ú n i c o ♡

En medio de montes y frondosos pinos había un pequeño pueblo que era reinado por Jeon HyuHong acompañado de su hermosa esposa HyeSun quienes vivían en un palacio en lo alto del pueblo, eran personas amables, solidarias y con un corazón enorme, los habitantes los adoraban y hacia veintidós años atrás todos festejaron la llegada de su primer y único hijo.

El príncipe Jeon WonWoo.

Esa mañana los rayos solares que entraban a través las ventanas se reflejaban en las piedras del vestido de la reina HyeSun que era arrastrado por el largo corredor del palacio mientras caminaba con elegancia hacia la habitación del único heredero al trono, llevando en sus manos una bandeja de plata con el desayuno favorito de WonWoo.

Llegó al final del corredor y lentamente abrió la puerta para sorprender a su hijo, dejó el desayuno sobre el mueble más cercano y con cautela se acercó a las ventanas para correr las cortinas permitiendo que la claridad entrara a la habitación.

—Buenos días cariñ...-

Al darse la media vuelta su corazón se paralizó y su sonrisa se desvaneció.

—¡El príncipe ha desaparecido! —Alertó uno de los guardias de seguridad del palacio ante el aviso desesperado de la reina.

—¿Otra vez? —Preguntó HyuHong, el padre de WonWoo.

No era la primera vez que debían buscar al joven príncipe en cada rincón del palacio, WonWoo solía desaparecer sin decirle a nadie sin importar los regaños que recibiera por parte de sus padres, siempre había sido así pero ahora la situación era diferente y el vacío en el pecho de la reina se hacía más grande con el pasar de los segundos, imaginándose lo peor.

Por lo mismo no le importaba agarrar su vestido con ambas manos y correr de un lado a otro sintiendo como su corazón latía más rápido, pidiéndole a todo el mundo que lo buscara.

—Por Dios —El aire regresó a sus pulmones al ver a su hijo en la sala, entrando como si nada hubiese sucedido —Nos tenías preocupados.

—¿WonWoo ha aparecido? —El rey se asomó de la baranda de la segunda planta y bajó por la escalera —¿Dónde estabas?

—Solo fui a la biblioteca —Respondió WonWoo con absoluta tranquilidad, enseñando un libro en sus manos.

—Debes avisarnos —Regañó el rey HyuHong.

—¿Avisarles que iré a la biblioteca? —Dejó caer las manos en su regazo, mirando a sus padres.

—WonWoo —Intentó hablar la reina.

—Quieren que tenga una vida normal, ¿Y debo avisarles que iré a la biblioteca? —Preguntó ofendido, con una pizca de rabia en su voz, levantó sus cejas esperando por una respuesta coherente pero al no recibirla colocó las manos a los costados, en las ruedas de la silla para darse la media vuelta —Estaré en mi habitación.

—Hansol por favor ayúdalo a subir —Pidió la reina a uno de sus guardias de seguridad que estaba junto a la puerta principal del palacio, el chico de cabello rubio asintió con la cabeza y se acercó al príncipe.

—Aléjate de mí —Dijo WonWoo deteniéndose, en voz baja y de forma amenazante, con los ojos cerrados intentando no explotar.

—Déjalo, está bien —Dijo la reina dirigiéndose a Hansol, el guardia obedeció bajando la cabeza y dando un paso hacia atrás dejándolo avanzar.

Hacia un año todo había cambiado para la familia real cuando WonWoo sufrió un accidente montando a su caballo mientras nevaba en navidad golpeándose la columna y no eran solo cambios en la estructura del palacio, adaptándola para que pudiese desplazarse con facilidad, WonWoo era un chico extrovertido, tenía una personalidad encantadora y una sonrisa preciosa, le gustaba ir al pueblo, visitar las tiendas y sacarse fotografías con los cascanueces que decoraban la plaza, ir a las cafeterías en invierno y embriagarse con el delicioso aroma a chocolate caliente, comprar obsequios para sus padres y galletas para compartir frente a la chimenea, era el primero en decorar el palacio, en organizar las actividades que harían como la realeza para el pueblo, le encantaba patinar, bailar al anochecer cuando celebraban la llegada de un nuevo año y estar allí disfrutando de los fuegos artificiales que estallaban en el cielo estrellado, aventurarse en el bosque, acampar con sus amigos, hacer fogatas y quedarse hasta tarde conversando y riendo a carcajadas.

