CAPÍTULO 12
HABÍAMOS PASADO TODA LA TARDE jugando con la nieve y destruyendo a Bianca en una guerra, simplemente no tiene una oportunidad contra nosotros. La noche estaba por llegar y cuando ella dio por terminada la hora de juego, los dos niños entraron corriendo a la sala. Estaba a punto de seguirlos, pero me detuve al notar que Bianca no se había movido de donde estaba. Ella miraba a Kevin (el hombre de nieve) con una sonrisa en el rostro.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no entras? —Traté de posar mi mano sobre su hombro, pero este lo traspasó. A veces olvido que ella solo me oye y que no puede verme o, mejor dicho, no quiere verme.
—Es la primera vez que hago uno de estos, ¿sabes? —Asentí a pesar de que ella no podía verme, por la forma inexperta en la que había hecho el muñeco, podía imaginarlo. Aunque, finalmente, le salió muy bien, sigo impresionado con el resultado—. Gracias, Jack.
Eso me tomó por sorpresa. Definitivamente no esperaba que me agradeciera, ni siquiera tengo una idea de porqué me está agradeciendo. Pensé que me detestaba y que quería botarme de su vida tan rápido como había entrado. —¿De qué? —cuestioné, necesitaba saber.
—Por traer estos días nevados. Jamás pensé que podría hacer un muñeco de nieve o una guerra de bolas de nieve. —Se frotó los brazos con ambas manos.
Sin darme cuenta estaba causándole frio, así que gradué el frio que emanaba y ella dejó de frotar sus brazos. Aun así, sabía que tenía frio. Después de todo, estábamos rodeados de nieve y, al estar anocheciendo, estaba congelándose el ambiente.
—Todo lo que veía en las películas de Navidad era tan ajeno a mí —continuó—, pero gracias a ti hoy puedo hacer esto, así que... debo admitir que no eres tan malo después de todo, Jack Frost.
Creo que es la primera vez que ella me llama por mi nombre sin que tenga un tono de disgusto al pronunciarlo. Me gustaba que por fin aceptase que yo existo y que estoy justo a su lado. —¿Eso quiere decir que ahora vas a creer completamente en mí?
—No.
«¡¿Qué?!» Esperaba al menos un «No, Jack, todavía no, pero estoy en camino, solo falta que te pueda ver y ya.» Pero no que me respondiera tan cortante.
—¡¿Por qué no?! —exigí saber, necesitaba entenderla, no puede ser que sea tan testaruda—. No te entiendo, Bianca, ya me oyes, ¿qué más puedo hacer para que creas en mí?
Mordió su labio inferior e hice un gran esfuerzo por no distraerme con ese simple gesto. —No se trata de ti —dijo luego de una larga pausa—. No quiero creer en algo que no es real.
Di un paso al frente, colocándome al lado del hombre de nieve. —Ya sabes que soy real. —«Mírame, Bianca, mírame.»
Pero, su vista jamás fue a parar a mí. —Aun pienso que esto podría ser un sueño, que mañana despertaré en el orfanato y tendré que hacer el desayuno.
¿Habla en serio? ¿Un sueño? Me siento completamente insultado, no puede ser que piense que todo lo que ha pasado hoy es mentira, que su día con Jamie y Sophie no es más que un sueño. —¿Por qué tienes que ser tan testaruda?
—¡No soy testaruda!
—Sí, como sea, nos vemos luego, Bianca, despídeme de los niños. —Sin ver atrás otra vez, salí volando del patio. Necesitaba estar lejos de ella, necesitaba pensar en todo esto.
¿Valía la pena seguir insistiéndole? Sí, era la respuesta que me daba una voz dentro de mi cabeza. Sí, quería seguir insistiendo, quiero que ella crea en mí. Pero necesitaba darle un espacio. Aun así, no puedo entender por qué es tan testaruda, es decir, habla conmigo y, a pesar de eso, no cree en mí o, al menos eso dice.
❄
EN REALIDAD, NO SABÍA QUÉ HACER. Antes de visitar a Bianca, ya había hecho nevar en todos los países que estaban en invierno, así que no tenía labores, al menos no ahora mismo.
Tampoco quería ir a ningún lugar en particular, Bianca me había quitado las ganas de hacer algo divertido. Ir al taller de Norte a escuchar cómo me grita no era algo que esperaba con ansias, así que lo iba a dejar. Tampoco deseaba ver a Conejo, no pisaría su madriguera, ¿quién sabe si recoge sus porquerías? Tooth y Sandy deben de estar muy ocupados en algún lugar.
