Lover (14)

Él se había enterado del beso con el chico.

Ya no era una novedad, Kris había estado extraño los últimos días, casi no habíamos conversado sobre el tema, pero sabía que estaba por reventar la copa.

¿Era eso lo que yo quería? No lo sé, no sabía ni que mierda quería, era una lucha entre mi mente y mi corazón.

Inestable. Era la palabra que me definía perfectamente, no quería hacer sentir a nadie que un día si y otro no, pero era inevitable, yo no estaba bien, yo no podía querer de momento.

Mi amiga Alice me había llamado, le había confesado lo que había hecho esa noche, mis recuerdos eran borrosos, más sin embargo tenía algunos claros.

¿Por qué era tan orgullosa? Siempre había odiado eso de mi, no poder ir tras lo que quiero, sino dejarlo ir si se iba...

Con Kris sería diferente, había estado casi muerta estos días que él no me prestaba atención, estaba sumergido en sus propios pensamientos, incluso suponía que ya tenía nuevos ligues.

—¿Qué pasa? —preguntó mi amiga Kate al verme sin decir una palabra.

—Creo que ahora si la embarré de verdad. Creo que esta vez no vamos a volver —confesé poniendo mis manos en mi frente.

¿De verdad él no me iba a pedir que volviéramos?.

—No lo creo, ustedes siempre vuelven.

—Esta vez es diferente, él no me ha buscado.

—Ya lo hará, relájate.

No creía, Kris me había dicho una vez, que si él llegaba a terminar conmigo, ya no había vuelta atrás, él me había terminado la última vez, tenía miedo, miedo de que no volviera.

Yo había vuelto siempre a él, yo siempre vuelvo. Pero él, él no volvería si no hacía algo rápido.

—Voy a ser mejor novia —dije en un susurro.

—Eso no está mal, me gusta que empieces a aceptar las cosas.

—No quiero perderlo, es lo mejor que me ha pasado...

—Entonces lucha por ello.

Al salir del instituto decidí ponerme a hacer un detalle, para el día de san Valentín, él era mi san Valentín.

Con una carta incluida y algunas cosas que sabía que él quería.

Con lo que yo no contaba, era que al día siguiente en el colegio lo vería con una chica y todos mis sentidos se irían.

Me llené de ira, de celos.

Estaban hablando sentados, ella lo miraba de forma mágica, mientras él le sonreía, era una chica bonita, de cabello negro y morena, tal vez ella era más bonita que yo.

¿Lo era? Al lado de ella yo no era la gran cosa, al lado de ella yo no era nadie. Se veía tranquila e introvertida, mientras yo era todo lo contrario.

Me llené de celos, porque se supone que nosotros estábamos arreglando nuestras cosas y él solo salía con alguien más. ¿Qué clase de juego pensaba que estábamos jugando? Yo no era el juego de nadie, mucho menos el suyo y si quería vengarse por todo lo que pasó sin recibir nada a cambio estaba muy equivocado.

—Tranquila Violet, solo están hablando —me intentó calmar mi amiga Liv.

Pero yo no escuchaba, estaba ciega. Al llegar a él vez de estamparle un beso, le planté una cachetada.

La chica se levantó asustada, pero con una sonrisa, buscando salir de la incómoda situación.

—¡Coges conmigo y sales con otra! —le grité con ganas de llorar.

Yo lo amaba. Apenas estaba aceptando e intentando por primera vez en mi puta vida. ¿Cómo me hacía esta mierda?.

—Cobarde de mierda, no mereces ni un poco de mi amor —solté sin pensar, Kris me ignoró.

—No quiero alborotos —dijo caminando hacia su aula de clase.

—¿Si no quieres alborotos por qué haces esto? ¿Cómo me haces esto a mi? —se me rompió la voz.

—Vamos Violet —mi amiga intentó tomarme de la mano.

—Ese maldito no merece...

Intenté decir pero el nudo en mi garganta no me dejaba ni respirar.

—Puede ser su amiga.

—Esa estúpida no quiere solo una amistad, como si no supiera de las intenciones de las demás.

—Tranquila.

—No me digas que me relaje la puta madre.

Lo vi parado cerca de mi clase siguiente, seguía enojada.

—Malnacido —le empujé el pecho —, no mereces una mierda, infiel —le dije.

—Ya —me sostuvo las manos en un intento de pararme —. ¿Te duele que haga lo mismo que tú?.

—¿De verdad haces esto por venganza? Yo te amo estúpido. Lo hago en verdad.

—Si, espera ya te creo —eso me rompió.

Mis amigas me tomaron de los brazos para entrarme al aula, yo traté de tranquilizarme.

—Kris me cogia —admití con los ojos llorosos —, me cogia y salía con esa estúpida.

—Hey, ya...

—¿Por qué dejaba que fuera a su casa si ya tenía a esa imbecil? Que rabia me da.

—Creo que estás malinter...

—Una puta mierda, las cosas están así, ese quiere vengarse por toda la mierda que le hice, se está vengando con mi parte vulnerable. ¿Por qué no pude resistir más sin enamorarme?. De paso veo su peor lado y en vez de alejarme me enamoro más.

—Es que Violet, tu si te pasaste.

—Cállate.

A la salida no perdí el enojo, cuando lo vi, le volví a gritar, estaba mal, lo sé, pero en ese entonces yo no sabía controlarme, no sabía como lidiar con la horda de ira que emanaba.

—¿Qué hacías con ella? —lo empujé —, ¿te divierte mucho cogerme e irte con ella? Quien sabe con que otras estúpidas te hablas.

—No quiero otro show —trató de caminar rápido pero no lo dejé en todo el camino en paz.

Llegamos a la cancha cerca de su casa, yo sin dejar de golpearlo, no muy bruscamente, porque a pesar de estar muy enojada, no era capaz de golpearlo duro.

—Ya basta —me tomó de los brazos, en un agarre fuerte.

—Hey —traté de safarme.

—Me vale una mierda que te duela porque tu te besaste con un maldito imbecil —me estrelló contra la malla de la cancha.

Mientras él estaba super enojado yo miraba sus labios, se veía tan sexy. Por un momento olvidé el enojo y pensé que me besaría. Si me besaba me olvidaba de toda la mierda.

—Vete a casa —dijo rompiendo mis pensamientos.

Ya en mi casa le escribí para dar una vuelta, al principio no cedió, pero quería salir con él, así que insistí, aunque solo estuviera a mi lado su cuerpo y no su alma, yo haría que volviera a la vida. Quería hacerlo sentir vivo.

No iba a fallar más, lo quería, lo quería de verdad. A partir de ese momento aceptaría mis sentimientos incluso frente de quien fuera, lo amaba, él no se iría si yo hacía las cosas bien, no tendría que vengarse de nada si cuidaba su lindo corazón.

Pero él ya le había puesto candados, para que yo no pudiera entrar.

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