Eterna...

"Te conocí cuando era indefenso, inocente, vulnerable.

Temía por lo que era, por lo que podría ser.

Temía que la oscuridad me consumiera y terminará siendo como él.

Pero entonces llegaste tú, con tu luz y calidez.

Me veías como a los demás, me tratabas como a cualquier otro ser.

Me diste tu amistad, tu cariño, tu sonrisa.

Me recordabas a diario lo mucho que valía, lo mucho que me querían.

Compartiste tu luz y avivazte la mía.

Te convertiste en la estrella que ilumina mi temor.

Por eso me atrevi ese día, a decirte que te quería más que a una amiga.

Y aunque era muy joven para entender del amor, fue bajo la nieve que te entregué mi corazón.

Cuando dijiste «sí» tuve ganas de gritar, y en medio de la emoción, un beso me llagaste a robar.

Tan traviesa mi dulce estrella.

Llegamos tomados de la mano a casa ese día, y antes de decirte adiós, fuí ahora yo el que un beso te robó.

Esa noche llegue feliz a mi hogar, ese día no podía ser mejor.

Y vaya que no lo fué.

Y es que por más que luché, el monstruo logro atraparme... Atraparnos.

Nos separaron, nos lastimaron, nos controlaron.

Nos arrebataron la vida y nos dejaron vivir.

El temor volvió, pero ahora era diferente.

Porque ya no solo temia por mí.

Entonces recordé lo que dijiste el primer día, aquella frase que jamás olvidaría:

«Los temores son monstruos a los que debemos enfrentar con valor y esperanza. Porque por más oscura que sea la noche, siempre brillará una estrella osada»

Y así lo hicimos, y miranos ahora.

Con el corazón herido, pero latiendo a mil por hora.

Aún el monstruo vive, pero ya no existe el temor.

Porque tu me enseñaste que puedo ser mejor.

Ahora nos toca luchar, para la luz a todos poder regresar.

Porque la esperanza es lo último que muere, y la esperanza de un nuevo amanecer es eterna".

Lola.

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