hacia mí e intentó regalarme una sonrisa— Pero yo...realmente debería irme, no puedo estar aquí.

Estuvo a punto de levantarse e irse, a punto de desaparecer y algo en mí se asustó y desesperó, algo en mi despertó alarmado ain saber qué decir o hacer para que se quedara un momento más, aunque fuese solo un momento.

–¿No te comerás el pastel?, sería de mala educación rechazarlo después de que te lo compré.

Detuvo todo movimiento que estuvo a punto se hacer y se quedó quieto en au asiento con la mirada fija en la porción de pastel. Parecía totalmente indeciso y me pregunté entonces si no estaba siendo grosero yo al retenerlo tanto cuando parecía realmente apurado en irse. Quizás quería vovler pronto a su casa, con su familia, quizás tenía una cena importante a la cual asistir pero no podía emprender su marcha por un molesto desconocido, después de todo era navidad.

–Supongo que puedo quedarme un momento más, solo hasta que me termine esa porción.

Y mi propia sonrisa me traicionó al aparecer sin aviso en mi rostro.

Comenzó a comer el pedazo de pastel en silencio mientras yo intentaba no incomodarlo más al no quedarmele viendo fijamente pero era casi imposible, podría decirse que era una belleza única la de aquel chico. Realmente era atractivo, tenía un aura varonil pero a la vez delicada y elgante, no sabía ni siquiera como describirlo ni expresarlo.

Por un momento me atrapé a mi mismo observando sus labios, simplemente se veían muy...besables y ese simple pensamiento hizo que mi cuerpo reaccionara solo pegandome en la frente con la palma de mi mano tratando de apartar aquellos pensamientos raros que comenzaron a surgir. Pero claro, asustando de paso a quien loa comenzaba a provocar.

–¿Está bien? —preguntó cohibido, supongo que no era normal ver a alguien pegarse a si mismo de la nada.

–Si, si lo siento. Solo, recordé algo que había olvidado por tonto eso es todo.

–Oh...¿tiene que irse?

–¿Qué?, no no ya pasó no importa. —negué rápidamente— Solo lo recordé.

Desvié esta vez mi mirada mientras mordía mis propios labios intentado distraerme de ese bochorno tonto. Pero él no parecía querer volver a aquel silencio pesado en el que nos encontrabamos antes.

–¿Puedo preguntarle algo?

–Si, claro.

Lo pareció meditar por unos momentos, sus ojos se movían inquietos por sobre la mesa quizás tratando de encontrar las palabras adecuadas para hablar o meditando si realmente era buena idea preguntarle algo a este extraño insistente como lo era yo en ese momento. Al final solo sacudió su cabeza levemente cerrando sus ojos con un poco de fuerza para luego asentir.

–¿Podría decirme en donde estamos?

Mi cabeza inconscientemente se hizo a un lado como cuando un perro está curioso pero en mi caso fue más por estar consternado que otra cosa. ¿Ni siquiera sabía en donde se encontraba?. Más preguntas sin respuesta alguna, parecía que eso era todo lo que el chico denotaba.

–¿Estás perdido o algo por el estilo de casualidad? —le pregunté en su lugar— Insisto en que ese golpe en tu cabeza de verdad ocasionó algo y deberías ir a revisarte. Llamaré a emergencias.

–No, por favor. No puedo irme de aquí. —suplicó entonces parándose de su silla y juntando sus manos, llamando así la atención del chico que me había atendido antes y algunas personas que se encontraban un poco lejos— Se lo suplico, no llame a nadie yo estoy muy bien.

–Ok ok, tranquilo no llamaré a nadie. —coloqué mis manos en frente suyo para calmarlo y hacer que se volviese a sentar.

Ya sentado sus ojos esta vez no se apartaron de mi dejando nuevamente de lado la porción de pastel, aunque ya estaba por terminarselo y realmente no importaba mucho si se lo comía o no su mirada insistente hizo que mis nervios se pusieran de punta y mi pierna comenzara a moverse inquieta sin parar, era como una extraña guerra de miradas que ninguno parecía querer romper pero estaba seguro que era por razones muy diferentes.