Hasta que se despertó en una cama sin sentir sus piernas.

Viéndose atado a una silla de ruedas.

Y todo su mundo cambió.

Desde entonces no volvió a salir del palacio y se encerró en los libros de la biblioteca y en la calma y seguridad que le entregaba su habitación.

Negándose a la idea de que alguien ajeno lo viera.

—Majestad —Una voz varonil hizo que la reina se diera la media vuelta encontrándose con un chico dos años mayor que su hijo, alto, de tez morena y cabello negro, vestía sencillo y muy cómodo con una camiseta blanca y un pantalón deportivo azul. Su mano izquierda sostenía un bolso y en la otra traía unos exámenes.

Inmediatamente supo quién era.

—Te estábamos esperando —Le sonrió ella.

Mientras caminaban por el palacio la reina le iba enseñando dónde quedaba algunas habitaciones que pudiese necesitar, como la cocina, el baño y una sala equipada para la rehabilitación de WonWoo, MinGyu no era el primer kinesiólogo en ir, antes, un par de meses atrás habían contratado a otra persona que no duró más de dos días trabajando para ellos.

Se disculpó con los reyes por presentar su renuncia pero no pudo soportar el fuerte carácter del joven príncipe.

Dejaron pasar un tiempo y ahora esperanzados querían intentarlo una vez más, MinGyu había viajado desde un pueblo lejano con excelentes recomendaciones, era amable, carismático y muy atento.

De solo verlo transmitía calma, seguridad y ternura a través de su linda sonrisa.

Entraron a una amplia y luminosa habitación que quedaba en la segunda planta, al abrir las puertas después de tres suaves golpes en la madera MinGyu se dejó envolver por un sutil aroma a canela y libros viejos, caminó detrás de la reina maravillado con su alrededor, aquella habitación tenía magia, las paredes eran estanterías de madera color blanco llenas de todo tipo de libros y adornos antiguos hechos de bronce y plata, en medio de la habitación habían dos pilares blancos y al fondo una cama mediana, las cortinas amarillas de fina tela caían con delicadeza desde el techo hasta el suelo a lo costados de las largas y delgadas ventanas que se movían gracias al viento que entraba desde el balcón donde pudo ver algunas macetas con flores, la hermosa lámpara de cristal que colgaba del techo era el toque final, todo estaba en perfecto orden y una suave melodía llegó hasta sus oídos obligándolo a voltearse.

Había un chico de cabello castaño y un poco rizado, sentado frente a un piano, deslizando sus dedos sobre las teclas.

Sus labios se separaron ligeramente ante la angelical escena gracias a la luz que entraba por la ventana que estaba frente al príncipe.

—Buenos días —Habló MinGyu esperando ver el rostro de WonWoo.

—Cariño —La reina alzó la voz intentando llamar la atención del menor.

—Mi nombre es Kim... —Apenas se quiso presentar WonWoo presionó las teclas con fuerza cambiando la suave melodía para hacerlo callar.

—Lo siento mucho —Se disculpó la reina en voz baja, colocando una mano en el hombro de MinGyu, apenada por la actitud de su hijo —No le gustan las visitas.

—No se preocupe.

—Los dejaré solos para que se conozcan y... —Miró a MinGyu y soltó un suspiro como si le diese ánimo —Hablen.

Apenas cerraron la puerta de la habitación WonWoo dejó de tocar el piano y descansó sus dedos en el teclado.

—Hola —Saludó el moreno con alegría —Mi nombre es Kim MinGyu y soy tu nuevo kinesiólogo, tus padres me han enseñado tu historial clínico pero hoy necesitaré ver tu estado físico, haremos un plan de ejercicios y luego lo pondremos en marcha.

En ese momento WonWoo se giró en su silla hacia MinGyu, su rostro neutro intimidó al nuevo visitante y con sus afilados ojos lo miró de pies a cabeza, desconfiado, como si fuese un intruso.

Para él lo era.

—Hola —Repitió MinGyu con nerviosismo, su sonrisa temblaba y aquel detalle no pasó desapercibido para el príncipe.

