Sobredosis de TV

Antes que nada, quiero aclarar que estoy re caliente, y todo lo que diga puede ser usado en mi contra. Adelante, me chupa un huevo, los quiero ver cómo estarían si su novia de toda la vida se va a la mierda para "seguir su sueño" de ser la nueva Thalía o Natalia Oreiro.

Así como leen, ¿qué tul, eh? No, la piba no aspiraba a ingeniera, a doctora, a contadora... Nop. Ella quería ser cantante y actriz, desde chica, desde siempre, desde que la conozco cuando apenas tenía doce años. Y no una u otra, no señores. Las dos.

Quizás porque de chiquita era medio gordita, todavía me acuerdo que la defendí porque yo también lo era, y sé lo hirientes que pueden llegar a ser los chicos a veces. Hoy le dicen bullying, en ese entonces era solo mala educación y algo de maldad. Y nadie nos defendía ni hacía campañas, había que defenderse solo o cuidarnos entre nosotros. Desde ese día nos hicimos inseparables.

La cosa es que cuando Gisela creció y pegó el estirón, su cuerpo se estilizó, adelgazó de golpe, y creció justo en donde las mujeres crecen. Y pasé de defenderla de los... ¿Cómo se le dice ahora? ¡Ah, sí! Bullys. Eso. Pasé de defenderla de los bullys para defenderla de los abusivos, de los que se querían propasar con ella. Gisela era un camión, ¿y de quién se enamoró? Del único que no la trató como un cacho de carne.

Gisela se enamoró de mí. Y yo, ya estaba enamorado de ella.

Pero mi cuerpo jamás se estilizó, sí pegué el estirón, pero seguía siendo medio heladera. Al menos ya no me hacían bullying por miedo a que les rompiera la cabeza. Y además, me respetaban por el caramelito que me comía.

Terminamos la escuela, yo no quise estudiar, preferí salir directamente al mercado laboral, y después de varias changas conseguí un buen trabajo en una compañía de cable, instalando el servicio a los nuevos clientes. Gisela tampoco quiso estudiar, aun así, continuó persiguiendo su iluso sueño. También consiguió trabajo, en una tienda departamental de ropa como asesora de ventas. Vendedora y punto. Pero ella decía asesora de ventas porque le daba más glamour.

La tecnología avanzó, quién mejor que yo para saber eso, trabajo en el rubro. Sí, ahora también vendemos internet. Exponerse haciendo lo que a uno le gusta es mucho más fácil con acceso a internet. Y hacia allí fue Gisela.

Comenzó subiendo videos a YouTube. Covers de canciones a pared limpia, hizo cursos de teatro y subió en la plataforma pequeñas actuaciones junto a sus compañeros. Y empezó a golpear puertas, presentando su material. A mí no me molestaba en lo absoluto porque la veía feliz, y en el fondo sabía que no llegaría más allá de algunos miles de suscriptores a su canal.

Pero el iluso fui yo. Gisela golpeó la puerta correcta.

El amigo, del amigo, del primo, del cuñado, del sobrino de un tío de Gisela, tenia un contacto en una televisora de Miami. Le enseñó el canal de Gisela y le gustó lo que vio. Querían lanzar un programa de música latina, para la televisión latina justamente, y Gisela tenía carisma, sabía de música. Y era un camión.

Y el contacto venía del hermano de su madre, residente en Miami. No era tan ladri a los ojos de Gisela, aún así, por más que fuera el mismísimo presidente de los Estados Unidos, para mí era un ladri.

Discutimos. Yo no quería que se fuera, hay tanto quilombo de trata, pasan tantas cosas en el mundo que temí por ella. Terminé accediendo cuando me dijo que iría con su madre, y que volvería en tres meses. Grababan la temporada completa de corrido y se pegaba la vuelta.

Ella ya se ha ido, y me dejó un hueco en mi habitación. Y yo me quedé entre cables coaxiales, decodificadores, y viejas quejosas que me hacían limpiarme los pies antes de pasar a ponerles el cable para mirar la novela mexicana en vivo, antes de que llegaran a Argentina.

Dije tres meses afuera, ¿no? Hace un año que me viene boludeando con el "falta poco, es que me salió otro laburito". Estoy desesperado, y soy tan vulnerable a su amor que no puedo decirle una sola palabra en contra. Es lo que ella siempre quiso, lo que muchas mujeres quieren, y a muy pocas se les da la oportunidad.

