15| Martes 26 de diciembre del 2000 [Parte 3]
Querido diario mental:
Cuando terminé de quitarme todos los bichos que me pegó el primo de Max al tocarme, regresé con ellos para darle otra oportunidad. Pero si volvía a tocarme no me quedará de otra más que morderlo.
Pero al que quise morder no fue a su primo...
—¿Por qué eres amable con esa niña? —la pregunta detiene a Amelia, quien se encuentra en el pasillo, a pocos metros de los tres niños.
Quien hizo la pregunta fue Mickie, o eso creo ya que lucen literalmente iguales.
—A mí me agrada —responde Jackie... creo.
—Iuuu ¡es una niña! ¿Saben que tienen piojos? —se asquea el otro primo, el primo malo.
—Amelia no tiene piojos —Max la defiende.
—¿Cómo sabes? —El primo malo se cruza de brazos—. Y no solo tienen piojos, también hablan mucho, y su voz es muuuuy aguda.
—Tu voz es aguda —comenta Jackie—. Somos niños, nuestra voz es aguda.
—Sí pero el de ellas lo es más, tanto que te lastiman los oídos. —Eleva la cabeza, creyéndose un genio por saber tanto de niñas.
Los puños de Amelia no pueden estar más tensos. Y la única razón por la que se controla es porque no es su casa, y sus padres le enseñaron a comportarse cuando es una invitada.
—Solo me da pena.
Amelia parpadea, reconoció la voz, y sabe que no lo dijo ninguno de los primos.
—Mis papás me dijeron que fuera amable con ella porque se había lastimado, yo no quería pero ellos me obligaron.
—Pobre, cree que eres su amigo. Así son las niñas, se te apegan si eres amable con ellas.
—¿En serio? —cuestiona Jackie.
—Por eso es mejor ignorarlas, así no te contagian nada y tus oídos están a salvo.
La pequeña se limpia las lágrimas y regresa corriendo al baño.
Pasaron las horas y Amelia lucía feliz devorando la rica comida. Se saludaron al llegar la medianoche y pasaron a la sala para abrir los regalos.
—Amelia, ¿quieres ser la primera en entregar el obsequio que trajiste? —le pregunta el papá de Max—. Un circulito me contó que te esforzaste mucho en prepararlo.
—Sí. —Asiente y sonríe.
Con la ayuda de su papá se levanta del enorme sillón, y camina al árbol, el cual protege los regalos. Le da un vistazo a la chimenea que está al lado, y se agacha para recoger su obsequio.
—Esto es para Max. —Mantiene la mirada fija en lo que sujeta sus manos—. Pasé horas haciéndolo, y muchas más horas envolviéndolo...
—Owwww —dicen los adultos.
—Pero no se lo puedo dar porque puedo contagiarle mis piojos. —Lo avienta a la chimenea y la llama se duplica por el nuevo combustible.
Los fuertes sollozos de la pequeña silencian la sala, y la mamá se acerca a su hija.
—Mamá, ¡no quiero tener piojos! —chilla— ¡Nadie querrá ser mi amigo si tengo piojos!
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Hola :3
Y finalizamos con la primera navidad de los pequeños :3
Cuando se espera que ellos se conviertan en buenos amigos, zas Max la friega (la primera de muchas xd)
Muchas gracias el gran apoyo que le dan a ¿Me van a dejar amar?, y el que ahora forme parte del programa de Historias Pagadas sigue siendo una aventura llena de subidas y bajadas.
Les recuerdo que, a modo de agradecimiento, estoy sorteando capítulos de esa historia en mi grupo de lectores en Facebook. Para participar debes ser activo, y los sorteos se realizan por cada capítulo de MVDA publicado, así que habrá muchas oportunidades para ganar :3
Voy a estar compartiendo material de esta y mis otras novelas en mis redes, y uno que otro avance en el grupo de lectores que con mucho cariño (y algo de roche) se llama "Valectores".
Espero verlos allá, o en cualquiera de mis redes :3
Antes de despedirme quiero hacerles unas preguntitas porque estoy intrigada de lo que piensan 7u7
¿Creen que Amelia tenga piojos?
¿Cuál creen que haya sido el regalo que iba a darle a Max?
¿Han conocido niños parecidos a los primos de Max?
PRÓXIMO CAPÍTULO: 16 DE MARZO
Vale rie*
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