III.- Comportamiento Inesperado
(•)
Ambos están bañados en sudor, pero no es nada sexual porque para allá voy.
Habían pasado toda su cita en un parque de trampolines (Los que no sepan, es lugar que está hasta su puta madre de camas elásticas donde existe una probabilidad de pisar a un niño pendejo en la cabeza por accidente, historia real).
Volviendo a lo que iba, se la pasaron muy a pesar de ser echados del sitio por faltas a la moral que son completamente irrelevantes en estos momentos.
Mientras caminaban juntos, Lincoln acompaña a Fiona de regreso a su casa sin dejar de sonreír.
— Me divertí muchísimo contigo Lincoln – decía Fiona sin dejar de caminar teniendo cerca al niño.
— Creí que no te gustaría por ser un lugar muy simple y familiar.
— Muchas veces lo simple y familiar puede ser mejor que un lugar único y pretencioso de temas filosóficos o una tontería así.
Cuando llegaron a la casa de la chica, ambos se miraron el uno al otro sin decir una sola palabra ya que se podía sentir una fuerte tención entre ellos, pero era complicado de explicar.
Sin embargo, Fiona quería avanzar un poco en su relación con el niño, pero la pregunta que tenía la intención de desembocar los límites misma relación y que lentamente se desmoronaría con el paso del tiempo.
— Lincoln... ¿Alguna vez has besado una mujer mayor que tú?
Tenía pena en responder y es normal, ya que no escuchas esa pregunta todos los días o en tú miserable vida. Pero era un niño y en su inocencia solo dijo la verdad.
— No, no lo he hecho... – exclamó Lincoln.
— ¿Quieres besarme?
— Si... Si quiero besarte.
Con una tranquila mirada, Fiona se colocó en cuclillas para estar más o menos a la altura de Lincoln mientras hacía un mechón de su cabello detrás de su oreja, cerró los ojos y esperó a que el niño le diera un beso en la boca.
Una persona sabia me dijo una vez "Vete a la ver..." no mentira, dijo que "Nunca subestimes a ninguna persona independientemente de su tamaño o edad ya que no se puede saber a ciencia cierta su forma de pensar pendeja" palabras más palabras menos, pero ya sabes lo que intento decir ¿No?
Por lo tanto, el peor error de Fiona fue subestimar a Lincoln.
Sujetando firmemente su cabeza con ambas manos, Lincoln comenzó a besarla de manera frenética olvidando que aún seguían frente a la casa donde en cualquier momento alguien podría verlos y llamarles la atención.
Asustada, Fiona sentía como ese pequeño niño introducía ferozmente su lengua explorando cada rincón en su boca de forma apasionada y salvaje. De manera inconsciente, se tragaba la saliva del chico mezclada con la suya propia en un constante frenesí lujurioso que hace que no pueda respirar adecuadamente.
Cada vez sentía que le faltaba el aire y sin avisar, Fiona le dió un puñetazo en la cabeza para aplacarlo al instante, pero Lincoln ni siquiera se inmutó.
Cuando estaba a punto de volverle a pegar, el niño la sujetó firmemente de ambos brazos y continúo besándola en contra de su voluntad mientras seguían forcejeando.
No podía detenerlo, cada vez tenía menos fuerza en su cuerpo y sentía que en cualquier momento podría desmayarse. Estaba acomplejada y se preguntaba así misma en ¿Como un simple niño la está dominando de tal manera? ¿Como podía tener la suficiente fuerza para aguantar sus golpes sin inmutarse? ¿Y por qué diablos se sentía completamente cachonda?
Cuando estaba apunto de perder el conocimiento por la falta de oxígeno, Lincoln se separó de ella abruptamente haciendo que la chica perdiera el equilibrio y cayera sentada en la banqueta mientras jadea desmesuradamente y sus piernas no dejan de temblar.
— Pe-perdóname... me... me emocioné... – decía Lincoln respirando de manera tosca y sintiendo su corazón como a mil por hora.
