Capítulo 13: "Vómito de palabras"

«Muévase»

«Usted muévase, y regrese todas esas pinturas... ahora»

«Solo sigo órdenes»


—No puedo más —digo sin aliento.

Me apoyo de las rodillas mientras intento recuperar el aliento.

No sé por cuánto tiempo corrí pero creo que al fin me deshice de ese carro.

Seco mi frente con una confiada sonrisa, vanagloriándome por ser tan rápida.

Mi sonrisa se congela al ver a mi alrededor.

—Oh rayos. —Miro a los lados, como si buscara algo.

Si antes estaba perdida ahora lo estoy aún más. Se preguntarán si uno puede estar más perdida de lo que ya estaba y la respuesta es sí. Sí se puede.

—Vamos, que no es la primera vez que estoy perdida. —Saco el celular y busco la app de ubicación.

Un par de minutos en silencio mientras reviso la aplicación, me atrevo a decir lo que he estado pensando.

—¿Corrí tanto que llegué a otro país o qué rayos? —exclamo.

Voy con el plan B: pedir un taxi.

Frunzo el ceño y detengo el dedo que acaricia la pantalla del celular.

—¿Por qué siento que algo me estoy olvidando? —Tuerzo la boca e intento recordar aquello que no recuerdo.

La luz al final del túnel llega a mí con el terco auto que ha vuelto a aparecer.

Y estoy demasiado agotada para escapar.

—¿Cuál era el número de emergencias de este lugar? —Lo gugleo.

El vehículo vuelve a estacionarse junto a mí y busco más rápido el dichoso número.

—Amelia.

—¡Bade reto! —Me defiendo con un poderoso ataque en el cuello con la mano que aún sostiene el teléfono.

Ni mi mano ni el celular llegan al cuello del malhe...

—¿Usted? —Elevo las cejas por la sorpresa.

¿¿Todo este tiempo quien me estuvo siguiendo fue el conde?? ¡Casi me hago pis del susto!

—¿Qué hace aquí? —Frunzo el ceño, temiendo lo peor.

Lo supuse... también se perdió.

Seguro por eso me seguía, creyó que yo conocía el camino.

—Lo siento —me apresuro en disculparme ya que es mi culpa que estemos aquí.

—¿Por qué? ¿Ahora qué hiciste?

—Yo... —Mi boca se queda abierta pero ya no me salen palabras ante la media sonrisa que claramente se le ha estancado en la boca.

—Déjame llevarte.

—Claro —digo como mensa.

Trago saliva en cuanto me da la espalda y sacudo la cabeza para recomponerme.

Abre la puerta del copiloto y la aviento con la mano para que vuelva a cerrarse.

Me mira como si acabara de enloquecer.

—Lo mejor para ambos es que yo abra la puerta. —Hago lo que digo y procedo a entrar a su auto.

Estando dentro me siento tonta por no haber reconocido antes su carro cuando lo conduje por meses, ¡acababa de estar aquí hace un rato!

Le echaré la culpa al enojo combinado con mi mala visión nocturna.

Me tenso apenas entra el conde. Me tenso más por el silencio que acompaña nuestros cuerpos inmóviles.

—Lo siento.

Frunzo el ceño para luego rascarme la oreja. Creo que se me ha metido un bicho o un fantasma porque ya estoy oyendo cosas. Me empiezo a reír ya que ahora estoy alucinando.

—No lo va a creer pero juraría que acabo de escucharlo... —Mi risa se evapora al igual que toda la gracia del momento—. Disculparse.

¿Por qué me mira así? ¿Estará mal del estómago?

—Tienes razón, debí consultártelo primero.

Mi boca no puede mantenerse cerrada por más tiempo.

—Espere. —Lo detengo con ambas manos antes de que fuera a decir algo más—. Antes de que siga traumándome con sus palabras quiero preguntarle algo.

—Te escucho. —Se cruza de brazos.

—¿Qué es lo que pasa con usted? —mi pregunta suena más a reclamo.

—¿A qué se refiere...? —Por su cara puedo deducir que no me ha entendido.

—Es que está actuando demasiado extraño, y está empezando a asustarme un poquito. —Enseño con los dedos lo poquito que me está asustando.

—¿Te doy miedo? —Eleva las cejas.

—No no no no no no —niego al instante.

—Pero es lo que dijiste. —Rayos, ha activado el modo bótox.

—Dije que me asusta cómo se está comportando —lo aclaro.

—¿Y cómo me estoy comportando? —Frunce el ceño, y no sé si está curioso o molesto. O ambos.

—¿Más humano de lo usual? —tiento el terreno con la primera opción que me viene a la mente.

—¿Dices que soy inhumano? —Desvía la mirada de mí para fijarla en un punto cualquiera.