Finalmente, decidí ir al lugar donde viví como humano y donde mi vida como espíritu comenzó. Burgess. Sí, la misma ciudad donde vive Jamie es donde yo crecí. Era de noche cuando llegué, no era una sorpresa, ya que aquí sí es invierno y suele oscurecer antes en esta época. Me eché en el lago congelado, donde había despertado como espíritu y me quedé dormido. No estoy seguro de cuánto tiempo pasó hasta que desperté, pero cuando lo hice, escuché una voz: «Regresa» dijo. En ese momento, la luna empezó a brillar, lo que me hizo pensar que tal vez fue Manny (El Hombre de la Luna) quien había dicho esa palabra.
—¿Manny? ¿Eres tú? —traté de hablar con él, pero no respondió nada.
Intenté de adivinar dónde quería que regresara. Pensé que tal vez se podía referir al taller de Norte, pero la verdad era que no quería ir, no aún, Norte me matará cuando me vea. Además, no quiero enfrentarme con la furia de un Santa Claus molesto. La otra opción que tenía era Borja y, para ser sincero, era la más probable.
Regresé a Borja, lo hice lo más rápido que pude y mentiría si digo que no estaba emocionado por volver. Ya era de noche, la nieve que había creado seguía en las calles y varias personas caminaban entre ella, pero nadie jugaba. Me gustaría creer que se debe a que es demasiado tarde y no a que a esta gente no le gusta la nieve.
Al llegar a la casa de Jamie, me asomé por la ventana de la sala y lo vi jugando con un aparato, cuyo nombre sigo sin aprender. Por otro lado, Sophie veía la televisión y Bianca se había quedado dormida en el sofá.
Qué gran niñera eres Bianca.
Di un par de golpes en la ventana para llamar la atención de cualquiera de ellos. Jamie fue el único que se dio cuenta de mi presencia y dejó su juego para abrir la ventana. Observé que Bianca se estremeció cuando entré seguido del viento congelante, pero no despertó.
—¿Por qué te fuiste? —fue la pregunta que me hizo Jamie luego de cerrar la ventana.
Me encogí de hombros. No tenía muchos ánimos de contarle la verdadera razón por la que me fui, así que, en lugar de hacerlo, pregunté—: ¿Por qué se quedó dormida?
No podía apartar mi atención de la niñera que se encontraba durmiendo plácidamente en el sofá de la sala, en lugar de estar cuidando de ambos niños a su cargo.
—Porque Sophie está viendo Barney y es aburrido —lo dijo como si ese hecho fuera demasiado obvio, pero yo no entendía. Luego vi un dinosaurio morado en la televisión y lo entendí.
—No es aburrido —defendió Sophie, mirando a su hermano sobre su hombro.
—Sí lo es.
Ahora yo tengo que hacer el papel de Bianca. —Tranquilos, no se peleen. —Posé mi cayado al lado de la ventana y me senté junto a la chica que sigue sin creer en mí y eso hizo que ella se moviera y apoyara su cabeza en mi hombro.
Me quedé petrificado en ese momento.
No podía creer que ella estuviese apoyada sobre mí. Era una sensación extraña. Estoy acostumbrado a que todos me traspasen, en particular, a que las personas mayores a los 12 años me traspasen. Sentir a Bianca era nuevo para mí y no podía dejar de preguntarme si ella podría verme cuando abriera los ojos.
Traté de respirar lentamente para no despertarla. Me sentía muy nervioso, tal vez debería despertarla para poder quitarme la intriga de encima y saber si puede verme, pero no es muy cortés hacer algo así. Ahora bien, yo no soy conocido por ser alguien con buenos modales. Soy Jack Frost, me gusta divertirme y fastidiar a las personas.
Al final decidí dejarla descansar un rato más. Además, entendía por qué estaba durmiendo. ¿Un dragón de color morado que solo puede ser visto por los niños que creen en él? ¿Qué tontería es esa? Entonces, me di cuenta. «¡Ese dragón soy yo!» Aunque, claro, yo soy mucho mejor, soy Jack Frost después de todo.
Ahora entiendo por qué Bianca no quiere creer en mí. Es decir, si ella me ve de la manera como yo estoy viendo en este momento a ese mutante morado, pues yo tampoco querría creer en mí mismo.
Minutos después escuché a Bianca murmurar algo, aunque no estoy seguro de qué era. Me incliné un poco hacia ella, tenía la necesidad de saber qué decía, pero antes de que murmurara algo más, se movió y, poco a poco, empezó a abrir los ojos. Pestañeó un par de veces, era como si no supiera en dónde se encontraba exactamente.