Fiona se levantó del suelo sintiéndose muy intimidada por el niño, ya que sus pensamientos sobre él cambiaron de sopetón.
— A-a-adiós Lincoln...
Rápidamente, la chica se metió en su hogar cerrando la puerta con seguro mientras que el niño veía todo sin ningún remordimiento por lo que había hecho y realmente quería sentir más de ella aunque no lo deseé.
(•)
Unos días después, Fiona se encuentra en su empleo en el centro comercial mientras acomoda unos pantalones en una pequeña sección de la tienda a un lado de los vestidores de mujeres.
Se sentía preocupada, desde el momento que Lincoln la besó no ha podido dejar de sentirse cachonda y constantemente ansiosa sí sabes a lo que me refiero, y lo podías notar por sus pezones resaltando en su camiseta pese a llevar puesto un sostén.
Cuando estaba apunto de lograr relajarse, sintió una mano tocando su lindo trasero. Molesta miró detrás suya y se sorprendió al ver a Lincoln con una tranquila mirada.
— ¿Qué haces aquí Lincoln?
— Leni olvidó su almuerzo en casa y vine a dárselo... Pero también quería verte.
— ¿Y para qué querías verme?
— Quiero que me dejes besarte otra vez...
En ese momento, Fiona sintió el verdadero terror.
— Lincoln... Creo que no es una buena idea que nos sigamos viendo, solo eres un niño y yo te llevo varios años. Está muy mal, muy mal.
— Fiona, quiero besarte ahora – exclamó sujetando su mano sin dejar de mirarla a los ojos. — Y no me iré hasta que lo hagas.
Extrañamente, no podía decirle que no ante la petición de Lincoln ya que tenía una vaga idea de lo que podía suceder sinó se controla. Fiona creía que ceder ante las palabras del niño sería abusar de él, pero no estar más equivocada porque su lugar en la relación es tan distinto y para nada dominante.
— Vamos al almacén – dijo Fiona dejando todo mientras que Lincoln la sujeta de la mano.
Nada más llegaron a la puerta del almacén, Fiona se aseguró de que nadie los viera entrar juntos mientras que Lincoln toca el majestuoso culo de la chica sintiendo muchísima curiosidad en conocerla sin pantalones y ella no podía evitar sentirse nerviosa por lo que hacía el niño.
Al estar metidos en el sitio, la chica cerró la puerta con seguro al mismo tiempo de que el niño la abraza por detrás.
Fiona no podía resistir mucho más ante su lujuria, se arrodilló frente al chico y volvió a dejar que la besara con mucha intensidad y pasión.
Hoy fue diferente, sentía como Lincoln la abrazo con firmeza usando sus brazos alrededor de su torso mientras que sus pechos se colocan encima de los hombros del niño, haciendo que se ambos se excitara cada vez más por la comprometedora posición en la que se encuentran.
Inesperadamente, Fiona sintió algo duro tocando su abdomen. Sabía muy bien que se trataba del miembro del niño, pero era la primera vez que tenía algo así en su cuerpo.
Cuando se separaron por un momento por la falta de aire, la chica se animó a decir la pregunta que daría un paso... No, brinco... No, un salto olímpico de longitud hasta su puta madre en su relación compartida.
— Lincoln... ¿Sabes lo que es una felación?
— No.
— ¿Quieres que te lo enseñe?
Lincoln solo asintió con su cabeza mientras que Fiona sonreía por su linda reacción. Sin embargo, la muy estúpida seguía creyendo que aún tenía el control cuando en realidad jamás la tuvo.
Cuando el mocoso se sentó en una silla de metal que había por ahí adentro, la chica se arrodilló delante suya acercando su rostro a la entrepierna del niño y comenzó abrí su pantalón sin ninguna prisa.
— No te preocupes – exclamó Fiona antes de continuar. — Es mí primera vez haciendo esto y te puedo decir que también estoy nerviosa como tú y no te preocupes por el tamaño.
