Capítulo 14: "Un día menos para enloquecer"
«Por ti iría hasta la Luna. Significa que el aburrido baile de graduación es solo un insignificante paseo».
«Amax, tus palabras me conmueven tanto como la artritis de mi abuela, si no querías ir al baile, ¿por qué me invitaste?»
«Porque por ti iría hasta la Luna».
Ah. Eh. Ahh.
—Y pase lo que pase voy a estar a tu lado.
Ah. Eh. Ahh.
—Porque somos mejores amigos.
Y... volví a mi realidad.
—Es la primera vez que me dices que me quieres... —Sonrío débilmente—. Como amiga.
Carajo, sáquenme esta estaca antes que me desangre.
—Lo sé, pero lo diré más seguido desde ahora.
Oh, corazón traicionero, deja de excitarte que aquí no pasa nada. Nada en absoluto.
—Yo también te quiero, Jack.
—Lo sé. —Sonríe y me acaricia la cabeza.
Su caricia me sabe fraternal, como si fuera su... hermana. Esto es peor que la friendzone.
Me abraza y muerdo mi lengua al notar que esta intenta llegar a su pecho. ¡No, lengua, no puedes! Oh sí, esto se siente de maravilla. Podría frotarme a este cuerpo sin poder saciarme del todo. Oh sí.
—Amelia.
Oh no.
—¿No tienes que volver al trabajo?
—Un poco más, déjame palparte un poco más.
¡Carajo, qué dije!
Me aparto y se ríe.
—Lo que quería decir era... —Cerebro, ¿a dónde has ido? ¿Cerebro? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?—. No tengo idea de lo que quería decir, debe ser el hambre. —Abro la puerta—. Me iré directo a desayunar o seguiré desvariando. Hablamos luego. —Cierro la puerta.
—¿Eso es todo? ¿Desapareció del mapa para pensar?
Susana reacciona tal y como supuse que lo haría, continúo comiendo el emparedado que me preparó ya que solo por eso la hice venir a la cocina, para comer.
—Al parecer.
Y para cotorrear.
—No tiene sentido, ¿quién se toma tantas molestias para algo como eso? —Resopla—. Pensar.
Sí, está claro que algo me oculta. El problema es si quiero averiguarlo.
Desde el principio nos fue suficiente con la compañía del otro, y los temas que hablábamos nunca sobrepasaban la línea de la incomodidad.
Es decir, no solíamos mencionar nuestros pasados, por lo menos no del todo.
Sé de su familia, de sus padres que han sido profesores la mitad de su vida, y son del tipo tradicionalista.
No me dijo que eran estrictos, pero pude deducirlo por la forma en la que hablaba de ellos, de un modo lejano, como si describiera a un tío lejano que solo ve en las navidades.
Eso es todo. No tiene hermanos, ni abuelos, o eso es lo que pienso ya que nunca ha mencionado alguno.
Es todo lo que sé de él, y me bastó. Así como a Jack le bastaba saber solo de mis padres.
Después de todo, con su ayuda pude sobrellevar la muerte de mi madre, además del alcoholismo de mi padre.
Solo me bastó tenerlo a mi lado.
Tener a alguien.
—Veo que ya ha vuelto al trabajo, señorita Thompson.
¡Demonios!
Tanto Susana como yo nos espantamos al tener al abogado en el umbral de la cocina.
—Debo suponer que ha resuelto su emergencia con rapidez, no se olvide que aún tiene que reunirse conmigo. Ya sabe, para la entrevista.
Este desgraciado ha venido a recordarme el pacto que acordamos.
—Lo haré, cuando sea mi turno. —Fuerzo una sonrisa, que ante Susana debo disimular.
—Bien, seguro que será pronto.
—Genial, ya mismo me preparo... —trato de mantenerme calmada y amable—. Señor abogado.
Sonríe y se va. ¡Pendejo!
—¿Qué fue todo eso?
Le doy la espalda para prepararme una nueva tanda de café.
—Esta es la primera vez que veo sonreír al reencarnado del chupacabras.
Ay, Susana, sigues siendo igual de impresionante para los apodos. ¡Te adoro!
—No me digas que... ¿el abogado se te ha insinuado?
—¿Qué? ¡No! —Agito las manos con desesperación—. Para nada.
—No lo protejas, sé bien que el abogado anterior una vez te tocó el trasero. ¿Por qué crees que faltó unos días? —Truena sus dedos—. Parece que a este también voy a tener que darle una lección. —Entorna los ojos, lista para su pelea en el ring.
—En serio no ha intentado nada... —Aunque, ¿qué tan malo sería que lo golpeara?
Tan malo como ser despedido.
—De verdad, Susana, él no ha hecho nada. —Toco su hombro, usando mi cara de mujer seria y madura.
—¿Lo juras?
—Lo juro. —Levanto la mano en juramento—. Te prometo que si intenta algo serás la primera en saber.
—Eso me basta. —Se relaja y come su emparedado.
Para hacerla reír lleno mi boca con dos emparedados, y hago caras raras. Se termina riendo... y escupiendo. Mantengo cerrado mi ojo derecho ya que allí cayó casi todo lo que estaba comiendo.
—Casi lo olvido... —El abogado regresa y ambas giramos a verlo. Se queda con la boca abierta, como si olvidara de nuevo lo que había olvidado la primera vez.