—¿Jamie? —su voz sonaba un poco rasposa y asustada. Cuando no escuchó respuesta, ya que él también se había quedado dormido, se alejó de mí tan rápido que me hizo saltar de la sorpresa. Su mirada estaba dirigida a mí, lo que me hizo pensar que por fin podía verme.
Sus ojos recorrían todo mi cuerpo, por lo que no pude evitar la sonrisa que apareció en mi rostro. Sabía que le gustaría cuando me viese.
Dejé que ella me siguiera inspeccionando, luego, me tensé cuando alzó su mano y tocó mi hombro con su dedo índice. Después, tocó mi brazo y mi pecho. Tendría problemas si seguía recorriendo el resto de mi cuerpo, es decir, los niños están acá. Finalmente, tocó mi estómago, lo que hizo que soltara una sonora carcajada, me estaba haciendo cosquillas.
Retiró su dedo de mi estómago demasiado rápido, como si se hubiese dado cuenta de que estaba tocando fuego o algo así. Admito que mi reacción habría sido la misma. El fuego y yo no congeniamos.
Su mirada seguía fija en mí, aunque ahora estaba sorprendida. —¿Nad-, Jack?
Dejé pasar el hecho de que casi me dice nada. —Sí, soy yo. Me alegra que ahora puedas verme. —En verdad me alegraba, no podía creerlo, pensé que le tomaría más tiempo verme, pero no. Por fin cree en mí.
—No, no te puedo ver. —Olvidaré lo que dije—. Pero creo que ahora te puedo sentir.
Alzó nuevamente su mano y con su dedo índice tocó mi brazo. Ahora estaba desilusionado, en verdad quiero que me vea, necesito que me vea, que crea en mí, pero Bianca no quiere. Acerqué mi mano a su rostro, pero antes de tocarla me detuve, no se había dado cuenta de mi movimiento, lo que significaba que, en realidad, no podía verme, sino, me habría empujado o gritado. Bianca no fingía.
—¿Has acercado algo hacia mí? —preguntó.
—¿Por qué lo dices?
—Porque siento un poco de frío por mi cara. —Hizo el ademán de tocar lo que estaba enfriando su rostro (mi mano), pero la alejé antes de que hiciera contacto.
Algo en mi interior dolía por toda esta situación. Decidí dejarlo pasar y concentrarme en la televisión. No quería seguir con este tema de «Lo siento Jack, pero no me gusta la idea de creer en ti.»
—Pensé que no regresarías —admitió varios minutos después del incidente.
Me sorprendí respondiendo un—: Yo también —hubo un momento en que en verdad lo consideré, no regresar y no verla más, pero al final decidí hacer caso a Manny, a pesar de que no me dijo nada más.
—¿Por qué estás aquí, entonces?
—Porque hace unos días me puse de meta hacer que creas en mí completamente y hasta que eso no ocurra, me tendrás aquí —giré un poco para ver su reacción, estaba pensativa, probablemente repasaba mis palabras cuidadosamente. «Sí, me va a gritar», admití a mí mismo.
—¿Qué pasa si te digo que creo completamente en ti? —La esperanza volvió a mí, hasta que concluyó con otra pregunta—. ¿Te irás? —La sonrisa en su rostro era como una daga en mi pecho, ¿cómo puede ser tan desalmada?
Decidí seguir su juego y no dejarle ver que sus palabras dolían más de lo que deberían. —Claro que sí, pero créeme cuando te digo que una vez que creas totalmente en mí, no querrás que me vaya.
Un poco de rubor apareció en sus mejillas. ¿La hice sonrojar? No lo puedo creer. Jamás creí que algo así pasaría. —Estas tan roja como un tomate —le dejé saber.
—¡Claro que no! —gritó y se volteó para que yo no la pudiera ver.
—Claro que sí —empecé a reír. Ella se veía tan graciosa tratando de cubrir sus mejillas con ambas manos.
No pude parar de reír, y sé que eso le molestó demasiado. Bianca se puso de pie tan rápido que dos cojines cayeron al suelo. No se molestó en levantarlos, en lugar de eso, tomó a Sophie en brazos, quien se había quedado dormida en el suelo, y la llevó escaleras arriba, probablemente para arroparla.
Casi veinte minutos después regresó a la sala, yo ya no me reía, pero sé que Bianca sabía que seguía sentado en el sofá. Le pidió a Jamie que se fuera a dormir y eso hizo, claro que antes se despidió de mí y me pidió que regresara al día siguiente, algo a lo que asentí alegremente.
