Deseo de Año Nuevo...
-¡Rápido! -me insta mi hermano, bajando los escalones de dos en dos.
-¡Espérate! -le pido, intentando bajar con cuidado tomando en cuanta que estoy usando falda corta y yo nunca uso falda- ¡No hay por qué correr!
El pequeño me ignora y sigue, por lo que solo puedo suspirar con resignación y terminar de bajar para salir de la casa.
-¡Mi niña! -no tardo en reconocer la voz de la abuela en cuando pongo un pie afuera- ¡Pero que linda estás! ¿Viste que los vestidos si te quedan?
-Como tú digas abuelita -le concedo, y la mujer me mira mal ante mi resistencia de aceptar su cumplido, pero yo solo río ante ello.
-A tu madre siempre le gustó ese vestido cuando tenía tu edad, estoy segura que le encantará verte con el -cambia de tema, y ahora sí sonrió.
-Gracias -agradezco sincera, y ella solo me besa la mejilla para regresarse con sus comadres.
Yo mientras tanto voy junto a los demás en la fiesta. Varios saludan al verme, otros me halagan y algunos más me regalan golosinas. Llego hasta un banco donde decido tomar siento y me quedo observando a los niños que juegan en la plaza en lo que como el algodón de azúcar que me ofreció la vecina.
31 de Diciembre, último día del año. Cuando den las 12:00 será oficialmente 1 de Enero del año 2025. Que rápido pasa el tiempo. Pronto cumpliré 17 y será mi graduación. Adiós a la adolescencia y Hola a la adultez.
No estoy lista para crecer...
Sobre todo porque para poder estudiar en la Universidad tendré que dejar mi pueblo e ir a la ciudad con mi tía.
Quiero a mi tía y me llevo bien con mis primos, pero aquí está la familia con la que crecí, sinceramente no querría dejarlos... Pero si quiero alcanzar mis metas no puedo quedarme aquí estancada. Mis aspiraciones van más allá.
Que dilema... Mi corazón y mi mente siguen en desacuerdo.
Ojalá pudiera ser una niña por más tiempo...
Niego ante ese tonto deseo. Eso es imposible. Creceré quiera o no.
Intento animarme y me uno a la fiesta. Busco a mis amigos para disfrutar junto a ellos de la comida y la música.
La celebración transcurre con calma y alegría, haciéndome olvidar mis penas.
-¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno! ¡Feliz Año!
Los gritos y los abrazos no tardan en llegar. La emoción desborda. Un nuevo año a iniciado.
-¡Mira, mira! -me sacude mi amiga con insistencia.
Sigo la dirección que señala y contemplo como en el cielo una luz centelleante se va moviendo. Seguida de muchas más.
-¡Están lloviendo estrellas!
Una gran sonrisa me asalta y doy brincos como niña pequeña.
-¡No sabía que había una lluvia de meteoritos esta noche! -exclama ella también, saltando a mi lado.
-No... ¡Esas no son estrellas! -la voz alarmada del abuelo me hace detenerme, girando hacia él quien está junto a la abuela observando al cielo con horror.
-¿De qué ha-
No logro terminar, mi voz se pierde entre los gritos ahora de terror.
Las luces en el cielo crecen... Mientras se aproximan cada vez hacia la tierra. Hacia nosotros.
Y la noche donde se supone despedíamos otro año como a tantos, le dimos sin saber la bienvenida a algo más...
"La Noche en que Llovieron Estrellas"
Un título demasiado lindo para lo que ocurrió... La noche en el que mundo cambió.
Lo que creímos eran meteoritos, simples fragmentos de meteoros que cruzaban nuestra atmósfera ardiendo en llamas, terminaron siendo trozos de lo que solo podríamos llamar cristales, que al impactar contra la tierra liberaron una gran cantidad de energía que creímos nos mataría. Vaya sorpresa nos llevamos cuando al despertar estábamos todos bien y los cristales habían perdido su brillo.
¿Qué pasó?
Como siempre el gobierno vino por ellos y todo parecía haber quedado en un simple susto, uno muy extraño, pero nada grave.
O eso creímos...
Si seguíamos creyendo cosas nos íbamos a volver crayones, definitivamente.
Y aunque nadie terminó convirtiéndose en una tiza de color, cuando comenzaron a pasar los años nos dimos cuenta de que aquellos cristales si habían hecho algo... En nosotros.
Habíamos dejado de envejecer.
¿Cómo?
No lo sé. No tengo idea.
Solo sé que a mis veinticinco años seguía viéndome como si tuviera dieciséis. Incluso mi cabello seguía estando por los hombros, no había crecido ni caído alguna hebra.
Mi altura, mis rasgos, hasta mi voz seguía igual.
Igual que aquella noche...
Sé que alguna vez dije que no estaba lista para crecer... Pero esto ya es demasiado.
Esta no es la vida que había deseado.
Este no fué mi deseo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top