– ¿No va a contestar mi pregunta anterior? —volvió a hablar cortando con su voz el ambiente.

–Ah, si... —intenté despabilarme sacudiendo un poco mi cabello— Estamos en la biblioteca pública de Seoul.

–¿La biblioteca de Seoul...?

Pareció ido por unos momentos mirando un punto fijo para luego posar sus ojos nuevamente en mi y desviarlos observando su alrededor con total fascinación, sus ojos danzando por todas partes y pude jurar que había un deje de nostalgia en ellos derramándose por todo su rostro.

–Ha cambiado...mucho.

No supe a qué se refería quedándome cada vez más confundido con respecto a él, realmente no sabía descifrarlo. Cada palabra que salía de su boca y cada acción era un signo de interrogación más añadido a la lista que ni siquiera sabía que había empezado a crear.

Me aclaré la garganta y crucé mis brazos apoyando mi espalda en el respaldo de la silla antes de volver a hablar.

–¿Te sientes mejor ahora?

–Si, muchas gracias por ser tan amable .—esta vez me dedicó una sonrisa floja pero sincera y solo pude pensar que era la sonrisa más bonita que había visto.

–¿Aún necesitas aire fresco?, podríamos salir fuera de la biblioteca. —sugerí un poco tímido— De todas formas van a cerrarla dentro de una hora más o menos.

Jugueteo con la servilleta en sus manos por un momento, probablemente indeciso ante la invitación que le hice pero al final silenciosamente asintió terminandose lo último del pastel para luego tomar la botella de agua, ponerse nuevamente su gorra, levantarnos y caminar hacia la salida despidiéndome de paso de el bibliotecario que me conocía muy bien, deseandonos feliz navidad antes de salir por las puertas.

Hacía bastante frío, quizás no uno exagerado pero lo suficiente como para darme un escalofrío no más tuve contacto con el aire del exterior. Para ser las 6 de la tarde no habían muchas personaa al rededor y tampoco habían muchos carros circulando por la zona, era tranquilo.

Noté como Yeonjun se había quedado parado en frente de la puerta observando todo, parecía estar en shock por algo que no entendí y preocupado me acerqué a él de inmediato.

–Hey, ¿te encuentras bien?

Volteó a verme confundido pero pareció darse cuenta del porqué de mi pregunta haciendo que sacudiese nuevamente la cabeza en forma de negación.

–Si, yo-...no se preocupe. Solo recordé algo. —dijo utilizando la misna excusa barata que yo había hecho anteriormente.

Lo examine por unos momentos no convencido de su respuesta, quería preguntarle de una buena vez cual era todo ese misticismo loco que se cargaba porque a pesar de que me resultaba atrayente eso de él también me estaba desesperando y no entendía porque, a penas conocía al tipo.

–Eres muy extraño, ¿lo sabías? —le comenté soltando una risa ligera.

–¿Extraño?, ¿en qué sentido?

–No sé, siento que actúas un poco raro y todo tu...ser irradia como una extraña vibra. —hice énfasis en su silueta— Parece incluso como si ocultaras un gran secreto.

Claro que eso lo había dicho bromeando con la intención de hacerlo reír un poco y quizás también dejar un poco esa formalidad rara que él mantenía, sin embargo no más salieron esas palabras de mi boca sus ojos se hicieron más grandes y aquella mirada temerosa que tuvo en un principio volvió a él.

–Eso no, eso es absurdo, ¿un secreto? no. —comenzó a hablar atropellando sus palabras.

–Oye tranquilo, lo decía de broma. —le sonreí intentando calmarlo— Solo estaba jugando.

–Oh...ya veo. Perdone mi actitud, no suelo ser así de ansioso.

–Descuida, ¿hay algo que te tenga tan ansioso?

Calló por unos momentos jugueteando esta vez con sus propios dedos, mirando a todas partes menos a mí. No tuvo que responderme para saber que la respuesta era si, se notaba a leguas esa inquietud.

–Si se lo dijera no me creería. —dijo al final soltando una risa vacía sin gracia alguna.

—parpadee dos veces tratando de analizar sus palabras, luego me encogí de hombros despreocupado— Podrías intentarlo.

