Capítulo 15: "Mejor no respondo"
«Te metes conmigo, te metes con mi puño. Te metes con las otras niñas, te metes con tu peor pesadilla».
«A ti no te conozco, pero esas niñas se lo buscaron, les dije que no quería jugar con ellas».
«O me dices donde están nuestras loncheras, o te convertiré en una niña más».
—Am, ¿estás bien?
Salgo del trance y cierro la llave del agua.
—Sí. —Le sonrío a Susana, quien se da los últimos retoques con ayuda del espejo—. Solo estaba pensando.
—¿En Jack? ¿Algún otro sueño fogoso que tengas pensado contarnos en el almuerzo?
—¿Puedo preguntarte algo? Y no, no tiene que ver con Jack.
—Suéltalo.
—¿Alguno de tus antiguos novios te ha engañado?
—No que yo sepa. —Gira la cabeza en mi dirección— ¿Por qué? ¿Qué has escuchado? —Me mira a través del espejo.
—¿Cómo te habrías sentido si, cuando salías con uno de ellos, te enteras que te está engañando?
—Me sentiría enojada. —Saca el pintalabios—. Y triste, pero en especial enojada. Le daría su merecido al maldito.
—¿En serio lo harías? —Elevo las cejas, intrigada con su respuesta.
—Claro, es mi derecho como su novia castigarlo cuando se porta mal. Si me lastimó lo único que me queda hacer es lastimarlo también, y ya luego lo boto en algún hospital cercano.
—Estoy hablando en serio. —Pongo una cara larga.
—Yo también —dice con orgullo y trago saliva, creyéndole.
—Entonces lo que quieres decir es que, si una es engañada, ¿debe golpear al bastardo que la engañó? —Asiento mientras lo medito.
No suena mal.
—¿Qué harías tú?
—Desaparecer —respondo sin pensarlo.
Se detiene a mirarme.
—Claro, es solo un ejemplo —intento sonar despreocupada—, una no sabe lo que haría hasta que le llega a suceder.
—Supongo que tienes razón. —Se toma unos segundos para pensarlo—. Si se tratara de alguien a quien amo con ganas, por ejemplo, Arturo, tal vez quedaría tan devastada como para hacerle algo. No lo sé, tal vez ni siquiera se me ocurriría golpearlo, después de todo es el hombre al que amo y sin importar nada no me gustaría verlo lastimado.
—Sí. —Me muerdo el labio—. Exacto. —Me quedo viendo un punto cualquiera.
—¿Quién es el maldito?
—¿Ah? —La miro.
—El que te engañó. —Se apoya del lavabo para quedar cara a cara conmigo, y se cruza de brazos—. ¿Quién es?
—Solo te lo preguntaba por curiosidad. —Sonrío y me miro al espejo.
—Eres mala disimulando, pero si no quieres decirme lo entenderé, solo no me mientas. Sabes que no aguanto las mentiras por muy piadosas que sean.
—Fue hace mucho. —Remojo mis manos en el lavabo donde está apoyada—. No tiene sentido hablarlo.
—¿Has vuelto a encontrarte con él?
—¿Cómo lo sabes? —La miro, nerviosa.
Ladea su sonrisa. Rayos, caí.
—¿Por qué crees eso? —Vuelvo a mirar mi reflejo.
—Te sigue afectando, ¿verdad?
—¿Qué? —Resoplo—. No.
—Debiste amarlo bastante.
—No sé de lo que hablas. —Me alejo para agarrar una toalla de papel y empiezo a secarme las manos.
—¿Por qué intentas negar lo obvio? —Me sigue hasta quedar pegada a mi hombro, consiguiendo intimidarme.
—No intento negar nada, solo... —Tiro el papel.
—Negar que sucedió no hará que deje de afectarte.
—Ya dije que no hay nada que negar. —Camino hacia la puerta.
—¿Qué haces? —Me sujeta el brazo.
—Voy a buscar a Isabela y Beatriz para ir a almorzar.
—Tu ejemplo, lo de desaparecer, es eso lo que hiciste, ¿verdad? —No me atrevo a verla a la cara, el tono de voz serio que está usando me basta para sentirme avergonzada.