Pero WonWoo lo ignoró y salió de la habitación, escuchaba los pasos detrás de él y una agitada respiración que le estaba reventando la cabeza, MinGyu separó los labios para hablar y levantó su mano pero el príncipe le cerró la puerta de la biblioteca en la cara.

—¿Aún sigues aquí? —El príncipe no pudo evitar preguntar al salir de la biblioteca después de dos horas y encontrarse con MinGyu sentado en el suelo, apoyando la espalda en la pared.

—Pensé que nunca saldrías —MinGyu se levantó —¿Podemos comenzar?

WonWoo rodó los ojos y fueron a la sala de rehabilitación que sus padres habían equipado para él, tenía todo lo necesario y era la segunda vez que WonWoo entraba allí, no estaba familiarizado con nada, solo con los balones y quería lanzárselos a MinGyu. El moreno se acercó a una camilla con la superficie gris y apretó un botón por un costado haciéndola bajar, se giró hacia el príncipe y estiró sus brazos para ayudarlo a subir.

—No te atrevas a tocarme —Murmuró WonWoo, deteniéndolo —Puedo hacerlo.

—Perdón —WonWoo era más independiente de lo que hubiese imaginado pero sus brazos reaccionaron por sí solos al verlo levantarse con dificultad para sentarse en la camilla, el príncipe lo miró con enojo por lo que estuvo a punto de hacer y él bajó los brazos, no sin antes volver a levantar la camilla hasta su altura —Bien, ahora necesito que intentes levantar tu pierna.

Nunca antes había estado tan nervioso como en ese momento, quizás porque ninguno de sus pacientes antes lo detestaba.

Pero WonWoo lo hacía.

Y no faltaba que lo dijera.

Era muy expresivo y sus ojos lo delataban.

—La levantaré —Habló luego de un rotundo silencio, con extremo cuidado colocó una de sus manos en la rodilla del príncipe y otra en su talón derecho, levantó la mirada y el príncipe seguía con su expresión neutra, lentamente la levantó asegurándose de no hacerle daño.

Estuvieron así un par de minutos, en silencio y MinGyu mirándolo de reojo, instando descifrar su rostro, necesitaba realizarle un primer examen antes de comenzar con los ejercicios pero le dificultaba el que WonWoo no le dijera nada.

Hasta que un suave quejido lo alertó.

—¿Te ha dolido? —Preguntó preocupado y afligido al ver la mueca del príncipe —¿WonWoo?

Pero una vez más, no respondió.

La situación de WonWoo no era grave ni irreversible, afortunadamente no tenía parálisis, sin embargo debía fortalecer sus músculos, lenta y progresivamente recuperaría el funcionamiento de sus extremidades inferiores hasta volver a caminar sin apoyo.

Serían meses de arduo trabajo.

—Terminaremos aquí por hoy, mañana vendré y... —Habló MinGyu dándose la media vuelta y alcanzó a ver al príncipe saliendo de la sala —Comenzaremos con los ejercicios —Dijo en voz baja, derrotado.

En los siguientes cuatro días nada mejoró, todo lo contrario, WonWoo no quería hacer los ejercicios y en más de una ocasión se escapó de la sala, MinGyu salía corriendo detrás de él y siempre lo encontraba en él mismo lugar; en la biblioteca cerca de la sala, a mitad del pasillo derecho, escondido entre las estanterías de su padre, le pedía el libro que estuviese leyendo dejándolo en su lugar y lo llevaba de vuelta a la sala de rehabilitación.

—Esto es inútil —WonWoo se desesperó al no poder mover sus piernas, lo intentaba pero nada funcionaba, por más que su mente quisiese, sus piernas no reaccionaban, frustrándolo —No las siento, no puedo moverlas así que solo lárgate de aquí.

MinGyu lo observó sentándose en la silla de ruedas y apenas WonWoo tuvo la intención de marcharse él lo hizo girar rápidamente para mirarlo a los ojos, agachándose frente a él.

Colocó las manos a los costados del príncipe y lo afirmó con fuerza para que no se volviese a escapar.