Es cuando recuerdo que tengo los cachetes bien gorditos y un ojo bañado de pan masticado. ¡Debo lucir espléndida!
Tose para no reír, y va metiendo su cabeza hasta desaparecer del mapa.
—¿Qué rayos fue lo que olvidó? —Susana se exaspera, a ella no se le puede dejar en suspenso o enloquece—. Iré a preguntarle. —Y sale detrás del abogado.
Suspiro y me tomo mi tiempo para terminar de masticar y acabar el resto del café.
Mientras voy sorbiendo con toda calma, levanto la vista hacia la entrada de la cocina, y veo a Diego parado, mirándome.
Me atraganto con el café y busco una servilleta para limpiarme, ya que también escupí un poco.
Al regresar la vista al umbral noto que ya no está... ¿o es que en realidad nunca estuvo y estoy empezando a tener alucinaciones?
Con ese macabro pensamiento, regreso a mi cubículo.
—Hola, Amelia —saluda Jack.
Se sienta en el otro extremo de la mesa, con su mañanera sonrisa.
Podría decirse que todo ha vuelto a la normalidad entre nosotros, y como cada sábado nos encontramos para desayunar en nuestra acostumbrada cafetería.
Claro, no se ha vuelto a tocar el tema de su desaparición repentina, y es que no me atrevo a querer indagar de más y descubrir algo... difícil de soportar.
Tampoco es que pueda ponerme exigente con respecto a que me esté ocultando algo, ya que hago lo mismo.
Me refiero a Max.
—Señorita Thompson, su orden está lista —avisa la mujer por el altavoz.
—Yo voy. —Se pone de pie.
—Entonces. —Jack se sienta con nuestro desayuno—. Sobre lo que quiero decirte... —Acomoda mi taza y tostadas frente a mí—. Es algo enorme.
¿Enorme? ¿Enorme como su...?
—Voy a modelar para Diesel.
¿Diesel? ¿Habla de la marca de ropa interior? ¿O de la gasolina? ¿Por qué modelaría para una marca de gasolina? ¿Significa que se va a cumplir mi fantasía en la que él es un mecánico cuya única vestimenta de trabajo es la del líquido negruzco que se supone debería ser usado solo para los autos?
—Va a ser solo por esta temporada, pero es la primera vez que me toman en cuenta, lo cual es un gran paso ya que se trata de una línea muy reconocida.
Está hablando de la ropa interior.
—Significa... significa que... —Sacudo la cabeza para aclarar mis ideas—. ¿Significa que vas a modelar... como Tarzán?
—No tan primitivo... —Se ríe—. Pero sí.
¡Sí! Gracias, cielo, gracias por entregarme esta suculenta oportunidad de verlo en interiores.
—Estaba dudando sobre si aceptarlo o no, ya sabes, porque tendría que modelar como Tarzán —lo último lo susurra.
—¡Para nada! No puedes rechazarlo cuando bien sabes que esto es lo que quiero, lo que quieres, ya que es una enorme oportunidad para verte, para probarte de que puedes desnudarte frente a mí, frente a todos con profesionalidad —suelto mi discurso motivacional.
—Gracias, Amelia. —Sujeta mi mano—. Por siempre estar ahí para apoyarme. Eres increíble.
—No, tú eres increíble. —Lo apunto con el índice.
Y seguro que tu pajarito también lo es, seguro que es enormemente increíble.
¡Ey! ¿Quién me tiró un panecillo en la cabeza?
—Lo siento mucho —una mujer no tarda en acercarse a disculparse—, ya saben cómo son los niños de traviesos. —Le creería si me lo dijera a mí y no a Jack.
Busco al mocoso que cree que mi cabeza es una lata que puede derribar pero no lo encuentro. A decir verdad, aquí no hay niños.
—Estuviste fantástico en el comercial de relojes, gracias a ti mi esposo está encantado por el regalo que le hice. —Su coquetería se activa.
—¿En serio? —Jack se la cree—. Seguro que su esposo lo disfrutará.
Si mintió sobre su hijo seguro que también lo está haciendo sobre su esposo.
—¿Estaría bien si nos tomamos una foto juntos? Mi esposo es su fan.
—Claro. —Jack se la sigue creyendo.
Y así me convierto en la fotógrafa, saco fotos de todas las mujeres de la cafetería, incluyendo a las vendedoras.
Tal vez pueda aprender algo de ellas, tal vez deba mentir para conseguir lo que quiero. ¿Pero qué mentira me ayudaría a tener a Jack en mi cama?
—Ya me tengo que ir —anuncia Jack, lo que me desanima ya que no pudimos charlar mucho por culpa de las insinuaciones de sus fans—, tengo que ir a firmar el contrato, antes quería darte la noticia y es por eso que vine temprano —me sonríe tranquilo y se levanta.
Se inclina hacia mí para darme un suave beso en la mejilla, algo que no hace muy seguido, y pongo una sonrisa de tonta mientras disfruto su parte trasera.
Suspiro con ganas, sin dejar de sonreír.
Un golpe en la cabeza me saca del trance. Es otro panecillo. Bueno, al menos no es un tenedor.
Y lo siguiente que me cae es un pan bagget. ¡Dejen de tirarme comida! ¡Piensen en los pobres!
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