¿Recuerdan que el peor error de Fiona fue subestimar a Lincoln?... Me retracto porque su peor error fue cometer el mismo puto error dos veces seguidas.
Cuando abrió el pantalón, la chica se quedó en un estado de shock debido a que una semejante verga salió de su escondite para caer y descansar en su rostro. No entendía porque esa cosa es tan grande y tenía una vena marcada que lo hacía resaltar como un maldito alfa entre alfas, ya que la mayoría de los hombres y algunas “mujeres” presumen sus pitos como la criatura más fuerte del mundo cuando en realidad no alcanzan el tamaño de un meñique. Fiona también sentía miedo, ya que su boca no es lo suficientemente grande para que el pene de Lincoln entre en su interior sin sentir un riesgo de asfixia.
— Eh... ¿Lincoln? Tranquilízate... – dijo la chica por experiencia ya que no quería desmayarse a metidas de verga en plena hora de trabajo sí sabes a lo que me refiero. — No lo hagas muy fuerte, no me iré hasta que termines... Solo hazlo despacio ¿Sí?
Sin decir una palabra, Lincoln tomó con su mano izquierda su pene y lentamente frotó su glande en los labios de Fiona mientras que ella se preparaba mentalmente para su siguente movimiento.
Con cuidado, Fiona tomó el pene del chico y usó su lengua para lamer esa rica verga como si fuera un helado de vainilla siendo su sabor favorito.
Lincoln no podía decir nada, sentía una increíble e indescriptible satisfacción constante hacia querer ganas de más y más de su nueva amante.
Cuando Fiona terminó de lubricar por completo el pene del niño, decidió abrir su boca para que Lincoln diera el siguente paso sin importar que su boca no fuera lo bastante grande para introducir adecuadamente semejante miembro en su interior.
Lentamente, Lincoln metió su verga en la pequeña boca de la chica hasta solo introducir la mitad de su pene debido a que ella no se lo permitió por su tamaño.
Al comenzar este acto sexual lleno de lujuria y deseo, cada uno está metido en lo más profundo de sus pensamientos.
Fiona se dedicaba a meter repetidas veces el miembro del chico en el interior de su no hasta donde su orificio se lo permitirse mientras se tragaba el líquido preseminal que la verga expulsa repentinamente. Constantemente no podía dejar de gemir ya que a veces sentía que era demasiado para ella, pero cada par de minutos Lincoln se detenía para darle un descanso a su amante debido a que ella misma le dijo que se lo tomara con calma porque no se iría hasta que terminara.
Y Lincoln solo sujeta la cabeza de la chica con cuidado para que no dejará de chupársela en todo momento mientras tenía su ojos cerrados por tanto placer a su corta edad.
Después de durar casi 15 minutos en el sexo oral y de mantenerse en la misma posición, Lincoln por fin llegó a su clímax dándole una sorpresa a Fiona en el proceso debido a que la chica expulsó un poco del semen del niño en gran parte de su boca y algo por su naríz.
Mientras sacaba su verga con cuidado y delicadeza de la pequeña boca de su amante, sentía como aún seguía expulsando semen de manera descontrolada hasta sacarla completamente. Cuando logró sacarlo de su interior, Fiona sentía muchísimo semen en su boca y mientras mira a Lincoln a los ojos, se tragó el resto del esperma que tenía en su paladar. Todo esto sin dejar de jadear
Este acto provocó que el niño volviera a tener una erección ganándose la sorpresa de la chica al instante porque aún no había cumplido con su promesa.
— Aún no he terminado, dijiste que no te irías hasta que termine sí lo hacía tranquilo contigo – exclamó el chico con una mirada seria.
Fiona solo se limitó asentir con su cabeza mientras volvía abrir su boca para continuar con el sexo oral hasta terminar con los otros 15 minutos de descanso que aún tenía libres en ese solitario y apartado almacén que la tienda de ropa.
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