Capítulo 1. Sueños

Esas risas endemoniadas volvían a surgir en su cabeza. No había forma de pararlas, por más que gritara, por más que lo implorara, simplemente seguían y seguían. Ya sentía su voz ronca, la garganta desgarrada y las lágrimas que no paraban de resbalar por su rostro.

Volvió a gritar.

Esa vez no sé escuchó nada.

Su boca ya no producía ningún sonido. Su garganta ardía de dolor y las risas sólo aumentaban su volúmen. Se arrodilló en el suelo sin fuerzas y en un intento de callar esas malditas voces para no sentir más sufrimiento puso sus manos en sus oídos, al hacer esto las risas se detuvieron.

Ojalá no hubiera hecho eso

Ahora lo que antes eran risas ahora eran insultos, cada vez eran más fuertes, y no sólo se limitaban al clásico: idiota o basura. Estos ya estaban a otro nivel. No pudo evitar sollozar con fuerza mientras intentaba gritar que se detuvieran, ¡que ya no le hicieran más daño! Pero las palabras no salían, su desesperación sólo aumentaba y es que se sentía sin vida, como si sólo fuera un estropajo con el que limpian la basura y después lo desechan. ¡Pero es que hasta ser un estropajo estaría mejor!

Las lágrimas no tenían la intención de parar y resbalaban por sus mejillas una tras otra, pero a pesar de todo, no se llevaban su dolor. Este todavía seguía presente comprimiendo su pecho y estrujando su corazón.

De repente a los insultos se le sumaron las risas. Sentía que sus oídos querían sangrar. Si esto seguía así ya no quedaría una pizca de cordura en su moribundo cuerpo.

Sin previo aviso comenzaron a pegarle, pero no podía ver quién abusaba de su persona. Cada vez los golpes eran más fuertes, en diferentes zonas de su cuerpo. Ya no sabía que hacer, había empezado temblar y miraba con terror hacia todos lados en ese oscuro lugar, donde los cálidos y hermosos rayos del Sol nunca lo alcanzarían.

El martirio en su pecho cada vez era más intenso y llevó su mano a dicho lugar para comprimir el espantoso sentimiento. Pero cuando lo hizo, algo se sentía húmedo. Inmediatamente apartó su mano y la miró. Paró en seco.

Sangre.

Sus ojos veían la escena con horror y las lágrimas de repente cesaron. Se estaba desangrando. No podía procesar nada, sólo miraba como ese líquido rojo corría, tiñiendo su ropa de un color carmesí y cuando su sangre llegó al suelo, el líquido, como si tuviera mente propia, escribió con sí mismo el suelo formando una oración:

ᏢᎬᎡՏϴΝᎪՏ ͲᎪΝ ᎷᏆᎬᎡᎠᎪ ᏟϴᎷϴ ͲÚ ՏϴᏞϴ ᎷᎬᎡᎬᏟᎬΝ ᎷϴᎡᏆᎡ.

En ese momento despertó.

Estaba sudando, su respiración estaba muy agitada y no paraba de llorar. El estremecimiento por todo su cuerpo era más que evidente y estos no paraban por más que quisiera mientras miraba su habitación con pánico.

Pasaba sus manos continuas veces por su cabello, intentando tranquilizarse, pero esto era imposible. Apretaba los dientes en un intento de parar su llanto, pero este no se detenía, mojando cada vez más las sábanas de su cama.

Tanta agonía sentía en ese momento, no sabía cómo superaría esto, cómo olvidaría tanto dolor. ¿Cómo había hecho para aguantar eso todos estos años? Simplemente ya no quería continuar. Su vida era tan basura que ya no sabía si valía la pena. Y entre los sollozos, con la desesperación presente en su voz, susurra:

—Sálvenme...

»»——❃——««

La chica no había dormido en toda la noche desde que tuvo esa pesadilla. Tenía miedo que volviera a suceder, no quería experimentar más ese dolor, ya era demasiado.

