47| Domingo 26 de diciembre del 2004 [Parte 2]
Querido diario:
Ya estábamos por cenar, así que al fin mi padre accedió a ir a la casa de Amax para darle su regalo.
Le compramos una bicicleta ya que a mí también me regalarán una y de ese modo pasearemos juntos.
Porque dudo Amax vaya a caber en mi canastilla, mejor que use la suya. Aparte que pesa más que yo, no podría pedalear ni medio metro.
—¡No tarden mucho! —ordena la madre desde el marco de la puerta— ¡Y no se quiten los guantes que se congelarán!
—¡También te queremos! —vociferan el padre y la no tan pequeña mientras se alejan.
Apresuran el paso ya que temen convertirse en muñecos de nieve.
—Papá, ¿no has notado que mamá nos da cada vez más órdenes?
—Ya sabes el dicho, mientras más te ordena más te ama.
—Eso tiene sentido. —Amelia asiente—. Ya que es obvio que me ama más a mí.
—Empezaré a darte más órdenes para que sepas que también te amo más a ti —anuncia el padre.
—Demasiado amor. —Suspira, exhausta de pensar en todas las órdenes que recibirá.
Llegan a la casa del no tan pequeño y es Amelia quien hace los honores de tocar.
—¡¡Amax!! —Golpea con ambos puños como si fuera un tambor— ¡¡Abre la puerta!!
—Tienes unas espléndidas cuerdas vocales, cariño, ¿pero que tal si probamos con el timbre?
—¿Había timbre? —se asombra ya que todo este tiempo estuvo usando sus manos y su voz.
El padre sonríe y presiona el botón blanco posicionado a la derecha de la puerta.
—Amax dijo que era un adorno —dice Amelia, molesta porque fue engañada.
—Clásico de Max —el padre se muestra orgulloso de su no tan pequeño no hijo.
Llevan unos minutos esperando pero nadie los recibe.
—Parece que no están —comenta el padre y retrocede para tener una mejor vista de la casa—. Las luces están apagadas, deben haber salido.
—Eso es lo que Amax quiere que creamos. —Se estira, preparándose para el segundo round.
—Lo mejor será que volvamos-
—¡¡¡Amaaaaaaaax!!! ¡¡Abre la puertaaaaaaaaa!! —Golpea con más fuerza— ¡¡No me iré hasta que la abraaaaaaas!!
El padre tiene cubiertos los oídos con sus manos ya que estuvo a punto de quedarse sordo.
—¿Qué quieres? —Max abre la puerta de mala gana.
Pero su gesto cambia apenas ve al padre de Amelia.
—Hola, sr Thompson —lo saluda con respeto—. Disculpen, estaba... dormido.
—Tienes pesado el sueño, ¿eh? —bromea el padre—. Igual que yo. —Le guiña un ojo.
Max sonríe y se rasca la cara, un tanto incómodo por mentirle.
—Lo siento, es que mamá me dijo que no le abra a nadie mientras no está —dice con pesar, avergonzado por ser tan maleducado.
—¿A dónde fue tu mamá? Ya casi es medianoche —interroga la no tan pequeña.
—Salió con sus amigas. —Se rasca el cuello, incómodo por estar obligado a responder por respeto a su padre—. Volverá temprano por la mañana.
Amelia y su padre se le quedan mirando en silencio.
Max sigue en pijama y con el cabello despeinado, lo que significa que pasará la Navidad solo y durmiendo.
—Ven con nosotros —pide su amiga.
—No creo que sea buena idea... —Continúa rascándose el cuello.
—Yo hablaré con tu mamá —añade el padre—, le avisaré que estarás con nosotros para que no se preocupe.
Max deja de rascarse el cuello.
En realidad sí quisiera ir con ellos, pero lo que más miedo le da es poner triste a su mamá, o preocuparla ya que no le hizo caso al quedarse en casa tal y como acordaron.
Lo que menos quisiera ahora es provocarle más decepciones.
—Mientras te alistas iré a llamarla. —El padre sonríe al comprender—. Amelia te esperará, ¿cierto, cariño? —La mira.
Amelia asiente repetidas veces.
Max sonríe ampliamente.
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Hola :3
2da parte del especial navideño :3
Personalmente debo decir que me enamoro cada vez más de Amelia y Max :3 escribir su niñez me trae tanta nostalgia porque muestran momentos que siempre los unirá :3
¿Preguntas? e.e
Los días que actualizaré serán: martes, jueves (aunque prontito habrá cambios e.e)
Gracias por darle la oportunidad a esta pequeña Amelia y al manos de axila :3
Vale rie*
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