CAPÍTULO 9
¡ME VIO!
Bianca en verdad me había visto. Luego de las tres bolas de nieve que tuve que lanzarle para que pudiera notarme, me vio. Sus ojos se enfocaron en mí, fueron tan solo unos segundos, pero valieron la pena, cada uno de ellos. Nuestras miradas se conectaron y la vi parpadear muy rápido, claramente estaba sorprendida y ella no creía lo que veía, pero yo era real y me había notado a pesar de su insistencia por no creer en mí.
Desgraciadamente, ella no estaba tan contenta como yo. Cerró los ojos y luego pareció meditar, cuando los volvió a abrir, supe que ya no me veía, pues yo me había acercado a ella lo suficiente como para tocarla si alzaba la mano. Pero al ver el alivio que invadió su rostro, supe que debía dejarla en paz, al menos por ese momento.
Sí, solo por ese momento.
Di un paso hacia atrás mientras la observaba cerrar la puerta y entrar en la gran casa versión Pitch Black. No voy a mentir, sentí demasiada molestia. Detestaba que ella misma saboteara sus creencias. Soy tan real como el chico que apareció frente a ella y se llevó al niño.
¿Qué tiene que hacer un espíritu para que crean en él?
Ya soy guardián, gracias a ello los niños creen en mí. Por ejemplo, el niño llamado Ethan que no paraba de llamarme Ja Fos. No sé qué más quiere que haga. Es decir, estoy haciendo mi trabajo como el espíritu del invierno, estoy haciendo nevar en Borja, algo que antes no había pasado, pero a Bianca no parece importarle.
«¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?» Me repetí la pregunta varias veces, trataba de hallar una respuesta, lo que sea que pudiera ayudarme. Entonces me di cuenta. «¡Jamie!», grité en mi cabeza, necesitaba que él le hiciera ver a Bianca que yo era real. Es mi única opción, es el lazo que nos une.
No perdí tiempo y me dirigí a la casa de Jamie aquí en Borja. Estaba emocionado, lleno de adrenalina, la esperanza de lograr que alguien de mi edad (o, bueno, cercano a la edad que aparento) crea en mí era excitante.
No tardé mucho en llegar a su casa y, cuando lo hice lo busqué en todas las ventanas hasta encontrarlo en su cuarto. La ventana estaba abierta, así que entré tranquilamente sin pedir autorización. Es decir, es Jamie, jamás me diría que me vaya. Además, yo soy Jack Frost, todos quieren estar cerca de mí. Excepto Bianca, pero ese es otro tema.
—¡Qué tal Jamie! —lo saludé, mientras me sentaba en su cama.
—¡Jack! Te estaba esperando. —Les dije que todos se emocionaban al verme. Solo hay que darle tiempo a Bianca, reaccionará así, lo verán.
La sonrisa de Jamie hizo que una se formara en mi rostro. —¿A mí?, ¿por qué? —Él estaba al lado de su cama viendo algo en el suelo, desde mi posición no podía descifrar qué.
—Encontré algo genial en el ático —explicó, sus ojos se encontraron con los míos mientras levantaba un objeto brillante del suelo. No, no era brillante, era la luz que se reflejaba en una espada.
Prácticamente nunca pasaba, pero en esta ocasión el pánico se apoderó de mí. Sí, me preocupo por los niños y sé que Jamie no debería de tener una espada consigo. Es demasiado peligroso. Así que, no es tan descabellado que haya gritado al verlo con ella—: ¡¿Qué haces con una espada?! ¡Te puedes matar!
Mi voz alarmada hizo que Jamie frunciera el ceño. —No soy un niño, Jack, me puedo cuidar solo. —Casi como si el destino quisiera probar que lo que decía eran puras patrañas, la espada se le cayó al suelo. Por suerte, esta no lo mató, ni le cortó los dedos del pie.
Reaccioné demasiado rápido, así que, antes de que él pudiera inclinarse a recogerla, yo ya la tenía en mi posesión. —Creo que no serás un espadachín.
Me puse de pie y alcé la espada para que esta estuviera fuera de su alcance, mientras el saltaba tratando de tomarla, obviamente no tuvo éxito, ni siquiera cuando se subió a su cama para poder estar a mi altura.
—¡Devuélvemela, Jack! —pidió, pero hice caso omiso.
Negué, mientras pensaba en una contraoferta. —¿Qué tal si la dejo sobre tu ropero y me prometes que no la tomarás hasta que sepas como usarla? —Una mueca de disgusto se formó en su rostro como respuesta—. Vamos, Jamie, no quiero que te lastimes, cuando sepas cómo utilizar una espada, podrás tenerla, antes no. ¿Sí?