Se levantó de su cama, en realidad no quería hacerlo. Prefería quedarse en su cuarto sola, a enfrentarse lo que venía más adelante. Fue a cambiarse.

Este proceso lo hizo con mucho desgano mientras se miraba en el espejo. Observó su rostro reflejado en el objeto. Su mirada era triste, parecía perdida, aunque siempre fue así, pero a nadie parecía importarle. Sus ojos, al observarlos con detenimiento, no tenían brillo. Como si estos hubieran perdido la vida, llevándose consigo la esperanza, la felicidad y los sueños. Y es que esa era la cruda realidad.

Apartó su vista del espejo, no quería volverse a mirar en él. Su aspecto tan deprimente hacía que quisiera llorar. En serio odiaba todo esto.

Peinó su cabello, se cambió a su ropa de día y bajó a desayunar.

Deseaba no hacerlo.

Bajó las enormes escaleras que conducían hacia el comedor, el trayecto era aburrido y su cara sin expresión no cambió nunca. ¡Dios, hasta caminar se le hacía imposible!

No quería, definitivamente no quería salir de su cuarto.

La chica continuaba su trayecto sofocando las ganas de llorar. Odiaba que siempre fuera así, ¿por qué todo el tiempo quería romper en llanto? Su actitud le daba asco. Repulsión, eso es lo que sentía por sí misma.

Cuando llegó al comedor se dió cuenta de que no había llegado nadie.

Maldita sea, debió haber llegado más tarde.

Se sentó a la mesa, esperando a los demás. Tenía la cabeza gacha y con una mano, disimuladamente, apretaba con fuerza ese mantel de tela fina y elegante.

—¡Bastarda! ¡¿Quién te crees que eres para llegar antes que nosotros?! ¡Y además sentarte a la mesa! —le gritó exaltado un joven mayor que ella con el que compartían cierto parecido.

La muchacha sólo cerró sus ojos mientras oía los pasos de ese chico acercándose para luego sentir como le daban una cachetada.

—¡¡Levantate ahora mismo!! ——ordenó el mayor.

Ella sólo siguió sus órdenes y se levantó de su asiento. Mordía su labio inferior con fuerza ahogando las lágrimas. Sus ojos todavía seguían estando cerrados, esperando lo inevitable.

Y eso no tardó en llegar. Un puño rebosante de furia fue descargado en su mejilla, lanzándola hacia el suelo. La joven no producía ningún sonido, era como un muñeco, no importaba cuantas veces le pegaras, este nunca se quejaría.

Paso seguido, el otro comenzó a patearle en el suelo. En ese momento ya la pobre chica no podía evitar soltar leves quejidos, e intentando no hacer ruido, mordió su labio con más fuerza hasta que empezó a soltar un líquido caliente.

Las lágrimas que se asomaban por sus ojos empezaron a deslizarse por sus mejillas. Y es que era tanto el dolor que ella sentía, cada patada cada vez era más fuerte y el martirio en su pecho más desgarrador.

—¡No vales nada, maldita zorra! ¡Eres sólo escoria! ¡¡ENTIÉNDELO!! —seguía gritándole el chico mientras la otra seguía sollozando sin parar.

—H-hermano...

—¿Qué dijiste? ¿Hermano? ¡Yo nunca sería hermano de una bastarda como tú! —le pegó más fuerte —. ¡Tu maldita existencia nunca debió haber sucedido! ¡Papá nunca debió acostarse con esa perra! ¡¡TÚ NUNCA DEBISTE HABER NACIDO!!

Luego de decir eso último le dió el golpe definitivo, dejándola en el suelo agonizante. Y se sentó con tranquilidad a la mesa.

—Arrodíllate —le volvió a ordenar a la pobre muchacha.

Esta se intentaba levantar lentamente, pero es que era tan punzante el dolor en todo su cuerpo que se le hacía muy difícil la tarea.