—Susana. —Aprieto los dientes—. En serio no quiero seguir hablando. —Fijo mi mirada en la salida.
No objeta, pero tampoco me suelta, y el silencio que nos rodea me empieza a sofocar.
—¿Qué te sucede, Am? —suena curiosa, hasta diría que parece darle gracia mi comportamiento.
—No me sucede nada. —Cierro los ojos e intento guardar la calma.
—¿Por qué no quieres hablarlo?
—Muero de hambre.
—Mentira.
—Voy por las chicas. —Quito su mano y me dirijo a la puerta.
—Cobarde.
Mis pies se estancan.
—Sabía que había algo distinto en ti, ahora entiendo la razón. Es por él, quien quiera que sea te sigue afectando. Aún no superas lo que te hizo.
Alzo la mano para empujar la puerta, pero me detengo justo ahí.
—Si fuera Arturo, ¿tú lo harías?
—Probablemente no.
—¿Y querrías hablarlo con alguien?
—Tal vez no al principio, pero a la larga lo haría, cuando esté lista para seguir adelante.
—Esa es la diferencia entre ambas, yo no necesito hablarlo para seguir adelante.
—No, tú solo huyes y finges que nunca pasó. Apuesto a que nunca le hablaste de esto a Jack, a nadie en realidad, y solo cuando ha vuelto a aparecer es que decides hacerlo. —Se para frente a mí y tomo coraje para verla—. Am, ¿de qué tienes miedo?
¿Miedo? ¿Es eso lo que siento? ¿Cómo saberlo?
Es cierto que estos años he fingido que nunca sucedió, ¿acaso eso significa ser cobarde? Lo hice para protegerme, para dejar de sentir dolor, y me funcionó. Pude volver a levantarme y disfrutar de hermosos momentos al lado de Jack, ¿qué hay de malo con eso?
No soy cobarde.
Pruébalo.
Una cachetada tan literal como ensordecedora evapora aquella palabra que salió de quién sabe dónde.
—¿Por qué carajo hiciste eso? —Me toco la mejilla adolorida.
—Para eso estamos las amigas.
En vez de enojarme, me dan ganas de llorar.
—¿Dónde está la Amelia que, sin dudarlo, me enfrentaría por golpearla?
—Huyó la cobarde —gimoteo y se me escapan varios sollozos.
—Ya, ya. —Me abraza y acaricia mi cabeza—. Sácalo todo, eso es.
—¡Me está palpitando! —Mis sollozos se hacen más fuertes.
—Lo siento. —Se separa para mirar mi zona herida—. Tal vez se me pasó un poco la mano. —La acaricia— ¿Qué tal si te doy dos meses de café gratis? ¿Sí, pequeña?
Asiento, con mi cara de borrego asustado.
—Ya pasó. —Vuelve a abrazarme, y sonrío de oreja a oreja.
Susana a veces es igual de crédula que mi padre.
Nos separamos, sonreímos, y regresamos con las demás.
—¿Quieren hacer algo esta noche? —pregunto al sentarme.
Intento buscar la excusa perfecta para faltar a la cena con Max.
—Cenaré con Arturo en un nuevo restaurante que acaba de ser inaugurado —dice Susana.
—Es el cumpleaños de mi primo Gibson —dice Isabela.
—Aprovecharé que Peter saldrá temprano del hospital para tener un momento a solas —dice Beatriz.
Rayos, se me acaban las ideas.
—¿No saldrás con Jack? —Susana se limpia la boca con la servilleta.
—Hoy trabajará hasta tarde —digo con desgana.
—Ten. —Isabela me comparte un par de brócolis de su plato—. Necesitas comer más vegetales.
Le sonrío y bebo un poco de agua para tragarme las penas. Mis ojos se desvían por algo que se va acercando por la izquierda, y al reconocer de quien se trata lo escupo todo en la cara de Isabela.
—Decir que no querías habría sido suficiente. —Se limpia con la servilleta.
—Perdona. —Le ayudo a secarse—. Es que juro haber visto a...
—Hola.
¡Es él!
—Jack. —Susana sonríe—. Pero qué casualidad tan grande encontrarnos aquí.
—En realidad sabía que vendrían a este restaurante, Amelia me comentó que es donde suelen almorzar.