Antes de que Bianca se fuese a su cuarto recogió ambos cojines del suelo y ordenó un poco la sala. Me ignoró hasta antes de desaparecer por detrás de las escaleras. —¿Podrías hacer que mañana no nieve tanto? Así podría llevar a los niños al parque.
—No prometo nada —dije en un tono algo divertido.
Ella hizo un gesto negativo con la cabeza y puedo jurar que vi aparecer una sonrisa en su rostro. ¿Ves Bianca? No soy tan malo como tú quieres creer.
❄
AL DÍA SIGUIENTE REGRESÉ A LA casa de Jamie muy temprano en la mañana. Había dejado la puerta del patio sin seguro, ya que no quería depender de Bianca o Jamie para poder entrar hoy. Descongelé el muro de hielo que había creado para que nadie, además de mí, pudiese entrar e ingresé sigilosamente, no quería despertar a nadie, aún.
Una vez adentro toqué la puerta del cuarto de Bianca, pero ella no respondió, me debatí entre entrar haciendo ruido para asustarla o, entrar sin hacer ruido y luego crear una mini ventisca dentro del cuarto para despertarla con esa acción. Me decidí por la segunda opción, pero cambié de idea cuando vi un celular al lado de la cama. Hace unos meses Jamie me había enseñado a usar uno de esos, así que decidí que sería genial hacerle una pequeña broma a Bianca.
Sí, a veces soy un mal espíritu.
Dejé mi cayado apoyado en la cama mientras que tomé el celular. Busqué la opción de alarmas dentro del aparato e, inmediatamente, apareció que ella había programado una para las 7 de la mañana, según su reloj eran las 5:24 a.m. así que lo coloqué para las 5:30 a.m. Tendría seis minutos para salir del cuarto. Ella no podía verme o esta broma no funcionaría. Cuando dejé el celular sobre la mesa, escuché un ruido a mi lado, mi cayado se había caído sobre Bianca y ella lo tenía abrazado, una de sus piernas lo tenía envuelto y también su brazo izquierdo.
Mierda, ¿ahora qué hago?
Si se lo quitaba, ella se iba a dar cuenta de que yo estaba aquí y me iba a matar. Aunque no, eso no es cierto. Bianca no me puede ver, si le quito mi cayado, se va a despertar, pero no se va a dar cuenta de que yo estoy acá, así que podré huir sin que ella se percate.
Por primera vez me alegraba que ella no creyera en mí.
Me incliné hacia ella para poder alzar su brazo, lo coloqué a un lado, tratando de que no se despertara por el movimiento. Cuando iba a levantar su pierna (algo que me tomó mucho tiempo decidir hacer), sentí que alguien me jaló de la sudadera. Y, cuando me di cuenta, estaba echado sobre la cama y Bianca se encontraba encima de mí. Sujetaba mi cayado con ambas manos y lo presionaba en mi cuello. —¡¿Quién diablos eres y qué haces aquí?! —gritó, su cara estaba roja del enojo.
Soy espíritu muerto, por segunda vez.
—Soy yo, Jack —dije casi sin aliento, ella trataba de asfixiarme. Pensé que Bianca era inofensiva, pero me equivoqué.
En cuanto dije esas palabras, me di cuenta de que ella me había gritado algo como «¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?». Lo que quiere decir que ella por fin podía verme. Sus ojos no se despegaban de los míos, por primera vez nos estábamos viendo. Además, había logrado acorralarme en su cama con mi cayado.
—No mientas, yo no puedo ver a Jack —su voz me sacó de mis pensamientos.
—Bianca, soy el mismo chico que viste aquel día. Mismo cabello, misma ropa —se apartó solo un poco para observarme bien.
—No puede ser —dijo más para sí misma que para mí—. Yo no te debería poder ver.
—A mí también me sorprende, pero me alegra que ahora creas en mí... completamente.
Alzó una ceja y luego dijo sonriente—: Eso quiere decir que te tienes que ir.
No puedo creer que recordara eso. —Por favor, ambos sabemos que no quieres que me vaya.
—Claro que quiero que te vayas, eso fue lo que prometiste ayer.
—Oh, por favor, Bianca, mira en qué posición estás ahorita. No te has separado de mí en todo este tiempo. ¿En verdad esperas que yo crea que quieres que me vaya?
Frunció el ceño y sus mejillas se pusieron rojas otra vez. Sin pensarlo dos veces, saltó de la cama, separándose de esta lo más que pudo. Aún tenía mi cayado en sus manos y parecía que lo usaba como protección.
Sus ojos seguían sobre los míos, sabía que no podría resistirse a mí.
Editado: 21/04/18
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