—¡¡Arrodíllate, dije!!

La joven, sin parar de llorar, hizo un esfuerzo sobrehumano y se arrodilló rápidamente. Mordiendo su labio, ya sangrante, para no sollozar.

—No comerás nada hasta que todos terminemos —le dijo con un tono vil.

La joven sólo asintió con su cabeza, sentía las lágrimas resbalar por su rostro, apretó su puño con fuerza para que pararan, pero es que su sufrimiento era tan intenso que apenas podía ahogar los quejidos de dolor que amenazaban salir de su garganta.

—Aquí tiene su desayuno señor Solid —dijo una sirvienta mientras le servía una exquisita comida, digna para la burguesía.

Mientras Solid degustaba su comida comenzaron a llegar dos individuos. Uno era una bella dama acompañada de un hombre esbelto, el último tenía una expresión neutral.

—Señorita Nebra, señor Nozel, siéntense, por favor. Dentro de poco les traeremos su desayuno —habló otra sirvienta indicándoles sus asientos en la enorme mesa.

Estos se sentaron a disfrutar de un pacífico desayuno. Todo transcurría con tranquilidad, como si el estar esa chica llorando arrodillada en el suelo no fuera algo tan relevante.

Y es que no lo era.

Sin querer a la joven se le escapó un sollozo y sintió como si un balde de agua fría le hubiese caído encima.

—Ay por Dios, ¡Qué estamos comiendo! Deja tu tonto llanto y cállate, ¡molestas! —Nebra escupió esas palabras a la muchacha y le lanzó un pan a la cabeza, el cual recibió de lleno sin importarle, dejándola en clara humillación —. Mira, si quieres te puedes comer eso. Pienso que no te importe que haya caído en el piso, después de todo tú misma ya eres basura.

La chica hizo caso omiso al pan y no dijo nada. En eso saltó Solid:

—¡Oye, bastarda! ¡Agradece que te damos de comer!, porque si no fuera por el maldito testamento de nuestro padre ahora mismo estarías En la calle muriéndote de hambre —el desprecio en sus palabras era más que claro. La chica sólo apretaba sus puños con fuerza.

Por suerte, una de las múltiples sirvientas recogió el pan a tiempo. Tal vez lo hizo por pena a la joven, ¿quién sabe? Pero al menos evitó que pasara algo peor.

Luego de unos minutos los tres hermanos terminaron de comer y al fin le tocaba el turno a la hambrienta chica.

—Aquí tiene señorita Noelle —la sirvienta le entregó una bandeja con comida.

—Gracias —dijo esta dedicándole una sonrisa triste.

La sirvienta se asombró un poco por la actitud de la chica, ya que en todos sus años que ha servido a la burguesía nunca otros nadie le había agradecido por nada, además de todo lo que presenció que le hicieron a la pobre muchacha.

»»——❃——««

Cuando terminó de comer, la chica fue directo a su habitación. No quería pasar el resto del día siendo humillada y maltratada por sus hermanos, simplemente no podía soportarlo. Ya su sufrimiento era demasiado.

No podía soportarlo, su vida era un asco. Quería divertirse....reír.....soñar....

Aunque en ese instante sí tenía un sueño....

Quería escapar de ese lugar....

A pesar de tener una maldita vida donde el deseo de vivir seguramente se habría extinguido, en ella no. Todavía en su interior había un llama de esperanza, una que en todos estos años nunca se apagó. Pero su vida la había trastornado tanto que nunca tuvo una fuerte mentalidad como para crear un plan para huir. No obstante, tenía el anhelo de que algún día se iría de ese espantoso lugar y podría vivir a su manera, no le importaba el dinero, con ser feliz le bastaba.

Noelle sonrió, pero no era una sonrisa genuina, era una llena de dolor al pensar en todo lo que pudo haber sido de su corta existencia.

Y es que el destino le ha hecho sufrir tanto...

