Capítulo 31: "La candente agachada"
♥(͡° ͜ʖ ͡°) 31. "La candente agachada" (͡° ͜ʖ ͡°)♥
«Buenos días, tía Am»
«Buenos días, criaturitas bellas»
«Mamá, la tía Am nos está molestando»
—Por Maya y Amelia. —Susana alza su vaso.
—Salud —decimos en coro mientras chocamos nuestros vasos.
La presentación terminó hace un par de horas, pero la adrenalina de ese momento sigue en mi cuerpo. Todo esto se siente como un sueño, algo que solo pasaría en mi imaginación y que desaparecería una vez despertara.
Pero sé que no lo es porque no es del todo como mi sueño. Ya que alguien falta aquí.
Para festejar Susana nos invitó a cenar a su casa, y hasta sacó su nueva mesa redonda para estrenarla. Es tan grande que aún hay espacio para más personas.
En realidad, hemos dejado una silla vacía a mi derecha. El asiento reservado de nuestra querida amiga.
A mi izquierda está Jack, y a su izquierda está el conde, y el resto de mis personas favoritas están acomodadas en esta mesa especial.
Bueno, la mayoría de mis personas favoritas. Hay un intruso en la familia.
Hasta mi padre ha venido con Rita y mi hermanito. Están todo...
—¿Pasa algo? —Jack me pregunta bajito.
—¿Puedes hacerme un favor? —Me inclino hacia él y toco su brazo, el cual descansa sobre la mesa—. Estoy por llorar en cualquier momento, pero no quiero arruinar el ambiente.
—¿Cómo te ayudo? —Se inclina hacia mí.
—¿Puedes contar algunos chistes? Así parezca que estoy llorando de risa.
Mi amigo se ríe.
—Soy malo haciendo chistes. —Arruga la frente.
—Pásale la voz a Rei, ella siempre tiene anécdotas graciosas. —Le empujo del hombro.
—¿Cómo? Susana nos quitó nuestros teléfonos para comer.
—Dile a tu hermano que le pase el mensaje —digo convencida de que es un estupendo plan.
Después de todo Rei está a la izquierda del conde, así que será sencillo e involucrará a poca gente.
—De acuerdo —Jack no suena tan convencido, pero igual se acerca a su hermano para hablarle al oído.
Por suerte los demás están entretenidos hablando entre ellos que apenas y nos prestan atención.
Rayos, me topé con la mirada del conde. ¿Qué rayos le dijo Jack?
Aunque estar tan entretenida con el plan de los chistes ha hecho que se me quiten las ganas de llorar. Después de todo no voy a necesitar que... ¿Por qué se está levantando mi ex jefe?
Se hace el silencio y todos le prestan atención.
Miro a Jack esperando me explique lo que pasa, pero él luce tan sorprendido como yo.
—¿Cuál es el café más peligroso del mundo? —pregunta con seriedad.
Intercambiamos miradas sin saber si debemos responder o no.
—El expreso —dice con la misma seriedad.
Me cubro la boca para aguantar la risa.
¿Acaba de decir un chiste? No, debe ser otra cosa...
—¿Qué pasa si tiras un pato al agua? —vuelve a preguntar con su cara de botox.
Ahora uso ambas manos para cubrirme porque las ganas han aumentado.
—Nada —se responde solito.
Y me carcajeo como nunca.
Lo expulso tan fuerte que hasta lágrimas me han salido. Jack también se ríe y el resto se nos une tal vez por contagio, porque dudo les haya hecho gracia los chistes del conde.
El susodicho regresa a su asiento a continuar comiendo.
Me canso de tanto reír y me tomo un momento para recuperar el aliento de paso que me limpio las lágrimas.
—Gracias por eso —le digo a Jack.
—Yo no le dije que lo hiciera. —Me mira, aún sorprendido por lo que pasó.
—¿Qué le dijiste? —Elevo mis cejas curiosas.
—Que le diga a Rei que cuente alguna historia graciosa.
¿Y por qué me miró luego de recibir el mensaje? Como si me hubiera mencionado.
Desvío la mirada hacia el susodicho, quien come tranquilamente y con elegancia. Me concentro en hacer lo mismo, que me ha dado hambre de tanto reír.
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Nos hemos pasado al parque trasero de la casa de Susana para beber y conversar un poco. El espacio es bastante amplio ya que hay distintos modelos de sillones grupales y unitarios. Suele usarse para fiestas y cumpleaños ya que casi no necesita ser decorado por los focos colgantes que parecen estrellas.
El esposo de Susana ya ha vuelto del trabajo y se nos ha unido, al igual que el esposo de Beatriz. Los pequeños juegan más allá en los columpios. Los adolescentes también la pasan bien porque se conocen desde que eran bebés.
El ambiente es perfecto. Y mis ganas de hacer pis me lo arruinan.
Me levanto del sillón para ir al inodoro por cochocienta vez. Ya mejor me quedo ahí.
Me cruzo con Max, o mejor dicho interrumpe mi camino.
—Hola —dice.
—Hola —digo.
Y se hace el silencio.
—¿A dónde vas? —pregunta.
—Al baño —respondo.
Y regresa el silencio.
—Yo justo regreso de ahí, aunque me perdí y fui al que estaba más lejos. —Asiente—. Esta casa es enorme.
—Sí. —Asiento—. Susana es millonaria, solo trabaja para no aburrirse —lo digo a modo de broma, aunque es la verdad.
—Ja, no sabía que eso era posible. —Ladea la boca en una media sonrisa.
—Seh... y hasta tienen un viñedo.
—Hoy conocí la envidia —dice con pesar.
Sí, Susana es de las consentidas de Diosito.
—Siempre espectador, nunca protagonista. —Sacude la cabeza.