No, esto no está mejorando. ¿Y si mejor me callo?

¿Te ha servido alguna vez?

Bueno...

—Olvídelo. —Suspiro y miro por la ventana, dándome por vencido sobre el tema.

Ni siquiera yo entiendo lo que intento decir.

O evitar.

—Amelia.

Mi cuerpo se tensa ante mi nombre pronunciado por su gruesa voz.

Y no creo sea lo único que tenga grueso.

¡Cállate, degenerada!

Oh vamos, también lo pensaste.

¡Claro que no!

—¿Sí? —Volteo a mirarlo.

—Abróchate el cinturón —ordena.

—Sí, señor. —Obedezco de inmediato.

—Espero algún día dejes de verme como tu ex jefe —murmura al arrancar.

Bueno, también lo veo como el conde herpes, pero jamás se enterará de tal información.

No digo esto seguido, pero estoy de acuerdo contigo.

Al menos sabemos que no tenemos que decir todo lo que pensamos.

Solo lo importante.

¿Y eso sería...?

Recibo la respuesta del modo más asqueroso posible: con ganas de vomitar.

Me cubro la boca con las manos y me esfuerzo por tragar saliva o lo que sea que quiera salir a chorros, pero es más fuerte que yo.

Le doy golpes en el hombro para que se detenga y no tarda en hacerlo. Abro la puerta justo a tiempo para expulsar lo que almorcé hace una semana.

Me quedo así por al menos un par de minutos, respirando por la boca ya que mi nariz no se atreve a oler lo que he expulsado.

—Ten. —Giro la cabeza y observo la botella de agua que el conde me ha acercado.

La recibo, bebo un sorbo, enjuago el interior de mi boca y escupo.

—Gracias, ¿tendrá una menta de casualidad? —Me seco la boca con el borde de la mano.

—No.

—Lástima. —Bebo otro poco y también lo escupo, esperando baste para quitarme el hediondo sabor a vómito—. Y yo que me había emocionado con que las nauseas se hayan ido al fin. —Me encojo de hombros, agotada por tal asquerosa acción.

—¿Desde hace cuánto estás con nauseas?

Vuelvo a acomodarme en el asiento y descanso la cabeza en el respaldar mientras espero si aún me queda algo por vomitar.

—Unos días, tal vez una... —callo al notar recién lo que estoy diciendo.

No creo lo deduzca por lo que acabo de decir, ¿oh sí?

A mí no me preguntes.

—Hay algo que no me estás diciendo.

Oh, esto ya se puso bueno.

—Ehh... ¿que me cayó mal la pizza? —Elevo las cejas y fuerzo una sonrisa.

—Para que te cayera mal debiste haberlo comido, pero te fuiste antes de que la trajeran —explica con seriedad.

—Cierto. —Desvío la mirada y activo el modo pensador mientras me muerdo la uña.

Vamos, Amelia, piensa en algo ¡piensa!

Creo que hasta tus neuronas vomitaste.

Ja ja qué graciosa.

Gracias, tengo mis momentos.

—¿Acaso estás...?


♥(͡° ͜ʖ ͡°) (͡° ͜ʖ ͡°) (͡° ͜ʖ ͡°)♥

¡Hola! :3

Amelia escapando del auto misterioso: no contaba con mi astucia 7u7

Amelia viendo que se trataba de su ex jefe: me lleva la que me trajo :v

Recuerden que cada vez que lleguemos a una meta estaré publicando un cap extra, la meta actual es llegar a 5k de lecturas, así que ya saben e.e

¿Preguntas?

¿Teorías de lo que pasará en el siguiente cap?

¿Frase favorita?

En twitter e instagram voy a estar compartiendo material de la historia con el hashtag #MVDS, si no quieres perderte las pistas que dejaré nos vemos por allá (͡° ͜ʖ ͡°)

Desde ya eres mi persona favorita del mundo mundial por estar aquí, ya sea que estés desde el principio por allá el 2013 o hayas llegado hace poco, te gustaré por siempre en mi corazón (͡° ͜ʖ ͡°)

Aprecio, agradezco y atesoro cada comentario que me dejas. Quiero que sepas que los leo todos aunque a veces no pueda responderte, siempre te leeré y te querré por ello. Me apoyas muchísimo con cada comentario, así sea algo cortito, me animas e impulsas a seguir escribiendo, además que se siente menos solitario por aquí (͡° ͜ʖ ͡°)

Si quieres fangirlear conmigo o contarme qué te pareció cada cap, mi privado siempre estará abierto para ti, en cualquiera de mis redes, y no tengas pena en etiquetarme, yo encantada y honrada quedaré (͡° ͜ʖ ͡°)

♥(͡° ͜ʖ ͡°) (͡° ͜ʖ ͡°) (͡° ͜ʖ ͡°)♥

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