¿Podría un ave al que le cortaron las alas, volver a volar?

»»——❃——««

Se encontraba en una montaña, estaba nevando. El frío le helaba hasta los huesos. Sus labios temblaban y con sus brazos se abrazaba a sí misma en busca de calor.

No entendía porqué con ese clima lo único que traía puesto era un vestido blanco, el que usaba para dormir específicamente.

Su cabello estaba suelto y era abatido continuas veces por las ventiscas de aire congelado. Su andar era complicado y sus pies desnudos se hundían en la nieve, intentando hacerla tropezar.

No soportaba estar en ese lugar, quería salir de ahí lo antes posible. Sentía sus extremidades entumecerce, cada paso era más pesado. Tenía la sensación que moriría, pero no quería, todavía quería seguir viviendo. ¡Aún era muy temprano!

El viento se hacía más fuerte pasando el tiempo. En esos momentos creía que no lo conseguiría, que sólo moriría.

Apretó sus dientes con rudeza, era demasiado pronto para rendirse, no quería y no iba a desistir. ¡De ninguna manera!

Sin previo aviso, la húmeda y fría nieve hace que resbale. Cayó al suelo, se sentía sin fuerzas. Hizo un esfuerzo para levantarse, pero nada.

Era completamente inútil.

Sólo le quedaba darse por vencida. Casi no sentía su cuerpo y este tampoco respondía a sus llamados.

Estaba cansada.

Quería dormir.

Sus párpados se sentían pesados y poco a poco empezó a cerrar sus ojos y luego de unos segundos todo a su alrededor estaba oscuro.

A pesar de saber que se estaba muriendo, se sentía tan bien. Era como si estuviera flotando. Era tan cómodo. Parece que al final ese era su destino después de todo....

—Noelle...

¿Qué había sido eso? ¿la llamaban? Estuvo alerta un momento en espera por si se volvía a repetir. Nada. Al parecer sólo era su imaginación, luego de eso volvió a sucumbir a la oscuridad.

—Noelle.

Esta vez sí estaba segura, lo había escuchado perfectamente. ¿Acaso todavía seguía viva? Pero entonces....¿por qué querían que viviera? Por su conocimiento sabía perfectamente que no le importaba a nadie....entonces....¿por qué?

Con pesadumbre abrió sus ojos nuevamente, seguía en el mismo sitio. Rodeada de nieve por todas partes, pero había algo raro. Algo que la dejó boquiabierta.

Había una persona frente a ella tendiéndole la mano.

¿La estaba ayudando? ¿Qué clase de persona ayudaría a una repugnante bastarda como lo es ella? No sabía por qué pero esa persona le emitía un sentimiento que nunca había sentido.

Intentó mirar su rostro pero lo único que logró distinguir fue un brillo verde, tan hermoso y tan gentil.

Pero no pudo seguir admirando ese hermoso brillo ya que de repente todo se volvió oscuro...

Y despertó.

La peliplateada se levantó confusa, primeramente, ¿cuándo fue que se había dormido? Y segundo, ¿qué había sido ese sueño?

Al parecer respondiendo a su primera pregunta se había desmayado a causa de sus heridas.

Y la segunda.....esa sí que no tenía respuesta. Había sido tan raro ese sueño...casi siempre tenía pesadillas que le hacían no dormir por las noches, pero ese...

Ese era tan cálido.

Era una calidez que nunca había sentido, y esa persona se veía tan amable. Por un momento había olvidado todo el dolor que siempre sintió.

Un sentimiento estaba despertando dentro de su ser, algo que nunca había experimentado y...sabía que sonaba egoísta pero....quería sentirlo otra vez.

No sabía porqué pero algo en su interior le estaba diciendo que tenía que hacer algo que cambiaría su vida para siempre, algo muy importante....

Debía escapar de ese lugar cuanto antes.

Y estaba dispuesta a hacerlo.

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top