La Promesa (7)
La promesa.
VIOLET
—Estoy lista.
Estaba preciosa, con un vestido negro y mi cabello suelto. Kris y yo habíamos hablado hace unos días y habíamos arreglado todo, él me había contado como habían sido realmente las cosas y la verdad yo le creía, era sincero. O eso quería pensar.
—¿Primero vamos por el helado?.
—Si —contesté seca.
Él estaba reluciente con ropa deportiva, aunque siempre estaba reluciente, eso era seguro.
Lo admiraba, admiraba la forma de la cual le sonreía a la vida teniéndola vuelta mierda. Admiraba como me respetaba, admiraba como era tan diferente a los demás.
Y yo que no puedo dejar de hacerle daño a los que quiero.
—¿De que sabor te gusta más?.
—El chocolate ha sido mi sabor favorito en mis dieciseis años de vida.
—Pues voy a comprarte de chocolate.
Sonreí tratando de ocultar el leve sonrojo en mis mejillas.
Desde que mi padre se había ido, nunca nadie me había dado las cosas que quería, mi madre era muy linda, pero no siempre me daba lo que quería.
—¿De que quieres hablar? —preguntó aún caminando.
—¿Nunca han... Abusado de ti?.
Él me miró curioso, sabía que era más probable que abusaran de chicas que de chicos, más sin embargo no quería tocar un tema que para otro fuera un evento traumatico.
—No —respondió obvio.
—Pues a mi si...
—Si te duele hablar del tema, podemos cambiarlo.
—No, es algo que ya superé. Aunque sigo teniendo ese trauma de que no quiero que me toquen.
—¿Te da miedo cuando te manosean?.
—Me siento incómoda.
—Yo solo lo haría bajo tu consentimiento. ¿Vale? Nunca te obligaría a nada, Violet.
—Lo sé, pero mi mente aún me hace jugadas dobles.
—No haría nada para dañarte, en realidad, no quiero perderte. No sabría que hacer si te pierdo. Me volvería loco.
—Eso ha sonado muy poético.
—Soy tu poeta.
—Llegamos —señalé el aviso de helados.
Compramos dos, el mio se chocolate y el suyo de vainilla chips.
—Mira esa nube —señalé el cielo —, tiene forma de bebé.
Aproveché cuando volteó a mirar distraído para restregar helado en su mejilla.
—¡Hey! —se quejó.
Yo reí a carcajadas observando como se limpiaba. Me descuidé un segundo en el cual él hizo lo mismo.
—¡Eso es trampa! La venganza no es buena Kris —que ironía que fuera yo la que dijera eso.
—Ven aquí —me tomó se los hombros y me abrazó.
Me quedé desconcertada unos minutos, para mi un beso no era mucho, pero un abrazo, un abrazo lo era todo.
—Quédate por siempre —seguido de eso me dió un beso en la frente.
—No tengo planeado irme —hacerte daño si, irme no —, si llegamos a separarnos del todo algún día, no será fácil deshacerse de mí.
—No nos separaremos nunca, ten eso por seguro.
—Yo no me aburro de las personas, eso resulta ser un arma de doble filo.
—Pues yo no me aburriría de ti, jamás.
Le creía, era un ángel enamorado de un demonio, y yo le haría conocer el mismísimo infierno y el cielo al mismo tiempo.
—Estoy enamorado de ti.
—Pensé que estabas enamorado de Perla —lo molesté, le di un lenguetazo a mi helado.
—Deja el tema —frunció el ceño a lo que supuse se había enojado.
—¿Te enojaste? —Pregunté pinchandole la mejilla con mi dedo índice —"Pup" —dije mientras le volvía a pinchar —, no te enojes —volví a pinchar. Seguí así por unos segundos más hasta que suspiró.
—Ya —rio —, que intensidad.
—¿No te gusta?.
—Me encanta.
—Te quiero —solté de la nada.
¿Qué estaba pensando? ¿Por qué había dicho eso? Tonta, tonta y mil veces tonta. Ahora iba a saber mis sentimientos...
—Diluviu.
—¿Qué?.
—Es mi palabra para ti.
—¿Qué significa?.
—Que te amo.
Lo miré fascinada. Él decía lo que sentía así, nada más y yo, yo no podía decirle que lo quería a cada nada, era difícil para mi.
—¿Qué? —repetí. Él no podía amarme, no así, no tan pronto, no podía enamorarse de la villana de su historia...
—Te amo, Violet.
No dijo nada más porque de la nada sus labios estaban encima de los míos, posesivos y bruscos. Tiró de mi labio inferior en un mordisco que me hizo quejar, metió su lengua en mi cavidad bucal.
Cuando nos separamos para tomar aire me besó la frente.
—Seré tu héroe de armadura.
—No necesito un héroe —dañé el momento.
—Pues aquí estaré así no me necesites.
Yo no necesitaba un héroe porque la única mala de la historia era yo. ¿Cómo iba A luchar conmigo?.
—Me siento mal. ¿Puedes llevarme a casa?.
—Claro que si. Pero primero quiero, quiero mostrarte algo.
Caminamos a un lugar desconocido, cerca del río, había un parque con columpios gigantes y una cancha de fútbol frente a nosotros.
—¿Qué es este lugar?.
—Vengo aquí cuando necesito pensar.
—¿Y por qué me trajiste?.
—Porque últimamente eres el motivo de mis pensamientos. Este lugar se ha convertido más tuyo que mio, de nosotros.
No sabía que hacer con tanto amor que estaba poniendo en mis manos, no estaba acostumbrada a ese tipo de atención, nunca se habían preocupado tanto por mi.
—Escucha esta canción —dije mientras subía al columpio, él se subió al otro, a mi lado.
Busqué en mi lista de música "la promesa" de melendi, esa canción era suya, se la iba a dedicar.
—Escucha... —repetí mientras subía el volumen, el ambiente se torno romántico cuando empezó la melodía.
Yo te prometo que yo, seré quien cuide tus sueños.
—Yo te prometo una luna desnuda, que sea testigo de nuestra locura —canté al compás de la canción.
Él me miró atónito, impactado. Yo cantaba hermoso, era una cualidad que ambos teníamos, porque él también tenía una voz preciosa. Casi angelical.
—Yo te prometo amor, que eres lo más bonito que he visto en mi vida —me sonreí, jamás había sido tan cursi con nadie, jamás.
Cuando terminó la canción me dió un casto beso, me iba a llenar de azúcar, de amor, de cariño.
Lo que él no sabía es que yo estaba irremediablemente rota, tan rota, que nisiquiera su amor podría repararme. Lo único que causaría estando así, era dolor.
Yo fui SU dolor.
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