—Puedes recuperarte y volver a caminar —Habló apenas posó sus ojos en los fríos ojos de WonWoo para no darle la oportunidad de reclamarle por su atrevimiento —Yo puedo ayudarte con mis conocimientos pero el resto debes ponerlo con tu actitud y tus ganas de volver a levantarte —Su voz era dulce y compresiva pero a la vez firme —Esto es cincuenta y cincuenta, si aceptas el proceso será más rápido y me largaré de aquí como lo deseas, en caso contrario seguirás viéndome día tras días porque no renunciaré.

El castaño giró las ruedas hacia atrás y se dio la media vuelta en dirección a la puerta, MinGyu se levantó y desordenó su cabello.

—Mañana comenzaremos a las diez —Dijo WonWoo deteniéndose en el marco de la puerta, dándole la espalda al moreno —Me gusta leer al despertar y estos días has alterado mi rutina.

MinGyu esbozó una sonrisa pensando en que tal vez WonWoo no era tan frío como lo aparentaba y bajo ese caparazón que construyó para refugiarse existía un chico amable y sonriente.

Y tal vez algún día podría verlo sonreír.

—A las diez estaré aquí.

Al día siguiente WonWoo rodó los ojos cuando lo vio en el palacio a las nueve de la mañana, parecía esforzarse en querer desagradarle y lo estaba logrando porque no soportaba su presencia.

Y todo empeoró cuando se vio obligado a desayunar en el balcón de su habitación, en aquella pequeña mesa redonda donde solía quedarse hasta tarde, mirando el cielo y pensando, ahora la estaba compartiendo con un chico odioso.

—Alteza —La mujer colocó una taza de porcelana con té frente al príncipe, un platillo con frutas cortadas, otro con pancakes y un poco de miel. WonWoo levantó la mirada del libro y asintió con la cabeza en modo de agradecimiento, sin decir nada volvió a la lectura.

—¿No desayunarás? —Preguntó MinGyu.

—No —Respondió con tranquilidad y de un segundo a otro MinGyu tomó su silla por los costados colocándolo frente a él y le quitó el libro de las manos —¿Qué haces?

—Debes alimentarte —Contestó el moreno, tomó el tenedor con un cuchillo y cortó un trozo de pancake —Abre la boca.

—No tengo cinco años —Frunció el ceño.

—Pero te comportas como un niño de cinco años —Alzó sus cejas y WonWoo bufó mirando hacia otro lado —Abre.

WonWoo apretó sus labios y le quitó bruscamente el tenedor de las manos —Yo comeré —Dijo enojado, llevándose el trozo de pancake a la boca —Maldito sea el momento en el que acepte esto.

La rehabilitación era diaria y durante las primeras semanas la relación de WonWoo y MinGyu no cambió, el príncipe lo evitaba cada vez que podía pero el sonrojo en sus mejillas era tan evidente cuando MinGyu tocaba o rozaba sus manos que quería salir corriendo de donde estuviese.

Por otro lado MinGyu no tenía idea de lo que sucedía cada vez que le sonreía a WonWoo o cuando sus manos rodeaban la cintura ajena, él solo estaba haciendo su trabajo.

Quería hacerlo bien.

Quería verlo bien y recuperado.

Así que poco a poco se fue ganando su confianza y su relación fue haciéndose más cercana hasta que sin darse cuenta su parte favorita del día era cuando iba al palacio.

WonWoo se transformó en el lugar al que siempre quería volver.

Y los únicos ojos que quería mirar.

El tiempo fue pasando y el frío invierno los cubrió con una blanca manta de nieve anunciando la llegada de la mágica época navideña, los reyes estaban encantados con la presencia de MinGyu en el palacio y por las noches lo invitaban a cenar, WonWoo era el primero en retirase a su habitación y cuando MinGyu se iba a casa veía al castaño en el balcón de su habitación, apoyando los brazos en la baranda y observando las lejanas luces de los hogares del pueblo.

—Inténtalo —Animó MinGyu levantándose y alejándose unos pocos centímetros de WonWoo, estiró lo brazos y le sonrió enseñando sus coquetos y blancos colmillos.

—¿Qué?

—Intenta levantarte y caminar hacia mí.

—¿Quieres que termine muerto en el suelo? —Alzó sus cejas.

