13- Ven...
—¿Ya trajiste el papel firmado? — Aleix seguía con aquella armadura puesta, con lo que nada se podía atravesar.
Marlene, seguía firme a su expresión —No, sabes perfectamente que no lo tengo.
Mencionaba tanto el papel, que incluso le daban ganas de tomarlo y metérselo por el culo.
Aún en una situación allí...
—Entonces no hay nada de que hablar...
Y le cerraba la puerta en la cara.
Marlene recordó aquella vez, al principio en que ella le hizo lo mismo, y sonrió ese karma, tocándole las narices...
—¡¿Qué es lo que quieres?! —Marlene había vuelto a tocar a su puerta, y Aleix había abierto de muy mala leche.
—Ven... —buscó su mano, pero él se la negó —Vamos... —Se adelantó, y se quedó viéndole, esperando que la siguiera.
Aleix negó —No voy a ir contigo a ninguna parte.
—Tengo dos entradas para el parque de atracciones —Le mostró las entradas, sacudiéndolas en el aire para llamar su tentación.
—¿Creés que estoy jugando Marlene? —Aleix estaba más irritado por aquella actitud.
La ñoña bajo la mirada y negó. Su mano se deslizó por su propio brazo, y vio las entradas a sus pies, las cuales había dejado caer.
—Yo tampoco estoy jugando... —Murmuró bajo.
Aleix cerro la puerta de un portazo, con poca paciencia para aquella actitud tan insoportable de su esposa...
***
—¿Qué quieres "otra vez"?
Marlene había vuelto a la mañana siguiente, y de nuevo le mostró las entradas.
—Ven conmigo —Eso dijo.
Y de nuevo... Se llevó con la puerta en la cara.
Se agachó, y metió las entradas por debajo la puerta, pero... Aleix se las devolvió después de la misma manera.
—No las quiero —Dijo por detrás de la puerta —Vete ya.
Marlene tomó las entradas, y finalmente se marchó...
***
A la mañana siguiente, Aleix abandonaba su apartamento, cuando halló a sus pies, justo en la entrada, lo que parecía una nota.
" Vuelve a casa de una vez... Prometimos que estaríamos juntos para siempre, tu me acosaste, ahora tienes que cumplir tu promesa.
Si vuelves... Te dejaré hacer conmigo lo que te plazca durante una semana...
De tu esposa, Marlene."
Aleix arrugó la nota y la arrojó a la basura.
Se dirigía a su trabajo como un día laboral cualquiera...
—Marlene... Deja eso... —Se dio la vuelta, mostrando un perfecto ceño fruncido —Marlene... Que te he visto...
La nombrada, salió de detrás de un poste y ajustó sus lentes de sol.
—¿Qué se supone que haces? —Pasó los dedos por su frente, con la paciencia casi totalmente perdida.
—Te acoso —Eso dijo, como si fuera lo más natural —Y pésimo seguir haciéndolo, hasta que vuelvas a casa.
Marlene llevaba un gorro negro en la cabeza, unas lentes de sol y una pinta muy sospechosa... Si su intención era molestarle, se había tomado la labor muy en serio.
—No pienso volver, así que deja de hacer esa estupidez —le dio la espalda y se alejó después.
Marlene corrió y se paro delante de él, extendiendo los brazos de un lado a otro.
—Sal, Marlene... —La acribilló con la mirada.
—No —Sacudió la cabeza como una niña —Sólo lo haré si me dices que volverás a casa.
Él posó la mano sobre uno de sus hombros y la apartó con cierta brusquedad, y así se hizo pasó al camino, pero Marlene... Retomo la misma actitud, demostrando aquella expresión, que... Le sacaba ahora de quicio.
¿No debería estar llorando?... Si lo hiciera las cosas le serían más fáciles, quizás así ablandará su corazón, pero no... Marlene no sabía nada convencerle.
—Vete ya, Marlene... No quiero hacerte daño.
—Toma —Marlene le tendió lo boletos del parque.
—No los quiero, ya te dije —apartó sus manos.
—Toma —Marlene volvió a insistir, presionándolos ahora contra su pecho.
—¡Basta!
Grito ya al límite y está vez, dio un empujón a la joven haciendo que fuera de espaldas contra un muro, soltando enseguida un gemido de dolor.
—¡Marlene! —Se agachó a su lado, viéndola con enorme preocupación.
Podía estar enfadado, dolido... Pero nunca buscaría hacerle daño.
—No... —Se llevo la mano a uno de sus hombros, soltando un quejido de dolor —No te perdono, a no ser que vengas conmigo al parque...
—Te he dicho que no iré, así que...
Aleix seguía acorde con su decisión, pero... Se sintió perturbado por las lágrimas gruesas que habían desencadenado en los ojos apagados e insípidos de la joven quien aún sintiendo el agudo dolor en su espalda, depósito las entrada arrugadas y maltratadas en una de las manos de su marido, quien... Por primera vez en mucho tiempo estaba sorprendido con la actitud de Marlene...
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