Volteó a verme curioso y sorprendido por mi respuesta, supongo que no se esperaba que yo estuviese interesado en lo que dijera o lo que le ocurriese. Después de todo seguíamos siendo unos completos extraños.

Soltó un suspiro antes de caminar hacia las gradas que estaban frente nuestro, creí por unos momentos que se iba a ir así sin más y me dejaría solo con la duda en mi cabeza, pero no fue así. Se sentó en la primera grada tranquilamente y luego volteó a verme otra vez haciendo un gesto con su cabeza indicandome que me acercara y así lo hice.

Me senté a su lado y observé su perfil iluminado por la luz del cielo en su hora azul y las farolas que comenzaban a encenderse, pronto el cielo estaría completamente oscuro.

–¿Qué pasaría si alguien le confesara algo que pareciera irreal? —preguntó de repente rompiendo el silencio.

–¿Irreal en qué sentido?

—se encogió de hombros llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón— Irreal como...como algo sacado de la imaginación. Algo como...no sé, casi mágico.

–Pues realmente no sabría que decir, ahorita mismo no sé que decir tampoco.

—sacudió nuevamente su cabeza en forma de negación y sacó sus manos de los bolsillos para llevarlas a su rostro frustrado— Ni siquiera sé porque le estoy si quiera intentando contar esto maldita sea, es una estupidez. A penas y sé su nombre.

Me quedé viendo un punto fijo por la lejanía pensando en la situación y en las palabras dichas por el chico a mi lado quien se restregaba el rostro con ímpetu supongo que demasiado estresado con toda su situación, podía llegar a entender ese sentimiento.

–Mi nombre es Choi Soobin, aunque eso ya lo sabías. —comencé a hablar, sorpresivamente mi tono de voz se escuchaba muy calmado y suave— Me gusta el chocolate caliente, amo leer en especial libros de ciencia ficción, prefiero el frío antes que el calor porque detesto sudar, no sé nadar y debo admitir que me dan miedo las piscinas por lo hondas que son. —pausé un momento para restregar mis manos intentando darme calor, el frío era cada vez más presente, calándose por mis huesos— Podría decirse que solo tengo una amiga real ya que nunca fui la persona más sociable del mundo y he podido mantener la amistad con ella solo porque ella es muy insistente y al parecer me adoptó, algo así como su mascota no sé. »

« Puedo llegar a tener mal carácter y a veces suelo ser un poco pesado, mi hermano menor me suele decir que debería ser un poco más amable y yo suelo pensar que tiene razón pero nunca hago algo para cambiar mi personalidad. —moví mis hombros para intentar quitarle importancia pero mordí mi labio inferior porque sabía que si la tenía— Detesto sentirme solo pero me encanta estar solo y quizás a raíz de eso estoy hoy en día...solo. —sonreí sin gracia y le voltee a ver un segundo notando que sus ojos estaban puestos en mi mirándome fijamente, cosa que me intimidó un poco y volví mi mirada al frente— Supongo que ahora ya no soy tan desconocido y sabes más cosas de mí.

Paré de hablar y me quedé observando más allá de los árboles que habían en el parque frente a la biblioteca, el cielo ya se había puesto completamente oscuro y solo nos iluminaba la luz de las farolas. El silencio era un poco pesado y casi ensordecedor, podía escuchar esa extraña estática que tus oídos captan cuando hay demasiado silencio y llega a molestar tus tímpanos, también logré escuchar algunos grillos cantando por ahí y algunos carros pasando.

–¿Por qué hace esto? —preguntó entonces, su voz sonando también calmada y suave.

—solté una risilla nerviosa y me encogí de hombros— No lo sé. —voltee a verle nuevamente esta vez sin dejarme intimidar por su profunda mirada— Solo...quiero hacerlo, quiero hablar contigo por alguna razón y quiero seguir escuchándote, quiero escucharte aunque suene como una locura.