—No terminarás muerto en el suelo —Rió MinGyu, moviendo sus manos para que fuera con él —Vamos, inténtalo.

—No podré hacerlo —Insistió pero MinGyu seguía con la misma fastidiosa sonrisa en el rostro, él rodó los ojos —Bien, ¿Si sabes que esto te hará responsable si sucede algo malo, verdad?

Tenía miedo pero apoyó las manos en la camilla y haciendo un poco de fuerza se levantó, con la mirada en el suelo dio un tembloso e indeciso paso hacia adelante perdiendo el equilibrio y cayendo en los brazos de MinGyu, quien lo sujetó rápidamente, el príncipe levantó la cabeza y sus miradas se conectaron.

—Pude dar un paso —Dijo con la respiración agitada, sin poder creerlo, achinó sus ojos y en su rostro se dibujó una hermosa sonrisa que paralizó el mundo de MinGyu.

No era la curva de sus labios.

Tampoco sus relucientes dientes.

O la forma en que sus ojos se transformaban en medias lunas.

Era el indescriptible sentimiento que recorrió su cuerpo al verlo sonreír.

Era lo que provocaba en él.

Con tan solo una sonrisa supo que quería hacer todo lo que estuviese en sus manos para que no volviera a desaparecer.

—Lo vi —Logró decir, encantado y enamorado, con su corazón latiendo descontrolado y un verdadero ejército de mariposas con una revolución en su estómago.

—¿Lo intentamos de nuevo? —Preguntó WonWoo emocionado.

Desde ese momento la relación que los unía se hizo más estrecha y los momentos juntos cada vez se hacían más cortos, la rehabilitación del príncipe seguía siendo una prioridad pero podían pasar tardes enteras en la biblioteca del palacio o en el jardín, cerca de la chimenea bebiendo chocolate caliente, conociéndose y contando sus anécdotas de pequeños, sus miedos y sueños.

Sus temas de conversación podían ir de lo más complejo a lo más simple y era lo que más les gustaba.

—Ya es hora que vaya a mi habitación —Dijo WonWoo después de cenar, dejando la servilleta en la mesa —Buenas noches.

—Descansa Wonnie —Dijo el rey obsequiándole una cálida sonrisa a su hijo antes de que se retirara del comedor.

Desde el balcón de su habitación WonWoo podía ver como las luces de colores tintineaban en el pueblo, anhelaba ver la orquesta de la plaza, oírla de cerca, escuchar los villancicos y ver a los niños corriendo felices mientras jugaban con la nieve, ir por las calles mirando las tiendas abiertas, saludando a la gente e ir guardando los recuerdos en su mente. Ver al Santa que solía pararse afuera de la juguetería, llamando a los clientes con una campanilla en su mano, agitándola y haciendo reír a los pequeños que creían que era el verdadero, quería verlos dejar sus cartas en los buzones que luego llegaban al palacio con divertidas letras que lo hacían sonreír.

Saludar a la señora Hong que desde los cinco años le daba una caja de galletas al pasar afuera de su tienda de dulces, decirle que saludara a su esposo de su parte y a Joshua.

Quería ver los divertidos juegos de la plaza y los adornos navideños de los faroles.

También el desfile navideño.

Quería que sus ojos se iluminarán con el reflejo de las luces.

Y que su corazón se llenara de felicidad.

—Desde aquí tienes una asombrosa vista —MinGyu apareció en el balcón colocándose a un lado del príncipe.

—Sí —Soltó un suspiro.

—¿Quieres ir al pueblo? —Preguntó mirándolo de reojo.

—N-No —Contestó nervioso, alejándose de la baranda.

—¿Estás seguro? —MinGyu se agachó a la altura del castaño y colocó las manos a cada lado —Si aceptas iré en este preciso momento a pedirle permiso a tus padres y probablemente aceptarán porque les diré que te cuidaré con mi vida.

A WonWoo se le escapó una tímida sonrisa y no tardaron en alistarse, abrigándose para una fría noche por las navideñas calles. Al salir del palacio MinGyu llevó la silla de ruedas hasta su camioneta, abrió la puerta del copiloto y sus brazos rodearon la cintura del príncipe, abrazándolo, WonWoo apoyó las manos en los hombros del moreno y  se subió al vehículo.