—Me quitaste las palabras de la boca. —Sonrío.
—Y no es lo único que te quité de la boca. —Agita las cejas por unos segundos, pero de inmediato se pone serio—. Lo siento, eso estuvo de más —se disculpa.
Me lo quedo mirando.
—¿Qué pasa? —Me mira.
—Nada... —Frunzo el ceño al sentir una especie de deja vú—. Mejor voy al baño o me haré pis aquí.
—Cierto. —Sonríe—. Hay un baño a la derecha. —Se coloca de lado para señalarme el camino—. En la segunda esquina tercera puerta, es la puerta marrón, al lado de la roja, si ves una verde ya te pasaste.
—Entendido. —Asiento.
—No entendiste nada.
—Me perdí en «Hay un baño». —Asiento.
—Te llevo.
—No no. —Sacudo las manos—. Tú mejor regresa, yo lo puedo encontrar.
—¿Segura? —Eleva las cejas que dudan de mí.
—Ya he estado aquí —digo con extrema confianza—, hasta como sonámbula puedo encontrar el baño —me vanaglorio.
—¿Apostamos? —Sonríe como gato—. Si tardas más de veinte minutos en regresar debes cumplir un castigo, y si llegas antes de ese tiempo yo seré castigado.
—Trato. —Estrechamos las manos.
—Y contando... —Mira su reloj—. Desde ahora.
Camino lo más rápido posible, que mis enormes pies son cada vez más torpes y pesados.
—¿Por qué hay tantos pasillos? —digo al cabo de varios minutos.
¿La casa de Susana siempre fue tan grande?
—¡Lo encontré! —celebro al abrir la enésima puerta.
Libero mi vejiga como si hubiera tomado cientos de litros de agua, ya parezco caño abierto al máximo.
—Y me queda tiempo de sobra —digo al ver mi reloj mientras me lavo las manos.
Miro mi reflejo para ver qué tan desastrosa estoy.
—Nada mal. —Asiento en aprobación ya que solo estoy un poco despeinada, lo usual de despeinada.
Me pongo de lado para apreciar mi panzota y vuelvo a quedar admirada por lo grande que está. Es como si creciera en cada segundo.
—El bodoque debe tener una casota igual de grande que la de Susana.
Y no exagero.
Cruzo el umbral y voy de vuelta con los demás. Pero vuelvo a ser interrumpida.
Esta vez por alguien más molesto que el abogado.
Ella.
Fuerzo una sonrisa para verme amable y que lo tome como saludo, así poder zafarme de ahí sin tener que hablar. Lo logro y me alejo con tranquilidad para disimular.
—¿Puedo preguntarte algo?
Demonios, mejor debí correr. ¿Y si finjo que no escuché y sigo caminando? Sí, luego diré que es por el embarazo.
—¿Recuerdas lo que hablamos esa noche?
Frunzo el ceño al no comprender de qué habla. Así que me giro ya que tiene toda mi atención.
Se nota que tiene ganas de hablar así que me limitaré a escuchar. Que chisme es chisme.
—Parece que no. —Me enseña su bonita sonrisa, la que me prometió por años que seríamos amigas hasta volvernos pasitas.
No llegamos ni a uvas grandes.
Pestañeo varias veces al sentir otro deja vú. ¿Por qué esto me resulta tan familiar?
«Deberías aceptar el trabajo.»
¿Ah? ¿Qué fue eso? ¿En qué momento hablé de trabajo con ella?
¿Me estoy olvidando de algo?
—Solo quiero decirte lo feliz que estoy por ti que estés logrando tantas cosas —se la oye bastante animada—, sabía que venir aquí fue la mejor decisión para ti.
¿Debo darle las gracias por el cumplido o sigo en modo mimo?
—Todos felices. —Ensancha su sonrisa.
Y sigue su camino. Ni siquiera se despide. Mejor, que ya me cansé de escucharla.
Continúo avanzando, pero sin poder quitarme del cerebro lo que ha dicho, como si hubiera un mensaje encriptado en alguna parte.
—¿Cuándo hablé con ella? —Pongo mi cara de estreñida.
De las pocas veces que nos vimos me aseguré de evitarla todo lo posible, así que no tiene sentido lo que dijo.
Sacudo la cabeza para mejor olvidar el asunto una vez puedo ver el parque trasero gracias a las transparentes puertas corredizas.
Freno en cuanto veo al conde agachado de espaldas para recoger algo del suelo. Y aunque está a varios metros de distancia puedo apreciar bastante bien su espalda.
Mi cara vuelve a arder ante la nítida imagen de una zona en particular.
Estúpido conde, ¡¿puede dejar de agacharse frente a mí?!
Que ya no quiero comer más hielo.
♥(͡° ͜ʖ ͡°) (͡° ͜ʖ ͡°) (͡° ͜ʖ ͡°)♥
¡Hola! :3
¿Quién más ama las agachadas del conde? e.e/
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¿Preguntas?
¿Teorías de lo que pasará en el siguiente cap?
¿Frase favorita?
Aprecio, agradezco y atesoro cada comentario que me dejas. Quiero que sepas que los leo todos aunque a veces no pueda responderte, siempre te leeré y te querré por ello. Me apoyas muchísimo con cada comentario, así sea algo cortito, me animas e impulsas a seguir escribiendo, además que se siente menos solitario por aquí (͡° ͜ʖ ͡°)
Si quieres fangirlear conmigo o contarme qué te pareció cada cap, mi privado siempre estará abierto para ti, en cualquiera de mis redes, y no tengas pena en etiquetarme, yo encantada y honrada quedaré (͡° ͜ʖ ͡°)
Vale rie*
♡ Los adoro ♡
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