No voy a negar que mis compañeros sabían desde el día cero que Gisela no iba a volver a los tres meses. Se volvieron a burlar de mí, ahora no era bullying, era... Mobbing. Así le dicen ahora cuando tus compañeros de laburo te bardean, el bullying de adultos. Yo soy el boludo que está en Buenos Aires, mientras ella vive en Miami, rodeada de Adonis, haciendo quién sabe cuántas barbaridades.

Aun así, preferí seguir con mis manos frías y un hueco en mi habitación. La amaba ciegamente, y estaba seguro de que Gisela también lo hacía. A pesar de la distancia, jamás perdimos el contacto, y nos las arreglamos para mantener viva la pasión.

Pero al final sucedió, las predicciones de los envidiosos que tengo por compañeros se hicieron realidad.

Jamás quise verla, el canal para el que trabaja está en la grilla de mi operador de cable, el mismo que también instalo. Pero los morbosos de mis compañeros sí la veían. Ellos veían los programas que conducía Gisela, y yo no les creía cuando me decían "qué cambiada que está la Gise".

Hubiera preferido seguir en la ignorancia.

La calidad de las videollamadas no es HD, y las cosas que hacíamos por la cámara tampoco daban a detalle sus facciones. Debí imaginar que Gisela estaba en la capital mundial de las cirugías plásticas, y que al vivir de su imagen, hacerse unos retoquecitos era una inversión costo beneficio.

Cuando la vi en HD quise morirme, se detuvo mi respiración. Sus hermosos rasgos ya eran escombros, todo estaba magnificado. Labios, pómulos, su nariz, sus pechos, su cola. Comprendí por qué mis compañeros la veían a diario, y sin embargo yo perdí la fascinación en ese mismo instante.

Me calenté, y me sentí feliz a la vez. Gisela era la cara del canal a esas alturas, se ve que a la gente le gustó, y por eso extendían y extendían su contrato indefinidamente. Sólo por eso era feliz.

Pero también quería romper todo, porque esa no era la chica dulce y soñadora que vivía conmigo en Liniers. Era una cosa plástica que no paraba de decir boludeces en un tono irritante.

Y empecé a ver más seguido a Gisella. Sí, se agregó una "L" a su nombre, de seguro para más glamour. Y cuánto más la veía, más me quería matar. Sus ropas no dejaban nada a la imaginación, me dolía lo que veía, aún así, no podía dejar de ver. No sabía qué hacer, cómo manejar la situación. Mis allegados notaron mi cambio de humor, y se dividieron las opiniones.

¡Acuéstate! ¡Levántate!

La mitad me mandaba a descansar para relajarme y olvidar, y la otra mitad me incitaba a salir y olvidar todo, incluso a Gisela.

¡Apágalo! ¡Enciéndelo!

Las otras dos mitades, la que me decía que dejara de quemarme la cabeza mirándola, y la que me incitaba a mirar para que me quedara tranquilo de que estaba haciendo bien las cosas.

Estás cuatro opciones eran combinables. Por lo que nadie supo decirme a ciencia cierta cómo actuar. Lo único cierto es que no podía seguir así. Llegó a afectarme físicamente, sentía mi cuerpo procesado al ritmo de su corazón. Porque veía que ella había dado todo de sí para llegar a donde está.

Y le hice caso a todo el mundo. Me acosté, me levanté, lo apagué, lo encendí. Cuando me quise dar cuenta, tenía una sobredosis de TV, porque era llegar a casa y sentarme a mirar el puto canal latino. No creo poder resistir, encima hay un aire demasiado tenso alrededor mío. Si al menos estuviera acá en un canal local, conmigo, sería más llevadero, pero no. No puedo seguir así, no puedo segur maquinándome, no puedo seguir masturbándome así. No puedo.

Hoy, Gisela me mandó pasajes para que vaya a acompañarla a Miami, para que me instale con ella en el país del norte. Pero no puedo, no puedo, no puedo, no puedo.

Me quedo con las viejas del cable, ni siquiera sé hablar inglés. Perdón, Gisela. Pero yo no me enamoré de todo ese plástico. Cuando se te caiga todo el botox, hablamos, ¿sí? Y vemos.

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¿Qué tul?: expresión derivada de ¿qué tal? Se utiliza para pedir opinión al interlocutor, en reemplazo del "¿Qué les parece?"

Cacho: pedazo, en contexto, un pedazo de carne. En Argentina, además es el apodo de los que se llaman Carlos.

Changas: trabajos temporales.

Ladri: persona embustera o de dichos dudosos.

Quilombo: problema.

Boludeando: dar vueltas a una situación. También se utiliza para indicar que uno no está haciendo nada en particular.

Bardear: molestar, insultar.

Boludeces: en contexto, decir cosas sin sentido.

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