Por el espejo vio a MinGyu subir la silla a la parte trasera y luego abrió la puerta del conductor, se colocó el cinturón y hecho a andar el motor.

En menos de cinco minutos llegaron, MinGyu abrió la puerta del copiloto y WonWoo rodeó su cuello con un brazo dejando que el moreno lo levantara y lo sentara en la silla, al avanzar y escuchar los villancicos la felicidad inundó su corazón; todo estaba igual, las luces, los adornos, los juegos, las personas que caminaban comprando sus obsequios para navidad y las luces de colores que se reflejaban en sus ojos, tintineando. El santa afuera de la juguetería, agitando la campanilla en su mano, los niños con sus padres caminando hacia los buzones con una carta en sus manos, saludó a la señora Hong recibiendo galletas de su parte, las agradeció y le dijo que saludara a su esposo y a Joshua de su parte.

Era la primera navidad de MinGyu en el pueblo así que lo llevó a sus lugares favoritas, el primero era una tienda de adornos de navidad donde compraron algunas estrellas fugaces y esferas, también lo llevó a saludar a algunos de sus amigos, no eran muchos pero quería que los conociera, entraron a una cafetería y pidieron dos tazas con chocolate caliente, el dueño, como a todas las personas que entraban les entregó una bandeja con hombrecitos de jengibre para que los pudiesen decorar a su gusto.

—Se parece a ti —Molestó MinGyu al levantar la cabeza ver la galleta de jengibre del príncipe.

—Claro que no.

—Aunque tiene los ojos más grandes que los tuyos —Soltó una escandalosa carcajada al recibir un suave golpe de WonWoo en su hombro, se miraron y sonrieron.

WonWoo bebió chocolate de una adorable taza de reno mientras que MinGyu tenía una de un hombre de nieve y estuvieron más de dos horas en el pueblo, hasta la medianoche. El moreno condujo hasta la parte más alta del pueblo, al no poder avanzar en la silla de ruedas por ser una zona rocosa y con nieve en medio de los pinos pasó uno de sus brazos por debajo de las rodillas del príncipe y con el otro rodeó sus hombros, WonWoo lo abrazó y cuando MinGyu encontró una pequeña muralla que no había sido terminada lo ayudó a sentarse.

El príncipe frotó sus manos para calentarlas, se quedaron en silencio durante minutos, uno sentado junto al otro.

—WonWoo —Lo llamó MinGyu en voz baja.

—¿Sí?

—Estoy enamorado.

WonWoo giró el rostro hacia MinGyu mirando su perfil sintiendo como su estómago se revolvía —Pobre.

MinGyu soltó una risa y el príncipe volvió a mirar hacia adelante —No pensé que fuese a suceder, parecía imposible —Nunca había sido tan difícil para él buscar las palabras adecuadas para confesarse, decírselo a su mejor amigo, SeungCheol, había sido totalmente diferente, ahora WonWoo estaba allí y él simplemente quería explotar sus sentimientos por la silenciosa persona a su lado —En un momento creí que era una ilusión, una idea errónea en mi cabeza que desaparecería al volver a casa pero no fue así, me enamoré de él cada día, de algo diferente, de sus ojos, de su sonrisa, de su forma de hablar, de su forma de hablarme, de sus miradas, de cada opinión y pensamiento que me compartía, hay tantas razones por las que me enamoró que ya perdí la cuenta —Lo miró de reojo y su corazón se aceleró —Daría todo por decírselo.

—¿Y por qué no lo haces? —Se encogió de hombros restándole importancia a lo que estaba sintiendo en ese momento —Solo hazlo.

—Sí —Bajó la cabeza y jugó con sus manos, la adrenalina lo hizo sonreír sin motivos —Lo haré.

Un cálido toque sobre la fría mano de WonWoo lo paralizó de una manera que jamás imaginó.

—Estoy enamorado —Repitió MinGyu sin mirarlo, ninguno lo hacía —De ti.

El silencio volvió a reinar y ellos mantenían sus manos unidas hasta el moreno de sentó más cerca y WonWoo giró el rostro hacia él, MinGyu colocó sus manos en las mejillas del príncipe inclinándose ligeramente hacia adelante y WonWoo cerró los ojos haciéndolo sonreír por su inocente reacción.