Sus ojos parecían analizarme detenidamente, paseando por todo mi cuerpo como juzgando si lo que decía era verdad o quizás solo me estaba burlando. Por supuesto que no lo estaba haciendo pero él no podría saberlo realmente así que esperé pacientemente a que algo ocurriese de su parte ya fuese una confesión, palabras sarcásticas, que dijera que tuviera que irse y esta vez ya no tener ningún protexto para hacer que se quedara un poco más o simplemente más silencio hasta que alguno decidiera que era mejor cambiar el tema o dejarnos ir al fin. Lo que ocurriese primero.

–¿Alguna vez ha creído usted en los viajes en el tiempo?

Y supongo que decidió que era lo suficientemente honesto como para quedarse y hablar.

Actualidad

Después de ello me contó sobre su extraño "poder" de viajar en el tiempo, lo extraño de ello es que sólo podía viajar el 24 de diciembre y era completamente involuntario. Él provenía de 1911 en el tiempo que lo conocí, tenía 20 años en ese entonces y había viajado en el tiempo 13 de esos años o al menos eso era lo que recordaba.

No supo porqué, no supo como comenzó aquello, solo recordaba que la primera vez que viajó tenía 7 años y viajó a 1940, se espantó al ver todo tan diferente y estar en un lugar totalmente desconocido, era a penas un niño que le ocurría algo tan extraordinario...como atemorizante.

Lo más lejano que había viajado era a 1968 por lo que aquella vez se había llenado de terror cuando supo del año en el que se encontraba, todo era aún más diferente que antes, todo había cambiado y él se encontraba tan perdido como la primera vez.

Claramente creí que estaba loco, que me estaba gastando una broma y llegué a enojarme porque yo había intentado ser totalmente sincero con él aunque quizás no le haya contado un secreto tan profundo le había contado cosas que me afectaban, pero cuando vi sus ojos desesperados porque le creyese,  suplicandome con voz casi rota que no me fuera y que le escuchara no pude evitar al menos considerarlo.

Luego hablamos hasta que fueron las 3 de la mañana y nos quedamos dormidos en mi casa aprovechando que no había nadie más que yo pero a las 5:30 de la mañana de un 25 de diciembre algo me despertó. Recuerdo perfectamente esa ocación como si fuese ayer.

Yeonjun comenzó a moverme rápidamente mientras llamaba mi nombre insistente, si no me hubiese golpeado el brazo fuertemente no me hubiese despertado y quizás no me hubiese podido despedir.

"–Soobin, tengo que irme —había dicho cuando le reclamé por el golpe y entonces despabilé dándome cuenta que todo su cuerpo estaba comenzando a brillar y desaparecer poco a poco.

–¿Y-yeonjun?

—él sonrió enternecido y triste—Te dije que soy un viajero del tiempo.

Asombrado me senté correctamente comenzando a entrar un poco en pánico al verlo desvanecerse poco a poco frente a mi, le tomé de las manos y la respiración me comenzó a fallar.

–¿Te vas?, ¿no puedes quedarte?, tienes que quedarte no puedes irte así como así.

Soobin, ya te dije que no lo controlo. No puedo, por más que quiera. —soltó mis manos y sujetó mi cabeza firmemente— Está bien, no pasa nada, no te preocupes.

–Yo...diablos. ¿Por qué siento como si estuviera perdiendo la cosa más valiosa de mi vida? —intenté bromear pero tenía el corazón pesado— Ya nunca volveremos a vernos y-y aunque solo nos conocemos de hoy y-yo...no te vayas, por favor no te vayas.

—suspiró y aclaró su garganta tratando de calmarse a si mismo— Descuida, nunca me olvidaré de ti te lo prometo. Eres un gran chico y me encantó poder haberte conocido. —juntó nuestras frentes a modo de reconfortarme y supongo que a él mismo también— Le agradezco mucho a el universo o lo que fuese que me haya permitido tener este don para poder conocerte. Prometo buscarte, te buscaré no importa qué, promete buscarme Soobin.

–Lo promero, te buscaré lo juro.

—sonrió triste pero con calma en medio de las emociones fuertes— Feliz navidad, Soobin.

Sin darme cuenta pequeñas lágrimas salían de mis ojos y temblaba como desquiciado, pude sentir como él también lo hacía. Era absurdo, a penas nos conocíamos de unas pocas horas pero sentía como si estuviera perdiendo algo que estuvo conmigo toda una vida.