—Está bien. —Noté que no estaba conforme con esta decisión, pero era lo mejor y él entendió eso, lo cual significaba que el pequeño Jamie había madurado.
Por otro lado, yo me preguntaba cómo había ido a parar una espada al ático de la casa de su papá. Es decir, ¿acaso su padre es dueño de ella? Eso era imposible, ya que no parecía el tipo de persona que tuviera conocimientos en el manejo de una espada, en especial un ejemplar como este. El arma blanca tenía una curva en uno de sus lados y el mango era de oro puro. Sobre la cuchilla tenía grabadas unas palabras que no lograba reconocer, pero era, definitivamente, una espada espectacular. Norte se sentiría envidioso de algo así.
—No te regalaré la espada —la advertencia de Jamie me hizo reír.
—Oh no, tampoco sé cómo usarla —admití, las espadas no son mi fuerte y tampoco un arma que me gustaría utilizar—. Tengo mi cayado y es lo único que necesito.
Caminé hasta su ropero y coloqué la espada sobre este. Con su tamaño era imposible que lo alcanzara. Sé que podría encontrar un método para llegar a ella, pero confiaba en Jamie, sabía que él no faltaría a su promesa, no usaría la espada hasta estar listo.
—Entonces, ¿por qué viniste? —la pregunta de Jamie me hizo recordar el verdadero motivo que me había traído hasta aquí el día de hoy.
—Creí que te gustaban mis visitas —fingí indignación. Alcé una ceja para darle mayor impacto a mis palabras. Luego, moví mi cayado, haciendo que empezara a nevar dentro de la habitación.
La risa que soltó al ver la nieve dentro de su cuarto fue suficiente para que olvidara la espada, pero no para que olvidara que lo había dejado de lado desde que vine a Borja. —Sí, pero últimamente no has venido mucho —acusó—. Y sé que has estado en Borja, ya sabes, por las nevadas que has causado.
He sido atrapado.
—Lo siento, estuve un poco ocupado.
No era mentira, había estado ocupado, acosando a Bianca, pero bueno, no puede culparme, cuando se me mete algo en la cabeza es imposible sacarlo. Ahora tenía como propósito que ella creyera en mí y no pararía hasta conseguirlo.
—¿Con qué?
Me encogí de hombros. —Quería hacer que tu niñera creyera en mí. —Tomé asiento a su lado en la cama, moví mi cayado para detener la nieve. Si seguía con eso, tendría que palear su cuarto.
—¿Bianca? —pareció sorprendido—. No creo que ella vaya a creer en ti, Bianca es grande y los grandes no creen en los guardianes.
—Pero hoy ella me vio —respondí con orgullo. Al menos había dado un paso en la dirección correcta sin ayuda de nadie. Bueno, tal vez, con un poco de ayuda de Ethan.
—¿Te vio? —nuevamente se sorprendió—. ¡Entonces sí cree en ti!
Es tan extraño hablar de estas cosas con un niño de 10 años. Pero, en mi defensa, ¿con quién más voy a hablar? Conejo se reiría de mí. Tooth... no creo que tenga tiempo. Sandy, bueno, digamos que no es fácil hablar con él. Y, ¿Norte? No creo que quiera hablar con él en un tiempo, no luego de la broma que le hice en navidad. Además, dudo que él me vaya a responder.
Respecto al resto de espíritus que rondan la tierra, bueno, no me llevo muy bien con ellos, así que sería una pérdida de tiempo contarles sobre mi actual odisea.
—Solo creyó por unos pocos segundos —admití, decir eso en voz alta era difícil y creo que él lo notó.
—¿Te gusta? —Esa era una pregunta totalmente válida.
Si yo no fuera yo, pensaría lo mismo. ¿Por qué más me empeñaría en que Bianca (y no otra persona) creyese en mí? Sin embargo, este no era el caso. Sí, Bianca es hermosa, pero no creo que me guste.
—No lo creo —respondí al fin—. Solamente quiero saber lo que se siente que una persona de mi edad crea en mí.
Al parecer esas palabras hicieron nacer una nueva pregunta en Jamie, ya que pude notar la curiosidad en sus ojos. —¿Cuántos años tienes?
Es hora de la confesión. —Trescientos diecisiete, pero luzco como alguien de 17 años, casi 18 para ser algo más exactos —recordar esa época era doloroso—. Morí dos meses antes de mi cumpleaños.
En serio, ¿por qué hablo de esto con un niño de 10 años?
—Está bien, Jack. —Jamie se puso de pie y caminó hasta estar frente a mí—. Te ayudaré a que Bianca crea en ti, además, es muy molesto cuando ella cree que estoy loco por hablar solo.
No pude evitar la sonrisa que se formó en mis labios.
Si tan solo supieras, Jamie, que la que cree que está loca es ella.
