Sangre de Dragón...

El ruido de las voces me taladraba el cerebro, los cuerpos a mi alrededor me hacían sentir sofocado, y eso adjuntando a la ansiedad que todo esto causaba solo me hacía querer salir huyendo y perderme entre las montañas hasta que todo termine.

Pero no soy tan cobarde como para huir en plena ceremonia, de paso que no podía dejar a mi hermano solo en esto, y sin contar que si el señor Creiden me veía escapando, es capaz de traerme a rastra por una oreja sin importarle que todos nos vean.

Si... Creo que tendré que soportar las ganas de vomitar por un rato más.

—¡Silencio todos! ¡Cállense ya!

Fionna, la profesora que tuvo la desdicha de ser la supervisora de los graduados este año, no disimula su disgusto ante la actitud impaciente de mis compañeros.

Y para darle más peso a su mala actitud, trás de ella aparece un grupito que se le había ocurrido la maravillosa idea de salirse del salón para ir a "Ver cómo iba todo".

Claro, como si nadie supiera qué es lo que planeaban en realidad.

La mujer asesina a los chicos con la mirada, más los deja regresar a sus lugares.

—Escuchen bien mocosos, que hoy sea su último día como aprendices no quiere decir que ya puedan hacer lo que se les venga en gana, después de hoy sus responsabilidades no desaparecerán, sino que se harán mayores, ya sea que resulten Cuidadores o Jinetes, deben tomarse esto en serio, no querrán fallar la prueba de hoy.

Si la intención de la profesora era alentarnos, pues que mal lo hizo. En cambio si quería ponernos más presión de la que ya había, pues la felicito, lo a logrado.

—Tengo ganas de saltar por la ventana, ¿Y tú?

Dean, mi querido y estúpido gemelo, dice exactamente lo que estoy pensando.

—Te acompaño —le respondo, desde mi posición colgando de la silla como si desafiara a la gravedad.

—¿En serio harán eso..? —cuestiona Dulce, la pequeña y tierna Dulce.

—No... Pero sí escaparemos de esta ciudad para aventurarnos a lo desconocido —le responde mi hermano, con clara intención de burlarse de su inocencia.

—¿Puedo ir con ustedes? —pero la peque lo deja boca abierta con su respuesta tan honesta, haciéndome reír.

—Eres adorable, puedes venir.

Ella sonríe con verdadera felicidad, iluminando sus grandes ojos violeta.

La bulla de la gente a las afueras de la escuela corta nuestro estratégico plan de escape. Los habitantes del pueblo han llegado para ver todo el espectáculo.

Genial.

—Que comience el show.

°°°

Mi ansiedad agradece estar al aire libre, la brisa constante ayuda a disminuir la sensación de asfixia.

Aunque claro, esto apenas está comenzando.

Nos han puestos en filas uno al lado del otro. Trás nosotros se encuentran los pobladores y nuestras familias atentos a lo que ocurría. Al frente de todos, sobre una tarima de piedra, está Simon Creiden, jinete principal de ciudad oculta entre las Montañas de Bronce, quien junto a la profesora Fionna supervisarán y evaluarán la prueba.

Y atrás de ellos, tan imponente como aterradora, está el nido de Dragones al que tendremos que entrar.

La mujer de mechones verdes da un paso al frente sosteniendo un porta papeles.

—Entrarán conforme al orden en el que están, tendrán un tiempo límite para conseguirlo, ni un segundo más, si se les llama regresarán aunque tenga que ser con las manos vacías.

Aunque pueda sonar limitante o demasiado estricto, en realidad es razonable, lo normal es que no se tarde ni cinco minutos allí dentro, además de que los dragones nos permiten entrar a su guarida solo por un día y hay más cosas que hacer después de esto, es por ello que se realiza bien de mañana para estar listos antes de mediodía.

—Muy bien, comiencen.

Y así se da inicio a los minutos más largos de mi vida, observando entre murmullos de los presentes como poco a poco van entrando y saliendo estudiantes.

Hasta ahora varios lo han logrado, solo cinco han salido con las manos vacías, podría parecer deprimente, pero es normal que no todos los logran, incluso es necesario. El más rápido en conseguirlo ha sido en menos de un minuto. Nadie más que nuestra Dulce.

—¡Lo logré chicos! —celebra feliz, alzando en brazos a la cría de dragón carmesí igual de pequeña que ella.

Mi hermano y yo no dudamos en felicitarla haciendo toda la bulla posible.

—Deséame suerte —habla Dean, obteniendo solo un chasquido de lengua de mi parte, pero aún así sonríe y con su usual energía confiada entra también.

1 minuto.

2 minutos.

3 minutos.

4 minu-

—¡Admiren al futuro rey de los dragones!

Como no, mi copia mal hecha reaparece pegando un grito como solo él puede.

Aunque no es para menos.

Una preciosa cría de escamas doradas que brillan contra la luz cual oro fundido es elevada para su admiración.

Un Dragón del Sol. Uno de los tipos más codiciados.