Y en ese momento aquel hombre desapareció poco a poco de entre mis brazos hasta que terminé abrazando a la nada llorando en el sofá de mi sala completamente solo. "

Al siguiente año creí que no volvería a verlo nunca más puesto que él mismo me había dicho que no sabía controlarlo y que raras veces había logrado ir a una fecha próxima a lo que él deseaba, había dado por hecho que nunca más vería al chico de cabellos negros y aura atrayente, que viviría en mis recuerdos y anhelos hasta que muriese.

Por supuesto en diciembre de 2020 no llegó pero en su lugar encontré en la vieja biblioteca un tesoro para mí. Era aquel viejo libro con pasta azul y letras doradas que había encontrado justo antes de conocerlo aquella vez, resultó ser como un viejo álbum de los años 10's sobre algunas cartas encontradas en escombros de casas o edificaciones y entre muchas de ellas hubo una en específico que me llamó la atención he hizo que lágrimas saliesen de mis ojos.

"Querido Soobin, nos volveremos a ver.
C.Y"

Eso era todo lo que ponía en un viejo papel quemado y rasgado, plastificado para que no se arruinase más con el tiempo.

¿Era todo esto parte de un plan enredado del universo?, ¿era incluso magia?, no creía en coincidencias tan grandes como estas y menos ahora que había visto literalmente a un viajero en el tiempo desvanecerse ante mis ojos.

Hoy, 24 de diciembre de 2021, me encontraba en la biblioteca nuevamente, me levanté de la mesa en donde estaba para ir a guardar los libros que había sacado puesto que en media hora iban a cerrar la biblioteca y tenía que irme con una herida aún fresca en mi corazón por no haberlo podido ver nuevamente.

Guardé los libros en sus respectivos lugares y cuando estuve a punto de irme un instinto saltó en mi haciendo que retrocediese y volviera a buscar entre los estantes topandome entonces con el viejo libro de cartas.

Me sabía de memoria la página en la cual se encontraba aquella hoja de papel por lo que fácilmente llegué a ella, mis ojos danzaron por las letras casi borrosas pero aún entendibles saboreando las palabras en mi boca. Nuevamente quería llorar, sentía un vacío inexplicable en mi pecho que me sentía desesperado por llenar pero no sabía como.

Mis dedos delinearon la hoja recordando cada detalle que me aseguré de guardar en mi memoria del chico azabache, del viajero en el tiempo. Si tan solo pudiera volver a verlo...

–La biblioteca está a punto de cerrar. —escuché que alguien habló a mis espaldas.

Cerré el libro rápidamente abrazándolo a mi pecho con una mano y con la otra quite los rastros de lágrimas que estuvieron a punto de salir. Aclaré mi garganta tratando de ahuyentar esa sensación pesada de mí antes de contestar.

–Si, perdón. Ahorita salgo.

–Vaya, al parecer olvidaste mi voz. —extrañado voltee a ver al propietario de aquella voz rápidamente, quedando entonces en shock cuando me topé con aquella silueta— No viaje por una línea temporal esperando verte para toparme con que no me recuerdas, eso duele.

—mi respiración se agitó y las lágrimas que no había llorado ahora estaban cayendo como cataratas de mis ojos— ¿Y-Yeonjun?

Y sonrió, sonrió con diversión y a la vez ternura, quizás con un poco de melancolía teñiendo sus ojos y alegría desbordando de todo su ser.

–Hola Soobin, es bueno volver a verte.



ғɪɴ ☃︎





Al fin pude terminar esto lpm, no tienen ni idea de cómo me estresé por terminarlo a tiempo per bueno me atrasé un poco por las fiestas y el agetreo y demás cosas personales.

Espero que les haya gustado, el final queda abierto pero esta vez si es un abierto con intención a libre interpretación, no como los otros que están inconclusos /cofcof.

Gracias por leer esta historia que sufrió muchas transformaciones, sin más que decir no las vemos en la siguiente historia 🦋

©_prayBluesoul_

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top