❄
AL DÍA SIGUIENTE FUI A LA CASA, versión Pitch Black, donde vivía Bianca, luego de hablar con Jamie tenía esperanzas. Su papá había llamado la noche anterior a alguien, lo único que escuché es que necesitaría que Bianca cuidara de Jamie y Sophie el día siguiente, es decir, hoy, así que tendría la oportunidad de que crea en mí.
No lo echaría a perder.
Eran las 6 de la mañana cuando llegué por fin a su casa. Me asomé por su ventana, pero no la vi, lo que quería decir que ya se había despertado. Inmediatamente revisé el resto de ventanas en el segundo piso, pero no la encontré. Cuando iba a empezar a revisar el primer piso, oí sonidos provenientes de la ventana que daba al patio, donde le había lanzado a Bianca tres bolas de nieve el día anterior.
La ventana en cuestión daba a la cocina, donde pude ver a Bianca preparando una cosa grumosa (y completamente desagradable a la vista) en una olla. ¿Quién diablos come algo que parece vómito? La casa no solo parecía Pitch Black, también la comida.
Decidí, entonces, llamar la atención de Bianca formando escarcha en la ventana. Ella estaba cerca, así que sabía que lo notaría al instante. Cuando alzó la mirada y notó la escarcha, entró en pánico.
Su rostro palideció, casi tanto como el mío. Sus ojos se agrandaron y dio dos pasos hacia atrás. —No Bianca, esto no es real... de verdad que no... él no existe. ¡No existe!
Sus manos estaban sobre su cabeza, alborotando su cabello en el proceso. Es como si quisiera olvidar que la escarcha estaba en la ventana haciendo eso, lo cual era imposible, yo no removería la escarcha, ella tenía que aceptar lo que pasaba. «Jack Frost es real, Bianca», quise decir, pero me abstuve.
—No existe, no existe. —Cada vez que decía que yo no existía me dolía. Estoy justo aquí, afuera de la ventana. Soy real, soy muy real.
—¿Qué cosa no existe? —La señora regordeta que vi el otro día había ingresado a la cocina, tenía cara de pocos amigos—. ¿Estás teniendo alucinaciones?
Inmediatamente, Bianca se enderezó y trató de ordenar su cabello. —No, Roberta, estoy bien.
No, no lo estaba, Bianca aún seguía pálida, pero eso no parecía importarle a la tal Roberta. —Perfecto, porque tengo otro trabajo para ti.
—No creo que tenga tiempo de hacer otra cosa más —admitió Bianca, notaba el cansancio en su voz—. Todo mi día ya está copado.
La respuesta no fue bien aceptada por el vejestorio, ya que su rostro se tornó rojo por la furia. —¿Cuántas veces te he dicho que no hables mientras yo lo hago? ¿Puedes por una vez comportarte? —Esa señora no me agradaba en absoluto. Haría algo para que se arrepienta de hablarle así a Bianca.
Abrí la ventana lo más sigilosamente posible, aun así, noté que Bianca miró en mi dirección y se asustó al ver que la ventana se abría sola. Lo bueno es que no hizo nada al respecto, ya que la anciana seguía gritándole. —Detesto que me pongas de mal humor tan temprano en la mañana —gruñó—. ¿Acaso no te hemos dado todo en estos años? Deberías estar muy agradecida.
Estaba entrando por la ventana, la mitad de mi cuerpo seguía fuera, cuando vi determinación y rencor en la mirada de Bianca. —¿En verdad crees que estoy agradecida con alguien como tú? —escupió cada palabra con odio.
No la culpaba, yo he llegado a detestar al fósil ese en menos de diez minutos, no puedo ni imaginar lo que es vivir con alguien así. Ni siquiera Conejo es tan insoportable y eso ya es decir demasiado.
Majin Boo dio dos pasos hacia Bianca, la mueca en su rostro era casi indescriptible, la molestia era obvia, detestó cada una de las palabras que Bianca le había dicho y es por eso que seguía acercándose amenazadoramente. ¿Qué demonios le quiere hacer? Cuando noté que Troncha Toro alzó la mano para golpearla, no perdí el tiempo y con mi cayado creé hielo bajo sus pies, logrando que ella se resbalara y cayera de bruces contra el suelo.
Bianca rio por lo bajo, tapando su boca para que no fuera demasiado evidente lo mucho que le divertía la escena que tenía en frente. Mientras, Jabba The Hutt no paraba de maldecir.
—¿Lo ves Bianca? Puedo hacer que tu vida sea pura diversión, solo tienes que creer en mí. —Lamentablemente ella no podía oír lo que yo decía.
Un señor demasiado delgado, alto y con el cabello prácticamente rapado, apareció en la cocina, al ver a su polo opuesto en el suelo, preguntó—: ¿Qué sucedió?