—¿Y el trabajo? —pregunto.
—Me dieron un par de horas libres... —Agarra una silla de la mesa vacía que está al lado y la acomoda a mi costado—. Así que vine a comer juntos.
¡Qué lindo!
Una camarera no tarda en aparecer, y mi sorpresa no es que haya venido a pesar de que no hemos llamado una, sino que la persona que nos había atendido era un hombre. No sabía que aquí se podía cambiar de meseros.
Las chicas le dan un vistazo continuo a la mujer que se toma bastante tiempo en escribir la orden de Jack. Sí, lo único que nos queda hacer es mantenernos en silencio mientras termina.
—¿Podría traernos una botella de vino? —Sonrío de oreja a oreja—. La más dulce por favor, y que sea de inmediato.
—Claro. —La mujer no es tan natural como yo en ser cordial, pero consigo que se retire.
Tres pares de ojos me miran como si acabara de abrirme la blusa.
—Amelia nos contó que estás modelando para Diesel —Susana aprovecha para buscar conversación—, cuéntanos un poco cómo es modelar semidesnudo.
—Bueno. —Rasca su oreja, avergonzado—. No voy a negar que fue incómodo al principio, y me preocupaba coger un resfriado, pero una vez que te sacas la ropa te acostumbras.
—Solo con sacarse la ropa, ¿eh? —Susana sonríe con diversión mientras me mira—. ¿Te sentirías cómodo si Amelia te acompañara?
Me atraganto con el brócoli.
—No lo sé. —Se ríe y mi cara cambia de morado a rojo—. Tal vez no tanto. Aunque ella ya me ha visto antes con poca ropa.
—No me digas. —Mi amiga enarca una ceja ya que es la primera vez que sabe de eso.
Creo que olvidé mencionarlo, espero esto no ponga en riesgo el café gratis que me prometió.
—Cuando entreno suelo hacerlo sin camisa.
Isabela se atraganta con el brócoli.
—En verano suelo hacerlo sin pantalón.
Beatriz se atraganta con el brócoli.
—Y en esos días que hacen demasiado calor suelo...
Susana se atraganta con un brócoli imaginario.
Jack empieza a carcajearse.
—Estoy jugando con ustedes.
Ay, Jack, tengo unas enormes ganas de manosearte y golpearte al mismo tiempo.
—Oye. —Me codea—. Invita un pedazo de tu filete.
—Claro. —Corto un poco, lo pincho con el tenedor y lo acerco a su boca.
Nos sonreímos mientras mastica.
—Está rico.
—Delicioso —le respondo.
—¿Necesitan un momento a solas?
Giramos nuestras cabezas al mismo tiempo y miramos a Susana.
No comprendo lo que quiso decir y solo continúo comiendo. Tal vez si me da indigestión pueda faltar a la cena. No, seguro que me dirá que tome una pastilla y listo. Necesito una excusa mejor.
¿Estoy con la menstruación? ¿Estoy retrasada con la menstruación? ¿Se me acabaron los tampones?
Pensar tanto al respecto me ha quitado un poco el apetito.
—¿No es genial, Amelia?
¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde?
—Trabajar al lado de alguien con bastante experiencia será muy ventajoso para mí, ¿no lo crees?
¿Ah?
—¿Es algo así como tener de compañero a un muy masculino y varonil hombre peludo?
—No, en realidad... —Frunce el ceño, confundido con lo que dije.
—Su compañera será una modelo con una amplia experiencia en prendas interiores —lo resume Susana.
¿Modelar... con una mujer? ¿Una mujer experimentada en ropa interior? ¿Qué significa eso? ¿Qué tan sensual es la mujer para tener experiencia en esa clase de prendas? ¿Qué tan candente es su cuerpo?
Esto es una pesadilla típica de Freddy Krueger por su estilo tan realista que aún soñando tienes posibilidades de morir. Oh, vaya que me aterraba aquel personaje cuando era tan solo una niña. De acuerdo, me sigue aterrando. Nada que ver con Chucky, él si me agradaba ya que, después de todo, era un muñeco con accesorios.
¿A dónde quería llegar?
Ah sí, que Jack modele con una modelo modelable es una completa pesadilla.
¿Por qué, Freddy, por qué?
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