Un suave roce los hizo suspirar, el aliento de WonWoo olía a chocolate y averiguó que los labios de MinGyu sabían a galletas al besarlo.

El dulce y tranquilo beso del principio los llevó a la necesidad de más y WonWoo descansó sus antebrazos en los hombros de MinGyu mientras que el moreno lo abrazó por la cintura acercándolo a él, ansioso al sentir como el príncipe separaba los labios para profundizar el beso, lo hizo, desvaneciéndose en sus emociones.

Con los ojos cerrados tomaron una mínima distancia que permitió que WonWoo se inclinara hacia adelante tomando el labio inferior de MinGyu, provocándole cosquillas, apoyó su frente contra la del moreno recuperando el oxígeno perdido de sus pulmones pero MinGyu lo volvió a besar, con tanta necesidad como antes haciéndolo flotar en una nube que ni siquiera sabía que existía.

La noche del 24 de diciembre las puertas del palacio se abrieron para recibir a MinGyu en una cena con la familia real y otros invitados, había tardado en elegir su vestimenta pero finalmente decidió irse por lo clásico, un traje formal color negro con una camisa blanca, no llevaba cortaba y los primeros botones de la camisa los traía abiertos, sus zapatos negros relucían pero definitivamente lo que cambiaba su aspecto era el cabello peinado hacia atrás despejando su rostro permitiendo admirar sus marcadas y masculinas facciones.

Los invitados estaban conversando en la sala alrededor de un enorme árbol de navidad decorado con esferas doradas y rojas, listones y detalles como campanitas y estrellas fugaces, saludándose y bebiendo el contenido de las copas que repartían en bandejas de plata mientras escuchaban una suave música.

—MinGyu —La reina HyeSun apareció rodeando el brazo del más alto con sus brazos —Wonnie te tiene una sorpresa —Le dijo en voz baja.

Confundido, MinGyu miró hacia atrás donde estaba la escalera, cerca del luminoso árbol, sus labios se separaron ligeramente y sus ojos se posaron en el hermoso chico que iba bajando, apoyando la mano en la baranda, con un traje color rojo hecho a medida sobre una camisa blanca con lindos detalles bordados.

Él no era el único que lo estaba mirando.

Todos allí comentaban sobre el encanto y la belleza del príncipe.

MinGyu lo alcanzó en la mitad de la escalera cuando vio que WonWoo se detuvo.

—Camino como pingüino en este momento —Habló el príncipe con timidez y MinGyu sonrió ampliamente sosteniendo las manos de WonWoo —Pero quería dejar la silla en la habitación e intentar no caer.

—Si esta noche comienzas a perder el equilibrio ya sabes donde puedes apoyarte —Ofreció su brazo, WonWoo sonrió y colocó su mano sobre la de MinGyu, sus mejillas se ruborizaron y bajaron juntos los últimos escalones.

Después de la cena se digirieron al salón de baile y cada cierto tiempo el príncipe debía sentarse y descansar, MinGyu caballerosamente iba por aperitivos y bebidas para él, diciéndole entre sonrisas que no se fuese a escapar. Conversaron, rieron y compartieron con los demás invitados de la fiesta.

Cerca de la medianoche la pareja se alejó de los invitados y de la música, mirando el oscuro cielo con brillantes estrellas desde el balcón de la habitación del príncipe, WonWoo tenía la silla de ruedas en su cuarto pero como si MinGyu adivinase sus pensamientos tomó su mano girándolo lentamente hacía él para rodear su cintura con los brazos entregándole equilibrio y seguridad.

Sus labios se buscaron dando comienzo a un apasionado beso mientras escuchaban sonido de las campanas a medianoche anunciando la medianoche.

—Feliz navidad —Dijo WonWoo en medio del beso, sonriendo y sintiendo la sonrisa de MinGyu sobre la suya. Soltó una risita y volvieron a unir sus labios en un corto y sonoro beso para luego mirarse a los ojos.

—Feliz navidad —MinGyu lo estrechó entre sus brazos y el joven príncipe cerró los ojos, descansando su cabeza en el hombro ajeno.

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