—Nada idiota, solo ayúdame a levantarme. —Y eso hizo, el escuálido ayudó a Úrsula a ponerse de pie, aunque ésta se resbaló una vez más. Eso hizo que yo empezara a reír, adoro mis bromas, me dije a mi mismo. Noté que el señor «Jaffar» giró en mi dirección, pero terminó enfocándose en Bianca, por un momento pensé que me había visto a mí.
—¡No te quedes ahí! ¡Ayúdame! —Ordenó a Bianca y ella tuvo que hacerlo, pues no le quedaba de otra. Esta vez me abstuve de crear más hielo, ya que ella podía resbalarse.
Una vez que Snorlax estuvo de pie, toda su atención fue a parar en Bianca. —Si no fuera porque este trabajo me hará ganar una buena cantidad de dinero, no te lo daría —auténtico veneno salía de cada una de sus palabras. No entiendo, ¿qué pudo haberle hecho Bianca para que esa anciana la trate así?
Hubo una pausa en que las miradas fueron las únicas que hablaron. Se sentía la tensión en el ambiente y temía por lo que ellos dos pudieran hacerle a Bianca.
—Estarás una semana en casa del señor Bennett —continuó Jabba—él saldrá de viaje y me ha pedido que seas tú quien cuide a sus hijos.
El señor Bennett es el papá de Jamie, ahora entiendo, es con ella con quien hablaba esta mañana. Él se iría de viaje y por eso necesitaba que Bianca cuide de sus hijos. Fruncí los labios ante esa noticia. Se supone que los pequeños venían hasta Borja para pasar los feriados con su padre, no con su niñera. Pero, claro, hay padres que son unos idiotas y no les importa nada. Lo único bueno de esto es que tendría mayor cantidad de oportunidades para que Bianca creyera en mí. Sí, lo sé, eso es egoísta.
—¿Solo a Bianca? —cuestionó Frollo, su pregunta hizo que volviera a prestar atención—. Podríamos enviar a Sabrina, está en edad de trabajar.
Pero, la vieja negó. —Pidió específicamente a Bianca, así que ella tendrá que ir.
La chica en cuestión alzó la barbilla y se enderezó antes de hablar. —¿Qué pasará con mi trabajo en el restaurante?
—Ya lo arreglé, haré que Martha y Sabrina trabajen ahí por ti.
Bianca frunció el ceño al oír esa respuesta. —Pero, Roberta, ellas solo tienen 14 años —abría y cerraba sus puños, claramente estaba en desacuerdo con esa decisión, pero no sabía cómo reaccionar para evitarlo.
Así que Jabba The Hutt en realidad se llama Roberta.
—Sí, y ya es hora de que hagan algo por la vida, ¿no te parece?
¿Cuáles son las probabilidades de que Bianca se vuelva loca si en este preciso momento congelo a Roberta?
El labio de Bianca tembló, no quería que esas dos niñas, Sabrina y Martha trabajasen, pero se rindió demasiado rápido. —¿Desde cuándo tengo que ir donde los Bennett?
—Hoy —indicó la anciana—. Empaca tus cosas, saldrás en media hora.
La única respuesta de Bianca fue un asentimiento, con las manos aún a sus costados, salió de la cocina, justo cuando varios niños de diferentes edades empezaron a llenar las dos zonas (cocina y comedor) del primer piso. Por mi parte, decidí salir por la ventana y buscar a Bianca en su cuarto. No había nadie más que ella, así que, cuando cerró la puerta se apoyó en esta y cerró los ojos. Pasó un minuto hasta que ella los volvió a abrir, notaba que estos estaban rojos. Quisiera hacer algo para animarla, pero si creaba escarcha en estos momentos haría que ella se volviera loca.
En una pequeña mochila de color plomo, completamente desgastada, guardó ropa, un par de zapatos y otras cosas que serían necesarias durante su estadía en la casa de Jamie. Al cerrar la mochila frotó sus ojos y dejó escapar un suspiro. Luego, se puso de pie y salió. Esta vez no la seguí, simplemente me alejé de ese lugar. Volvería más tarde a la casa de Jamie, cuando ella ya estuviera allí.
Editado: 21/04/18
» Espero que les esté gustando esta historia que recién está empezando. Tendremos más de Bianca y Jack por mucho tiempo, es decir, ni se han conocido, o, mejor dicho, ella no lo conoce a él.«
Lo anterior fue parte de mi primera nota en este libro, por nostalgia he decidido dejarla.
Por otro lado, quería aprovechar en aclarar los nombres de los guardianes mencionados por Jack en este cap:
Tooth es el Hada de los Dientes
Sandy es Sandman (Meme)
Conejo es Bunny o Bunnymund
Norte es Santa Claus
xoxo,
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