No sabía que había de esos también, usualmente solo dragones elementales llegan a estas montañas.

Tal revelación deja sorprendidos a todos, volviendo los aplausos y felicitaciones más sinceras y eufóricas.

—Eso ha sido un resultado inesperado. Espero, joven Creiden, que esté a la altura del regalo que se le ha otorgado —habla la mujer con su usual encanto, aunque claramente impresionada de que el más rebelde de nuestra clase haya sido elegido por un dragón de tal prestigio.

Más nuestros interés se centra únicamente en el hombre que se ha mantenido en silencio juzgando todo, quien, aunque mantiene esa seriedad clásica de su faceta de soldado, asiente en aprobación hacía el chico, quien desbordante de alegría se une a Dulce junto a los demás que también lo han logrado.

—Bien, el que sigue.

Siento como un escalofrío me recorre, pero ignorando el pánico interno, mantengo la compostura para adentrarme a la cuenta.

Sobra decir que este lugar es inmenso, más de lo que se podría ver por fuera. Lleno de cuevas y aberturas que sirven como nidos para los huevos de dragón que aquí reposan.

Hay grandes y pequeños, de uno o muchos colores. De diferentes texturas y con variados patrones. Todo dependiendo del tipo de dragón al que pertenece.

Los más abundantes y esperados son los de Fuego, Agua, Tierra, Viento y Roca. Los más llamativos son algunos de Cristal, Hierro y los de Tormenta.

Recorro el lugar admirando todo con asombro y respeto. Estos son los tipos de lugares a los que solo se puede acceder una vez en la vida, así que quiero disfrutarlo tanto como pueda por si termino con "las manos vacías". Aunque tomando en cuenta que el idiota de mi hermano lo logró, y del resultado que tuvo, ¿Por qué yo no e de hacerlo? Somos iguales en demasiados aspectos.

¿Dónde habrá conseguido ese huevo? Los dragones de Sol junto a los demás de la clase Astro son muy raros, más no sería la primera vez que uno llega aquí debido a la seguridad que nuestras tierras ofrecen a los de su raza.

Paso junto al nido de unos tipo Agua que se asemejan a corales, pero nada.

Se supone que desde que están allí dentro son capaces de sentir y percibir todo a su alrededor de una forma extraordinaria, reaccionando a lo que cause en ellos interés, como lo sería un humano que consideren sea digno para acompañarlos.

¿Cuánto tiempo habrá pasado ya?

Sigo avanzando adentrándome más a la cueva, es exorbitante el número de huevos, ¿Cómo es posible que aún no pase nada?, Dean y Dulce deben estar esperándome, si salgo sin nada no podré acompañarlos a donde irán.

Ya cálmate idiota. Si te estresas será peor.

¿Qué es lo que dijo el tío Simon que tenía que hacer..? ¿Tener claro lo que quiero y dejar que el dragón me elija..? ¿Cómo es eso? ¿Tengo que decírselo o... Qué?

—Asch... Lo único que quiero es estar con mis amigos... —digo al aire con algo de frustración. No sé si eso cuente como deseo, pero hasta ahora es lo único que me interesa. Mientras esté con ese par, me las puedo arreglar con lo demás.

Si... Carezco de aspiraciones para ser un Creiden, pero en realidad soy bastante flojo y no me avergüenza decirlo.

Tal vez salir con las manos vacías no sea tan malo, no sería el primero de la familia en ser un Cuidador.

Llego entonces a una parte demasiado oscura para seguir avanzando así que me detengo, tal vez del otro lado de la cueva tenga más suerte.

Espera.

¿Ah?

Ven.

—¿Quién dijo eso? —pregunto a la nada, tratando de ver algo tras el manto negro.

Acércate a mi.

Extrañado, más sumamente curioso, comienzo a avanzar adentrándome en la oscuridad.

La luz no alcanza del todo aquí, pero conforme avanzo mi vista se acostumbra permitiendo distinguir un nido oculto.

¿Eres tú el hermano?

—¿Hermano..?

El que es igual al humano que se llevó a mi hermana. Dijo que tú podrías llevarme a mi para que no estuviéramos separadas.

En ese momento, una luz suave ilumina el lugar, siendo emitida por un huevo que parece contener una galaxia entera en su interior.

¿Una Luna y una Sol... Hermanas?

—¡Se acabó el tiempo, Creiden! ¡Regresa inmediatamente!

—¡Solo un momento! —grito de regreso, poniéndome de rodillas frente al huevo que comienza a romperse.

—¡Ni un segundo más dije! ¡No lo lograste, así que regresa! —insiste la insoportable bruja.

Ignorando su llamado, contemplo como finalmente la dragona comienza a asomarse.

Un resplandor me obliga a cubrirme los ojos, pasando unos segundos hasta que un tierno chillido me hace regresar la mirada.

Una pequeña cría de escamas plateadas cubiertas de brillo como pequeños diamantes me observa con sus grandes ojos negros.

Soy Sahela. Y a partir de ahora soy tu compañera.

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